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Historias de Los Ángeles: John Holmes y la Pandilla Wonderland

Sexo drogas y rock and roll... aunque a veces el porno suele aparecer en la ecuación. La historia de una estrella XXX donde la anatomía deja en plano secundario a un rostro agraciado. John Holmes fue la bisagra en una historia que desembocó en una de las peores masacres jamás ocurridas en el soleado sur de California

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Por Hernán Bitze

NOTA: Este artículo forma parte de seriado de historias que tuvieron un final horrendo en la soleada ciudad la cual, junto con su vecina, la admirada Hollywood, suelen también ser un polo de atracción para hechos violentos inimaginables hasta que éstos suceden en la que muchos consideran es la capital del glamour en Estados Unidos

FEBRERO, 2022. Tras años de regodearse estrictamente en recovecos underground, las películas porno fueron filtrándose a la superficie cuando los años 70 aún balbuceaban y gateaban. El principal empuje se dio con Deep Throat (Garganta Profunda), estelarizada por Amber Love, una mujer que años después se autoenarbolaría como activista en contra del cine triplequis. Deep Throat tuvo un éxito gigantesco y los aficionados a ese tipo de sexometrajes cambiaron sus sucias gabardinas por vestimentas más presentables de modo que el (de)género brincó a las salas convencionales, muchas de las cuales iban directo al suelo dada su inanición financiera.

No deja de causar morbosa fascinación que un género hedonista y onanista (en su sentido estricto, aclaremos: el onanista no es el que se masturba sino el que prefiere eyacular fuera de la vagina... es el cacareado money shot en lengua porno)  haya desembocado en una de las peores masacres ocurridas en el área de Los Ángeles, que ciertamente no han sido pocas por allá. En esta ocasión cavaremos dentro de ese mundillo donde una estrelluca del porno de los años 70 y su relación con la pandilla Wonderland (Wonderland Gang) y que resultaría en la muerte de cuatro personas, auténtica chainsaw massacre aunque no de Texas pero que, en opinión de muchos habitángeles, superó en impacto los crímenes cometidos por la --necesariamente disfuncional-- familia Manson en 1969.

Antes que nos remontaremos de pasadita a Ohio, lugar donde John Holmes nace en 1944 fruto (¿a quién sorprende?) de un matrimonio peoravenido. Antes de alcanzar el blasón por ser el "Errol Flyn del Porno", Holmes desempeñó diversos chambeos, ya fuera plomero hasta conductor de ambulancia. De hecho fue en un hospital donde conoció a Sharon, quien sería su primera esposa. En el calendario inmediato Holmes fue una asalariado más que apenas percibía lo suficiente y batallaba para pasarla sobreviviendo, como cantarían los Bee Gees.

Según un artículo publicado por Mike Sager en Rolling Stone a fines de los 80 --y considerado el mejor referente periodístico en torno a la relación de Holmes con la pandilla Wonderland-- Holmes presumió a su esposa Sharon el alcance y talante de su miembro viril totalmente erecto ante lo cual ella respondió, sin dejar de hojear su revista, "¡Perfecto! ¿Ahora quienes que llame a la prensa?" No tardó el porqué de tanta presunción: Holmes ya estaba trabajando, no como detective de bruma londinense, sino en películas pornoexplícitas poco después de asociarse con un productor. El chofer de ambulancias que recibía un sueldo infínimo comenzó a llegar a casa con fajos de billelles que incluso llevaba enrollados dentro de las botas, un acto que lejos de alegrar a su cónyuge porque su viejo Holmes llegaba muy dolareado, le pegó grueso en su autoestima, y cómo no: "Me sentía un prostituta al saber que él tenía relaciones con otra mujeres", dijo Sharon en el articulo de Sager.

Apenas cabe mencionar que Holmes se reservaba todo el dinero para sí mismo sin contribuir en lo mínimo al gasto casero.

En los tiempos venideros Holmes dio un brincote a estrella fulgurante, por así decirlo, del cine porno, aderezado con esa mezcla de cuestionable tacto y gusto que tanto distinguió a los años 70, con escenas porno donde actores y actrices, nuevamente, por así decirlo, eran hirsutos, con sus zonas erógenas sin depilar, algo que luego sería de rigeour en la industria. De aquella camada de actores de pecho peludo, quizá Ron Jeremy fue el único que sobrevivió a la costumbre, más a modo de rareza que por otra cosa.

