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Salinas, ahora ideólogo y toda la cosa

Ya pasaron casi tres lustros que concluyó su sexenio pero este ex presidente no se resigna, primero a que lo olviden y, segundo, a que se le siga culpando por el error de diciembre. Y ahora, en su rol como  antineoliberal paladín de la democracia, aboga por aquello que olímpicamente desdeñó como primer mandatario

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DICIEMBRE, 2011. En ocasiones se extrañan aquellos tiempos en que una vez que el presidente de la República terminaba su mandato se retiraba a la vida privada y volvía a saberse de él cuando los diarios publicaban su esquela. Cierto que buena parte de ellos, sobre todo Miguel Alemán, dejaron colocadas "fichas" en el gabinete entrante aunque se abstenían de criticar abiertamente al sucesor aun si éste daba marcha atrás a obras que en su momento fueron consideradas "básicas" e "irreversibles".

La costumbre del "retírate y cállate" se rompió abruptamente en 1977 cuando Gustavo Díaz Ordaz fue enviado como embajador de México en España para fortalecer unas relaciones interrumpidas por casi 40 años. El ex presidente se regresó México sin avisarle a sus anfitriones lo cual representaba una clara falta de respeto. Díaz Ordaz se cuidó de criticar abiertamente e quien lo había enviado como representante en Madrid --en este caso el entonces presidente José López Portillo-- pero los hechos fueron evidentes: nade había hecho semejante desaire al primer mandatario.

Años después vendría el "¡¿tu también, Luis?!" que López Portillo envió a Luis Echeverría cuando éste criticó su desastrosa gestión (como si la del hombre de las guayaberas hubiera hecho una labor impecable). Luego siguió Miguel de la Madrid cuyo sexenio fue tan gris que cuesta trabajo a los historiadores hacer una crónica interesante sin que se mencione el temblor de 1985. De la Madrid se plegó a la barbaridad hecha por su antecesor quien, en un ataque de egolatría, "nacionalizó" la Banca durante su último Informe de gobierno y afirmó que este hecho era "irreversible", cosa totalmente falsa pues menos de una década después Carlos Salinas, el protagonista de nuestro artículo, regresó la banca, no a los banqueros como cantó Óscar Chávez, sino a empresarios que nada sabían sobre actividades bancarias. Ya en los primeros meses de su gobierno Salinas le dio un bofetón con guante suave a De la Madrid cuando mandó apresar a La Quina, el mismo que alegremente se había abrazado con él apenas unos meses antes.

Sabemos sobradamente que a Carlos Salinas le hizo poca gracia cómo terminó su gobierno, el cual empezó a anegarse totalmente en menos de un año. Apenas y se había firmado un TLC que lo ponía a las puertas de la dirección de la Organización Mundial de Comercio cuando los zapatistas entraron a Chiapas, su candidato a sucederlo fue asesinado en Tijuana, uno de sus funcionarios de mayor confianza fue asesinado en el D.F. y a él se le responsabiliza de la devaluación que él infantilmente achacó a su sucesor y a la que llamó "error de diciembre".

Salinas y Zedillo se enemistaron rápidamente. Poco después de la acusación del "error", el segundo mandó detener y apresar a Raúl Salinas. Esa misma tarde un fúrico Salinas habló al noticiero que tenía Abraham Zabludovsky y juró que "limpiaría su nombre", aunque esta vez en Televisa apenas y le hicieron caso; después de todo ya no era el presidente de México y la línea a seguir era la de Zedillo. Más dolido aún, Salinas marchó a un barrio pobre de Monterrey y pidió asilo a una lideresa priísta donde declaró que estaría en "huelga de hambre" hasta que terminara la persecución contra él y su familia. Luego de platicar con altos funcionarios del gobierno federal, Salinas levantó su "huelga" y se marchó al extranjero. Vagó por Canadá, Cuba, Irlanda y Francia.

Luego de casi un decenio de haber publicado sus "memorias", Salinas vuelve a meterse en política, quizá con la justificación que, como los dos últimos presidentes no salieron del PRI, él no tiene porqué guardar pacto alguno de silencio. Pero tal vez eso no viene a ser lo más curioso, o irritante del asunto, es que el regreso de ex mandatario venga arropado en un rol de "ideólogo político" promotor de la democracia.

