Basilio II
El gran emperador de Bizancio.

Antes de comenzar a examinar la vida del más grande de los soberanos bizantinos daremos un repaso a la época en la que le tocó vivir y gobernar el imperio.   

Era un momento de grandes victorias y de expansión territorial para el imperio, además de vivirse un renacimiento de las artes y las ciencias, de la mano de la dinastía macedónica inaugurada por Basilio I en 867.

 

Bizancio en la segunda mitad del siglo X.

 

Constantino VII. (913-959, real: 944-959)

Romano II. (959-963)

Nicéforo Focas. (963-969)

Juan Tzimiscés. (969-976)

La hora del proedros Basilio, y la rebelión de Bardas Skleros.

El levantamiento en Macedonia.

El verdadero Carácter de Basilio II

El emperador solitario.

Primera campaña contra el imperio búlgaro.

Intento de usurpación en Bizancio.

Basilio II, el autócrata.

Las medidas contra la aristocracia terrateniente y los monasterios.

El allenlengyon.

Europa sobre Asia.

El soldado.

El imperio búlgaro: la gran obsesión.

Ayuda extranjera y complicaciones en Antioquía.

Guerra sin límites.

El bulgaroctonos.

Un conquistador incomparable.

Los últimos años.

La situación de Bulgaria.

Nuevamente oriente.

También occidente.

Los errores de un gran emperador.

La sucesión.

 

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Trabajo completo

Debajo de estas líneas, puedes leer la biografía entera.

 

Basilio II
El gran emperador de Bizancio.

 

Bizancio en la segunda mitad del siglo X.

Antes de comenzar a examinar la vida del más grande de los soberanos bizantinos daremos un repaso a la época en la que le tocó vivir y gobernar el imperio.

Era un momento de grandes victorias y de expansión territorial para el imperio, además de vivirse un renacimiento de las artes y las ciencias, de la mano de la dinastía macedónica inaugurada por Basilio I en 867.

 

Constantino VII. (913-959, real: 944-959)

En el año 958 cuando nace Basilio II, Bizancio era gobernado por Constantino VII Porfirogéneto, quien fomentó la educación, las letras y la cultura como ninguno anteriormente, fomentó el intercambio de embajadas en materia de política exterior, por ejemplo con el califa Omeya Abd el Rahmán III, Otón el Grande y la princesa Olga de Rusia.

Además fue cauteloso pero firme en las guerras que emprendió (o más bien, que emprendieron sus generales) aunque en el caso de Creta, que era una espina clavada en el mediterráneo desde que la conquistaran los árabes, la expedición fue un rotundo fracaso porque se enviaron tropas insuficientes, salvado por la posterior toma de Teodosiópolis en el extremo oriental.

Ya en esos años comenzaban a destacarse dos generales que habían obtenido excelentes victorias contra los árabes: Nicéforo Focas, quién dirigía el ejército y Juan Tzimiscés, que en 958 tomaba Samosata, al norte de la Mesopotamia, luego de una gran batalla.

 

Romano II. (959-963)

El 9 de Noviembre de 959 muere Constantino VII, y es consagrado emperador Romano II, su hijo, un adolescente dominado absolutamente por la que fuera su mujer desde 956, Teófano (su nombre real era Anastaso), una muchacha de pueblo muy bella de la que el soñador Romano se había enamorado perdidamente, y con la cual en 958 tuvo a su primer hijo, Basilio II.

El gobierno de Romano II destacó fundamentalmente por las disposiciones de José Bringas, el eunuco parakoimomenos (especie de mayordomo de Palacio) que aconsejaba al enamoradizo y débil Romano II, y por las batallas ganadas por Nicéforo Focas, el general mas reconocido de esa época, quien se ganó toda la fama al reconquistar Creta, y luego Germanicea, Anazarbos, Raban, Duluk y que en 962 derrota definitivamente a Saif-ad-Dawlah en Alepo.

 

Nicéforo Focas. (963-969)

El 15 de Marzo de 963 muere Romano II, muy joven, y su esposa Teófano, que comienza a ejercer como regente de sus dos hijos, Basilio II, de solo 5 años y Constantino VIII, su hermano menor, sabe que su situación es precaria y se une en un plan al gran general Nicéforo Focas, consagrado emperador por sus tropas en Cesárea, que usurpa el poder el 14 de Agosto de 963 en lucha contra los soldados de José Bringas en las calles de una azorada Constantinopla.

Teófano da muestras de brillantez y ofrece su mano a Focas, legitimando su poder uniéndolo a la dinastía macedónica, quedando el veterano general como emperador protector de los dos príncipes.

Aquí hay que hacer hincapié en que los parakoimomenos o mayordomos de palacio, habían obtenido un alto poder en el Estado, convirtiéndose en consejeros de débiles emperadores o de emperadores soldados que solían estar en el campo de batalla mucho más tiempo que en el palacio imperial, y tomando todas las disposiciones por ellos, influyendo decisivamente en la marcha política del imperio.

Es por ello muy importante destacar que tras la caída en desgracia de José Bringas, provocada por la lucidez y rapidez de Teófano para hacer y deshacer alianzas, fue nombrado nuevo parakoimomenos el eunuco Basilio, un hijo ilegítimo de Romano Lecapeno, emperador asociado (en realidad el emperador "verdadero") a Constantino VII de 920 a 944.

Este Basilio, que ya tenía una amplia influencia en la corte desde los tiempos de Constantino VII, jugará un papel muy importante en los gobiernos de Nicéforo Focas, Juan Tzimiscés y Basilio II, y recibió además el título recién creado de proedros, mano derecha del emperador.

Inmediatamente Juan Tzimiscés, que provenía de una familia aristocrática de Armenia fue nombrado doméstikos de Oriente (ostentaba el mando supremo) y León Focas, hermano del emperador, fue doméstikos de Occidente.

Así se armó legalmente el gobierno de un usurpador proveniente de una de las familias aristocráticas más famosas de todo el imperio, que, sin embargo, terminó por ofrecer más gloria para Bizancio, ya que el nuevo emperador estaba motivado por un fervor religioso y un amor por Bizancio antes poco igualado, que lo llevó a combatir al Islam de una forma extraordinaria, pues unía todos estos elementos a su natural talento para la guerra y a sus principales colaboradores militares, los ya nombrados Juan Tzimiscés y León Focas.

