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INTERNACIONAL
Estatuafobia a
mi conveniencia
El torpe como
injusto revisionismo histórico que exige el retiro de estatuas de
personajes supuestamente racistas o genocidas es tan
extrañamente selectivo que ha excluido, entre otros, a un activista
de los años 60 que admiraba a Hitler y cuyo nombre llevan varias
calles y centros de estudio universitario norteamericanos. Así de
increíble.
Versión impresión
AGOSTO, 2017. A raíz del
enfrentamiento en Charlottesville, Virginia entre fascistas tanto de
izquierda como de derecha, se ha desatado la furia contra las
estatuas por parte de los primeros (los segundos, como se verá,
cometieron una provocación tan increíble como idiota al marchar con
antorchas). Sin embargo --y sin dejar de remarcar el autoritarismo
de ambos bandos-- en los días siguientes la izquierda ha mostrado
sus coincidencias más que evidentes con el ISIS en su intención por
tirar estatuas o en el mejor de los casos, embadurnarlas con
graffitis insultantes.
Entre los principales objetivos de estos grupos radicales se
encuentra el remover las estatuas del general confederado Robert E.
Lee quien, según ellos, era un racista consumado. Increíblemente,
también la estatua de Abraham Lincoln en Washington fue dañada por
estos grupúsculos aparentemente de izquierda radical, algo que
denota su asombrosa como escandalosa ignorancia: ¿alguien les habrá
dicho que Lincoln fue el presidente que abolió la esclavitud en los
Estados Unidos?
Por supuesto que si mañana todas las estatuas de los generales
confederados fueran derribadas, ello no dejaría satisfechos a los
activistas, quienes luego exigirán que desaparezcan las estatuas o
monumentos de Jefferson y Washington ("poseían esclavos"), de
Cristóbal Colón ("era un genocida") o de Teddy Roosevelt ("el
protoimperialista del siglo XX"). Ello ya está ocurriendo en Gran
Bretaña donde parte del comité de alumnos de la Universidad de
Oxford está pidiendo que se retire una estatua de Mahatma Gandhi
porque, aluden, éste "se refería a los negros sudafricanos con
epítetos racistas", afirmación doblemente patética que olvida cómo
el mismo Gandhi fue obligado a bajar de un vagón de primera clase
aunque ya había pagado su boleto, todo por el mero delito de ser
hindú y tener la piel morena.
Y si bien esta interpretación del pasado con los ojos y convicciones
del presente es tan aberrante como injusta, asimismo presenta un
escandaloso doble rasero, nada raro cuando la destrucción de
estatuas es un tentáculo políticamente correcto. Porque si se trata
de echar hacia abajo estos monumentos con el argumento que quienes
son representados llevaron conductas reprobables o criticables,
tendríamos que echar abajo, sin excepción, las estatuas de todo el
mundo.
Para estos seudoiconoclastas, poco importa que tanto Jefferson como
Washington fueran artífices de un país que se rebeló contra una
monarquía absolutista y que luchó contra ese colonialismo que tanto
dice despreciar la izquierda. Como bien apunta el comentarista
libertario John Stossel ante la torpe manera de juzgar el pasado con
las gafas del presente: "Acusar de racista al general Robert E. Lee
es tan idiota como tachar de atrasada a la sociedad en que le tocó
vivir porque en vez de utilizar celulares se obstinaba en enviarse
correspondencia en diligencias y carretas para comunicarse entre
ellos".
La estatuafobia, en alusión a Orwell, marca culpables, aunque unos
son menos culpables que otros. Hasta hoy nadie ha exigido que se
derrumben las estatuas y monumentos en honor al presidente
Franklin D. Roosevelt pese a que mandó detener y encerrar en
Manzanares, california, a cientos de hombres, mujeres y niños por el
solo delito de ser japoneses, aun si fueran ciudadanos
norteamericanos, un acto que dentro del contexto moderno, fue un
acto de clara discriminación racial.
