El allenlengyon.

El sistema del allenlengyon era un método de recaudación impositiva que daba muy buenos resultados al imperio desde tiempos de Nicéforo I, y que significaba que la aldea rural estaba sujeta a impuestos que formaban un total que el Estado recaudaba invariablemente de la siguiente forma: si un vecino se demostraba insolvente (lo que podía ocurrir con frecuencia por diversos motivos que originaran una mala cosecha) los restantes vecinos de la aldea se hacían cargo de pagar sus impuestos, con lo que se lograba recaudar siempre el total impositivo previsto para dicha aldea.

La gran preocupación de Basilio II era que en sus tiempos los campesinos eran víctimas de este sistema, ya que si un campesino abandonaba su parcela, los vecinos le pagaban sus impuestos, pero los que no podían afrontar esta obligación se veían obligados a marcharse, abandonando grandes extensiones de tierras a favor de los poderosos que las podían adquirir a bajos precios.

Con esto el Estado cobraba cada vez menos impuestos, además de sufrir el abandono de aldeas enteras.

Basilio II, en una disposición muy inteligente, decide que a partir de ahora serán exclusivamente los dueños de grandes propiedades los que se harán cargo del pago de los impuestos de los insolventes, logrando atacar así esos dos grandes problemas: se aseguraba por un lado el cobro de los impuestos y por otro la permanencia de los campesinos en sus aldeas, con el consecuente mantenimiento de la producción agrícola y ganadera.

Por supuesto, las protestas fueron airadas y los grandes personajes se hicieron escuchar, apoyados por el patriarca Sergio, pero a esta altura Basilio II ya era un monarca fuerte, inteligente e inflexible, y no dudó en aplicar el nuevo régimen.

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