Calañas

Calañas sumerge sus raíces en los tiempos más antiguos, como atestiguan numerosos restos arqueológicos que informan acerca de la presencia en su solar de tartesios y, sobre todo, romanos. Distintas civilizaciones llegaron al suelo calañés atraídas por sus riquezas mineras, buscando cobre, oro y plata, sostenes fundamentales para su economía.
Existen indicios de una villa romana en «El Morante». Las modernas explotaciones mineras, iniciadas sobre antiguos trabajos de época romana, dieron como resultado el encuentro de ánforas, lápidas o monedas. A través de estos restos podemos conocer la magnitud de la explotación de las minas en la Antigüedad. La lámina de cobre de 0,80 por 1 metro encontrada en Sotiel, y llevada a Inglaterra por The United Alkali Company, en la que figuraban las ordenanzas sobre el trabajo de los esclavos, constituye uno de los hallazgos más interesantes.

 


No se conoce bien la historia de este espacio durante la Edad Media, pero sin duda el territorio debió de languidecer tras el abandono de las explotaciones mineras. Bajo la dominación musulmana fue englobado en la jurisdicción de la Cora de Niebla, situación que pervivió tras la conquista cristiana a partir de la segunda mitad del siglo XIII. Una vez que ésta se produjo y tras un breve período inicial de autoridad regia, fue concedida esta zona en señorío, a principios del siglo XIV, a don Alfonso Pérez de Guzmán, conde de Niebla y duque de Medina Sidonia, como regalo del rey Enrique II, en pago por sus servicios en la guerra civil castellana.
Los siglos XIV y XV fueron años de reforzamiento del poder señorial, que se interpuso entre los concejos municipales y el rey, Uno de los sustentos sobre los que se cimentaba la creación de estos poderosos linajes era la consecución del poder financiero, conseguido a través del aumento de la fiscalidad, el arrendamiento de pastos a los ganaderos, o la autoatribución de prerrogativas que hasta entonces el rey había dejado en manos de los concejos, como la gestión y reparto de baldíos y tierras no sujetos a propiedad privada. A fines del siglo XV esta presión señorial disminuyó en parte, con la intención de los señoríos de atraer o retener vecinos (Ladero, M. A., 1992).
Durante esta época, los habitantes de Calañas tuvieron como actividad principal la ganadería, ante la precariedad de los terrenos para la agricultura, De la pujanza de esta actividad ganadera nos habla la documentación fiscal del señorío correspondiente a los inicios del siglo XVI, la cual nos atestigua también el notable aumento de población experimentado. Una importante cabaña ovina, caprina y porcina, complementada con cultivos de cereales en secano, fue durante siglos la base de la economía municipal.


Con la Edad Moderna se fue consolidandoen Calañas una sociedad exenta de nobles, pero no sin diferencias sociales. Núñez Roldán (1987) nos traza, para el siglo XVIIIi, las pinceladas básicas de la sociedad calañesa, similar al conjunto del Andévalo, que se mantendría en sus principales aspectos hasta la llegada de la revolución minera de la segunda mitad del XIX. En la cúspide de esta escala social «encontrarnos los labradores-ganaderos, como Lorenzo Vélez Blanco, propietario de una gran cantidad de tierras y ganado, que le proporcionaban una renta de 30.000 reales anuales, lo cual, sin suponer una cantidad excesiva, sí le permitía situarse social y económicamente muy por encima del resto de los habitantes del municipio». Estos labradores-ganaderos completaban su esfera de influencia social con el acaparamiento de los cargos municipales, que desempeñaban en connivencia con nobles e hidalgos. Por debajo de éstos se sitúan los llamados «pegujaleros», propietarios o arrendatarios de pequeñas cantidades de tierras y ganado, que, por su pobreza, apenas se distinguían de los jornaleros.
De esta época son los principales monumentos que hoy encontramos en la localidad, como, la hermosa iglesia de Santa María de Gracia, que conjuga los estilos herreriano, isabelino y renacentista, y que fue construida entre los siglos XVI y XVII, El santuario de Nuestra Señora de la Coronada, levantado en el siglo XVI sobre los restos de una antigua necrópolis romana, y la ermita de Nuestra Señora de España, perteneciente a la época visigoda, son otros ejemplos de la interesante arquitectura religiosa del municipio. En cuanto a la arquitectura civil, destaca el puente sobre el Odiel a la altura de Sotiel Coronada, obra del siglo XVIII.