Hay más ejemplos, por supuesto: Martin Luther King, una de las
figuras más respetadas en la historia de Estados Unidos, era un
abierto opositor de las relaciones homosexuales e incluso sugirió
que aquéllos que sintieran tener esas tendencias fueran sometidos a
tratamiento. ¿Alguien ha sabido que los activistas LGBT exijan
retirar las estatuas del reverendo King o eliminar su nombre de las
calles y avenidas de Estados Unidos y, más aún, eliminar del
calendario el día dedicado a su memoria?
Susan B. Anthony, una activista a favor del feminismo que incluso
tuvo el honor de tener una edición conmemorativa en el dólar, llegó
a decir "me cortaré el brazo derecho antes que exigir o luchar a
favor de dar el voto a los negros en vez de dárselo a las mujeres".
¿Por qué nadie exige el retiro de la edicion numismática que aún
circula hoy?
El presidente Woodrow Wilson tenía el propósito de evitar que las
minorías raciales llegaran a formar parte del ejército. Sin embargo
la Universidad de Princeton cuenta con la Escuela de Asuntos Públicos
Internacionales que lleva su nombre. Pero hasta ahora nadie
ha exigido que se retire el nombre de Woodrow Wilson, seguramente
porque, ya lo adivinó el lector, fue un mandatario surgido del
Partido Demócrata. (Por cierto, Wilson veía a los mexicanos como
"inferiores", además de haber intervenido descaradamente en la
política interna al apoyar a Victoriano Huerta para derrocar a
Francisco I Madero, e igualmente retirarle su apoyo y otorgárselo a
Venustiano Carranza. Pero bueno, este claro especimen
protoimperialista era demócrata ¿cierto?)
Pero veamos otro caso donde el silencio de los seudoiconoclastas
resulta más escandaloso, el de alguien cuyo nombre llevan las calles
en ciudades como Nueva York, Washington y Los Ángeles pese a que
alguna vez pidió al KKK que asesinara a los activistas en pro de los
derechos civiles y sostenía que la integración racial era parte de
una conspiración judía. Un buleverd en Brooklyn lleva su nombre pese
a que este individuo nunca ocultó su admiración por Adolfo Hitler y
se jactaba de ser el primer fascista de Estados Unidos.
Sin embargo la Universidad de Harvard cuenta con un instituto que
lleva su nombre mientras en Nueva York existe una estatua suya
mientras en Washington hay una exhibición de arte en homenaje a su
memoria.
En 1961 este auto declarado racista llevó a Lincoln Rockwell, en ese
momento líder del Partido Nazi de Estados Unidos, a un mitin
organizado por el grupo supremacista negro Islam Nation. Luego que
Rockwell anunciara una donación a esa organización, este racista lo
congratuló y le manifestó sus respetos.
Sin embargo ¿cómo es que hasta hoy nadie haya exigido que se retiren
las estatuas, así como calles y universidades en honor a Malcolm X?
Por el contrario, el director Spike Lee filmó una película sobre
este personaje donde lo glorifica y en todo momento oculta los
puntos más negros de su pasado.
El retirar estatuas de personas que fallecieron hace décadas en nada
cambiará el pasado. Todos esos hombres y mujeres vivieron y
respondieron a un momento histórico muy diferente al actual. Lo
alarmante de este absurdo revisionismo histórico es que se enfoca en
unos cuantos, táctica totalmente orwelliana donde lo único que queda
totalmente sepultada es la congruencia de los seudoiconoclastas, si
es que alguna vez la tuvieron.
Textos relacionados
Para entender a los progres de hoy, lea a Orwell [Febrero,
2015]
Los fundadores de Estados Unidos, bajo ataque [Julio, 2010]
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1
comentarios
raul_mejia escribe
28.09.17 El asunto de la remoción de
estatuas me parece una absoluta idiotez sobre todo porque esas
personas ya murieron y no tienen posibilidad de defenderse, pero el
asunto yo lo veo como un pretexto para ir quitando libertades a
quienes píensan distinto a esos vándalos güevones, que mejor se
pongan a jalar |