NACIONAL: El coqueteo Peña Nieto-PRD, bueno para el PRI, malo para el resto de nosotros

El actual gobierno federal ha dado un inesperado giro a la izquierda con una reforma fiscal meramente recaudatoria que avizora un despilfarro de recursos que se traducirán en inflación. ¿Cuál sería la interpretación política de este acercamiento? Y tra ¿con ello se logrará quitarle banderas a cierto tabasqueño?

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NOVIEMBRE, 2013. El sexenio actual apenas se acerca a su primer año pero ya se perciben algunos cambios en el rumbo, y no todos ellos agradables para sectores como el empresarial, que votó por Peña Nieto cansado del desgaste panista y de la inseguridad que estimaban sería combatida a fondo o al menos sus cifras tenderían a estabilizarse.

A principios de año el Ejecutivo firmó el Acuerdo por México con el PAN y el PRD, una cuña de negociación para aprobar, del lado blanquiazul, la reforma energética y, del sol azteca, la reforma hacendaria, dado que con el respectivo apoyo de ambas bancadas las dos iniciativas tendrían su aprobación garantizada en las Cámaras. El presidente también pidió su apoyo para la reforma educativa; después de todo su principal obstáculo, Elba Esther Gordillo, ya se estaba administrando sus dosis de botox tras las rejas.

Pero llegaron los bloqueos del CNTE y Peña Nieto archivó una reforma hacendaria que gravaría en un 5 y un 7 por ciento las medicinas y los alimentos y optó por irse sobre los contribuyentes cautivos en vez de enfrentar directamente el problema, temeroso de nuevas manifestaciones y bloqueos.

En este trance, el gobierno federal ha virado hacia la izquierda con una reforma fiscal que haría feliz a Nicolás Maduro pues en vez de reducir el gasto busca hacerse de mayores ingresos una vez que el gabinete económico tiene pensado crear más organismos y fideicomisos, entre ellos una Secretaría, la de La Mujer, y un nuevo mastodonte que sustituirá al IFE. Por ningún lado se avizora la reducción del gasto público, ya no digamos su racionalización. La reforma petrolera se antoja muerta pues a Peña Nieto no se le ven la capacidad ni el deseo de confrontar a los capos sindicales de Pemex como sí lo hizo con la Gordillo.

Esta reforma fiscal (que es más bien miscelánea puesto que solo se ajustan algunos puntos, si bien son esenciales) parece haber sido diseñada por el PRD o por alguien atrapado en el ámbar de los setenta donde se pensaba que un Estado fuerte era un Estado que abarcaba mucho. Asimismo, el programa económico del PRD ha defendido desde su fundación la postura de gravar más a los ricos, no para promover la creación de riqueza sino para emplearlo en el gasto social y asistencialista, es decir, el que arroja muchos votos.

Otra propuesta perredista es el seguro de desempleo cuyos fondos saldrán (¿de dónde más?) subiéndole los impuestos a las clases altas, que para la izquierda parece constituirla todo aquel que tenga un ingreso fijo.

¿A qué se debe este súbito acercamiento de Peña Nieto con el PRD? He aquí algunas interpretaciones:

* López Obrador obtuvo el segundo sitio en las elecciones presidenciales del 2012. Por lo tanto, un flirteo con la base "moderada" del PRD formaría una alianza tácita que le quitaría banderas políticas y proselitistas al tabasqueño, a quien además se le sofocaría su discurso donde el PRI representa a "la reacción", los "intereses oligopólicos" y otras frases hechas.

* Debido a la alta votación recibida por el PRD el año pasado, el gobierno federal cree que la población muestra una tendencia a girar hacia la izquierda; la caída del PAN al tercer sitio indicaría un sistemático rechazo a la "derecha" en México.

* Es mejor tener al PRD de aliado que de enemigo, aparte de ser una situación muy provechosa en términos de discurso: siempre sale más redituable criticar a los "ricos" y esa verborrea la ha empleado el PRI desde su misma fundación.

Ni Zedillo, y ni se diga Salinas, le habían ofrecido tanto al PRD con tal de ganarse sus favores. No sabemos si sería una relación endogámica dado que ambos partidos políticos son primos hermanos, pero sí un nexo impensable have apenas unos meses cuando el empresariado pensaba que Peña Nieto mantendría la disciplina fiscal de los gobiernos panistas y se le consideraba un aliado para hacer crecer sus negocios.

Si esas son las señales, el gobierno federal estaría cometiendo un gravísimo error de cálculo.

Las altas votaciones del PRD en el 2006 y el 2012 se debieron a López Obrador, un hábil manipulador que promete repartir lo que "ellos" (entiéndase el sector empresarial y los políticos corruptos, puestos ambos en el mismo costal) nos quitaron a "nosotros" (es decir, López Obrador, sus huestes y todos los pobres del país). Si en el 2016 el tabasqueño se postula por un partidito morralla, igual lograría millones de votos y de paso enviaría al PRD al sótano de las preferencias electorales.

Quienes sufragan por López Obrador lo hacen por el candidato, no por el partido, ilusionados en la promesa de vivir a expensas del Estado, de recibir toda clase de subsidios y a que otros "paguen" los privilegios a los que ellos dicen tener derecho. Esto explicaría, por cierto, la propuesta del seguro de desempleo.

Por otro lado, la caída del PAN no se debió a un rechazo a la "derecha" sino al pésimo modo en que se manejó la campaña de Josefina Vázquez Mota y al temor de que continuara la estrategia anticrimen de Felipe Calderón y que claramente no estaba funcionando. A diferencia del PRD o del PRI, el voto "duro" panista no asiste a los mítines en busca de un lonche, una cachucha o un refresco; es un votante que trabaja, que produce y que no necesita atiborrarse con spots del IFE y aun del mismo PAN para definir su sufragio. Cansado, harto y desilusionado, este votante optó por quedarse en casa, una estimación que el mismo PAN ha corroborado.

De cualquier modo queda por ver si el PRD corresponderá al coqueteo priísta. Su apoyo fue decisivo para que se aprobara la miscelánea fiscal, que en esencia es similar a la que el sol azteca tiene en su plataforma. Pero es difícil concluir que con ello se garantice ese respaldo y que, al mismo tiempo, se logre neutralizar a López Obrador en futuros comicios.

Por lo pronto, los cambios en la política fiscal que entrarán en vigor a partir del próximo primero de enero y producto de ese romance repercutirán negativamente en el sector productivo. Se tomó la peor de las alternativas posibles para un país golpeado por décadas de populismo, irresponsabilidad y demagogia. Desde ultratumba, José López Portillo debe estar sonriendo, sintiéndose reivindicado.

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En vez de enfrentar y corregir lo que anda mal en el régimen fiscal mexicano, el gobierno federal piensa arremeter otra vez a la clase media con una reforma fiscal que, de aprobarse, hará que el país termine por despedirse de su futuro. Veremos si, por fin, los diputados dejan de pensar en ellos mismos y optan por rechazarla.

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_{2 C}_omentarios

_{felipillovox
escribe 09.11.13}

_{En
buena parte del mundo incluido Estados Unidos, los legisladores se
sirven primero ellos mismos y a su partido y el pueblo les importa un
cacahuate, es lastimoso cómo se ha desvirtuado esta labor que viene
desde tiempos del imperio romano, por lo que debemos recordar que su
decadencia empezó con la corrupción de los senadores, vamos
exactamente por el mismo camino}

_{juan_uribe
escribe 04.11.13}

_{Pobre
México con estos diputados y senadores ojalá se pudran todos ellos en el
infierno o reencarnen como ratas de cloaca. Orale, sigan votando por el
PRI!!}