Los
dos de abril se repiten ritos ya tradicionales que se están convirtiendo en autóctonos.
La
televisión bombardea viejos slogans, aparecen algunas escarapelas
con olor a naftalina y se limpian plazas desusadas y olvidadas para poner palcos
oportunistas y poder
agorar oratorias patrioteras.
Nos acordamos nuevamente que las Malvinas
son argentinas y nos quedamos con el sabor amargo en la boca por lo que
perdimos.
Pero
algunas consideraciones son saludables. ¿Las perdimos? ¿Alguna vez las
tuvimos? ¿Estábamos en condiciones de reclamarlas? ¿Estamos?
Echar luz
sobre estos puntos es necesario. Es tiempo
de que perdamos el miedo a la crítica
y la objetividad y dejemos de considerar como traidor a la patria a aquel que lo
haga. Es necesario, primero porque es sano dudar hasta de nuestras mayores
certezas y, segundo, para que el sabor amargo sea más digerible. Ése es el objetivo
de este escrito.
Esta demostrado que los 2.000.000 Km2 que componen el actual territorio continental argentino fueron conquistados partiendo de cero, a través de una lucha armada de más de cien años, enfrentando toda clase de enemigos, resistencias y obstáculos.
Es
de destacar el importantísimo papel que cupo a Buenos
Aires y las Provincias Unidas en el logro de la hegemonía en el río
de la Plata y en la conquista de territorios sudamericanos para la independencia
y constitución
de las repúblicas del nuevo mundo poniendo en evidencia las conquistas
argentinas realizadas en el curso de dos siglos en las tierras y mares del
lejano sur atlántico y antártico.
Como
lo ha enseñado Carlos Escudé en varios de sus escritos, la población
argentina ha estado
sometida desde hace más de setenta años a una deliberada, persistente e
insidiosa acción psicológica de la misma índole de la que se practicó sobre
los pueblos de Alemania
e Italia
bajo Hitler
y Mussolini, con respecto a las reales e imaginarias reivindicaciones
territoriales de esos países.
En
colegios, cuarteles, academias y oficinas; por radio,
cine,
prensa
y televisión,
desde la infancia
hasta la senectud, se ha martillado y remachado en la cabeza de los argentinos
la doctrina de que a partir de su independencia su país ha sufrido sucesivas
desmembraciones territoriales, algunas de ellas irreversibles, como las de los
territorios que ocupan Paraguay,
Uruguay
y Bolivia,
que habríamos debido recibir como presuntos herederos legítimos del Virreinato
del Rió de la Plata, y otras que justificarían hasta el recurso extremo de la guerra,
con su secuela de muerte,
destrucción, odio y sufrimiento, como las que versan sobre algunos islotes en
la zona del canal
de Beagle caso en el cual estuvimos a punto de ir a la guerra con
Chile en 1978 de no haber sido por la mediación papal desesperada.
Con
menos convicción en cuanto a su efectiva conquista por las armas,
pero con igual perseverancia, se ha inculcado a los argentinos el articulo de fe
de que son propietarios exclusivos de un vasto sector del continente antártico,
cuya obligatoria inserción despoja de realismo
y perspectiva a los mapas
de la república cuyo extenso territorio real (es decir, el que se extiende
desde La Quiaca hasta Tierra
del Fuego) queda empequeñecido y descentrado por el artificioso injerto del
descomunal triangulo invertido que se supone tan argentino como la pampa o los
valles calchaquíes.
El
más somero análisis
histórico revela que estas afirmaciones dogmáticas, que han ido adquiriendo un
carácter
sacro indiscutible, son altamente cuestionables cuando no directamente falsas.
Con respecto al mito
del desmembramiento, es de lectura
imprescindible el brillante trabajo
del coronel (RE) Rómulo Menéndez "Las conquistas territoriales
argentinas" (Bs. As. 1982), donde se demuestra acabadamente que, lejos de
haber perdido territorio, el actual estado argentino es el fruto de una
persistente y efectiva acción expansiva que a lo largo de un siglo multiplico
por lo menos tres veces el territorio nacional originario.
Históricamente,
hay que tomar en consideración, sin mayores ambiciones revisionistas, ¿dónde
nace el
Estado Argentino?. La mayoría de los autores nacionales consideran
que, si bien 1853 fue una fecha importante, el Estado nace en 1862 con Pavón,
lo que significó la anexión de Buenos Aires y la enmienda de la Constitución.
Pero el Estado que nacía no era consecuencia de la colonia que se iba. (Incluso
recordemos el
trabajo que le costó a esa colonia establecerse y mantenerse en
Malvinas por la famosa Cuestión del Pacífico y la previa fundación francesa,
por más de que eran aliados en el Pacto de Familia)
El Estado naciente partía de cero. Considerar al Estado Argentino naciente como
mero heredero del saliente es una falacia que, según Rómulo Menéndez es
necesario evitar.
Por otro lado, la ocupación inglesa fue pública, conocida, pacífica y con ánimos
de dominación. No hubo respuesta Argentina ni mucho menos reclamos sino hasta
muy entrado el siglo XX. Y vaya otra observación,
si bien la por entonces Sociedad
de Naciones existía, no había mecanismos efectivos ni reglas claras para
elevar ningún reclamo serio, menos si afectaban a los intereses de las
potencias "centrales". Aún así, la bilateralidad estaba permitida,
pero los reclamos no llegaron.
En
cuanto a la ocupación inglesa de Malvinas, se enmarca en la figura de la
Adquisición por Prescripción, que es un medio derivativo de adquisición
territorial ya desusado y propio de tiempos en los que la explosión de los
medio de comunicación
de investigación
y de transporte
aún no hacía sentir sus efectos, y en la
tierra quedaba algo de res nulis.
