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Nada nuevo tras las gafas 3D

Mientras llega la segunda parte de Avatar, James Cameron reestrena, con efectos artificiales de tercera dimensión, la película que lo convirtió en un coloso en Hollywood. De nuevo, los efectos especiales se ven más impresionantes que en la primera ocasión; pero en lo que toca al argumento, Titanic vuelve a chocar con el iceberg de lo predecible

Titanic 3D
Leonardo DiCaprio, Kate Winslet. Billy Zane, Kathy Bates 
Dirigida por James Cameron
Twentieh Century Fox/Paramount/1997


ABRIL, 2012. Cuesta trabajo creer, a la distancia de los años, que los productores hayan pensado que James Cameron había enloquecido cuando propuso filmar una historia sobre el Titanic, un barco que lo obsesionaba al punto que viajó varias veces al fondo para del océano para ver de cerca los restos del naufragio más famoso de la historia. Una vez que se terminó el presupuesto original del rodaje, Cameron logró que otros estudios entraran a la riesgosa jugada, confiados en que el instinto de quien estuvo detrás de cámaras en Terminator daría en la diana. "Si Titanic tiene la misma suerte del trasatlántico, dejará seriamente torpedeado a Fox y enviará a la quiebra a Paramount", escribió la revista Entertainment Weekly seis meses antes del estreno.

Bien sabemos hoy que esos temores jamás se materializaron: Titanic es la película que más dinero ha recogido en taquilla, unos 1,400 millones de dólares que sin duda se incrementarán tras su reestreno, esta vez en 3D, el juguete que hoy tiene obsesionado a Cameron. Cualquier podría preguntarse qué caso tiene pagar un boleto para ver una cinta que ya se hizo costumbre sintonizarla en televisión cada Navidad y cuyo tema musical, según la co protagonista Kate Winslet, le produce vómito si vuelve a escucharla. La razón es, por supuesto, Cameron: este cineasta ha conseguido lo que otros directores solo obtienen, si bien les va, con resultados mediocres: hacer que los efectos especiales, en tándem con la actuación, nos hagan olvidar que estamos frente a una historia débil y convencional. Talentos como ése son oro molido en Hollywood, de otra manera no le hubieran financiado algo que, en principio, como inversión parecía un suicidio.

Aquí no encontraremos ni un solo segundo de material nuevo, escenas "editadas" ni diálogos que se omitieron la primera vez (eso ya se hizo para la versión BluRay, por cierto). Lo que aquí tenemos es un guión con todos los elementos que le garanticen el éxito financiero a la película, así como los clichés progresistas de Cameron y los estudios.

Y por si alguien lo ha olvidado, demos una breve repasada a la historia: Rose deWitt (Winslet), es una anciana de 101 años que se presenta con un grupo de oceanógrafos que realizan investigaciones en los restos de la nave. La dama, que logró sobrevivir al choque, comienza a contar la historia que empieza cuando ella llega acompañada de su madre y reacia a embarcarse hacia Nueva York, pues cuando llegue allá se habrá formalizado un matrimonio de conveniencia con Cal Jockey (Zane) quien también va a bordo, algo que asegurará una posición económica fuerte y una vejez sin apuros a su madre cazafortunas. Por otro lado Jack (DiCaprio) gana un boleto para embarcarse de vuelta a su país en una jugada de póker y aborda junto con su amigo, aunque a ellos tocará viajar en clase económica.

Tras echarse varios discursos sobre Freud y desesperada por su situación, DeWitt decide arrojarse al mar pero es detenida a tiempo por Jack, quien brinca a una cubierta que no es su clase social. Ambos insistirán en verse a escondidas; él, que es un bohemio, le muestra varios bocetos y ella le pide que la dibuje con los pechos descubiertos. Terminan por enamorarse y hacen el amor dentro de un Renault. Son descubiertos y a Jack se le acusa por el robo de una esmeralda y se le encierra en un calabozo; ello ocurre, por supuesto, horas antes que el Titanic choque contra un iceberg y se desate la tragedia. Ella hará lo posible para rescatar a su amor pero... bueno, ya sabemos que Jack termina congelado en el fondo del mar; esperamos no arruinarle la sorpresa si va usted a la sala.

Lo importante es que con todo, el Titanic tridimensional viene a ser una experiencia totalmente nueva. Hay que advertir que la cinta no fue filmada originalmente en ese formato y que lo que aquí tenemos es una versión "artificial" mediante la cual se separaron todos los elementos visuales, un proceso que cuesta millones de dólares y que veremos únicamente en producciones que hayan recaudado estratosféricas cantidades la vez que fueron estrenadas por primera vez; si usted espera ver pronto El Pato Howard en versión tridimensional (y en el entendido que realmente quiera ver otra vez semejante porquería), será mejor quedarse sentado pues es más probable que tengamos en la Cámara de Diputados a por lo menos tres legisladores inteligentes. Las posibilidades que ello ocurra primero son mayores.

Las escenas tridimensionales más interesantes: cuando Jack y Rose están frente a la nave, el momento en que ella le muestra sus senos a Jack --una escena que, por cierto, no requirió de pixeladas ni efectos especiales; en verdad son los de Winslet-- y sobre todo la escena del naufragio, la enorme hélice que se levanta cuando la nave se va a pique el orgulloso barco se parte en dos. Son momentos impresionantes y que en esta ocasión se apreciarán mucho mejor. Pero en lo argumental, ya decíamos, es una historia predecible, aderezada con simbolismos de lucha de clases y jerigonza marxista, es decir, exactamente lo mismo que vimos hace poco con Avatar.

Con todo, Titanic funcionó económicamente porque es una historia romántica, y ésta se puede repetir millones de veces sin que aburra al espectador. Si Caridad Bravo Adams hubiera contado con los recursos de Titanic para filmar la película y luego escribiera una historia al respecto, los resultados habrían sido prácticamente idénticos. Lo que sí podemos apreciar esta segunda ocasión es que Winslet era entonces ya entonces una gran actriz aunque en su momento no lo parecía. El tiempo lo ha confirmado: es ella, y no DiCaprio, quien ya ganó un Óscar (y que sí se baña más seguido, por cierto).

La película Titanic ya mostró que es insumergible y que el 3D conque fue retocada esta vez le ha caído bastante bien. Lo único que nos produjo retortijones fue haber soportado otra vez "My Heart Will Go On". Si mañana se diseña un aditamento para que los espectadores omitan la música que no quieran escuchar mientras ven una cinta, pugnaremos para que el inventor se lleve un Premio Nobel. Por lo demás, esta vez las casi 3 horas de Titanic se le irán, igual que hace 15 años, como agua. Agua tridimensional emanada de un iceberg ídem.

 

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