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Los Presidentes: Franklin D.- Roosevelt

Nacido en una familia aristócrata, fue el primer mandatario abiertamente socialista de Estados Unidos. Sus políticas de asistencia rindieron beneficios pero hubo otras que burocratizaron la actividad productiva del país. Lo innegable es que en sus 12 años de gobierno, a nadie dejó indiferente

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FEBRERO, 2014. Miembro de una familia con antecedentes en Holanda y en España llegada a América en las embarcaciones que precedieron al Mayflower, Franklin Delano Roosevelt nació en Hyde Park, Nueva York, el 30 de enero de 1882. Fue un niño débil quien, al igual que Abraham Lincoln, estuvo a punto de morir durante la infancia. También era bastante enfermizo y padecía de gripas constantes, algo que a fines del siglo XIX y sin antibióticos era casi una sentencia de muerte. No extraña, por tanto, que el futuro presidente fuera un infante sobreprotegido.

Al alcanzar la adolescencia, Franklin se incorporó a la universidad de Groton donde estudió Leyes. Eran años en que la educación universitaria estaba reservada para las familias aristócratas con las que el joven abogado jamás se sintió a gusto. Biógrafos como el doctor Noah Fabricant señalan que "Roosevelt concluyó desde entonces que las clases sociales de más abajo estaban siendo hechas a un lado por un país que proclamaba las mismas oportunidades para todos". Era admirador de Lincoln y no tardó en sentir que tenía inclinaciones izquierdistas.

Pero lo que más le apasionaba era la política. Destacó como orador y como activista, un capital que le sería útil para lanzar su candidatura a la gubernatura de Nueva York. También había importantes influencias, entre ellas el hecho que estuviera emparentado con Theodore Roosevelt, quien también fuera presidente. Otro golpe a favor de su carrera política fue la especulación bursátil en las casas de bolsay en la Banca que se convirtió en fiebre imparable al promediar los años veinte; los ahorradores descubrieron que si invertían ahí sus capitales en poco tiempo recibirían intereses de ensueño. Esta bonanza ayudó a que el republicano Edgar Hoover alcanzaba la Presidencia con facilidad y en un momento en que los demócratas volaban en su punto más bajo.

Pero el 22 de octubre de 1929 la burbuja especulativa estalló y más de la mitad de los norteamericanos quedaron sumidos en la pobreza mientras Hoover, hasta hace unas semanas alabado como el arquitecto de la bonanza, se hundió en el descrédito absoluto. Roosevelt fue entonces postulado a la presidencia por el Partido Demócrata y arrasó en las elecciones de 1932.

La Depresión de 1929 hizo que miles de norteamericanos se "desencantaran" de lo que creían era el capitalismo --en realidad, una cadena de especulaciones bursátiles que nada tenían que ver con el libre mercado-- por lo que voltearon a ver el "experimento socialista" de la URSS, país con el que Estados Unidos estableció relaciones durante el gobierno de Roosevelt. El Departamento de Educación de Estados Unidos ofreció facilidades migratorias a maestros de origen británico, sueco, holandés y alemán para repartirlos en las escuelas públicas del país, que en el periodo 1932-1937 crecieron un 25 por ciento. En ese momento no se sabía pero la mayoría de estos profesores tenían la encomienda de impartir educación de tinte socialista, en especial en los estados del Medio Oeste donde los efectos de la crisis habían sido devastadores.

Lo curioso es que, con todo y la Depresión, el flujo migratorio hacia Estados Unidos no se detuvo ni se aminoró, señal de que en otros países la situación no era mucho mejor.

En un discurso pronunciado ante el Congreso, Roosevelt propuso un programa de recuperación económica al que llamó New Deal (Nuevo Trato), claramente inspirado en la teorías del economista inglés Reynoard Keynes, quien incluso participó como asesor. El plan daba un rol más importante al Estado en la economía, el cual hasta entonces, según Roosevelt, había sido un "ente pasivo que solo veía hacia arriba". La idea era emplear a millones de trabajadores con carácter eventual, a sueldo del Estado y los cuales serían luego absorbidos por la planta productiva particular en cuanto comenzara la recuperación. Se ofreció financiamiento a las empresas y a los bancos se les sometió a un duro proceso regulatorio.