Según esta figura, pasado un determinado período de tiempo sin haberse
efectuado los reclamos pertinentes (en este caso del joven Estado Argentino), el
territorio en cuestión pasa a manos del ocupante, si se quiere, interpretando
el derecho que tanto no le debe interesar al "invadido".
Todos
conocemos que el gobierno militar genocida interno argentino estaba en franca
decadencia. Que la crisis
humana y social también estaba haciéndose económica, era y es sabido por
todos, que la falta de cohesión interna se hacía sentir a balazos y torturas.
En
este escenario, e intentando un manotón desesperado, se echó mano a Malvinas,
quizás como se podría haber manipulado otro elemento emotivo. El gobierno
genocida decidió echar mano a un elemento básico de la política:
la creación y demonización de un enemigo externo para solucionar faltas
de apoyo y cohesión interna. Y ahí entró Malvinas. Y ahí entro el eslogan
que hoy seguimos repitiendo los dos de abril.
El
proceso
fue simple: se busca un elemento emotivo con algo de base, se lo multiplica ad
infinitum, se utiliza la
educación nacional y la prensa (en un ejemplo claro de lo que en
política se considera como regla de la transfusión), se actúa y se cohesiona.
Si los resultados de la arrojada empresa
son positivos, se jactan de haber interpretado el deseo popular y, si no lo son,
se procede a la victimización y al determinismo de su gestión.
Nuestros militares genocidas siguieron el manual
al pie de la letra.
Por más que la condena pública sea generalizada para con las gestiones y los
gobiernos castrenses argentinos, seguir postulando que las Malvinas son
argentinas es caer en una justificación que no merecen.
El
caso de las Malvinas exhibe la singularidad de tratarse del único territorio
del cual la Argentina (o de lo que de ella existía en 1833) haya sido despojada
por la fuerza.
Lo cual no significa que los derechos
argentinos sobre las disputadas ínsulas sean tan terminantes ni decisivos como
nos lo quiere hacer creer la acción psicológica oficial (y en buena medida lo
ha logrado).
Para
quien quiera ilustrarse seriamente sobre este tema, recomiendo la
lectura del libro
"La Argentina vs. las grandes potencias" (Bs. As., 1986) No interesa
aquí el cotejo de los respectivos méritos de las reclamaciones argentinas y
británicas sobre las Malvinas, sino más bien mostrar cómo una cuestión que,
dentro del conjunto de los problemas
argentinos, es notoriamente marginal y de escasa monta ha sido magnificada por
la propaganda
hasta convertirla en una especie de causa sagrada, de cruzada redentora en la
cual los argentinos deberían estar dispuestos a derramar hectolitros de sangre
y sacrificar la riqueza nacional en aras de esta especie de Santo Erial.
A
poco que escarbemos encontraremos que el gran lavado de cerebro
colectivo en esta materia
comenzó hacia 1944, época en la que bajo el manto protector de una dictadura
militar despistada pero de indudable inspiración autoritaria y
fascista, se había apoderado de la conducción de la educación
pública y de la propaganda oficial una gavilla de nacionalistas
ultrarreaccionarlos que -en perfecta concordancia con las fantasías
hegemonistas de la casta militar- puso en practica una gigantesca campaña
educativa y propagandística destinada a crear en la conciencia
colectiva la convicción dogmática de que las Malvinas "han sido, son y
serán argentinas", proposición que no resiste el más módico análisis
lógico, histórico o siquiera gramatical, y que es manifiestamente
inconciliable con la realidad de que Gran Bretaña ejerce soberanía
sobre el archipiélago desde 1833, en tanto que España
mantuvo una tenua posesión -que abandonó en 1811- durante unas cuatro
décadas, y la Confederación Argentina ejerció su posesión en forma asaz
insegura durante sólo cinco años.
El
autoritarismo nacionalista no se alimenta de realidades sino de fantasías que
manipula para someter, a la población a sus designios, generalmente funestos.
Curiosamente, este tipo de campañas que pretende apelar a los más puros
sentimientos patrióticos de la buena gente (a la vez que a las mas primarias
tendencias cavernarias que todos llevamos adentro, más o menos escondidas),
tiene un nefasto efecto retroalimentador, por el cual sus victimas iniciales
(párvulos en edad escolar, soldados, empleados públicos, integrantes de
muchedumbre) quedan tan infectados, por el adoctrinamiento, que lo revierten
sobre los dirigentes de la sociedad (maestros, jefes militares, altos
funcionarlos, legisladores), y exigen de éstos comportamientos acordes con el
dogma que les ha sido inculcado.
A
su vez, los dirigentes se sienten presionados y obligados a actuar en
consonancia con la doctrina que ya ha sido internalizada por la masa de la
población, con lo cual se genera una causación circular de características
sumamente perversas y de una peligrosidad extrema.
Podrá
arguirse que esta suerte de adoctrinamiento presuntamente patriótico es en el
fondo inofensivo, y en todo caso benéfico y hasta necesario en un país
insuficientemente consolidado como nación.
Zarandajas de esta índole son las que condujeron a la criminal aventura de la
ocupación militar de las islas en 1982.
Ni
el dictador genocida Galtieri ni sus incubos Anaya y Costa Méndez se habrían
atrevido siquiera a pensar en tamaña locura, si no fuera porque tenían
conciencia del grado de condicionamiento psicológico del pueblo argentino, al
cabo de décadas de lavado de cerebro masivo (y del que ellos mismos,
seguramente fueron también victimas).