La muestra más clara de ello es la reciente presentación de su nuevo libro, titulado Democracia Republicana. Ni Estado ni Mercado: una alternativa ciudadana. Increíble: es como si de repente Salinas se sintiera Montesquieu, John Locke y José Reyes Heroles, el ya fallecido político priísta. El libraco, que acaba de salir a la venta, consta de 959 páginas, por lo menos unas 200 menos que su obra anterior. Tiempo le sobra a Carlos Salinas para explayarse sobre cómo y hacia dónde deben dirigirse los vientos de la nación.

Por lo que se ha filtrado sobre este libro, tan largo como su título, hemos podido averiguar que en él exige, para formar la democracia republicana, "el momento de los ciudadanos participativos". Más adelante señala la importancia del "compromiso colectivo" y, más increíble aún, rechaza el "neoliberalismo" y el "neopopulismo autoritario" los cuales, a su parecer, "han echado mano de un esterotipo inventado por ellos mismos… en el que todos los problemas nacionales, pasados, presentes o por vivir, hay que atribuirlos a 71 años de gobierno del PRI".

Agrega: “Los estereotipos… limitan la libertad de juicio, suelen engendrar hostilidad, en lugar de promover alianzas en torno a valores comunes, sustento primordial de las democracias. Por lo general, desembocan en desconfianza y recelo, incluso en violencia.”

Como acotación final, vuelve a justificar su programa Solidaridad que, escribe, "no sólo consiguió acrecentar el capital humano: consolidó la fuerza social que durante varias generaciones se había conformado en diversos ámbitos del país, sobre todo en las comunidades rurales, las clases medias urbanas y las colonias populares".

Como obra de humor negro, Democracia Republicana sería material ideal para regalar en estas fiestas decembrinas. Empecemos por lo que él llama "ciudadanos participativos". ¿Cuando exigió, por ejemplo, a los diputados de su bancada a que regresaran a los distritos que los eligieron y que realmente escucharan las inquietudes de los votantes, no las del partido al que representan? ¿hubo un momento en el que Salinas convocó a algún plebiscito en torno a lo que fueron claros decretos suyos? ¿Ya se le olvidó al ya completamente calvo ex presidente aquello de "ni los veo ni los oigo"?

Irónicamente, Salinas critica hoy lo que fueron dos productos del "neoliberalismo" y que representaron dos reformas fundamentales suyas. Una, por supuesto es la reprivatización bancaria, planeada y realizada como mero mercantilismo y donde los ganones no fueron banqueros sino amigotes suyos, como Carlos Cabal Peniche y a quien Salinas alababa por ser parte de "una nueva generación de empresarios mexicanos". Pero Salinas no parece criticar esa parte de su "neoliberalismo" sino el regreso de la Banca a los particulares. Es como quien se pone a patear un piano porque nunca supo aprender a tocarlo.

La otra parte de su hoy renegado "neoliberalismo" es, ni dudarlo, la entrada de México al TLC y sin la cual México hoy estaría mucho peor pues, de acuerdo a un estudio del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), desde la puesta en marcha del TLC las exportaciones a Estados Unidos y Canadá se incrementaron un 300 por ciento en menos de un lustro. Lo que ha impedido un éxito mayor de ese acuerdo son las prácticas proteccionistas y de doble discurso entre los tres países firmantes. Si Salinas hoy se queja del "neoliberalismo" (el cual él mismo corrigió: era en realidad "liberalismo social" ¿Acaso ya se le olvidó?) también estaría atacando lo que sin duda fue el más importante logro de su gobierno.

De acuerdo, los estereotipos generan violencia y son ominosos para la democracia. Pero cuando Salinas se queja que al PRI lo han "estereotipado", él hace exactamente lo mismo cuando critica a los adversarios del PRI, ya sea con adjetivos como "la derecha" y los "simplistas de siempre". De hecho los términos "neoliberal" y "neopopulista" también encajarían como estereotipos.

