Cine
Sin
mucho ruido, es espectacular
Ya ganó el Óscar y cuestionó el
modo en que los estudios hacen películas, y las razones pueden
comprenderse únicamente al ver esta cinta, un homenaje a lo que dio
origen a la grandeza hollywoodense, The Artist prácticamente se ha
convertido en un clásico en blanco y negro filmado en el siglo XXI.
The Artist
Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller
Dirigida por Michel Hazanavicius
Le Petite Reine-La Classe Américaine/2011
FEBRERO, 2012. Mientras los estudios se obsesionaban más con el 3D, los efectos especiales espectaculares y los nombres de actores que cobran bastante caro, llega una película que muestra dónde inició la grandeza de Hollywood en primer lugar. Si hace un año se nos hubiera dicho que una cinta filmada en blanco y negro y que incluye apenas unas líneas de diálogo se llevaría el Óscar más importante, seguramente nos habríamos carcajeado. Pero ahora nadie ríe, mucho menos Martin Scorcese quien también tenía en competencia uno de los mejores filmes de toda su carrera.
Como escribimos en twitter, con The Artist necesariamente deberán cambiar las reglas del juego en la casa que Chaplin --por cierto, estrella del cine mudo-- alguna vez construyó: una película que costó menos de la cuarta parte de
Hugo y con actores principales totalmente desconocidos fuera de Francia rompe muchos prejuicios hollywoodenses. Cierto que en Estados Unidos
The Artist está lejos de convertirse en hit taquillero y que difícilmente veremos pronto una catarata de filmes sin diálogo y en blanco y negro. Lo que deberá considerarse es que el cine nació como forma ingeniosa de contar historias y de dar al espectador la magia que le permitiera escapar de su rutina por un par de horas, y en tal sentido
The Artist cumple; en el momento mismo que nos sentamos en la butaca, sentimos estar viendo una obra que perdurará por muchos años. Y es irónico que nunca envejecerá dado no está filmada en color. El director Hazanavicious sin duda sabía a lo que le tiraba cuando concibió este proyecto. Desde que le entregaron el Óscar seguro trajo una sonrisa que le duró días.
George Valentin (Jean Dujardin) claramente inspirado en Douglas Fairbanks, es la estrella del cine de 1928, nadie se le acerca. Con un finísimo frac, bigotillo de lápiz afilado --"alacranado", le llama el buen amigo Jaime Muñoz-- y el cabello engominado, se encuentra en la cúspide donde la fama y el dinero le llegan a borbotones, excepto una mujer que complete su vida casi perfecta. Cuando se encuentra a las afueras de un teatro y rodeado de reporteros,
por accidente conoce a Peppy Miller (Nerenice Bejo) quien al cruzar mirada con Valentin forman una atracción instantánea. Los periódicos se preguntan quién esa chica y comienzan a seguirla, máxime cuando se convierte en
bailarina de una sus cintas.
Tanta felicidad no puede durar tanto y queda empañada cuando hace su aparición el cine sonoro., Uno a uno, los actores del cine silente se derrumban cuando el público escucha sus tipludas voces que no van con la imagen que habían proyectado. Hasta entonces había sido un cine basado en gesticulaciones por lo que el peligro es claro, real. Los espectadores suponemos que la voz de Valentin se encuentra distante a su imagen por lo que se resiste a ingresar al mundo del cine
hablado. Ante ello pierde a su representante y los estudios lo despiden. Convencido que el cine sonoro es una moda pasajera, Valentin arriesga sus propios ahorros en una cinta muda que, para su infortunio, es estrenada la misma noche en que Peppy estrena su cinta, la cual la mandará a la fama. Para colmo, la fecha coincide con el crack bursátil de 1929 y Valentin se queda literalmente en la calle. Los únicos que permanecen a su lado son su valet (Cromwell) y Uggie, un perrito que actúa mejor que muchas supuestas estrellas humanas que
hemos visto recientemente.
Es inevitable conmovernos ante la espiral de Valentin cuando pasa frente a una tienda y ve uno de los sacos de frac que solía usar y con el reflejo se imagina que lo está portando. En menos de un año se ha convertido en un vagabundo y un rechazado. Un día en que se encuentra alcoholizado decide quemar sus pertenencias y su hogar y él mismo escapa de morir cuando el fiel Uggie consigue llamar la atención de unos policías para que
corran a ayudarlo
Pero Peppy, quien es la primera gran estrella del cine sonoro, no lo ha olvidado, más aun porque es a Valentin a quien le debe su carrera. No solo logra salvarlo de un inminente suicidio sino que impone condiciones a los estudios para que juntos aparezcan en una cinta ¿muda? ¿con sonido? Habrá que averiguarlo.
Y como esos tipos que durante la Revolución Industrial destruían los hilares que venían con la modernidad, Valentin es un claro ludista. Se niega a aceptar las nuevas tecnologías porque sabe que lo enviarán a la obsolescencia y por ello arroja al piso ese proyector que a él lo ha dejado en la ruina. Llega un momento en la cinta --genial por lo demás-- cuando Valentin se encuentra rodeado de sonidos, como su perro que ladra y la caída de un objeto, pero él se niega a escucharlos; es el oponerse a la realidad y al cambio. Es éste un personaje perfectamente delineado. La franco-argentina Bejo también es sensacional y en su papel de Peppy Miller nos recuerda a esas estrellas entre coquetas e inocentes como Mary Pickford. Esperamos verla pronto de nuevo en el cine... esta vez escuchando su voz.
En suma, The Artist es una historia que todos aquellos que gustan del buen cine, de la esencia del cine y de lo que dio origen a la grandeza de Hollywood deben
ver. Comprobarán porqué nuestros abuelos, y aun tatarabuelos, se enamoraron de este invento y porqué ahorraban para irse toda la familia a la sala el fin de semana. Desde
Cinema Paradiso no habíamos visto una película acerca de cómo son las películas. Comprobarán también porqué le dieron el Óscar a un primerizo de Hollywood como Dujardin: los roles del cine mudo eran tan expresivos como complicados.
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