Los industriales de la cerveza movieron sus piezas en el Congreso y utilizaron un argumento impecable: La Prohibición había cerrado unas 200 mil fuentes de empleo directas las cuales podrían absorber de inmediato si se permitía nuevamente su venta al público. No hubo problema para revertir la enmienda Volsted (Volsted Act), una medida torpe que había causado más de 150 mil asesinatos mientras estuvo vigente.

Otra medida incluía la sindicalización forzada de todo empleado en puestos de producción, algo a lo que el magnate del automóvil Henry Ford se opuso terminantemente al alegar que aquello contravenía los principios de libre empresa y asociación. Esta decisión un gigantesco respaldo político de los sindicatos al candidato de sus preferencias, que sería casi siempre del Partido Demócrata.

Pero pese a sus tendencias socialistas --y al hecho de que las clases altas lo consideraban un "traidor"-- Roosevelt sabía de sobra que no podría prescindir del apoyo de los empresarios. Ofreció financiamiento para la construcción de la Presa Hoover en Nevada, obra descomunal sin la cual difícilmente ese estado se hubiera podido desarrollar. Asimismo invitó a figuras del entretenimiento a la Casa Blanca. En esos años Roosevelt consiguió ganarse a Hollywood para la causa demócrata, así como de la prensa y los grandes medios de comunicación, situación que continúa hasta hoy.

Otra medida significativa de Roosevelt fue la implantación del Welfare, seguro de desempleo, un subsidio temporal del Estado a quienes hubieran perdido su fuente de ingreso. Desafortunadamente y al igual que en Europa, se ha abusado del Welfare y miles de personas lo utilizan como excusa para no trabajar.

                                                       De presidente a estadista

La lenta recuperación de la economía norteamericana coincidió con el ascenso del fascismo en Europa. Los republicanos españoles, apoyados no muy sutilmente por Washington, fueron derrotados por Francisco Franco, en Italia Benito Mussolini consolidaba su poder y en Alemania Adolfo Hitler anexaba a Austria y amenazaba hacer lo mismo con Polonia. La diferencia radicaba en que Alemania, a diferencia de sus aliados, tenía una situación financiera robusta.

La guerra verbal entre Berlín y Washington fue subiendo de tono y Roosevelt, cada día más enfadado, pidió al Congreso se le autorizara a enviar tropas a Europa y así apuntalar el respaldo para una Inglaterra amenazada y una Francia que temía la venganza de Alemania, su ancestral enemigo aún dolido con las cláusulas impuestas por el Tratado de Versalles (y que Hitler, por cierto, rompió en pedacitos). Existía otra amenaza en Asia donde los militares en Japón se habían hecho del poder e impuesto una política imperialista en la que sometieron y cometieron atrocidades al invadir Indochina, Corea, las Filipinas y partes de China. Sin embargo para Roosevelt su prioridad estaba en defender Europa.

Una y otra vez el gobierno se topó con la negativa del Congreso, primero porque había recuperado la mayoría republicana en las elecciones intermedias de 1938, segundo, en la franja norte del país había cientos de familias vinculadas con Alemania y cuyo peso electoral era vital: tercero, hasta ese momento Berlín no había afectado intereses norteamericanos; cuatro, privaba la intención aislacionista de Estados Unidos en torno al resto del mundo.

En agosto de 1939 Hitler invadió Polonia, violando el pacto de no agresión con Moscú --más bien, uno se comió antes de tiempo parte del pastel que le iba a corresponder al otro-- con lo cual Inglaterra le declaró la guerra. El ministro Chamberlain, cuya debilidad ante Hitler hizo que éste se envalentonara más, fue sustituido por Winston Churchill, un político con cara de bulldog pero con una entereza admirable. Pese a las bombas alemanas que cayeron sobre las principales ciudades inglesas, el Congreso norteamericano mantuvo su postura; la guerra debería ser asunto europeo y Norteamérica solo respondería en caso de ser atacada. El estira y afloja se prolongó a lo largo de 1941.

El 8 de diciembre de ese año Japón atacó Pearl Harbour, un episodio que algunos historiadores tachan de sospechoso dado que la guarnición militar ahí era relativamente baja y en Washington se habían desdeñado olímpicamente los cables interceptados descifrados que daban cuenta del inminente ataque japonés. Como sea, horas después las oficinas de reclutamiento estaban a reventar y el Congreso apoyó sin miramientos declarar la guarra al Eje Berlín-Roma-Tokio; dicho coloquialmente, por uno la llevarían todos.