Habría
sido inexplicable, de otra manera, el entusiasmo futbolero con que la clase
media y alta Argentina llenaron la plaza de Mayo para vociferar su delirio ante
fatuo emulo del general Patton. Y, más aún, inimaginable la psicosis
colectiva que se apoderó de los argentinos, el triunfalismo vesánico, el
patrioterismo de la peor laya y, en fin, todos los comportamientos colectivos
patológicos de que hicieron derroche los argentinos en esas inolvidables y
abominables jornadas, en las que, al estilo de la plebe romana en el Coliseo,
aullaban de alegría por la carbonización de soldados Ingleses o por el
hundimiento de barcos "enemigos". Así como aplaudían con
inconsciente safismo el envío de adolescentes
atontados de hambre y de frío, a una muerte despiadada en medio del barro y de
la inmundicia. Quizá el único acto heroico en todo el repugnante episodio haya
sido la rendición del general Menéndez y la consiguiente salvación de diez
mil soldados.
Por
todo lo antes expuesto, es claro que las Malvinas no son argentinas y que caer
en semejante sentencia suena a fanatismo emotivo, a educación con orejeras. Y
sobre todo, tiende a justificar la locura a la que nuestros beneméritos
estrategas decidieron arrojarse.
Sin
embargo, la misma gente que se encoleriza frente a este enunciado, sabe que casi
con seguridad
las Malvinas jamás serán argentinas, pero no está dispuesta a decirlo
públicamente.
¿Porqué?
Porque intuye que el balance de costos
y beneficios personales sería negativo, ya que nadie los premiaría por decir
la verdad, mientras que existe una minoría activa que los castigaría,
acusándolos de traidores, o quitándoles el voto si son políticos.
Más
aún, saben que enfrentan un típico dilema del prisionero: si ellos dicen la
verdad, sus adversarios (también ellos convencidos de que las Malvinas jamás
serán argentinas) se envolverán en la bandera, los acusarán de traición, y
potenciarán los costos de haber dicho la verdad. Sus adversarios razonan de la
misma manera frente a ellos, y tampoco ellos dicen la verdad. Por lo tanto, la
política exterior argentina sigue persiguiendo una quimera.
La
mayoría de los Constituyentes de 1994 sabían que las Malvinas jamás serán
argentinas, pero debido al dilema del prisionero que enfrentaban, sancionaron la
Cláusula Transitoria Nº 1, que establece el mandato de intentar recuperar las
islas para todo gobierno argentino. Gracias a ello, ahora todo estadista
argentino que diga la verdad, viola la Constitución por decirla.
Está
demasiado fresco el recuerdo sobrecogedor de la catástrofe como para que
echemos en saco roto la lección que de ella se deriva. Como igualmente vivido y
cercano está todavía el peligro al que se nos expuso de ir a una guerra
insensata contra Chile por unos peñascos perdidos en la inmensidad del mar.
Actuemos entonces en consecuencia y lancemos una campaña de reeducación
colectiva, para borrar de las mentes argentinas todo el conjunto de mentiras, de
fantasías y de malas pasiones que se les ha inculcado durante tanto tiempo por
los gobiernos totalitarios (y aun por los constitucionales, a su vez
condicionados por la misma campaña).
Sólo
de esa manera podremos asegurarnos que no se repitan tan aventuras sangrientas
en que nos comprometieron los autócratas y genocidas del pasado reciente. Las
Malvinas no son argentinas, los pibes que murieron en ellas, sí.
el
templo de jerusalem visto por sus enemigos
DECLARATORIA
DE TIBERIVS ALEXANDER
HYEROSOLIMA
EX
CONSVL DE NERON - EX PRO CVRATOR IVDAEA - JEFE CONSEJO DE GUERRA DE TITVS
EL
TEMPLO ES PARA LOS JUDIOS MURO DE DEFENSA, ALMACEN DE VIVERES, DEPOSITO DE
HEMOS
VISTO LA CONSISTENCIA Y GRANDEZA DE SUS PORTICOS, ATRIOS Y LAS DOBLES
EN
SUMA, CONSIDERO LAS RAZONES EXPUESTAS COMO HARTO SUFICIENTES PARA JUSTIFICAR SIN
DEMORA LA DESTRUCCION DEL TEMPLO DE NUESTROS ENEMIGOS, PUES SOLO DE
=============================================================================
DECLARATORIA
DE SEXTVS CEREALIS - LEGATVS AVGVSTVS -
LEGIO V MACEDONICA
SI
LOS JUDIOS DECIDEN ABANDONAR EL TEMPLO Y DEPONER LA CRIMINAL FEROCIDAD DE
=============================================================================
DECLARATORIA
DE LACIVS LEPIDVS - LEGATVS AVGVSTVS -
LEGIO X FRETENSIS
NO
ACEPTO COMO RESIDENCIA DE NINGUNA DIVINIDAD LO QUE LOS JUDIOS LLAMAN EL
=============================================================================
DECLARATORIA
DE MARCVS ANTONIVS IVLIANVS - PROCVRATOR IVDAEA
LA
UNICA FUERZA POSIBLE QUE OBRA SOBRE EL ANIMO DE LOS JUDIOS PARA HACERLES
NOSOTROS,
LOS ROMANOS, SABEMOS QUE PODEMOS CONTRA ESOS MUROS, CONTRA ESE DIOS
=============================================================================
DECLARATORIA
DE TICIVS FRVGI - LEGATVS AVGVSTVS -
LEGIO XV APOLLINARIS
RUEGO
APROBACION, A LOS SACRIFICADOS COMANDANTES DE ESTE CONSEJO DE GUERRA,
=============================================================================
DECLARATORIA
DE TITVS FLAVIVS VESPASIANVS - CONSVL -
LEGIO XII FVLMINATA
LOS
QUE ENTABLAN LA GUERRA Y LA PIERDEN, SI NO SE DAN POR VENCIDOS, ES FACIL
EL
GRAN TEMPLO DE HYEROSOLIMA (JERUSALEM), ESTE EDIFICIO UNICO EN SU GENERO
POR
ESTAS MODESTAS RAZONES PERSONALES, Y POR RESPETO Y OBEDIENCIA A LOS DESEOS
=============================================================================
MEMORANDVM
XXIIX
A D X KAL MARTIAS MMDCCLX
OBLIGACIONES DEL VILICVS DE UNA VILLA ROMANA
VILICVS (SIERVO CAPATAZ CON MANDATO DE HASTA 8 SIERVOS)
I
- QUE SE COMPORTE SIGUIENDO LOS BUENOS PRRINCIPIOS.
