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Tiene razón Trump: la OMS es cómplice de la pandemia Cuando alguien no cumple su trabajo por ser tapadera de un tercero es motivo más que suficiente para aplicar una nación; eso es precisamente lo que hizo Washington al suspender su subsidio anual a la Organización Mundial de la Salud, organismo otrora idealista que ha sido copado por la politiquería e intereses a los que lo que menos importa es el bienestar físico de la población mundial. ¿Por qué el resto del mundo no ha actuado contra la criminal complicidad de su titular con el gobierno chino? ABRIL, 2020.
Para variar, los medios liberales
de Estados Unidos han reaccionado con profunda indignación ante el
anuncio realizado el miércoles 14 de marzo por el presidente Trump
en el sentido de que Washington "suspendería" sus contribuciones a
la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés),
a la que además acusó de ser "cómplice" del gobierno chino por haber
ocultado al mundo lo que realmente estaba ocurriendo con el CVID-19,
una pandemia que habrá provocado catastróficas pérdidas económicas a
más de 190 países. Increíblemente, y cuando los expertos ya advertían que el mundo se encontraba a las puertas de una eventual pandemia mundial, Ghebreyesus declaró en una rueda de prensa que el virus "aún no era una emergencia mundial para la salud", y todavía siete días después, el funcionario volvió a confiar, dijo, "en el compromiso de China en el manejo transparente de la información para proteger a la población mundial". Pero una semana más tarde cuando comenzaron a darse los primeros casos del COVID-19 fuera de las fronteras chinas, Tedor denunció a los "seguidores de las teorías conspiratorias que publican desinformación y debilitan la respuesta a este brote" al tiempo que reprobaba el que varios gobiernos empezaran a cerrar sus fronteras, a limitar los viajes y transacciones comerciales con China, en especial Wuhan, una ciudad que tiene 9 millones de habitantes, más que Monterrey y Guadalajara juntas. No fue sino hasta marzo, casi tres meses después de la advertencia de Taiwán cuando la OMS finalmente declaró oficialmente que existía una pandemia, esto cuando el COVID-19 ya se había extendido a más de 100 países. El daño provocado por esta omisión con claro tinte político creció exponencialmente dado el prestigio que por muchas décadas gozó la Organización Mundial de la Salud, creada en 1947. Sin embargo, desde principios de siglo el organismo ha sido infiltrado por gente que no solo ha politizado los objetivos de la OMS sino que la transformó en sitio de propagación de postulados "progresistas" que también tienen plagados a otros organismos otrora idealistas y con plantillas de trabajadores bienintencionados, como la Unicef y la misma ONU. Si la OMS decía que no había de qué preocuparse ¿cómo no a creerle a un organismo que muchos suponen es experto en el tema? No deja de llamar la atención, por supuesto, que hasta el momento de redactar este texto, ni Ghebreyesus ni nadie en la OMS han sido llamados a rendir cuentas por su criminal irresponsabilidad por minimizar el verdadero peligro que representaba el COVID-19. Cuando alguien no cumple con su trabajo, lo mínimo que merece es una fuerte reprimenda, máxime porque Gheberyesus goza de un salario cercano a los 300 mil dólares anuales. El único ha castigado esta imperdonable omisión de la OMS es el gobierno norteamericano. Los principales críticos de la decisión de Trump insisten que la agencia es necesaria para coordinar una respuesta mundial ante la amenaza de este virus. ¿Pero cuál coordinación si lo único que ha mostrado ese organismo es su disposición a manipular la realidad y a exculpar al gobierno chino de cualquier responsabilidad? De hecho, y como sucede con cualquier otro organismo burocrático que en vez de ayudar estorba, lo que aquí tenemos es el cobro de un favor político: fue China el país que propuso la elección de Gherberyesus quien, por si hiciera falta recalcarlo, fue un miembro prominente de Partido Comunista de Etiopía antes de brincar a su jugoso puesto en la apacible y próspera Suiza. La criminal complicidad de la OMS con China es innegable, y más aberrante dado que su titular sigue sin denunciar al "presidente! chino Xi Liping por haber destruido evidencias y haber esperado seis semanas para reconocer lo que había sucedido, tiempo suficientea para evitar que el COVID-19 se hubiera expandido por todo el mundo. Y como enorme sarcasmo, el lema de la OMS establece que su misión es "promover la salud, mantener seguro al mundo y defender a los más vulnerables". Atacar al presidente Trump por haberle cortado el subsidio a una organización copada por la perversión política, es cosa de volver el estómago: Trump ha cometido muchas torpezas durante su gestión, pero esta vez, la razón y el sentido común están de su lado.
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