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Si continúa la misma estructura, una Elba Esther no hará verano

Es altamente celebratorio que dos décadas de mediocridad educativa promovida por una lideresa sindical aparentemente hayan terminado. Pero al final se trató de una alumna aventajada dentro de un sistema que, de no cambiarse desde sus cimientos, seguirá produciendo casos como el de la profesora Gordillo

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Por Roberto Rojas G.
Colaborados invitado


MARZO, 2013. La nota parecía más propia del Día de los Inocentes que de un hecho real: la dirigente del SNTE, Elba Esther Gordillo, fue detenida en el aeropuerto de Toluca poco después de llegar de San Diego, donde la lideresa tiene su residencia. Todo ocurrió a las pocas horas que el presidente Enrique Peña Nieto declarara oficial la aprobación de la Reforma Educativa.

Lo increíble es que las cosas sucedieran tan rápido y que el poder de la señora pareciera haber servido de poco para que esa misma noche la pasara en prisión. Aún es temprano para conocer el desenlace, aunque lo cierto es que todavía el fin de semana anterior, pensar que la lideresa sería detenida se veía tan improbable como que México alguna vez conquistara la Copa del Mundo en futbol. Aunque lo cierto, sin embargo, es que lo mismo se decía de La Quina una vez que Carlos Salinas tomó posesión de la Presidencia. Y de hecho y con lo que acaba de ocurrir, vemos poco probable que a Elba Esther le sigan otros capos sindicales como Carlos Romero Deschamps o Napoleón Gómez Sada, quien impunemente se pasea por las calles de Vancouver.

El reinado de la "profesora" fue más corto que el de Fidel Velázquez pero no nos equivocamos al decir que el daño propinado al país durante su gestión fue altamente perjudicial. En sus 22 años al frente de la SNTE, México se desbarrancó en aprovechamiento escolar, pasó del lugar 46 al 73, según datos de la misma OCDE al tiempo que la deserción de alumnos subió como nunca antes desde el porfiriato. Pocos dudan en señalar que de ese ejército de ninis salieron decenas de miembros de la delincuencia organizada. Ah, y como cerecita pastelera, la calidad de los profesores durante el reinado de la "profesora" sencillamente se fue por el retrete.

En 1991, la señora sustituyó en el sindicato a Carlos Jongitud Barrios, un potosino que al mismo tiempo era gobernador de su estado, lo que confirmaba la asombrosa versatilidad de nuestros líderes sindicales. En ese momento, un alumno de tercero de secundaria ostentaba el mismo nivel de conocimientos de un alumno que cursaba el sexto grado en 1970. En un logro de punzante mediocridad, la "profesora" logró que un alumno de cuarto de primaria de 1971 estuviera mejor instruido que su similar del 2010... en tercero de secundaria. Lo que con Jongitud ya se veía como un fracaso espantoso del sistema educativo, quedó claramente superado en los años de doña Elba Esther.

Y aunque los medios saltaron gustosos con la detención al igual que los partidos y figuras políticas --excepto ¿quién más? López Obrador-- así como la mayoría de los gobernadores, lo cierto es que nos encontramos muy lejos de ver una mejoría en el sistema educativo mexicano: cierto, con la Gordillo al frente lo único que podría ocurrir es que siguiera empeorando, pero incluso si ella y sus cómplices terminaran todos tras las rejas, es dudoso que con ello el sindicato de maestros se convertiría per se en un modelo de eficiencia.

En 1989 Carlos Salinas ordenó la detención de Joaquín Hernández Galicia, "La Quina", líder del sindicato petrolero, pero ello no trajo consigo tiempos más optimistas al interior del gremio. Tras el interinato de un tal Salvador Cabrera, "La Quina" fue sustituido por Carlos Romero Deschamps, y ahí sigue. De hecho fue Salinas quien colocó a Elba Esther al frente del SNTE, y quien consulta la hemeroteca de entonces descubrirá como los analistas pensaban que el sindicato educativo presentaría grandes avances, amparados todos en que se trataba de una "profesora" que había empezado desde abajo.

Si hubiera que decirlo de otro modo, el día de mañana podría también desaforar a Romero Deschamps o a traer de vuelta a Napoleón Gómez Sada pero ello de nada servirá --como seguramente tampoco dará resultados tangibles en el caso de Elba Esther-- si la estructura de esos sindicatos permanece intocada. No deja de ser casual que en los grandes sindicatos oficiales se dé la misma historia de corrupción, insultante enriquecimiento y capos que se dicen proletarios por un lado mientras por el otro viven como burgueses.