II
- QUE RESPETE LOS DIAS FESTIVOS.
III
- QUE SE ABSTENGA DE TOCAR LO AJENO.
IIII
- QUE CONSERVE LO SUYO CON DILIGENCIA Y AAPACIGUE LAS DISPUTAS DE FAMILIA
SI
ALGUNO HA COMETIDO UNA FALTA, QUE APLIQUE UN CASTIGO PROPORCIONADO.
V
- QUE PROCURE QUE LOS SIERVOS ESTEN CUIDAADOS.
VI
- QUE NO PASEN HAMBRE NI SED Y QUE SE ABSSTENGAN DE HACER EL MAL Y DE ROBAR.
SI
EL VILICVS NO QUIERE HACER EL MAL, NO SE HARA.
SI
LO PERMITE, EL PATRONO NO LO DEJARA SIN CASTIGO.
VII
- QUE ESTE AGRADECIDO AL FAVOR RECIBIDO YY ASI ESTIMULARA A LOS OTROS A
IIX
- QUE EL VILICVS SEA CASERO, ESTE SIEMPREE SOBRIO Y NO VAYA A OTROS LUGARES A LA
BUSQUEDA DE FESTINES.
IX
- QUE SE RELACIONE CON LOS SIERVOS Y PROCCURE QUE HAGAN LO QUE EL PATRONO
X
- QUE NO CONSIDERE QUE SABE MAS QUE EL PAATRONO.
XI
- QUE TRATE A LOS AMIGOS DEL PATRONO COMOO SI FUERAN SUS AMIGOS.
XII
- QUE ESCUCHE A QUIEN SE LE HAYA ORDENADOO ESCUCHAR.
XIII
- QUE SUS PRACTICAS RELIGIOSAS SE LIMITENN A LOS RITUALES DE LAS ENCRUCIJADAS Y A
LOS DEL HOGAR.
XIV
- QUE NO SE LE FIE A NADIE SIN MANDATO DEEL PATRONO.
XV
- QUE EXIJA LA DEVOLUCION DE LO QUE EL PAATRONO HAYA FIADO.
XVI
- QUE NO PRESTE A NADIE NI SIMIENTE, NI AALIMENTOS, NI GRANOS, NI VINO,
XVII
- QUE MANTENGA RELACIONES SOLO CON DOS O TRES VILLAS RUSTICAS PARA PRESTAR O
TOMAR LO QUE SE NECESITE, Y CON NADIE MAS.
XIIX
- QUE TRATE FRECUENTEMENTE CON SU PATRONOO.
XIX
- QUE NO RETENGA A LOS OBREROS, A LOS JORRNALEROS NI A LOS VITICULTORES
XX
- QUE NO COMPRE NADA SIN EL CONSENTIMIENTTO DEL PATRONO.
XXI
- QUE NO QUIERA OCULTAR NADA AL PATRONO.<
XXII
- QUE ALEJE A LOS PARASITOS (CONVIDADOS DDE COSTUMBRE A LA HORA DE COMER).
XXIII
- QUE NO CONSULTE A LOS ARUSPICES, AUGUREES O ASTROLOGOS CALDEOS.
XXIV
- QUE NO AHORRE SIMIENTE, ES UNA MALA MEDDIDA ECONOMICA.
XXV
- QUE SUPERVISE TODOS LOS TRABAJOS PARA QQUE CONOZCA COMO SE HACEN.
XXVI
- QUE EL MISMO LOS REALICE A VECES SIN LLLEGAR A CANSARSE. COMPORTANDOSE ASI,
CONOCERA LAS POTENCIALIDADES DE LOS SIERVOS DE LA
XXVII
- QUE SEA EL PRIMERO QUE SE LEVANTE Y EL ULTIMO QUE SE VAYA A DORMIR,
MARCO
PORCIO CATO - EX AGRICVLTVRAE V
=============================================================================
F
O E
D V
S
EN
LOS SIGUIENTES PUNTOS SE BASA LA AMISTAD ENTRE LOS ROMANOS Y SUS ALIADOS,
DE
TODO LO QUE SE VENDA EN PRESENCIA DE ESTOS EL PRECIO SERA DEBIDO AL VENDEDOR
BAJO GARANTIA DEL ESTADO, DONDE ESTO SE REALICE, CUANDO ESTO SE EFECTUE
QUMRÁN
Uno de los descubrimientos de importancia más trascendental para el estudio de la Biblia, de su transmisión, y también para el estudio de ciertos aspectos de la vida y estado del judaísmo en la época de Cristo, es el que tuvo lugar en la zona de la desembocadura del Wadi Qumrán en el mar Muerto. Los primeros descubrimientos tuvieron lugar en 1946/47; y desde entonces se fueron sucediendo los acontecimientos, gracias a un intenso esfuerzo de exploración y excavación.
Plan
del artículo
I.