Conquistó Tarso y Mopsuestia en 965, invadió y reconquistó Chipre, y en 969 su ejército, guiado por Pedro Focas y Miguel Burtzes, reconquista Antioquia, posteriormente vuelve a ingresar a Alepo a la órbita bizantina, derrotando a su emir e imponiendo un fuerte tributo.

Como vemos, su obra fue reconquistar Cilicia y la mayor parte de Siria para el Imperio Bizantino.

Los problemas políticos con occidente estaban a la orden del día: Otón I había conquistado casi toda Italia, incluida Roma, y tenía la vieja ambición de ser reconocido como el único emperador heredero del trono romano.

Nicéforo, rebosante de poder y victorioso, opuso una actitud de enfado ante la actitud del "rey bárbaro" que quería casar a su hijo con una hija del emperador, y trató a su embajada, presidida por Liutprando de Cremona, como a unos pobres prisioneros, lo que dio posteriormente al embajador la oportunidad de describir con desprecio y rencor la figura del emperador bizantino.

También los búlgaros estaban muy equivocados con respecto al emperador, que mandó azotar a los embajadores de ese país que exigían tributos acordados hacía ya años.

No quería sin embargo Nicéforo Focas distraerse de sus campañas en Oriente, con un criterio muy prudente, y ofreció a Sviatoslav, príncipe ruso, una recompensa para luchar contra los búlgaros y darles una lección.

El príncipe ruso lo aprovechó para extender sus dominios al sur del Danubio, en 969 había derrotado a los búlgaros y conformó una poderosa fuerza que demostró con su peligroso acecho sobre Bizancio que Focas se había equivocado al llamarlo en auxilio del imperio, error que fue complementario del de la política bizantina de la primera mitad del siglo X, de preferir a los rusos sobre los históricamente aliados jázaros, que desaparecieron bajo el reino eslavo.

Esa sombra en los Balcanes fue un gran problema que el emperador no pudo prever.

 

Juan Tzimiscés. (969-976)

El emperador también fue víctima de la brillantez de pensamiento y alianzas de Teófano, que aprovechando que a pesar de sus conquistas Nicéforo Focas no había llegado a ser muy popular por causa de los aumentos de impuestos y las largas y penosas guerras que hacían la vida de los ciudadanos mucho mas dura, concluye con Juan Tzimiscés, a quien había convertido en su amante, una alianza para eliminar al emperador.

Es así como la noche del 10 de Diciembre de 969, Juan Tzimiscés y algunos de sus soldados se introducen en el cuarto del emperador, que es sorprendido durmiendo y asesinado, en uno de los hechos más injustos de la historia de Bizancio.

Es aquí donde termina la influencia de Teófano en la corte de Bizancio, por causa directa de la determinación del patriarca Polyeuctes, indignado ante el crimen de Focas, quien se mostró decidido a hacer pagar a los conspiradores un alto precio, y exigió antes de coronarlo emperador que castigara a los cómplices del asesinato y que exiliara a Teófano, además de revocar leyes dictadas por Focas que limitaban las propiedades monásticas.

Juan Tzimiscés dirigió Bizancio como emperador y protector de Basilio II y Constantino VIII, con la misma energía que su predecesor, al cual llegó a superar como general y gobernante.

La prueba de ello la dio al solucionar de manera genial el conflicto con Sviatoslav, quien llegó a aliarse con los búlgaros contra Bizancio y a exigir la retirada del imperio a Asia.

Puso de su lado a los búlgaros luego de reponer como soberano al zar destronado, al que había capturado, tomó en 971 Gran Preslav, y asedió a Sviatoslav en Silistria, atenazándolo entre el ejército y la marina con el temible fuego griego, agotó sus fuerzas hasta conseguir que Sviatoslav se entregara, entonces le hizo prometer al príncipe ruso el abandono de Bulgaria, que no llegó a cumplir pues fue muerto por los pechenegos antes de regresar a su país.

Así el emperador anexionaba Bulgaria oriental al territorio bizantino, eliminando el peligro ruso, extraordinario.

Políticamente Tzimiscés fue mas precavido y previsor que Focas, mucho mas diplomático, como lo prueba la solución que encontró dando una muchacha pariente suya en matrimonio a Otón I, llegando a una paz y estabilidad con occidente.

Como militar fue realmente brillante y en oriente, su interés principal, conquistó desde Antioquia en 974 y 975 las ciudades de Emesa, Baalbek, Damasco, Tiberiades, Nazareth, Acre y Cesárea.

Sin embargo, su verdadera ambición, conquistar las tierras perdidas con los árabes en el siglo VII, no la pudo llegar a cumplir, porque muere el 10 de enero de 976.

 

La hora del proedros Basilio, y la rebelión de Bardas Skleros.

No se sabe a ciencia cierta cómo fue el final de la vida de Juan Tzimiscés.

Algunos autores como Ostrogorsky consideran que murió de una enfermedad, posiblemente tifus, pero Maier y Treadgold dejan la duda entre el tifus y una conspiración manejada por el proedros Basilio, probablemente un envenenamiento muy oportuno, que seguramente daría el poder total al ya demasiado fuerte mayordomo de palacio.

Sea como sea, su repentina muerte ocasionó que varios generales famosos pensaran que podían llegar a ser emperadores, generando un ambiente de gran tensión en el imperio.

Para el año 976 Basilio II tenía dieciocho años y Constantino VIII dieciséis, y los dos habían sido criados como frívolos miembros inútiles y decorativos de una corte esplendorosa que rendía homenajes a los hombres fuertes del momento, nadie podía pensar en que los herederos del trono podrían reivindicar el mismo en ese año.

Sin embargo, el eunuco Basilio, su tío abuelo, que ostentaba un gran poder en el palacio, consiguió tomar el poder en nombre de ellos.

Fue entonces cuando surgió con toda la fuerza el nombre de un poderoso guerrero, Bardas Skleros, doméstikos de Oriente de Juan Tzimiscés y miembro de una familia de las más antiguas y ricas de Bizancio, quién se hizo proclamar emperador por sus tropas en el verano de 976.

Basilio, manejando el imperio como un verdadero emperador, en 977 comenzó a enviar tropas contra Bardas Skleros, pero este desbarató a todas ellas, venciendo en toda Asia Menor, tomando Nicea en 978 y acercándose a la capital.