El llamado "cine manco" como le llegó a llamar el hoy fallecido (y gran) escritor Tom Wolfe, no tardó en interactuar con el otro par de eldorados angelinos en aquellos años: el Hollywood "legítimo" y la música rock. Cierto que estos tres elementos ya se necesitaban mutuamente: los rock stars se ligaban alas actricitas porno y éstas, a cambio, pavoneaban sus conquistas ante celebridades "legítimas" quienes igualmente requerían los servicios privados de toda esa prole XXX, incluido el mismo Holmes.

Los "centros de acopio" donde productores pornógrafos, músicos y puchadores convergían eran los centros nocturnos. Uno de los regenteadores más palabreados en el ambiente era un tal Eddie Nash, inmigrante llegado de Palestina y quien comenzó vendiendo hot dogs en el Sunset Strip para de ahí emigrar a otro strip, el strip-tease, negocio aderezado con masajes que ofrecen final feliz, redes de prostitución y demás yerbas que lo convertirían en multimillonario como para comprar fábricas enteras de pan, mayonesas y salchichas apenas dos décadas después.

Eddie Nash conservaba celosamente en su libreta los contactos adecuados, estratégicos para sus andadas, y uno de ellos era John Holmes, a quien Nash idolatraba y lo consideraba una "estrella de cine" (al respecto complementó el mismo Holmes sobre este halago de Nash: "o algo así"). El regenteador, siempre con una bata de baño encima aunque ni de chiste se parara por las regaderas, ya era adicto aventajado al freebase, es decir, el hart(arte) de "fumar" cocaína mezclada con heroína, costumbre que solía desempeñar acompañado de un gigantón llamado Gregory Diles, su guardaespaldas.

Es aquí donde entra en escena la pandilla Wonderland, conformada básicamente por cinco tipos que habían llegado a California para cambiar su suerte pero que embasuraron toda aspiración al hacerse adictos a todo tipo de drogas que circulan en el área. El líder de la pandilla era Ron Launius, un  ex veterano de Vietnam echado del servicio, algo que no ocurre por buen comportamiento; Joy Miller, Billy DeVerell, Tracy McCourty y Susan Launius. El nombre de la pandilla les venía de una casa que rentaban en la Wonderland Avenue, en Laurel Canyon, sitio que desde los sesenta  se convirtió en el favorito de bohemios, compositores, poetas y todo aquél elemento que gusta pregonar su pertenencia a la llamada contracultura. En ese ambiente, las drogas siempre se han movido como cetáceo en océano (abusando de las esdrújulas).

Holmes conoció a los miembros de la pandilla para conseguir cocaína, ya enganchado luego de consumirla en los sets/camas de filmación. Durante un tiempo las cosas funcionaron mejor que Stradivarius bien afinado: Holmes no solo era cliente-consumidor sino que les echaba la mano para encontrar más compradores dentro del ambiente y de paso conseguirles muchachas. Pero la pachanga fue perdiendo ritmo y sabor cuando tanto a Holmes como a la pandilla se les fue agotando el parque monetario. Pacabarla, el primero ya no lograba conseguir erecciones por su desaforado consumo de polvillo blanco y los segundos también le debían miles de washingtons a sus distribuidores. ¿De dónde capitalizarse sin tanto esfuerzo?

Holmes encontró la solución ideal: su "amigo casi hermano" Eddie Nash, dijo a la pandilla, desconfiaba de los bancos y guardaba fajos y fajos de billete así como joyas y armas de alto calibre debajo de un piso falso en su residencia, ubicada a unos 15 minutos de distancia de la guarida Wonderland. "¿Qué tal caerle como a las 3 de la mañana y quedarse con el botín?", sugirió el trípode Holmes. "Actor" y pandilla planearon el robo pero antes el primero visitó a Nash con el fin de ejecutar una sesión de pericazos, visita que Holmes aprovechó para quitar el seguro de la puerta trasera por la cual entrarían los miembros de la pandilla ya de madrugadita.