Khirbet Qumrán
II.
Descubrimientos
III.
Excavaciones en 1Q
IV.
Arqueología de Khirbet Qumrán
V.
Catálogo de cuevas y mss.
VI.
Identificación de los qumranitas
VII.
Jesucristo y los esenios
VIII.
Literatura bíblica: AT
IX.
Literatura bíblica: NT
I.
Khirbet Qumrán
Situación:
Khirbet
Qumrán (o ruinas de Qumrán) es un tell que se halla á 13 Km. al sur de
Jericó y a 2 Km. de la costa occidental del mar Muerto, sobre los
acantilados que se hallan tras la estrecha franja costera, cerca del oasis
de Ayin Feshja.
II.
Descubrimientos.
En
varias publicaciones se halla la historia de un muchacho beduino que, a
fines de mayo de 1947, se internó solo por los agrestes parajes cercanos
a Ayin Feshja en persecución de una cabra que se le había escapado, y cómo,
cansado, se sentó, y descubrió un orificio en la ladera. Esta historia
sigue afirmando que el joven marchó aprisa de allí atemorizado, y que
volvió al día siguiente con un amigo suyo para investigar más a fondo.
Habiendo descubierto varios recipientes que contenían rollos, los
vendieron a un comerciante de Belén. La realidad es algo distinta. El
hallazgo tuvo lugar a fines de 1946. Tres pastores que se hallaban por los
alrededores del oasis de Ayin Feshja, no lejos de las ruinas de Qumrán,
fueron los descubridores. Yuma Mohamed Jalil tenía la obsesión de que si
exploraba las cuevas suficientes hallaría un tesoro de gran valor. Acompañado
de otros dos amigos, de la tribu beduina seminómada ta'amireh, llamados
Jalil Musa y Mohamed Ahmed el-Hamed, guardaban los rebaños en aquella
región. Yuma se dio cuenta de dos a modo de agujeros que se abrían sobre
una de las paredes del acantilado. Subieron hasta allí y pudieron
constatar que el agujero superior permitía el paso de una persona
delgada. Al arrojar una piedra adentro, oyeron un ruido como si hubiera
tocado un recipiente de barro. Llenos de curiosidad, pero impedidos de
seguir explorando porque estaba cayendo la noche, él y sus amigos
tuvieron que dejar la búsqueda para un día más oportuno. Dos días
después, Mohamed Ahmed el-Hamed se dirigió allí a solas. Una vez dentro
de la cueva, descubrió diez jarras de pie a lo largo de la pared de la
cueva, algunas con su cubierta. Había muchos cascos de jarras rotas. Sólo
en una de las jarras tapadas encontró dos paquetes, envueltos en telas, y
empapados de algo negro. Al enterarse los otros dos de este hallazgo, y
enfurecidos por la escapada del primero, llevaron los rollos a un
carpintero dedicado también a las antigüedades en Belén. No llevando éste
ninguna gestión a cabo, se pusieron por fin en contacto con Jalil
Iskandar Shalim, un zapatero/anticuario también de Belén. Esto sucedía
a principios de abril del mismo año. Finalmente, después de varias
incidencias, Su Gracia Mar Atanasio José Samuel, arzobispo sirio de San
Marcos de Jerusalén, se hizo con los tres rollos descubiertos en la
primera incursión de los beduinos en la cueva, que resultaron ser el
famoso «Rollo de Isaías», con el texto completo (1QIs'), el «Comentario
de Habacuc» (1QpHab), y la «Regla de la Comunidad» (1QS), además de un
cuarto rollo procedente de una segunda incursión de los beduinos en la
cueva, que resultaría ser el «Génesis Apócrifo» (1QApGen).
En
la segunda incursión se consiguieron otros tres rollos, además de dos
jarras, que finalmente fueron a parar a manos del doctor E. L. Sukenik,
que era a la sazón rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Éstos
resultaron ser: una colección de «Himnos» o Salmos (1QH); la «Regla de
la Guerra» (1QM), y un rollo incompleto de «Isaías» (1QIs'), que
pasaron a la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Por
medio de un bibliotecario sirio, el doctor Sukenik pudo llegar a ver los
rollos del arzobispo Atanasio, pero no consiguió adquirirlos.
Después
de la primera guerra árabe-israelí, el arzobispado de Mar Atanasio
precisaba de dinero para hacer frente a ayudas a personas necesitadas, y
recurrió a su venta en Estados Unidos. Finalmente, después de varias
peripecias y negociaciones, los cuatro rollos quedaron en posesión de
Israel, que los adquirió por medio de personas interpuestas para que los
vendedores no conocieran el destino final de los rollos, y fueron
depositados en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Yigael Yadin, el hijo
del doctor Sukenik, fue quien dirigió la operación de la compra por
medio de un abogado. La operación de compra tuvo lugar a mediados de
1954.
III.
Excavaciones en la Cueva 1 (1Q)
Al
llegar a conocimiento de las autoridades de Jordania lo referente a los
hallazgos del mar Muerto, se preparó una expedición formal que excavó
la cueva 1 de Qumrán, desde el 15 de febrero hasta el 5 de marzo. Esta
excavación fue emprendida conjuntamente por el Departamento Jordano de
Antigüedades y por la Escuela Bíblica de Jerusalén, bajo la dirección
de G. L. Harding y del P. Roland de Vaux. Se hallaron muchos cascos de cerámica
rota, provenientes de al menos cincuenta jarras; numerosos trozos de
tejido semejantes a los que habían envuelto los mss. descubiertos, y 900
fragmentos de mss., casi todos ellos de piel, más unos pocos fragmentos
de papiro. Era evidente que los siete rollos que habían sido descubiertos
constituían una fracción de los que habían sido originalmente
depositados en la cueva. Esta cueva es la que en la actualidad recibe el
nombre de 1Q.
