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Es increíble cómo Donald Trump se pasa de güey

El capricho de un jugador de futbol pasó a crecer como escándalo mundial luego que el presidente norteamericano hiciera una declaración que será legendaria en los anales de la estupidez. ¿Hasta cuándo madurará Donald Trump y se dará cuenta de la importancia del puesto que le fue conferido?

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SEPTIEMBRE, 2017. Cuando el quarterback de los 49´s de San Francisco Colin Koepernick se hincó mientras era interpretado el Himno Nacional de los Estados Unidos, la reacción de sus compañeros y los comentaristas de la NFL fue de sorpresa. Más tarde al preguntarle la razón, Koepernick dijo que lo hacía, "como protesta contra un himno racista y por el esclavismo sufrido por los afroamericanos de este país". La directiva de los 49's no dudó mucho en despedir al jugador --cuyo desempeño está muy lejos de ser llamado brillante-- quien pasó a ser cause célebre de los progres norteamericanos.

También contó en la decisión del club el hecho de que tras ese acto, el rating del equipo sanfranciscano, así como la venta de boletos en el estadio, comenzó a desplomarse.

Al iniciar la actual campaña de la NFL, los índices de teleaudiencia siguen siendo abismales, en buena parte a Koepernick dado que muchos fans rechazan la politización progresiva que se ha estado dando en la NFL. Sin embargo era inevitable que en una liga donde el 72 por ciento de sus jugadores son de color, muchos de ellos pronto comenzaran también a hincarse cuando se toca el himno de los Estados Unidos al principio de cada partido, como también ha sido inevitable que el rating de los partidos vaya en descenso como respuesta a este tipo de actitudes.

Y entonces, durante un discurso en Alabama el viernes 23, Donald Trump arremetió contra los jugadores que se hincaron durante el himno y los llamó "hijos de perra" aparte de exigir a los directivos de esos equipos que los despidieran así como pedir al público que dejara de ir a los estadios. Como respuesta, más jugadores y aun coaches se hincaron durante los partidos ese fin de semana.

¿Cómo puede el presidente del país más poderoso del planeta ser tan güey? Vamos, Barack Obama tampoco le iba mucho a la saga a Trump ("los 56 estados de la Unión", "en este cementerio tenemos mucha gente que ya murió", "me disculpo con ustedes por no hablar austriaco) pero Donald Trump pegó con esa declaración un jonrón en güeyez. ¿Nadie le dijo, ningún consejero le advirtió, que una declaración como esa únicamente le daría armas a sus enemigos para exhibirlo todavía más como un intolerante y un cabeza dura?

Pareciera que a Trump se le olvida que ya no es candidato, que ya no está frente a las cámaras de The Apprentice y que ahora está obligado a gobernar para todos, no únicamente sus simpatizantes.

En un discurso pronunciado el 24 de mayo del año pasado, Trump acusó a Obama de "escuchar, atender y dirigirse únicamente a quienes piensan como él" ¡y ahora él está haciendo lo mismo!

Si Trump tuviera más sesos (o si se rodeara de asesores más sensatos) lo que habría respondido, en vez de esas sandeces, debió ser algo cómo "Lamento la actitud de algunos jugadores por hincarse al escuchar el Himno de los Estados Unidos. Es una postura con la cual no estoy de acuerdo pero que respeto como parte de la libertad de expresión que gozamos en este país". Así, en forma más inteligente, Trump habría podido capotear este sainete en vez de echarse encima a más jugadores y directivos incluso. A nadie le agrada que le llamen "hijo de perra".

Es verdad e inobjetable: lo que han hecho Koepernick y otros jugadores es un acto de abierta hipocresía y doble moral. Denunciar la "esclavitud" e insultar la bandera y el himno cuando se trata de atletas afroamericanos que llegan a ganar hasta 100 millones de dólares por temporada es una actitud repulsiva. Miles de seres humanos, hombres y mujeres, murieron y derramaron su sangre por esos valores. La libertad de la que gozan esos jugadores, la izquierda de Hollywood y la prensa liberal no han sido gratuitas.

Koepernick y sus amigos olvidan que de no haber sido por Estados Unidos, Europa hubiera sido devorada, primero, por la Alemania nazi y, posteriormente, por la Unión Soviética; de no haber sido por las tropas que portaban la bandera de las barras y las estrellas, con toda seguridad Japón habría cometido muchas más atrocidades en Corea, en Filipinas y en la otrora Indochina donde miles de mujeres fueron secuestradas para convertirlas en esclavas sexuales de los soldados nipones.

Difícilmente Koepernick habría logrado tanto en cualquier otro país del mundo, aun si se trata de un mulato.

Sin embargo también es innegable que Los jugadores están ejerciendo un derecho garantizado en la Constitución norteamericana con todo y la doble moral que esta acción lleva implícita.

No era necesario que Trump abriera la bocota para que los norteamericanos mostraran su desacuerdo con esa actitud: el rating de los partidos de la NFLK va en picada aunado al incuestionable hecho que una abrumadora mayoría de los aficionados están en desacuerdo con el desafío de los jugadores. De ahora en adelante, y gracias a la burrada de Trump, estos niños-hombres mimados del deporte, la NFL y las televisoras achacarán el declive a las declaraciones de Trump, del mismo modo que el dictador Nicolás Maduro apretó la soga a Venezuela una vez que el mandatario aseguró que "no descartaba" una intervención militar en ese país sudamericano.

Ya es hora que Donald Trump se comporte como presidente, lo cual incluye gobernar para todos, aun aquellos que lo odian y lo desafían hasta el tétano. En otras palabras, que Donald Trump ya no le haga al güey.

 

 

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