Cine
Tan
anodina como el ex presidente Carter
Hay películas que prometen mucho y
al final lo que nos queda es una sensación de haber recibido una dosis de
clichés del género. Ello es algo perdonable en las cintas B, pero no en
la que se supone es una superproducción a cargo de unos estudios
legendarios. John Carter no es mala: simplemente, carece de todo
interés
John Carter
Taylor Kitsch, Lynn Collins, Samantha Morton, Willem Dafoe
Dirigida por Andrew Stanton
Disney Pictures/2012
MARZO, 2012. El caso de Edgar Rice Borroughs es típico de un autor que es superado por su creación. Su personaje más conocido es Tarzán, ese huérfano blanco que crece en la jungla y logra convertirse en rey de la fauna. Borroughs escribió varias historias más pero ninguna alcanzó el éxito de su personaje, en especial el que refiere esta cinta y que viene a ser el primer personaje de ficción de aventuras, sitio de inspiración para Lucas y Spielberg, entre otros. Y Carter es, además, el prototipo del personaje ordinario destinado a grandes cosas.
Quizá en ello queda el sentimiento de decepción horas después de haber visto esta película dirigida por Andrew Stanton y quien hasta entonces había trabajado en cintas animadas de Pixar, entre ellas
Wall-E: todos los recursos narrativos y la imaginación que Borroughs dio a Carter sonaban novedosos, incluso exóticos, en su tiempo, pero hoy se han convertido en clichés. Este es quizá el punto más débil de John Carter, que es absolutamente predecible y que el protagonista Taylor Kitsch está años luz de convertirse en el nuevo Harrison Ford. Podemos apostar al lector que éste será su debut y despedida en un rol principal. Borroughs escribió un total de siete historias, pero tras este experimento dudamos que las veamos en pantalla en muchos, muchos años.
Luego de la malograda Cowboys vs.
Aliens, toparnos con otra película con efectos especiales ambientada en el Viejo Oeste parecía una locura (bueno, ya lo habíamos atestiguado hace algunos años con la catastrófica The Adventures of Jim West), pero los estudios Disney optaron por confiar en el instinto de Stanton. Más de un productor debe estar hoy meneando la cabeza ante semejante decisión.
Antes de proseguir queremos advertir que John Carter no es tan mala como han escrito otros críticos; simplemente
carece de un desarrollo interesante, de algo que nos haga recordarla horas después de verla. Cuando aparecen esas escenas en cámara lenta tipo
Matrix --que se han convertido en el recurso más desgastado del cine contemporáneo de ciencia ficción-- la sensación de estar frente a un pastel que se sacó del horno antes de quedar listo es inevitable; lo que tenemos entonces es una masa pastosa y confusa.
Nuestro protagonista es un confederado veterano de la Guerra Civil y quien ha enviudado recientemente. Mientras cabalga por el inmenso desierto de Arizona --una escena que vista en 3D quita el aliento aun para los escépticos de esta modalidad-- se topa con un extraño medallón que lo envía a una dimensión distinta. Carter cree que ha muerto pero en realidad se le ha teletransportado a un planeta Marte sospechosamente parecido al paisaje terrestre que recorría momentos antes. Pero ha llegado ahí en el momento menos adecuado pues se desarrolla una guerra entre dos tribus humanoides, los Helium y los Zodanga, contra unos enormes insectos verdes. Y dado que la gravedad marciana es menor, Carter ahora puede dar saltos descomunales. Este atributo lo convertirá en pieza indispensable para buscar la victoria.
Un mensaje claro de la historia es que Carter tenía una cita inevitable con la guerra. En su planeta natal desertó cuando se le quiso enviar a pelear contra los indios en Arizona y ahora deberá luchar contra los Zodangans, liderados por el malvado Sab Than. También deberá
encontrar la forma de volver a casa y hacerse del medallón que está en poder de los Therns. De paso conocerá a la princesa Dejah Thoris de Helium (Lynn Collins), donde surgirá el inevitable romance. ¿Lograrán los Zodangans hacerse del control total del planeta o realmente Carter se convertirá en el "salvador", dada una profecía que pulula en la zona?
Como decíamos al principio, John Carter es un terreno árido en ideas originales. Las enormes bestias
peludas son sospechosamente parecidas a los Banthas que vimos en La Guerra de las
Galaxias, una (¿otra?) princesa intergalactica, un héroe que se viste como Conan el Bárbaro, villanos cuyos rostros lo mismo nos recuerdan la cantina de Mos Eisley o cualquier película de
Viaje a las Estrellas --bueno, nadie aquí se parece al doctor Spock--. los ya mencionados efectos especiales tipo
Matrix y una ensalada de nombres exóticos hacen de esta película un platillo ya muy degustado, como si a alguien se le ocurriera mañana querer vender hot dogs en pleno centro de Manhattan como algo original y novedoso.
A su favor diremos que John Carter nos recuerda a esas cintas de matiné de la infancia, tiempos en los que uno como espectador no es exigente y solo pide que se le entretenga un rato. En tal sentido la película cumple. Si en aquellos años se hubiera estrenado, sería hoy considerada un clásico. Pero en este 2012,
John Carter irremediablemente será olvidada a las pocas semanas, sino es que días, y quien quita horas.
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