Y aunque ya no podría reelegirse, la Constitución norteamericana facilita al Congreso a extender un periodo presidencial si en ese momento la seguridad nacional se encuentra en peligro por lo que a Roosevelt le fue extendido un tercer periodo presidencial

Ya desde su primera gestión la salud de Roosevelt se había deteriorado, acompañado todo de un ataque de polio que lo postró a una silla de ruedas, si bien de esto la opinión pública se enteró hasta mucho después: la prensa estuvo de acuerdo en no publicar fotos donde se le viera confinado, incluso en la Conferencia de Yalta, donde los fotógrafos de otros países desconocían esa petición, se evitó filtrar imágenes donde se veía como sus ayudantes lo levantaban. La revista LIFE justificó aquello años después: "Ver a un presidente carcomido por la polio habría minado la moral de las tropas y de los ciudadanos estadounidenses".

Si bien el Congreso autorizó ayudar a Inglaterra con equipo bélico, y tecnología de punta para enfrentar a los nazis, Washington también apuntaló militarmente a la Unión Soviética pese a que, con excepción de la comunidad intelectual y académica y un sector de Hollywood, Stalin tenía bajísimos índices de simpatías entre la población que sin embargo consideraba válido apoyar con Inglaterra (país cuya semilla había dado origen a Estados Unidos, sin olvidar los mutuos lazos históricos, comerciales, de lengua y de sangre) que con la Unión Soviética, percibida como la antítesis del espíritu norteamericano. Solo hasta concluida la guerra se supo el porqué: el gobierno de Franklin Roosevelt estaba plagado de agentes y espías soviéticos, entre ellos Harry Dexter White, uno de los artífices de los tratados de Bretton Woods, y Alger Hiss, quien luego fue "balconeado" por Richard Nixon y aun Harry Hopkins, secretario particular del mandatario.

Para 1944 se estaba dando una curiosa paradoja: la economía de guerra estaba impulsando el empleo en Estados Unidos a niveles récord cuando lo común es que los países en conflicto sufran un deterioro progresivo, como era el caso de Alemania y Japón. "El Atlántico fue un invaluable aliado de Roosevelt", escribió el historiador inglés Norman Davies, y tenía razón: "Su país fue el único de todos los participantes en la segunda guerra que no sufrió un solo ataque en su territorio continental".

Dado que continuaba la "situación de guerra" de los Estados Unidos y que dificultaban la realización de comicios presidenciales, el Congreso nuevamente hizo uso de sus atribuciones y declaró a Roosevelt como mandatario para un inusual cuarto periodo. Roosevelt tomó posesión el 20 de enero de 1945, pero su apariencia física era lamentable. Se rumoraba que estaba gravemente enfermo (en México circulaba un chiste donde en alusión a su segundo nombre, decían que "se puso malito Delano") pero esta información la Casa Blanca procuró mantenerla en secreto.

Cuando ya era inminente la caída de la Alemania nazi se realizó la histórica conferencia de Yalta donde los "tres grandes" acordaron el futuro de una Europa post guerra. Se acordó que los países al este de Berlín que habían sido invadidos por los nazis pasarían a depender de la órbita de Moscú y los que se encontraran al oeste formarían un bloque encabezado por Estados Unidos mientras que Alemania sería dividida en dos sectores y la capital germana en cuatro. Los puntos no se revelaron hasta que concluyó la segunda guerra y le eran altamente favorables a la URSS. Se aludió luego que tales concesiones se debieron a la muy deteriorada salud de Roosevelt, pero lo cierto es que al menos sus asesores tuvieron que darse cuenta que se estaba creando a un adversario formidable de Estados Unidos.

Es irónico que Franklin Roosevelt no viera el fin de la segunda guerra pues falleció el 12 de abril de 1945 tras quejarse de un fuerte dolor de cabeza y quedar inconsciente. La noticia, aunque ya era esperada, tuvo gran impacto pues se trataba de alguien que los últimos 15 años había sido la figura más importante del tablero mundial.

A su muerte, el mundo era irreconocible, igual que su país, donde Franklin Roosevelt dio un énfasis especial en la asistencia social. Pero el consenso abrumador es que se trató de uno de los presidentes más importantes en la historia de Estados Unidos.

 

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