Desesperado por las victorias de Skleros, Basilio recurre a una última salida: llama al general Bardas Focas, sobrino de Nicéforo, quién durante el gobierno de Tzimiscés intentó usurpar el poder sin éxito, vencido justamente por el hombre del entonces emperador, Bardas Skleros.

Era Bardas Focas un guerrero temible de gran estatura, y un excelente general, que no perdería la oportunidad de vengar estos hechos pasados, y en un plan muy audaz, cuando Skleros estaba cerca de Constantinopla, no lo enfrentó, sino que se dirigió a Cesárea, obligando al usurpador a seguirle; en las primeras escaramuzas, Skleros venció claramente, luego en las batallas más importantes también venció, pero en la batalla decisiva, muy cerca de Amorium, en la llanura de Pancalea, Focas, que reservaba muy astutamente sus mejores fuerzas frescas y con la moral muy alta para este encuentro le derrota de manera contundente, el 24 de mayo de 979, terminando con tres años de guerra civil que hizo retroceder el poder de Bizancio.

Es así como Bardas Skleros, derrotado y humillado por Bardas Focas, debe retirarse y refugiarse en la corte del califa al-Ta´i.

Por su parte, el general vencedor Bardas Focas tuvo tiempo después un enfrentamiento con el parakoimomenos Basilio, lo que lo relegó a un segundo plano por varios años.

El levantamiento en Macedonia.

Debido a la muerte de Juan Tzimiscés y aprovechando la guerra civil declarada por Bardas Skleros que entretuvo a los ejércitos bizantinos por varios años, se produjo en Macedonia un levantamiento de grandes proporciones, que tuvo las características de una guerra de liberación contra el Imperio.

Es así como en 976, muerto el gran emperador guerrero y distraído Bizancio en una de sus acostumbradas luchas por el poder, en toda la región de Macedonia se produce el levantamiento de los Cometopouloi, fundando así un nuevo imperio, el imperio búlgaro macedónico.

El destronado zar Boris, que estaba prisionero en Constantinopla desde que Juan Tzimiscés hábilmente lo utilizó contra Sviatoslav para luego desairarlo, se entera de esta insurrección y huye de la capital bizantina con su hermano Romano en dirección a su patria.

Es aquí donde se produce uno de esos hechos singulares que la historia caprichosamente depara a los protagonistas, y es que cuando cruzaban la frontera los soldados búlgaros confunden la identidad de Boris, quien muere bajo las armas de sus propios subordinados.

Romano no podía ser coronado zar, porque los bizantinos le habían castrado, y al ser un hombre incompleto no podía ejercer el mando del nuevo imperio.

Entonces quedaba Samuel, que ostentó a partir de ese momento el mando y luego la corona de zar del imperio macedónico.

Samuel fue creador de un nuevo gran imperio, que tuvo como primera capital a Prespa y luego a Ochrida, y pudo obtener todo el territorio que se propuso, toda Macedonia, toda Bulgaria, Tesalia, el Epiro, la zona de Dirrachium, Rascia y Dioclea, quedando solamente fuera la ciudad de Tesalónica, que se defendió valientemente y no fue conquistada.

Samuel, muy inteligentemente, declaró al Nuevo Imperio Búlgaro continuador del imperio de Simeón y el de Pedro, las instituciones imperiales y el patriarcado siguieron las tradiciones del anterior imperio; la diferencia era que la región de Macedonia constituía su centro, y su imperio era más grande y poderoso que el de Simeón.

El verdadero Carácter de Basilio II

Desde 976 hasta 979 el gobierno de Basilio, el eunuco de palacio, fue muy débil, soportando presiones de todo tipo al no poder vencer a Bardas Skleros.

Con la victoria de Focas se afirma Basilio en el poder, y gobierna a su antojo, dictando leyes y disposiciones, y enriquece enormemente, convirtiéndose en la persona con más poder y más bienes en todo el estado bizantino.

Ante este hecho, Basilio II, que seguía siendo una figura decorativa y que debía su permanencia en el trono al gran eunuco, se fue apartando cada vez mas de su tío abuelo.

Mostrando verdadero carácter, Basilio II deseaba gobernar, ansiaba tener el poder entre sus manos, motivo por el cual intentó, primero prudentemente, luego mas abiertamente, alejar a su "benefactor" del trono.

Poco a poco el eunuco Basilio veía cómo Basilio II trataba de decidir sobre las cuestiones de gobierno, ya no era dócil y manejable, discutía todo y creaba problemas a su antes todopoderoso tío.

Ante esta situación, ya en el año 985, cuando Basilio II tenía 27 años, el gran eunuco de palacio planeó una conspiración junto con Bardas Focas, su antiguo salvador, y otros generales, pero en un acto prodigioso que demostraba su capacidad e inteligencia, Basilio II se le adelantó: hizo detener a Basilio, confiscó su incalculable fortuna y lo envió al exilio.

Poco después, abandonado, solo y sin una moneda, moría el que había sido la persona más poderosa de Bizancio desde 963, veintidós años en la cima del mundo y moría tristemente y en la más absoluta soledad.

El responsable de esto, el emperador Basilio II, comenzaba así su largo, dificultoso y próspero reinado.

 

Basilio II, emperador solitario. (985-1025)

 

Primera campaña contra el imperio búlgaro.

La primer medida que tomó Basilio II es solitario fue declarar nulas todas las leyes que promulgó el eunuco Basilio, hecho que haría suponer que el joven Basilio, que debía la posesión del trono a su tío abuelo, habría alimentado un gran rencor contra él, tal vez por el hecho de no poder participar de las decisiones, tal vez por la envidia que le suscitaría no poder obtener el poder que el gran eunuco ostentaba; de hecho solamente dejó vigentes las leyes que él mismo refrendara posteriormente.

La situación del Imperio ya no era la misma que a fines del reinado de Juan Tzimiscés, a quién todos los estados fronterizos temían y respetaban.

El intento de usurpación de Bardas Skleros y la guerra civil que se produjo por este hecho hicieron que se debilitara la posición de Bizancio con respecto a sus vecinos, teniendo como una grave consecuencia la ya relatada creación del imperio búlgaro macedónico del zar Samuel.

Era muy lógico que su primer campaña consistiera en tratar de volver a sus cauces normales al territorio de los Balcanes, puesto que el imperio búlgaro, con el zar Samuel a la cabeza, se había convertido en temible adversario, y un potencial invasor de nuevos territorios bizantinos.