IV.
Arqueología de Khirbet Qumrán
Intrigados
y deseosos de hallar alguna luz acerca de la procedencia de estos textos,
se emprendió una expedición para explorar el tell de Khirbet Qumrán y
dilucidar una posible relación entre los textos y las ruinas adyacentes.
Así, el Departamento de Antigüedades de Amán, el Museo Arqueológico de
Palestina, y la Escuela Bíblica de Jerusalén, llevaron a cabo cinco
campañas entre los años 1951-56, dirigidas por los mismos G. L. Harding
y el P. R. de Vaux. Descubrieron unas ruinas de una extensión aprox. de
80 x 80 m. de lado, de forma aproximadamente rectangular y de apariencia
imponente. Había una torre junto a la puerta de entrada, varias salas
para diversos propósitos, y una serie de estanques unidos entre sí
mediante una red de acequias, y que recibían el agua de una cisterna. Una
gran grieta atraviesa todo el conjunto de norte a sur, y pasa por dos
estanques. Esta grieta pertenece al terremoto del que informa Josefo (Ant.
15:5, 2), y que tuvo lugar en el año 31 a.C.
En
las excavaciones se apreciaron distintos niveles. La evidencia de campo
revela que ha habido una ocupación desde los siglos VIII a VII a.C. Una
cisterna circular procede de esta época. Es posible que fuera Uzías
quien construyera una fortaleza en este lugar (cfr. 2 Cr. 26:10). Sin
embargo, la ocupación principal es la de la época de Hircano I (134-104
a.C.). La ocupación siguió ininterrumpidamente hasta el terremoto del año
31 a.C. Posteriormente, volvió a ser ocupada desde los alrededores del año
3 d.C. hasta el 68 d.C., en que debió ser tomada por los romanos en sus
operaciones de limpieza conjunta a la toma de Jericó. Los restos arqueológicos
indican un final violento de esta fase. Los muros fueron derribados, y hay
una capa de ceniza que cubre la extensión de la localidad. Asimismo, se
encontró una buena cantidad de cabezas de flecha. Se discute la
posibilidad de que los mismos ocupantes de Qumrán se defendieran, o que
el emplazamiento fuera tomado, a raíz de la sublevación contra Roma, por
los rebeldes judíos. Hay adicional evidencia de ocupación romana hasta
el año 86 d.C. Es evidente que allí quedó una guarnición hasta la
total pacificación del país. La siguiente fase fue su ocupación por los
fieles de Bar Koqueba (132-135 d.C.). Esta última ocupación está
relacionada con los hallazgos del Wadi Murabba'at y Nahal Hever.
Al
reanudarse la ocupación de Qumrán, se evidencia una nueva etapa de
construcciones. En el curso de las excavaciones se identificaron las
siguientes instalaciones:
(a)
Salones de reunión;
(b)
scriptorium, o local donde se llevaba a cabo la copia de mss.;
(c)
cocina;
(d)
lavadero;
(e)
talleres de alfarería;
(f)
molinos de harina;
(g)
hornos;
(h)
diversos talleres de trabajo.
La
datación de estos hallazgos se hizo mediante diversos métodos: paleografía,
datación radiocarbónica, determinación de la naturaleza histórica de
los principales niveles arqueológicos de Qumrán (helenístico y romano)
y el examen de varios cientos de monedas halladas en las excavaciones, que
limitan el período principal de ocupación entre las fechas de 135 a.C. a
68 d.C. La datación de los mss. de la primera cueva (1Q) se hizo mediante
análisis paleográficos, como ya se ha indicado. Albright asignó a los
mss., en base a su comparación con el papiro Nash, la edad de fines del
período macabeo, alrededor del año 100 a.C. La prueba del radiocarbón
dio la edad de 33 d.C. ±200 años (fecha posteriormente asignada a 20
a.C.).
No
lejos de las ruinas se descubrió un cementerio con más de mil
sepulturas, bien alineadas. Aunque la mayor parte de los enterramientos
son de varones, había también algunos de mujeres y niños.
Quedaba
en pie la cuestión de si había relación entre los mss. de las cuevas y
las ruinas de Qumrán. El hallazgo de varios tinteros y de una mesa y
banquetas en la estancia que había sido utilizada como «scriptorium» ya
indicaba una relación entre ambos lugares. La fecha de los mss. se
correspondía con la de ocupación de Khirbet Qumrán. Se halló
finalmente una gran cantidad de piezas de cerámica idéntica a la
descubierta en la primera cueva, e incluso una jarra idéntica a la usada
para depositar los rollos. De manera que queda bien establecido el enlace
entre ambas localidades.
¿Quiénes
eran los ocupantes de Qumrán? Se barajaron muchas posibilidades en
aquellos primeros años de las excavaciones. Unos (Wieder, Szyszman y
Zeitlin) sugirieron que eran caraítas; otra hipotética identificación
fue la emitida por Teicher, según quien se trataría de ebionitas; otros
(Roth, Driver) han propuesto su identificación con los zelotas; incluso
se ha querido identificarlos con los saduceos (Habermann) y con los
fariseos (Rabin). La mayor parte de los autores se inclina en la
actualidad por la postura de que los qumranitas eran una comunidad esenia.
En la sección VI (Identificación de los qumranitas) se tratará esta
cuestión con una cierta extensión. Se debe señalar, sin embargo, que la
séptima cueva de Qumrán (7Q) es independiente de Khirbet Qumrán, por
las razones que se exponen en la sección IX (Literatura Bíblica: NT).
V.