Y ya que tocamos el "neopopulismo" que también desdeña, ¿no fue Salinas el mismo que fue una mañana a La Merced para comprar una cajita de chicles? Claro que al día siguiente la nota salió, con foto y todo, en los periódicos del país... vaya acto "espontáneo", claramente populista. O cuando abrazaba a los niños, a las viejitas, a las amas de casa y les prometía que "nada les faltará mientras sea yo presidente".

Increíblemente, Salinas alaba a Solidaridad, el magnum opus de un sexenio rabiante en populismo. Todos los gobiernos priístas pusieron en práctica programas de gasto social que son en realidad trampas electoreras peor Salinas la perfeccionó hasta el punto que se convirtió en arma de control de votos como no se había visto antes. Si Solidaridad no era "neopopulismo" --en el entendido que utilizó métodos nuevos para entonces-- quizá Carlos Salinas se golpeó la cabeza con fuerza y sufre hoy amnesia.

Amnesia parcial, por cierto, o muy convenenciera. Según su óptica, todo lo que hizo el PRI desde su fundación fueron buenas obras tiradas por la borda tras en apenas 11 años, por un par de gobiernos panistas. El de Agualegas olvida que si el priísmo perdió la presidencia de debió a una reacción de hartazgo por parte de la ciudadanía.

Por último, Salinas propone la "alternativa ciudadana". Vaya, a 17 años de terminada su presidencia el ex mandatario se da cuenta que los ciudadanos también deben contar. Su discurso sería hoy mucho más creíble si cuando era el virtual dueño de México hubiera optado por reducir el poder a los políticos en beneficio de los gobernados. ¿Alguna vez lo hizo? Cualquiera que se moleste en revisar una hemeroteca que dé cuenta de su sexenio (cuando, no olvidemos, la prensa era mayoritariamente servil) no encontrará uma sola línea donde Salinas proponga algo cercano a una "alternativa ciudadana". Su sexenio fue de imposiciones, de aplicir su voluntad y de someter a los demás poderes.

¿Que hubo cosas positivas en el sexenio salinista? Por supuesto. Pero muchas de ellas, como la reducción del IVA del 15 al 10 por ciento en 1992, resultaron contraproducentes pues el Estado mexicano en ningún momento bajó su nivel de gastos. El problema de su gobierno no fue el "qué", sino el "cómo".

Po ello suena ridícula su clara intención de convertirse en ideólogo de los tiempos políticos que corren. Sigue sintiéndose víctima de una conspiración que bombardeó su gobierno hasta hacerlo caer en el descrédito.

 

 

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3 comentarios

ese_mi_pele escribe 11.12.11

En serio que los priístas creen que somos pendejos, primero Moreira diciendo que renuncia porque todo era una campaña sucia en su contra y ahora el pelón Salinas nos quiere dar lecciones de democracia,. Y si dejamos que el PRI regrese a la presidencia el año que entra entonces ellos comprobarán que efectivamente somos unos pendejos

ulises mora escribe 09.12.11

QUE BARBARO SALINAS QUE PRESIDENTE TAN DEMOCRATA FUE, N'OMBRE SI CON EL PELON LA DEMOCRACIA EN MEXICO AVANZO ENORMIDADES, EL NUNCA IMPUSO A NADIE NI MANIPULO ELECCIONES A FAVOR DEL PRI NI COMPRO CON CIENCIAS CON PROGRAMAS DISQUE SOCIALES. QUE POCA MADRE: UNA CAZUELA HIRVIENDO ESPERA A CARLOS SALINAS EL EL INFIERNO CUANDO POR FIN SE VAYA DE ESTE MUNDO

juan_carvajal_moreno escribe 09.12.11

Pelón infeliz, ahora resulta que es un demócrata el que se pasó por el arco del triunfo todas las leyes para meter al bote a la Quina lo cual fue una venganza y no un ataque a la corrupción. Si este país fuera serio el pelacas debería estar en elbote pero ya hast salió su hermano de ahí. Y luego nos preeugntamos porqué estamos tan jodidos

 

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