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Una sociedad tras las rejas

Son indispensables y sería absurdo querer prescindir de ellas en nuestras ciudades. Pero hace relativamente poco, las rejas tenían como principal propósito evitar que alguien saliera, y no que entrara, por tanto, entonces eran una rareza y hoy son necesidad cotidiana

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JUNIO, 2012. Hace algunas semanas repasaba unos álbumes de fotos de la familia. Tras reír un rato y comparar cómo eran las cosas antes y cómo son ahora, percibí algo que hoy cuesta trabajo pensar que hablamos del mismo México. Detrás de las imágenes de mis padres, mis abuelos, mis hermanos y esas mascotas que hace tiempo se reintegraron a la madre tierra se veían las puertas, las ventanas y las cocheras de las casas sin un sola reja.... ni una sola.

La sensación, repito, es extraña.. La separación común entre las banquetas y los jardines de las casas eran unos truenos que llegaban a la cintura de un adulto promedio. En otras fotografías tomadas en la parte trasera las ventanas se ven abiertas, sin protección alguna, en ocasiones con la llave incrustada en el cerrojo por si un aironazo la cerraba de súbito.. El chiste de dejar una de esas llaves debajo del tapete que dice "Bienvenidos" era cierto en muchos vecinos de aquellos años. Quién dude de la duplicidad de hechos, es decir, que dos cosas opuestamente contrarias puedan suceder en un mismo lugar, puede asomarse a esas fotos de un México sin rejas, sin barrotes y sin alarmas caseras, un México donde los únicos que se saltaban las bardas para meterse en terreno ajeno eran los gatos enamoradizos.

Hoy es imposible, más que ingenuo, tener una casa sin rejas ni barandales en sus ventajas, en sus cocheras y aun en los tragaluces de los techos. Muchos frentes con truenos fueron sustituidos con largas bardas, puertas corredizas y las cercas simbólicas cedieron a enrejados conectados a la corriente eléctrica. Las púas que antes solo veíamos en las propiedades rurales son ahora frecuentes en muchos jardines bardeados, en especial púas con pequeñas cuchillas que ni siquiera los felinos románticos pueden hoy cruzar. El México confiado dio paso al México del temor ante unas leyes que siguen ahí pero que ya nadie respeta. Es una muestra del deterioro brutal que ha sufrido que el derecho a la propiedad en este país.

Los hogares en zonas residenciales carecían de rejas, lo recuerdo muy bien, y las fotos viejas lo corroboran. Sus amplios jardines daban directamente a la calle. En la ciudad donde vivo hay un club campestre cuyas casas conectan directamente con un campo de golf. Un periódico publicó recientemente una nota donde señala que muchos de sus vecinos han decidido aislar sus casas del campo de golf ante los robos de los que han sido objeto, un campo al que se supone solo tienen acceso los socios. Hace apenas dos décadas este tipo de atracos eran desconocidos, una rareza absoluta.

Recientemente platicaba con un hombre al que llamaré Sebastián y quien se dedica a la fabricación e instalación de enrejados. Me decía que el suyo era un negocio que hasta mediados de la década pasada se había mantenido estable, "pero desde el 2007 en adelante la demanda comenzó a subir y comenzó por dispararse a partir del 2008. Lo curioso es que muchas veces hemos ido a isntalar nuevas rejas donde antes había otras pero que a los clientes no les parecieron suficientes o simplemente fueron abiertas por los ladrones".

Sebastián también recuerda cómo las cosas han cambiado los últimos 10 años. "Anteriormente nos pedían instalar rejas por ejemplo, en panteones, o en casas muy apartadas en zonas residenciales. Actualmente todos nos piden que coloquemos rejas en sus casas, en sus oficinas, en las escuelas y hasta en las iglesias". Cuando se le menciona lo de las fotografías donde las construcciones aparecen sin reglas recuerda también ese pasado que a muchos adolescentes les parece inconcebible: "Es cierto, en los cincuenta cuando era niño, o en los sesenta, no había rejas en las casas; cuando se hablaba de barrotes nos imaginábamos las cárceles. Qué triste que ahora seamos nosotros, la gente decente, la que estemos viviendo tras unas rejas..."

                                                             Adiós bustos y estatuas


Otro fenómeno nuevo es la desaparición paulatina de bustos, estatuas y placas de cobre que conmemoran una inauguración o un acto importante también han desaparecido debido al alto valor del cobre con que fueron hechos. La prensa reportó hace días cómo el ayuntamiento de una ciudad del norte una placita con varios bustos fue rodeada con una reja metálica. Menos de una semana después los tres bustos ya habían desaparecido con todo y reja, también de cobre. Es el cero respeto al pasado, a la memoria de quienes nos antecedieron y quienes difícilmente habrían concebido un futuro donde sus habitantes estuvieran rodeados de rejas como forma de protegerse.

Las rejas son el indicativo incuestionable de qué tan poco nos interesa el derecho de los demás. Hace algunos meses conversaba en messenger con una amiga japonesa y dado que lo hacíamos en inglés le mencioné le traduje la palabra "reja" como "bars". Al comentarle que muchas casas en México parecían jaulas por tanto barandal que las rodeaba tardó en comprender a lo que me refería. "¿Por qué viven tras las rejas?", escribió, intrigada. Añadió que en Japón, las rejas se utilizaban para evitar que el de adentro saliera, y no que para evitar que entrara el que estaba afuera. "Hasta hace poco aquí también teníamos un concepto similar", respondí.

Y si bien aún hay algunas regiones en México donde las rejas siguen siendo un exoticismo --será mejor abstenernos de decir dónde--, éstas son un claro indicio de lo devaluada que se encuentra la justicia en este país. Es difícil pensar positivamente al respecto pero esperamos que un día podamos removerlas de nuestros hogares, nuestras oficinas y de nuestra integridad física.

 

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