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INTERNACIONAL
El patético
tour de la señora Clinton, pobrecita ella
Ya pasó casi medio
año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y la
candidata perdedora, como niña despechada, culpa a todos de su
derrota menos a sus metidas de pata y a la desorganización total que
existía el interior de su campaña. Todo esto refleja, en
combinación, una preocupante inmadurez emocional y el espíritu
totalitario de la señora Clinton al seguir criticando la voluntad de
sus conciudadanos
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MAYO, 2017. Recuerdo en mis años de infancia en que un vecino, al
que llamaré Félix, solía jugar futbol con los demás chicos de la
cuadra. En cierta ocasión que le tocó ser portero le anotaron ocho
goles por errores ahora sí que infantiles y los otros miembros del
equipo se lo echamos en cara. Para sorpresa de todos, en ningún
momento Félix aceptó haber descuidado la portería y, en cambio,
culpaba a los defensas y a los delanteros. Ya hasta tarde finalmente
Félix aceptó su culpa... o algo así:
"¡Está bien, acepto que perdimos. ¡Pero que quede claro que la culpa
es de ustedes que dejaron que me metieran esos ocho goles!"
Hillary Clinton y Félix son compañeros del mismo dolor, diría el
lugar común. Pero en el caso de nuestro ex vecino --hoy un
profesionista a punto de convertirse en abuelo-- se cuenta con la
justificación que se trataba de un púber inmaduro. ¿Qué argumento
tiene Hillary Clinton, a sus 69 años de edad, para mostrar un
comportamiento tan chipil como vergonzoso e insistiendo ¡a casi seis
meses de la elección! que perdió por culpa de las filtraciones de
wikileaks, de los rusos y del mandamás de la FBI James Comey?
Qué patético espectáculo éste, el de la señora Clinton, francamente
(en realidad señora Rodham, que es su apellido paterno). Vergüenza
tremenda nos produce que la dama aún no haya superado el hecho que
perdió... pobrecita ella, todos conspiraron en su contra, como lo
dice claramente en esta declaración hecha durante una entrevista con
CNN:
"Ya estaba encaminada al triunfo antes de la carta de Jim Comey y
los Wikileaks de Rusia... todo esto asustó a los indecisos..."
Pobrecita candidata... y desagradecida, además. Qué rápido se le
olvidó a la señora Clinton/Rodham que Comey, presionado tanto por el
gobierno de Obama como por su esposo Bill, determinó que la
investigación "no había arrojado" nada que involucrara a la entonces
candidata, esto apenas cinco días antes de las elecciones. De hecho
esta virtual exoneración fue un factor que enfureció a miles de
indecisos al ver que Clinton había utilizado todas sus influencias
luego de la colota que quedó en evidencia ante la torpeza con que
manejó el asunto de Benghazi (también ahí quedó absuelta de toda
culpa gracias a la presión de la Casa Blanca) así como los miles de
mails enviados no en cuentas clasificadas del gobierno federal sino
en su cuenta personal y los cuales "desaparecieron" aun antes de
iniciar una indagatoria.
Efectivamente, todo ese asunto asustó a los indecisos, esto es, ante
la posibilidad de que una funcionaria con tanta corrupción a cuestas
pudiera llegar a la Casa Blanca.
Luego nos dice la señora Clinton: "Vuelvo a ser una ciudadana
activista y parte de la resistencia".
¿Resistencia? O una de dos: la candidata perdedora trae complejo de
perseguida por los nazis durante la segunda guerra mundial o, lo más
probable, al asumirse como "parte de la resistencia" está retando la
voluntad de los votantes de su país, decisión que debe respetarse le
guste o no a quienes no fueron favorecidos con el triunfo. Quien es
parte de una "resistencia" en un país como Estados Unidos,
simplemente está exhibiendo su espíritu totalitario.
¿Es posible imaginar que un Donald Trump perdedor dijera "de ahora
en adelante seré parte de la resistencia" y saliera incólume de los
ataques de la prensa?
Increíblemente, doña Hillary sigue profiriendo sus tonterías aun
cuando, dentro del propio equipo que construyó su campaña, se acepta
que hubo errores de estrategia, de logística, de discurso y de
planeación. Como muestra tenemos Shattered: Inside Hillary
Clinton's Doomed Campaign (Destrozada: Dentro de la Campaña
Fallida de Hillary Clinton), sus autores, Jonathan Allen y Amie
Parnes, aceptan que la candidata nunca "pudo conectar", ya no
digamos convencer, a los votantes hartos del desdén con que
Washington los ha visto los últimos ocho años. Los autores de este
libro llamaron en su momento "brillantes" a los discursos de
Clinton--¿qué les quedaba?-- pero hoy afirman que al interior de la
campaña la realidad era otra al punto que "la desorganización era
tal que presentíamos la derrota".
Los rusos y los hackers, según la señora Clinton, tuvieron más peso
entre los electores que esas imágenes donde la daban abscesos de tos
en pleno discurso, donde se le veían claros problemas de salud,
donde tuvieron que sacarla cargada en Nueva York durante la
conmemoración por los atentados del 11 de septiembre. Por lo visto
no influyó, en lo mínimo, el que su esposo Bill Clinton se reuniera
en Phoenix con la procuradora general Loretta Lynch, en un descarado
tráfico de influencias, reunión que originalmente tenía toda la
intención de ser secreta.
Y, sobre todo, por lo visto no le costó un solo voto a Hillary
Clinton en que haya llamado "deplorables" a los simpatizantes de
Donald Trump en vez de convencerlos y ganárselos: ¿en qué cabeza
cabe que un candidato critique a los votantes de su rival en vez de
al rival mismo?
¿Escuchamos en alguna ocasión que Emmanuel Macron hubiera llamado
"reaccionarios", "tontos de capirote" o "casos perdidos" a los
simpatizantes de Marine Le Pen?
El calificar de "deplorables" a quienes apoyaban a Donald Trump debe
caer en los anales de la estupidez histórica de un candidato, en
este caso candidata, en campaña. Tal insensatez le costó a la señora
Clinton más votos que los wikileaks o la supuesta injerencia de
Putin en el proceso.
Finalmente, en otro discurso dice Clinton que "la filtración de los
mails me quitó esos votos que me hubieran convertido en su
presidente" pero más adelante se contradice infantilmente y dice que
"gané dos millones de votos más que mi oponente". ¿En qué quedamos,
pues, los mails le quitaron o no votos a su causa? ¿Si perdió tantos
sufragios cómo fue entonces que superó a Trump con una diferencia
tan holgada en el voto popular? Como se ve, en su cabecita, la
señora Clinton aún sigue considerando "deplorables" a quienes no
votaron por ella. Es arrogancia, sumada a una desorganización total,
fueron las que configuraron su derrota.
Por favor ya madure, señora Hillary Clinton. A sus años no se ven
bien esos berrinches de niña caprichuda.
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