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Historias de Los Ángeles: los hermanos Menéndez Eran hijos de un inmigrante cubano que había triunfado en el terreno de los negocios y que parecía ser un ejemplo para la comunidad. Luego que su cuerpo y el de su esposa fueron encontrados en su residencia, parecía que todo era un vulgar robo aunque luego fueron apareciendo evidencias comprometedoras... un caso que ha fascinado, más que otros, a la sociedad angelina, no muy cuerda que digamos...
NOTA: Este artículo forma parte de seriado de historias que tuvieron un final horrendo en la soleada ciudad la cual, junto con su vecina, la admirada Hollywood, suelen también ser un polo de atracción para hechos violentos inimaginables hasta que éstos suceden en la que muchos consideran es la capital del glamour en Estados Unidos JULIO, 2022. Ha habido series dedicadas a este par de hermanos, más recientemente en Netflix, pero inevitablemente van acompañadas de sensacionalismo y exageraciones. El caso de los hermanos Menéndez, sin embargo, sigue aun cimbrando al área de Los Ángeles, un acto que primero horrorizó, luego desconcertó y finalmente apuntó hacia unas evidencias que dejaron en claro hasta dónde puede llegar la confabulación para hacerse ilícitamente de millones de dólares, aun si hubiera lazos de sangre de por medio. El teléfono del Departamento de Policía de Los Ángeles poco antes de la medianoche del 20 de agosto de 1989. Se trataba de Lyle Meléndez; con voz alterada, dijo que había regresado a su hogar y encontró a sus padres asesinados a balazos en la sala de la casa. El televisor aún estaba encendido --veían una película de James Bond en video-- y los dos se encontraban en ropa informal y pantalones cortos. Aparentemente el doble crimen ocurrió poco después que terminaron de cenar y se pusieron a ver la televisión. La policía encontró un espectáculo dantesco: el matrimonio conformado por José Menéndez y su esposa Mary Menéndez, más conocida como Kitty, habían recibido por lo menos 20 tiros cada uno, con sus rostros desfigurados. De inmediato el crimen fue comparado con el de Sharon Tate en 1969 y el de la bella modelo Dorothy Stratten casi un decenio atrás. Sin embargo había algunas diferencias: el crimen había ocurrido en Beverly Hills, zona residencial habitada por multimillonarios y considerada una de las áreas más seguras en el perímetro de Los Ángeles. Pero sobre todo, la policía y los detectives avocados al caso se mostraron inicialmente intrigados. La víctima, José Menéndez, era un inmigrante procedente de Cuba poco después de la revolución en esa isla con solo un cambio de ropa y recién llegado dormía en el ático de la cada de su hermano en Nueva Jersey. Con el tiempo, el joven Menéndez aprendió a ganarse la vida, se graduó en la universidad y se convirtió en un exitoso hombre de negocios que luego consiguió un puesto excelentemente pagado como agente artístico musical e incluso ayudó a firmar grupos como Duran Duran. Su esposa no solo estudió en Princeton sino que llegó a ser jugadora profesional de tenis. Ya con sus preocupaciones económicas resueltas, los Menéndez se mudaron a California en 1979 junto con sus dos hijos. ¿Cómo fue entonces, se preguntó la policía, que alguien asesinara a un matrimonio que aparentemente no tenía problemas con nadie y además representaba la versión ideal del American Dream? La atención, entonces, se fue enfocando hacia los dos hijos de la pareja, Kyle y Erik Menéndez, sobre todo porque los atacantes prácticamente no se llevaron nada de valor, no había puertas ni ventanas violentadas ni se encontró registro de algún conflicto personal o laboral de José Menéndez, rencillas personales o tratos con la mafia. De acuerdo a los jóvenes, esa noche los dos habían ido al cine a ver Batman y más tarde, cuando se dirigían a un bar, Kyle recordó que había dejado su identificación en casa, regresaron por ella y fue cuando encontraron los cuerpos de sus padres. La versión parecía perfecta y comprensible aunque los amigos cercanos a la familia percibieron algo extraño durante el funeral: los chicos no parecían mostrarse muy