Los errores de un gran emperador.

Sin dudas Basilio II fue uno de los más grandes emperadores de toda la historia de Bizancio, y uno de los personajes mas destacados de la Europa medieval de los siglos X y XI, pero no por eso su destacada labor al frente del imperio y su personalidad fueron infalibles.

En principio, su gobierno netamente autocrático, basado en el culto a su personalidad, no podía sino dejar un vacío de gente con reales valores que podrían sucederlo al frente del ejército o del mismo imperio.

Es lógico pensar que si durante cuarenta años el ejército es conducido por una sola persona, que es el jefe excluyente y al cual se le acatan las órdenes como si fuera un dios, no habrá a su muerte quien pueda sucederlo con un mínimo de aptitudes, ya que todos estaban bajo sus indiscutibles y personalísimas órdenes y decisiones, no pudiendo hacer otra cosa que obedecer o morir.

Por supuesto que hubo generales destacados que lucharon para él, pero siempre bajo su autoridad, lo que no permitía que estos generales lograran un mínimo de popularidad o de personalidad.

Esa misma autoridad monumental que tenía el emperador en vida creó luego de su muerte un vacío que pudo ser llenado en el futuro a duras penas por un par de generales que, siendo buenos soldados, perdieron sus puestos a causa de los manejos de la corte bizantina, demostrando que su poder era limitado a pesar de su talento militar.

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