Catálogo de cuevas y manuscritos
Se
hallaron en Qumrán mss. bíblicos y no bíblicos en las lenguas hebrea,
aramea y también en griego. La riqueza, antigüedad y relevancia de estos
hallazgos hicieron que Albright afirmara: «Éste es el mayor
descubrimiento de los tiempos modernos.»
El
total de cuevas exploradas es de once. A cada una de ellas se le ha
asignado una notación. Así, las cuevas son 1Q (primera cueva de Qumrán),
2Q... 11Q. Para denominar a los mss., se usa la procedencia de la cueva, y
unos símbolos concretos. Por ejemplo, el «Comentario de Habacuc»,
hallado en la primera cueva, tiene la designación de 1QpHab (la letra «p»
designa que el escrito es un comentario).
La
cantidad aproximada de materiales es de 40.000 fragmentos, que representan
a 500 libros; de ellos, sólo unos pocos se han recuperado íntegros; la
mayor parte son fragmentarios. Las cuevas que dieron mayor cantidad de mss.
fueron 1Q, 4Q y 11Q. Aquí, evidentemente, sólo se podrá mencionar un
cierto número de ellos, y tratar con una cierta extensión sólo acerca
de algunos particularmente importantes en las secciones VI, VII, VIII y IX
en las consideraciones correspondientes.
Cueva
1 (1Q).
Situada
a medio kilómetro al nor-noroeste de las ruinas de Qumrán y descubierta
a fines de 1946 en las circunstancias ya expuestas en la sección II. Fue
explorada meticulosamente del 5 al 15 de marzo de 1949.
A.
Hallazgos:
(1)
Literatura extrabíblica (incluyendo comentarios al texto bíblico):
Génesis
Apócrifo (1QApGen ar), en arameo. Se trata de una ampliación y
embellecimiento legendario de ciertos relatos de Génesis acerca de las
vidas de algunos patriarcas. Fue desenrollado en 1956. Su texto existe en
inglés en la edición de Geza Vermes: «The Dead Sea Scrolls in English»
(Los Rollos del Mar Muerto, Pelican Books A551, Londres, reimpr. 1968; en
adelante: Vermes, PP. 215-224).
Los
Himnos. Se conservan veinticinco de ellos (Vermes, p. 149; treinta según
E. Sen Montero, «Qumrán», Gran Enciclopedia Rialp; la diferencia en el
cómputo se debe a la dificultad en determinar dónde termina uno y
empieza otro, Vermes, ibid.). Se trata de una excelente muestra de la poesía
heb., de composición impecable. Son himnos de acción de gracias, y de
oraciones individuales. Se descubrieron siete copias, y el texto inglés
está dado en Vermes, PP. 149-201.
Rollo de la Guerra (1QM). Este rollo lo compró el doctor Sukenik a los beduinos en 1947. Su título actual es «La Regla de la Guerra». Da normas para una guerra escatológica de la comunidad contra los kittim y las naciones. Muestra la ordenación de las batallas a luchar, la disposición táctica del ejército, las edades de los asignados a cada servicio; da normas acerca del ministerio sacerdotal asociado con la marcha de la guerra, las descripciones de las armas a utilizar; da los textos de las arengas a lanzar, y del himno de acción de gracias a cantar después de la victoria, así como la descripción de la última batalla escatológica, con una relación de las siete fases de que se compone. El planteamiento es el de la guerra de «los hijos de la luz» en contra de «los hijos de las tinieblas». (Véase más abajo, sección VI, apartado Escatología.) El texto en inglés aparece en Vermes, PP. 122-148.
La
Regla de la Comunidad (1QS), en la que hay las diversas normas de
comportamiento en el seno de la comunidad, los requisitos y forma de
ingreso en ella, y las penas disciplinarias por quebrantamiento de las
reglas. Para el texto en inglés, véase Vermes, PP. 72-94. Había dos
anexos a él:
«La
Regla de la Congregación», con normas de comportamiento de la congregación
durante los días del conflicto final y la era del Mesías, designado 1QSa
(Vermes, PP. 118-121), incluyendo normas acerca del matrimonio, y
«El
Libro de las Bendiciones», designado 1QSb (Vermes, PP. 206-209), parece
que usados en la liturgia de la comunidad en anticipación de la
instauración de la era del Mesías.
Comentario
de Habacuc (1QpHab; texto inglés en Vermes, PP. 235-243). Se aplica el
mensaje de Hab. 1-2 a las circunstancias históricas del período. El
comentario incluye el texto heb. de los capítulos 1 y 2, que presenta una
estrecha relación con el Texto Masorético (TM). En él se hace una
forzada identificación de «los caldeos» con los «kittim»; una postura
que ha alcanzado mucha difusión es que por «kittim» se entiende a los
romanos; parece ser muy coherente con el contexto histórico. Fueron ellos
los que apuntalaron a la dinastía hasmonea, aborrecida por la comunidad
de Qumrán por haberse apoderado del sacerdocio en perjuicio de la rama de
Sadoc, a la que se mantuvieron leales. Este aspecto volverá a ser tratado
en la sección VII, en el apartado «Bosquejo histórico de los qumranitas».
Otro
comentario es el de Miqueas (1QpMi), que comenta Mi. 1:5-6 (Vermes, PP.
230-231).
(2)
Literatura bíblica:
Libro
del profeta Isaías. Se hallaron dos rollos en la primera cueva. El
primero (1QIsa) presenta el texto completo. Aunque exhibe un buen número
de cambios en escritura, en formas gramaticales, y otras variantes, es
notablemente idéntico al libro de Isaías en el TM (más consideraciones
se dan en la sección VIII). El segundo rollo de Isaías (1QIsb), aunque
incompleto, presenta una caligrafía mucho más bella, y un texto casi idéntico
al masorético. Se conservan parte de los caps. 41 y 43 a 66, junto con
algunos fragmentos de los capítulos anteriores.