Fue la invasión de Tesalia y la toma de Larissa a fines de 985 por parte de Samuel lo que decidió a Basilio II a pasar a la ofensiva.

Basilio II decidió tomar Sárdica (Sofía) por sorpresa y empleó no pocas tropas en esta tarea, pero no pudo penetrar en la ciudad, y falto ya de víveres decidió regresar, cuando todavía no había sufrido demasiadas bajas; lamentablemente para el emperador bizantino, al retirarse el ejército del zar búlgaro lo alcanzó y le infligió una grave derrota el Agosto de 986, lo que puso su poder y prestigio en jaque dentro del imperio.

Intento de usurpación en Bizancio.

Era común en el imperio bizantino el no recibir demasiado bien las derrotas de sus emperadores, ya que se consideraba que no tenían el favor de Dios o que eran incompetentes, en todo caso, y esta vez no fue la excepción.

Bardas Skleros volvió a aparecer por el imperio y se hizo proclamar emperador por las tropas que había reclutado.

Por su parte, Bardas Focas, resentido por el tratamiento poco decoroso que le había propinado el parakoimomenos Basilio en su momento, al ser llamado por Basilio II a enfrentar nuevamente esta insurrección como encargado del mando supremo en Asia, si bien en un principio pareció aceptar el encargo, luego se hace proclamar emperador el 15 de Agosto de 987, delante de la imagen de su gran tío: Nicéforo Focas.

Todos los generales del ejército y todas las familias más importantes de Asia Menor (excepto los Skleros, obviamente) apoyaban a Focas, con lo que esta sublevación tenía las características de un levantamiento generalizado contra el joven autocrático y pretencioso Basilio II, quien no tenía casi aliados en todo el imperio.

Para colmo de males del emperador, Focas y Skleros llegan a un arreglo por el cual se dividen el imperio: Focas en Europa con la capital y Skleros en Asia.

Esta alianza, sin embargo, dura muy poco tiempo, ya que Focas, conciente del impresionante apoyo del que dispone, hace prisionero a Skleros, y se convierte en único pretendiente.

Con toda Asia Menor de su lado, al comienzo de 988 se acerca peligrosamente a Constantinopla, tomando dos posiciones para atacar la ciudad: Abydos y Crisópolis, preparando el ataque por tierra y por mar.

Basilio II no pierde el tiempo precisamente: sabe que dentro del imperio muy pocos lo apoyan, entonces recurre al príncipe Vladimiro de Kiev, que le envía un contingente de seis mil hombres, la famosa druzhina varego-rusa, conformada por los normandos rusos.

El propio emperador, temerario y valiente, dirige a su ejército ruso-bizantino a su destino a fines de 988: Crisópolis.

La victoria de Basilio II es extraordinaria, y luego la refrendaría en Abydos, el 13 de Abril de 989, donde además de derrotar a Focas, éste muere, al parecer de un ataque al corazón.

Bardas Skleros, que no aprendía la lección, volvió a sublevarse, pero llegó a un acuerdo pacífico, terminando como un sumiso súbdito del emperador.

El pacto de Basilio II con el príncipe Vladimiro fue darle por esposa, a cambio de su ayuda, a su hermana Ana Porfirogéneta, algo que era un privilegio incomparable en esa época.

Tan importante era para los bizantinos el hecho de dar en matrimonio a una princesa de la dinastía real, que se pensó en no cumplir la promesa dada; Vladimiro, para hacer valer sus derechos, invadió Querson en 989; por supuesto, el matrimonio se realizó.

La condición por parte de los bizantinos para casar a su princesa con Vladimiro fue aún más importante: la cristianización del estado ruso.

Casi sin proponérselo, entonces, en época de Basilio II se obtiene la cristianización del más importante de los estados eslavos, colocándolo bajo la dirección de Constantinopla; Rusia comenzaba su camino hacia la ortodoxia, lo cual marcó la influencia bizantina en dicho estado durante siglos.


Basilio II, el autócrata.

El niño Basilio II fue criado como un inútil dentro de la corte, disfrutando de una vida agradable y fácil que asegurara a los sucesivos mayordomos de palacio su supremacía y el gobierno del estado bizantino.

La tutela de su tío abuelo, el eunuco Basilio, lo hizo un emperador a la sombra del gran poderos; la actitud de su hermano, Constantino VIII, que se contentaba con su vida superflua y llena de lujos, era la que también se esperaba de él.

A pesar de todo, Basilio II estaba echo de otra madera, y nadie se dio cuenta hasta que sorprendió a su tío y lo desterró, confiscándole todos sus bienes.

Luego, las traiciones de sus generales, las sublevaciones, los enemigos irreconciliables, hicieron que poco a poco se apartara de todos y cada uno de los que lo rodeaban, haciéndose más difícil de encontrar, prefiriendo estar solo, decidir solo, mandar solo, como un verdadero y auténtico autócrata.

No se casó hasta ese momento y ya habría decidido no hacerlo nunca, no tenía hombres de confianza y su comportamiento era muy raro en la corte bizantina, donde todos se querían destacar en el arte de la retórica, o por su conocimiento del arte y de las ciencias; el emperador casi no hablaba con nadie (no más de lo necesario) y no discutía los asuntos de estado, no intentaba convencer a nadie de lo que había decidido, solamente lo ponía en práctica.

Su razón de existir era el estado bizantino, su subsistencia y progreso, y la derrota de sus enemigos.

Las medidas contra la aristocracia terrateniente y los monasterios.

Para que el estado pudiera crecer, era necesario frenar a la clase aristocrática de familias ricas de terratenientes que con sus desmedidas ambiciones acumulaban tierras que los campesinos libres vendían a bajos precios por diversas causas (sequías, malas cosechas, inundaciones, incendios.)

Consciente de la gran importancia del campesinado libre, recogió las leyes promulgadas a su favor por Romano Lecapeno e incluso las mejoró, para devolverle a los campesinos las tierras perdidas.

Su política agraria fue entonces netamente antiaristocrática, lo que le valió el odio de todas las familias importantes de los themas.

Es con este espíritu que hace devolver a los grandes magnates como los Focas y los Maleinoi, las tierras que desde 922, después de la primera ley agraria de Romano Lecapeno, les habían sustraído ilegalmente a sus dueños legítimos, según la novela de 996, donde nombra a estas familias específicamente.