El robo ocurrió a las pocas horas, Nash fue obligado a revelar donde estaban el dinero, las joyas y las armas. Launius y los demás se identificaron como policías encharolados (falsas, naturalmente) pero Nash sospechó que detrás del asunto había algo más ¿cómo se habían enterado los "policías" del lugar donde éste guardaba el tesorito, aunque no fuera el de Laura León, por ejemplo? Las sospechas de Nash se fueron sobre Holmes quien, dijo alguien que había sido guardaespaldas de Liberace, vio a la estrella pornocontarte luciendo un anillo de Nash en un centro nocturno a las pocas horas de consumado el atraco a domicilio.

De rato Holmes regresó a la casa de Nash haciéndose el despistonto. Pero el ex vendedor de hot-dogs reconoció como suyo el anillo que Holmes llevaba puesto (¡hasta qué punto puede apendejar a alguien el consumo de cocaína, por Dios!) y lo obligó a que soltara toda la maruchan, algo que Holmes hizo tras recibir sendos pambazos del gigantón Diles. Así, Holmes reveló que los culpables eran la pandilla Wonderland y proporcionó la dirección de su guarida. "¡Se arrepentirán de lo que hicieron, le robaron a la persona equivocada!", rugió Nash, y obligó a Holmes a ir hacia allá, acompañado de Diles y otros dos sujetos.

Lo que ocurrió después aún registra algunas brumas. Según versiones variotintas, Holmes estuvo presente en todo lo que ocurrió pero la versión análoga apunta que tras otra golpiza, tiraron al "actor" en una calle, sangrando. Lo cierto es que a las 2 de la mañana los tipetes ingresaron a la casa en Wonderland y (otro asunto que sigue inaclarado) iban armados de martillos o bien de tubos de plomería cuando cobraron la venganza de Nash. En la morada había cuatro personas: Launius, DeVerell, Susan Launius y Barbara Richardson, novia de Lind y quien apenas había llegado de Sacramento.

Los vecinos insistieron que en la madrugada escucharon ruidos y gritos provenientes de la casa Wonderland; después de todo el relajo era diarina, casi casi parte del vecindario. Pero al mediodía siguiente finalmente varios de ellos entraron a la casa tras escuchar los gemidos de una mujer totalmente ensangrentada y salvajemente golpeada; era Susan Luanius, la única que aun mostraba signos de vida pues los otros miembros de la  Wonderland fueron brutalmente ultimados, inclusive Richardson, quien estaba en el sitio equivocado en el peor momento pues solo andaba ahí de visita.

El espectáculo que encontró la policía fue de espanto, horroroso: además de Richardson, esa noche fueron masacrados Ron Launius, DeVerell y Joy Miller. En horas posteriores Holmes fue detenido e interrogado donde terminó por confesas que fue él quien proporcionó todas las generales de los Wonderland a Nash, quien a su vez fue también arrestado.

En la casa Wonderland igualmente estaban el plano trochamente dibujado de la casa de Nash, bolsas de cocaína, armas y joyería así como otros objetos personales del nacido en Palestina. La noticia recorrió todo el país y el resto del mundo; los asesinatos habían ocurrido en la madrugada del 1 de julio de 1981, casi un año después del crimen, también despiadado, de la bella modelo holandesa-canadiense Dorothy Stratten y que también hemos referido en esta página. Eran signos indiscutibles de una sociedad enferma.

Holmes fue procesado, pero dado que desde ante era "soplón" de la policía dentro de la industria, al pocorrato salió libre dado que no había participado en ninguno de los crímenes los cuales, por cierto, nunca se supo quiénes los cometieron. Holmes regresó a las películas XXX donde su cuestabajo se aceleró. En 1985 un examen arrojó que era seopositivo, por entonces una enfermedad que estaba azotando a una industria que por años prescindió del preservativo y no levaba control sanitario alguno.

John Holmes, la leyenda del porno, equivalente a ser el Dan Marino de la NFL, falleció en 1988, y para decepción de los fetichistas, ordenó que su cuerpo fuera incinerado, en especial esa protuberancia anatómica ubicada en la entrepierna cuyo protagonismo alimentó sustancialmente la pornoteca californiana setentera.

Eddie Nash pasó varios años en el frescobote aunque más tarde sus abogados lograron que su sentencia fuera conmutada. Ya enfermo y dicen que hasta desdentado, Nash falleció en el 2008 para hacerle compañía a Nash, y quizá a los otros elementos de la pandilla Wonderland, un sitio que, supondríamos, no es precisadamente la tierra de las maravillas.

 

 

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