apesumbrados por la tragedia e incluso se hacían bromas entre ellos. No faltó quien atribuyera eso al "carácter dicharachero" de los hermanos o una manera de hacer más llevadero el difícil trámite. Erik, el hermano mayor, había comenzado a destacar como tenista a instancias de su madre y a la constante presión de su padre; su hermano Lyle también jugaba tenis pero parecía destinado a destacar mas en el mundo de los negocios. Cuando la familia se mudó a California comenzaron a aflorar los problemas: Erik comenzó a juntarse con pandilleros y fue arrestado por delitos menores, su hermano Lyle fue expulsado un año de la UCLA por haber plagiado una tesis y luego también tuvo algunos líos con la justicia. La herencia dé José Menéndez convirtió en millonarios al par de hermanos aunque éstos no mostraron mucha prudencia en echar por la ventana el patrimonio. Erik derrochó el dinero en comprar un Rólex, el departamento donde había vivido cerca de la universidad y su hermano hizo otro tanto en ropas nuevas, un jeep y 40 mil dólares para organizar un concierto que nunca se materializó. Más aún, los hermanos reclamaron una póliza de seguro de su padre por 5 millones de dólares que no consiguieron debido a algunas objeciones por parte del aseguradora. Los muchachos siguieron metidos en problemas hasta que una orden del juez los obligó a someterse a tratamiento psiquiátrico. Fue ahí donde Lyle confesó que él y su hermano habían planeado el asesinato de sus padres. Cuando su hermano Erik regresó de un viaje a Israel se entregó a las autoridades. La noticia conmocionó a la sociedad angelina. El juicio aumentó el morbo entre la opinión pública: ¿cómo fue posible que estos dos hermanos, sin ninguna necesidad económica y aparentemente destinados a triunfar como su padre, habían planeado semejante acto? La defensa armó un contraataque e instruyó a los hermanos a que afirmaran que el asesinato lo habían planeado ante "el abuso del que eran objeto por parte de sus padres, un abuso no solo emocional sino sexual". Kyle refirió cómo su padre, "decidido a que triunfáramos a toda costa, un día me arrojó a la piscina y no me permitió salir hasta que no completara un centenar de brazadas" mientras su hermano Erik recordó "las palizas, las patadas y cómo mi padre me agarraba del cabello cuando fallaba un tiro durante las prácticas de tenis"... mi madre siempre estuvo de su lado y aunque tenían discusiones, ella también recibía golpizas... era un persona extremadamente violenta". El juez preguntó a los muchachos porqué, ante semejantes abusos nunca se les ocurrió denunciarlo. "Teníamos miedo, era aun hombre muy poderoso y nos tenía amenazados", respondió Kyle. También argumentaron que su padre les había tomado fotografías polaroid a sus genitales "desde que éramos niños" y abundaban los tocamientos. Algunos familiares respaldaron la versión en el sentido de que detrás de José Menéndez, el inmigrante triunfador, había una persona sumamente agresiva, brutal y abusiva. ¿Qué fue lo que en realidad pasó? Los hermanos dijeron a sus padres que irían al cine, hicieron tiempo, cargaron sus armas, regresaron a la casa, entraron al cuarto donde se encontraban sus padres, les dispararon a quemarropa y salieron, esperando que el ruido de los balazos alertara a los vecinos y éstos llamaran a la policía. Como ello no ocurrió, dejaron las armas al lado de los cuerpos y fueron a reportar el crimen a la policía. Los vecinos afirmaron haber escuchado ruido y gritos pero no percibieron la presencia de extraños o que éstos hubieran abandonado la lujosa mansión. La Corte sentenció a los hermanos a cadena perpetua y los colocó en diferentes penitenciarías. Más tarde cada quien se casó con su pareja y posteriormente se vieron nuevamente las caras 20 años después. Extrañamente, esta historia ha obsesionado a productores televisivos, guionistas, escritores, novelistas y cineastas al punto que el caso de los hermanos Menéndez" ha resultado en más historias y series que otros asesinatos cometidos en el área de Los Ángeles, una mezcla de fascinación y repugnancia por igual.
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