En dicha novela los Focas y los Maleinoi son utilizados como ejemplo de familias aristocráticas que obtienen un ilimitado poder al adquirir tierras ilegalmente, comprándolas a sus dueños que habían caído en desgracia por heladas, incendios, impuestos excesivos, y en contra de la legislación vigente que protegía a estos, pero beneficiándose de la prescripción que marcaban las leyes, que estaba en los cuarenta años, ya que al término de dicho plazo ya no se podían reclamar las tierras mal adquiridas.

Siguiendo un lógico razonamiento, la novela especifica que los grandes terratenientes, debido a su creciente poder, lograban fácilmente que transcurra el plazo de prescripción y quedarse con toda la tierra definitivamente, por lo que declara que no habrá mas derecho a la prescripción, volviendo en el tiempo hasta 922, cuando Romano Lecapeno dicta su primera novela con respecto a este tema.

La consecuencia: los grandes terratenientes que hubiesen adquirido tierras ilegalmente desde 922 deberán devolverla a sus antiguos miembros, sin poder ampararse en la prescripción.

La medida, de casi imposible aplicación (habían pasado mas de 74 años) demostraba el odio que Basilio II tenía a la aristocracia rural del Asia Menor, los cuales le habían causado grandes problemas y contratiempos con sus revueltas desde el inicio de su reinado, y con ello le habían hecho perder mucho tiempo del cual se sirvió el zar Samuel para organizar un verdadero imperio en los Balcanes.

También esta novela la emprendía contra los monasterios, los cuales se habían enriquecido notablemente gracias a las cada vez más grandes donaciones que hacían los súbditos del imperio e incluso a los testamentos donde se legaban bienes a la iglesia.

Había en esa época gran cantidad de monasterios que se habían instalado en pueblos o aldeas de campesinos que donaban sus tierras; en su novela de 996 Basilio II declara que estos no son monasterios sino que son casas de oración sometidos a la aldea, sin pagar sus obligaciones al obispo.

Los monasterios mayores, para lo cual toma como parámetro que tengan mas de ocho monjes, quedaban bajo la jurisdicción del obispo correspondiente, pero sin derecho a adquirir mas tierras, nuevamente en concordancia con las antiguas leyes de Romano Lecapeno.

 

El allenlengyon.

El sistema del allenlengyon era un método de recaudación impositiva que daba muy buenos resultados al imperio desde tiempos de Nicéforo I, y que significaba que la aldea rural estaba sujeta a impuestos que formaban un total que el Estado recaudaba invariablemente de la siguiente forma: si un vecino se demostraba insolvente (lo que podía ocurrir con frecuencia por diversos motivos que originaran una mala cosecha) los restantes vecinos de la aldea se hacían cargo de pagar sus impuestos, con lo que se lograba recaudar siempre el total impositivo previsto para dicha aldea.

La gran preocupación de Basilio II era que en sus tiempos los campesinos eran víctimas de este sistema, ya que si un campesino abandonaba su parcela, los vecinos le pagaban sus impuestos, pero los que no podían afrontar esta obligación se veían obligados a marcharse, abandonando grandes extensiones de tierras a favor de los poderosos que las podían adquirir a bajos precios.

Con esto el Estado cobraba cada vez menos impuestos, además de sufrir el abandono de aldeas enteras.

Basilio II, en una disposición muy inteligente, decide que a partir de ahora serán exclusivamente los dueños de grandes propiedades los que se harán cargo del pago de los impuestos de los insolventes, logrando atacar así esos dos grandes problemas: se aseguraba por un lado el cobro de los impuestos y por otro la permanencia de los campesinos en sus aldeas, con el consecuente mantenimiento de la producción agrícola y ganadera.

Por supuesto, las protestas fueron airadas y los grandes personajes se hicieron escuchar, apoyados por el patriarca Sergio, pero a esta altura Basilio II ya era un monarca fuerte, inteligente e inflexible, y no dudó en aplicar el nuevo régimen.

 

Europa sobre Asia.

En la mente de Basilio II seguramente debe haber dejado sus huellas el levantamiento de Bardas Skleros, la traición de Bardas Focas, el gran poderío que demostró tener Eustacio Maleinos, magnate que recibió en una ocasión al emperador en sus propiedades y dio la oportunidad a este de ver como vivía esta gente.

Todos ellos tenían algo en común, y era que representaban a una nobleza rural terrateniente de Asia Menor, sus tierras estaban en Anatolia, Armenia o Capadocia, lindaban en muchos casos con las tierras islámicas occidentales, y habían dominado la vida del imperio en los últimos años con los gobiernos de Nicéforo Focas y Juan Tzimiscés.

Mientras estos demostraban que el interés del imperio era la reconquista de las tierras perdidas con los árabes, lo cual era lógico porque era su propio interés en aumentar los territorios cercanos a donde ellos pertenecían, por el contrario, Basilio II no solamente los combatió en cuanto cargarlos con impuestos de los campesinos pobres, además en que debían devolver tierras conseguidas hacía mas de setenta años y a muchos (como a Eustacio Maleinos) con la confiscación total de sus bienes, sino que también, y muy claramente, favoreció la guerra al imperio búlgaro de Samuel, integrado totalmente en territorio europeo, sobre la reconquista de territorios al Islam, que realmente contaba con innumerables ventajas de haberse producido, ya que el Egipto fatimita dueño de Siria y Palestina estaba pasando por una etapa de notable debilidad, como ya lo había demostrado Juan Tzimiscés con sus notables campañas.

Basilio II, el soldado.

 

El imperio búlgaro: la gran obsesión.

Tenemos entonces a un emperador con varias obsesiones que lo acompañarían toda su larga vida: limitar el poder de los magnates de Asia Menor, limitar el poder de la iglesia, y obtener un imperio predominantemente europeo, para lo cual debía conseguir derrotar a su gran rival, el inteligente, astuto y poderoso zar Samuel, que había arrebatado gran parte del imperio europeo a Bizancio.

En cuanto a la aristocracia rural y a la iglesia, no se le ocurre a nadie que Basilio II quisiera destruirlas, simplemente no soportaba que hubiera familias más poderosas que el mismo emperador, o una iglesia cuyo poder superara el del Estado.