Es esa estructura, y no tanto los líderes, la causa del problema. Simplemente, Elba Esther resultó alumna aventajada para realizar transas que le atrajeron un enorme poder político, capaz incluso de decidir la elección del 2006 a favor de Felipe Calderón. Si no se realizan esos cambios --que, suponemos, son parte del objetivo de la Reforma Educativa recientemente aprobada-- los capos sindicales seguirán reproduciéndose alegremente. Por mientras, sigamos gozando de este momento. Como decía el abuelo: "Disfruta, Matías, que de estas comidas no hay todos los días..."

                                II El sindicalismo oficial mexicano, cloaca de décadas

El sindicalismo nace dentro de un derecho legítimo de los trabajadores para defenderse de los abusos cometidos por los patrones en los años del capitalismo primario durante la Revolución Industrial.. Sin embargo con la llegada del siglo XX los sindicatos se convirtieron en poderosa arma política al servicio del Estado. Sin esta manipulación no podrían explicarse la permanencia del estalinismo, la subida de Mussolini o Hitler al poder, ni la entronización del PRI una vez que amainaron los ímpetus revolucionarios.

Ya desde mediados de los años veinte los sindicatos se habían convertido en cotos para enriquecer a los capos, sus allegados y sus familias. Un caso concreto fue el de Luis N. Morones, líder de la Confederación Revolucionaria Obrero Mexicana (CROM). Morones fue un comecuras que promovió los "matrimonios socialistas" y hablaba sin parar sobre la "dictadura del proletariado", verborrea que no le impidió poseer una flotilla de automóviles, casa de lujo en el campo y la ciudad así como un amplisimo guardarropa para presumirlo junto a sus numerosas amantes.

Venus Rey fue por décadas líder del sindicato de músicos del DF. Pendenciero y altanero, impuso una ley que por años estuvo vigente en la capital y que prohibía que nadie más que músicos pertenecientes a su sindicato se presentaran en centros nocturnos, bares y cualquier otro lugar público. Otra iniciativa suya mientras fue diputado federal (afortunadamente nunca aprobada) exigía que la radio transmitiera un mínimo de 30 minutos por hora de música mexicana, grabada por músicos agremiados a su sindicato, naturalmente. Como dato curioso, durante su juventud Venus Rey fue brevemente parte de la banda de Glenn Miller.

Otro caso, quizá el más célebre, es el de Fidel Velázquez, líder de la CTM por casi medio siglo. Este líder logró apaciguar la turbulencia que existía entre sindicatos y patrones y consiguió mantener la estabilidad laboral mediante un discurso donde por fuera había increpaciones hacia los empresarios y por dentro se lograban consensos provechosos para ambas partes. El poder de "don Fidel" era tal que, hasta Carlos Salinas, ningún candidato priísta era "destapado" a la Presidencia si no contaba con su anuencia. Y si bien nunca se enriqueció tan escandalosamente como otros líderes sindicales, sin la estructura que dejó como herencia la corrupción en el sindicalismo mexicano no se habría expandido del modo en que lo hizo. Fidel Velázquez también era famoso por sus frases, entre ellas "la política es como la fotografía, el que se mueve no sale" y "a balazos tomamos el poder y a balazos nos lo van a quitar".

Si no fuera por la corrupción que generan, los líderes sindicales mexicanos se prestarían a la carcajada. El ya fallecido Rodríguez Alcaine, apodado "La Güera" por su afición a pintarse su cabello de plateado. El líder del sindicato electricista pasó a la historia al responder a un reportero que "a mí me da línea su hermana" cuando un reportero le inquirió sobre "si habría línea" en el apoyo al candidato presidencial del PRI para las elecciones del 2000. Otro ejemplo es el de Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas desde 1978 y quien aunque todavía emplea el trasnochado discurso izquierdista de aquellos tiempos. La diferencia con los líderes sindicales oficialistas es que Hernández Juárez representa a un sindicato de una empresa privada que hasta 1991 había sido propiedad del Estado.

Otros capos que bien podrían acompañar a Elba Esther son el actual diputado plurinominal Carlos Romero Deschamps, líder de los petroleros, así como Napoleón Gómez Sada, líder del sindicato minero quien huyó de México y hoy vive en Canadá, protegido por los sindicatos de aquel país. Uno más es Joel Ayala, líder de los burócratas y también legislador amparado por el fuero. Son éstas últimas cloacas que urge destapar y limpiar. A ver si Peña Nieto se avienta el reto a la uña.

 

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1 Comentarios

manuel_moreno34 escribe 07.03.13

Dice Peña Nieto que los sindicatos no están por encima de la ley cuando detuvo a la Gordillo,. pues bien no le voy a creer hasta que también meta al bote a ratas como Romero Deschamps o a Napoleón Gómez Sada y a su cuatacho Humberto Moreira, mientras tanto lo que vimos es puro jarabe de pico

 

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