Calañas se encuadra dentro del espacio andevaleño, localizado sobre el eje central de la provincia de Huelva. Mas concretamente, el municipio se sitúa dentro de la cuenca minera central. Con 27.600 hectáreas, es uno de los municipios de mayor superficie de la provincia, orientándose en una irregular franja que se estrecha de Norte a Sur, siguiendo los límites de los ríos Oraque y Odiel hasta su mutua confluencia.
Encontramos en Calañas un paisaje plano o suavemente acolinado, del que surgen algunas pequeñas sierras. Las sierras Blanca, Alamillo, Ortiz, Grijona, del Aguila o el cabezo Morante, máxima altura del término municipal, con 417 metros, apenas suponen pequeñas elevaciones del terreno, dándonos su paisaje una sensación de cierta monotonía, pero, al mismo tiempo, de gran belleza. El 71 por 100 del territorio tiene una pendiente inferior al 15 por 100, lo que unido a la existencia de una fuerte cobertura vegetal, evita los riesgos de elevadas erosiones del terreno. Esto no se refleja, sin embargo, en una buena disposición hacia las actividades agrícolas, ya que se ven dificultadas por la mala calidad de los suelos.


Es difícil distinguir zonas que se singularicen dentro del paisaje calañés, debido a su uniformidad; pero, no obstante, y debido a los distintos usos que a su territorio se le ha dado, se puede hablar de dos espacios diferenciados dentro del término municipal, en los que la relación entre el hombre y el medio ha marcado espacios más o menos antropizados.
El primero de estos espacios singularizados quedaría constituido por la Tierra Minera, enclave situado al Noreste del municipio, sobre el cual se han desarrollado las actividades de carácter minero y el poblamiento municipal. Este ámbito geográfico tendría como límite el río Odiel por el Este, La Zarza y la delimitación con El Cerro al Norte, la Sierra del Aguila al Oeste y al Sur las sierras Ortiz, Alamillos y del Turmio. Este espacio ha sido el lugar de localización preferente de la minería local y, como consecuencia de ello, también de los diferentes núcleos de población. La cabecera del término, Calañas, situado en el centro estratégico de las barriadas y yacimientos mineros, es, además, el nodo principal de una red de carreteras locales que confluyen en la misma. Por esta zona discurren los trazados de las diversas líndas de ferrocarril, activas o abandonadas. Ello da lugar a que este espacio de Calañas sea un espacio sumamente antropizado, donde el hombre ha ejercido una fuerte presión sobre el medio, modelando y transformando el territorio en función de sus necesidades.


En cuanto a la vegetación,tenemos que destacar, en primer lugar, la gran importancia de los espacios forestales, que ocupan aproximadamente el 80 por 100 de la superficie del término, Estos espacios son producto de intensas repoblaciones realizadas durante la segunda mitad del presente siglo. Más de la mitad de la superficie territorial de Calañas se encuentra ocupada por el eucalipto, representado por las especies Eucalyptus camaldulensís, y sobre todo el Eucalyptus globulus, que encontramos en grandes plantaciones en terrenos aterrazados. De importancia económica, dado que ocupa unas 10.000 hectáreas, se encuentra muy repartido por todo el término municipal, formando ya parte del paisaje calañés. Ocupando una menor extensión, encontramos repoblaciones de pino piñonero en el margen derecho del río Odiel, normalmente formando manchas entre los espacios ocupados por el eucaliptar. La encina forma paisajes adehesados, sobre una superficie que afecta al 7 por100 del territorio, pero se concentra sobre todo en la zona del Noroeste. Por último, los matorrales y pastizales ocupan una cuarta parte de la superficie total.

Se puede afirmar que la constitución física del territorio ha influido notablemente en la estructuración socioeconómica del municipio. Una escasa capacidad agrológica, unida a la riqueza geológica de su subsuelo, vertebraron y volcaron la vida económica del municipio sobre las minas y las actividades ganaderas y forestales a lo largo de su historia.

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