Con una mentalidad que superaba a las de su tiempo, el soberano bizantino comprendió que, si seguían las cosas como con sus antecesores, el Estado se disgregaría inevitablemente en diversos feudos como el que ya tenía de hecho Eustacio Maleinos cuando el emperador lo visitó después de una campaña contra Siria, y se dio cuenta de que contaba con miles de esclavos y sirvientes, y que de haberlo deseado hubiera podido formar un ejército propio, o como ya lo tenían los monasterios, dueños de pueblos enteros sobre los que no pagaban impuesto alguno al estado, solamente su contribución al obispo, lo que hacía aún más poderosa a la iglesia.

Pero conquistar el imperio de Samuel, esa era la meta principal que se había fijado y no renunciaría hasta lograrla completamente, tal vez por obra de su odio hacia los magnates de Asia Menor dio mas importancia a la guerra en Europa, o tal vez se sintiera humillado con su primer derrota luego de no poder entrar en Sárdica, lo cierto es que Samuel y su imperio eran una espina clavada en el pecho del emperador, que usó todo su tiempo disponible, su ingenio, su poder, para vencer a su adversario.

Ayuda extranjera y complicaciones en Antioquía.

Seguramente entusiasmado con el éxito brillante que obtuvo con los soldados varegos, el emperador requirió ayuda del rey croata Esteban Drzhislav, le envió las insignias reales, lo nombró eparca de toda la zona de las ciudades dálmatas y le concedió el título de patricio.

También hubo contactos con los serbios, pero cuando la delegación del país eslavo llegó a Constantinopla en 992, no encontró al emperador, porque este ya había partido a presentar batalla a los búlgaros.

Macedonia comenzaba entonces a ser el escenario de una guerra sin cuartel entre Bulgaria y Bizancio, Samuel y Basilio II sabían que se jugaban el futuro de sus imperios, y pondrían lo mejor de sí para ganar batalla por batalla.

Sin embargo, en 994 surgen problemas con los fatimitas que obligan al emperador a regresar a Constantinopla para luego marchar hacia el norte de Siria, donde la ciudad de Antioquia corría peligro y Alepo era ocupada por los árabes.

En 995 apareció por Alepo, sorprendiendo y derrotando al enemigo, y luego toma Rafanea y Edesa, demostrando un extraordinario talento y energía para la guerra.

Sin embargo, la guerra en dos frentes no puede dejar nada que no sea amargura, y otra vez lo sufrió el imperio cuando Samuel aprovecha este respiro que le da Basilio II que llega en su campaña hasta el Peloponeso.

Sin embargo, el emperador contaba con un excelente general, Nicéforo Uranos, quien vence a Samuel en una batalla en 997 de la cual el zar búlgaro sale muy malherido.

Pero Samuel era también un talento militar, y un hombre muy fuerte, se sobrepuso a la herida, y se recupera al año siguiente tomando Dirrachium e incorporando Rascia y Dioclea a su imperio a fines de 998.

Mientras tanto Basilio II seguía con la obligación de dar batalla en oriente, donde en 999 vuelve a Siria y derrota nuevamente a los fatimitas en Antioquia, aunque no puede tomar Trípoli.

Ese mismo año debe partir a Armenia e Iberia para sofocar levantamientos en ambas naciones.

Recién puede volver el emperador a Constantinopla en 1001, saliendo precipitadamente hacia los Balcanes para volver a verse con su odiado enemigo.

 

Guerra sin límites.

Es en 1001 cuando Basilio II puede desplegar todo su poderío sobre la zona de los Balcanes, ya que el oriente bizantino se encontraba estable y pacificado.

Directo y frontal como solía ser en la guerra, su expedición se dirigió sobre Sárdica a la cual entra victorioso para luego dominar toda la región, partiendo en dos el imperio de Samuel, debilitándolo notablemente ya desde el principio.

También Plishka, antigua capital búlgara, y gran Preslav son tomadas por los bizantinos.

El segundo paso fue entrar a Macedonia, donde toma Berea y conquista Serbia.

Luego se dirige a Grecia, a la región de Tesalia, y la conquista sin demasiada oposición para luego regresar a Macedonia.

Distinta es la toma de Vodena en Macedonia, donde con grandes esfuerzos pone sitio y conquista a la ciudad de grandes murallas.
Corría ya el año 1003 y luego de tomar Vodena se dirige a Vidin, una fortaleza sobre el Danubio, que sitia con su ejército pero a la cual le resulta extremadamente dificultoso penetrar.

Después de varios meses de hostigar a la ciudad danubiana se ve sorprendido por Samuel, que toma Adrianópolis por sorpresa y la saquea.

El emperador, sin embargo, no actúa, no quiere distraerse ante lo que puede resultar una trampa de su inteligente adversario, y continúa la lucha en Vidin, a la cual puede penetrar luego de ocho meses de sitio, en 1004.

Inmediatamente y sin descanso, Basilio II dirige su ejército al sur, donde se encuentra con el ejército de Samuel a la orilla de río Vardar, muy cerca de Skopje, y le inflige una derrota fundamental en el desarrollo de la guerra.

La entrada en Skopje es inmediata, volviendo también esta ciudad a la órbita de Bizancio.

Luego de cuatro años de lucha encarnizada, Basilio II había obtenido una victoria tras otra, había partido al imperio búlgaro en dos, le había quitado las mejores ciudades y más de la mitad de su territorio era nuevamente bizantino.

Ante esta situación, y seguramente ante la necesidad de descanso y renovación de sus soldados, se decidió a volver a Constantinopla a pasar un invierno un poco más confortable y a juntar fuerzas para dar el golpe final.

 

El bulgaroctonos.

A esta altura del año 1004 la guerra ya estaba prácticamente ganada por Bizancio; de esto da cuentas por ejemplo la traición de Dirrachium, que se pasa al bando bizantino en 1005, porque sabían que no tenían oportunidad de vencer del lado de Samuel.

La guerra planteada por el emperador estuvo muy alejada de las costumbres de los anteriores jefes bizantinos, pues estos solían atacar en las estaciones cálidas y volver en invierno a Constantinopla, un poco para controlar los acontecimientos siempre impredecibles de la corte y la nobleza y otro poco para descansar y darse fuerzas para proseguir en cuanto el tiempo lo permitiera.

Basilio II no dudó en estar cuatro años en el campo de batalla, cuatro inviernos completos antes de volver, porque se había trazado un plan y no cesó en su esfuerzo hasta cumplirlo, con una determinación envidiable, una inteligencia prodigiosa para desarmar a su enemigo en los puntos vitales y una energía incomparable que no hizo caso de las inteligentes movidas de Samuel, ni de su conocimiento del terreno, ni de las maniobras tácticas de distracción que el zar búlgaro utilizaba con gran arte y suma audacia.

Sin lugar a dudas, el ejército bizantino superaba en orden, disciplina y técnica al ejército búlgaro; además la movilidad que le dieron sus comandantes fue fundamental, y los itinerarios recorridos rápidamente y siempre impredecibles, las técnicas de asedio a las plazas fuertes más importantes y la moral alta de los soldados dispuestos a seguir a su gran líder hasta el límite que este marcara, fueron fundamentales en esta guerra.

Los siguientes diez años de guerra encontraron a Samuel resistiendo en distintas zonas que más o menos dominaba, pero su imperio era ya un simple recuerdo; su resistencia, a base de una gran movilidad y de permanentes escaramuzas, no dio lugar a ninguna gran batalla hasta el año 1014, donde en Julio el ejército bizantino lo acorrala en un pasaje de la cadena montañosa del Clidion en la región de Strymon.

Allí su ejército es masacrado por los bizantinos, pero Samuel huye en situación desesperada hasta Prilep, que todavía conservaba.

Basilio II, ahora más seguro que nunca de su victoria total, tiene un verdadero ataque de crueldad, tal vez motivado por la dilación del término de una guerra que le había costado buena parte de su vida, y es cuando ordena que la gran cantidad de prisioneros búlgaros (según Skylitzes: 15.000, según Kekaumenos: 14.000, aunque ambas puedan ser un tanto exageradas) sean cegados, menos uno de cada cien, que harán de guías para llevarlos a Prilep.

Esta crueldad era el broche final para una guerra que ya le había sido favorable hacía mucho tiempo, y confirmó el apodo que ya hacía tiempo se había ganado el emperador: matador de búlgaros, el bulgaroctonos.

Samuel, que era un gran soldado pero no había podido hacer otra cosa que resistir como podía al emperador durante todos estos años, seguramente amaba a los búlgaros; cuando vio venir a los contingentes de ciegos que llegaban a Prilep sufrió un desmayo que lo hizo caer al suelo.

Dos días después moría el gran zar búlgaro, el 6 de Octubre de 1014.

Sin embargo, sus sucesores se empeñaron en seguir el curso de la guerra; su hijo Gabriel Radomir fue víctima con su mujer y su cuñado Juan Vladimiro de un atentado que les costó la vida en 1015, y el instigador del asesinato, su primo Juan Vladislav se hace coronar zar y continúa las hostilidades.

El ejército bizantino fue tomando parte por parte el territorio que todavía dominaba Vladislav, que con su muerte al intentar atacar Dirrachium marca el fin definitivo de la guerra.

 

Un conquistador incomparable.

En 1018 el emperador había conseguido su propósito, a sus sesenta años podía decir que la meta de su vida estaba cumplida: había derrotado al imperio búlgaro, los había sometido completamente.

Su entrada en Ochrida fue extraordinaria, allí recibió homenajes de sus vencidos, la zarina y el resto de la familia imperial búlgara.

Basilio II se dedicó durante un tiempo a recorrer toda la Macedonia y las tierras al sur del Danubio, dejando bien en claro quién era la autoridad máxima e indiscutible en todo el territorio conquistado.

Y era realmente una conquista absolutamente invalorable, algo que ningún otro emperador había logrado en Bizancio desde los tiempos de Justiniano, cuando comenzaron las invasiones de eslavos, hacía ya mas de cuatro siglos: la península balcánica volvía a ser un territorio bizantino en su totalidad.

Además, como un hecho de gran importancia, extendió la influencia bizantina a Dioclea, Bosnia e incluso hasta Croacia, que funcionaban como países vasallos, con sus propios príncipes pero siguiendo a la política del Imperio.

Ahora la parte europea del imperio era realmente impresionante, sus dominios eran firmes y respetados, el ejército estaba en su momento más importante desde Justiniano, el emperador bizantino era admirado dentro y fuera de su territorio y estaban dadas las condiciones para una expansión aún mayor.

La situación de Bulgaria.

El emperador fue muy considerado con respecto a la situación del país vencido, como si quisiera disculparse por la violencia y la crueldad por él desplegadas durante la lucha.

Primero que nada, en cuanto a los tributos que debía pagar el pueblo búlgaro, permitió que fueran efectuados en especie, algo que alivió mucho al país, ya que había sido devastado por la guerra durante gran cantidad de años.

Aquí hay que recordar que en todo el imperio los impuestos se pagaban en metálico, y que la circulación de la moneda bizantina era vital en la economía del imperio y de todo el mundo conocido de entonces.

Luego, en materia religiosa, Basilio II siguió demostrando la superioridad de sus razonamientos sobre el común de sus súbditos: bajó el rango del patriarcado de Ochrida a arzobispado, lo que en principio parece como una degradación, pero a cambio lo hizo independiente de Constantinopla, lo que fue recibido con gran beneplácito por el clero búlgaro; finalmente, el emperador adquiere el privilegio de nombrar al arzobispo.

Con estas medidas Basilio II guarda para el emperador el control de la iglesia búlgara, evita que la iglesia de Constantinopla siga creciendo en poder y se guarda el agradecimiento del clero del país eslavo.

Finalmente, en materia política, Bulgaria (recordemos: la Bulgaria macedónica) se transforma en un thema bizantino, con su centro en Skopje.

Este thema recibe el nombre de catepanato y luego el de ducado, con lo que se demuestra la condescendencia del emperador, que así le da mas importancia al territorio.

Silistria se transforma en la capital del thema de Paristrion al sur del Danubio y también será catepanato y luego ducado.

Sirmium también se convirtió en cabeza de un thema al sur del Danubio en su parte nor-occidental.

El thema de Dalmacia fue confirmado con su centro en Zara.

Luego estaba el ducado de Dirrachium, la ciudad más importante de cara al Mar Adriático y el thema de Tesalónica, la ciudad más importante luego de Constantinopla, que fue elevado a ducado.

Finalmente están las regiones de Dioclea, Trevinia, Zachlumia, Rascia, Bosnia y Croacia no eran themas, sino como ya dijimos eran países vasallos del Imperio, con sus propios mandatarios.

Así quedó organizado el enorme territorio que ahora dominaba completamente el Imperio Bizantino, cuyo centro se había corrido notablemente hacia la parte europea del imperio.

 

Nuevamente oriente.

En 1020 muere el rey Gagik I, que desde 990 conducía los destinos de Armenia; se produce un periodo de agitación en el país oriental que da la oportunidad de intervenir a Basilio II: Vaspurkan e Iberia fueron incorporadas al Imperio Bizantino, que seguía acumulando poder ahora en un oriente lejano.

El reino armenio de Ani pasaría a Bizancio al morir Juan Smbat, su rey, según el acuerdo logrado por el emperador.

Seguían siendo relegados por el emperador los themas de Asia Menor, en detrimento de los nuevos themas fronterizos: Antioquia pasaba a ser ducado, Mesopotamia también, luego Edesa, el Vaspurkan e Iberia serían nombradas catepanatos, lo que también elevaba su categoría sobre los themas de las regiones de Anatolia y Capadocia.

Así quedaba también organizado el lejano oriente bizantino, dando preponderancia a los territorios conquistados por Focas, Tzimiscés y Basilio II por sobre los themas donde la aristocracia rural tenía su propio baluarte.

 

También occidente.

Como si su obra de conquista fuese poca, el emperador planeó también la reconquista de los territorios de la isla de Sicilia, que todavía estaban con un recuerdo cercano de su dominación bizantina.

Antes había formado un catepanato con todos los dominios que quedaban en el sur de la península, lo que dio mayor cohesión a la administración del territorio.

Basilio Boioanes era el catepán que había hecho fuerte el sur de italia, aprovechando también la influencia bizantina en la corte occidental, cuyo emperador Otón III era hijo de Teófano, la muchacha pariente de Juan Tzimiscés dada en matrimonio a Otón II, su padre.

Su plan inmediato era aprovechar la fuerza del catepanato de Italia para invadir Sicilia, y para ello se preparó durante mucho tiempo, aprovechando la estabilización de sus demás fronteras, pero el 15 de Diciembre de 1025, a los 67 años, moría el gran emperador.

Lamentablemente, no le alcanzó la vida a Basilio II para comenzar este plan, pero su obra a favor del Imperio fue invalorable.

 

Los errores de un gran emperador.

Sin dudas Basilio II fue uno de los más grandes emperadores de toda la historia de Bizancio, y uno de los personajes mas destacados de la Europa medieval de los siglos X y XI, pero no por eso su destacada labor al frente del imperio y su personalidad fueron infalibles.

En principio, su gobierno netamente autocrático, basado en el culto a su personalidad, no podía sino dejar un vacío de gente con reales valores que podrían sucederlo al frente del ejército o del mismo imperio.

Es lógico pensar que si durante cuarenta años el ejército es conducido por una sola persona, que es el jefe excluyente y al cual se le acatan las órdenes como si fuera un dios, no habrá a su muerte quien pueda sucederlo con un mínimo de aptitudes, ya que todos estaban bajo sus indiscutibles y personalísimas órdenes y decisiones, no pudiendo hacer otra cosa que obedecer o morir.

Por supuesto que hubo generales destacados que lucharon para él, pero siempre bajo su autoridad, lo que no permitía que estos generales lograran un mínimo de popularidad o de personalidad.

Esa misma autoridad monumental que tenía el emperador en vida creó luego de su muerte un vacío que pudo ser llenado en el futuro a duras penas por un par de generales que, siendo buenos soldados, perdieron sus puestos a causa de los manejos de la corte bizantina, demostrando que su poder era limitado a pesar de su talento militar.

 

La sucesión.

Exactamente lo mismo que pasó con el ejército ocurrió en la corte: no había a su muerte en 1025 una persona capaz de sucederlo aunque sea con un mínimo de aptitudes, no al menos los que estaban en la corte, entre sus familiares o allegados.

Constantino VIII, ya con mas de sesenta años, aunque había acompañado a su hermano en alguna de sus campañas, aunque siempre estuvo presente en la corte, aunque asociado desde siempre al trono, no tenía demasiado interés en conducir personalmente los destinos del Imperio.

La figura del emperador recientemente fallecido era en 1025 absolutamente imposible de reemplazar, pero lo que era aún peor, no había un solo miembro de la dinastía macedónica que pudiera emularlo aunque sea parcialmente.

¿Porqué era importante que algún miembro de la dinastía reinante lograra una sucesión mas o menos interesante? Pues porque en el pueblo de Bizancio se había arraigado tanto el concepto de sucesión por legitimidad hereditaria que se veía imposible lograrlo de otra manera.

Si tan solo el emperador hubiera tenido hijos el problema hubiera sido menor, pero además de esto tampoco su hermano y co-emperador Constantino VIII tuvo hijos varones, sino que tuvo dos hijas mujeres que eran ya grandes en 1025, lo que no impidió que en un futuro una de ellas, Zoe, se casara dos veces para "producir" otros tantos emperadores y adoptara a uno también, lo que demuestra hasta que punto la legitimidad era importante en el Imperio.

Y fue el influjo de la figura de Basilio II lo que ayudó a hacer aún mas fuerte en la población el concepto de legitimidad mediante un origen dinástico, aunque ya desde la época de Romano Lecapeno y luego los usurpadores Nicéforo Focas y Juan Tzimiscés la regencia o el matrimonio era lo único que podía legitimar a un emperador.

Esta fue la gran deuda de Basilio II con el Imperio: no haber armado una sucesión que conformara al pueblo y a la nobleza, y que hiciera una especie de continuidad de su gobierno, lo que tuvo como consecuencia el desmembramiento lento pero inexorable del Imperio debido a la imparable feudalización que se produjo en los años siguientes como consecuencia de que no se aplicaban las leyes dictadas por él, y de que nadie se preocupó demasiado desde el poder de mantener y aumentar sus conquistas, y de ordenar la vida de los ciudadanos de acuerdo a los intereses del Estado.

Una deuda que no es pequeña, y que se fundamenta en el nulo interés del emperador en la vida de una corte que el veía como superflua y desdeñaba ostentosamente.

Una deuda evidentemente muy grande, pero que no le quita el mérito de ser considerado uno de los más grandes emperadores de todos los tiempos.

 

Rolando Castillo

 

 

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