Fragmentos
del Libro de Daniel (1Q71, 1Q72). En estos fragmentos se halla
precisamente el pasaje en el que se da el cambio de lenguas de heb. a aram.
(Dn. 2:4).
También
se hallaron en 1Q cinco pequeños fragmentos del libro de Levítico,
pertenecientes al «Código de Santidad» (Lv. 17-26); estos fragmentos
han sido fechados por A. Parrot como anteriores al siglo V a.C.
Cueva
2 (2Q).
En
febrero de 1952 los beduinos hallaron otra cueva, a poca distancia al sur
de la primera. De esta incursión consiguieron fragmentos de los libros de
Éxodo, Rut, Salmos, Jeremías, del Libro de los Jubileos, y otros
diversos, adquiridos por la Escuela Francesa de Arqueología y por el
Museo Palestino de Jerusalén. A la vista de estos hallazgos, se llevó a
cabo una expedición en toda regla, efectuándose la exploración de todo
el acantilado en el que se hallaba la cueva, con toda la región
circundante, en 8 Km. de extensión. Se descubrieron unas 170 cuevas, en
25 de las cuales se hallaron restos de cerámica, y en bastantes de ellas
rollos y fragmentos de mss. En la cueva 2Q se halló un rollo de Levítico
(2QLev).
Cueva
3 (3Q).
Se
hallaron restos de diversos libros canónicos, así como de literatura no
bíblica.
(1)
Literatura extrabíblica:
Rollo
de cobre (3Q15). Descubierto por el conde de Contenson en 1952 estaba
dividido en dos porciones. Se hallaba sumamente oxidado, y no era posible
desenrollarlo, por lo que tuvo que ser cuidadosamente cortado en tiras Se
pudo leer bien. Da una relación de sesenta lugares de Palestina en los
que se habían escondido oro, plata, perfumes, rollos de mss., etc. La
cantidad total de metales preciosos relacionada es aproximadamente como
sigue: unas sesenta y cinco toneladas de plata y veintiséis de oro. Ha
habido autores que han considerado que estas cifras son fabulosas y que se
trata de una obra de ficción (J. T. Milik). Otros creen que se trata de
un tesoro real, ya desaparecido (K. G. Kuhn, C. Rabin y J, M. Allegro). La
hipótesis más plausible es esta última. Con Qumrán en manos zelotas
alrededor del año 68, d.C., no hubiera habido problemas para depositar
tanto el rollo como el tesoro en los parajes del desierto. El estilo del
rollo no es el que corresponde a una antigua leyenda sino que está dado
en un lenguaje árido de catálogo. El mismo hecho de que este catálogo
fuera inscrito en un rollo de material sumamente duradero y costoso le da
carácter oficial (cfr. Vermes, PP. 250-252). En realidad, no hay nada
implausible en estas cantidades de oro y plata.
(2)
Literatura bíblica:
Entre
varios fragmentos, destacan los que contienen el Salmo 2 (3QPs 2).
Presenta un lenguaje «mishnaico», y fue publicado en 1960 por J.
Allegro. Cross lo fecha en el año 75 d.C.
Cueva
4 (4Q).
Explorada
entre el 22 y 29 de septiembre de 1952, resultó ser muy abundante en mss.
Hay más de trescientos ochenta libros procedentes de esta cueva, de los
que hay cien copias de los libros canónicos, viéndose representado todo
el AT con excepción de Ester.
También
está representada la LXX. Para mencionar una pequeña cantidad de los que
han sido estudiados:
(1)
Literatura bíblica:
Libro
del Éxodo (4QEx'). Este texto está fechado alrededor del año 250 a.C.
Esta fecha ha quedado confirmada paleográficamente gracias a su comparación
con unos fragmentos de Wadi Daliyeh de carácter jurídico-administrativo
y que, por ello, están fechados (F. M. Cross, cfr. González Lamadrid: «Los
Descubrimientos del Mar Muerto» BAC, Madrid, 1973, pp. 77-78)
Libro
de Samuel. Dos fragmentos (4QSam a y 4QSam b). Este último presenta el más
antiguo texto conocido en escritura cuadrada, y se le ha asignado la fecha
de 225 a.C. (F. M. Cross, cfr. párrafo anterior). Contiene 1 S.
16:19-21:23, y afirman los especialistas que se trata de un texto superior
al del TM y LXX. En cambio, el fragmento de «Sam a» presenta un texto más
cercano a la LXX que al TM, además de presentar fuertes analogías con el
pasaje paralelo en Crónicas.
El
fragmento de Eclesiastés (4Q Qoh [Qoh = Eclesiastés]) presenta un
interesante problema para los adherentes a la escuela racionalista.
Fechado entre 175 y 150 a.C., y no siendo evidentemente el texto original,
destruye la opinión extendida que situaba su fecha de redacción en el
siglo II o I a.C.
El
libro de Jeremías está representado por dos fragmentos (4QJera y
4QJerb). El primero, al que Cross ha asignado una fecha de 175 a.C. y de
carácter protomasorético, y otro, también heb., pero del mismo tipo que
la traducción gr. LXX.
Entre
los diversos fragmentos del Libro de Daniel destaca 4Dna, fechado
alrededor del año 120 a.C. Ahora bien, según la crítica racionalista,
la fecha de redacción original era de alrededor del año 168 a.C. Este
fragmento de Daniel de tanta antigüedad muestra que su aceptación se había
generalizado en el seno de las diversas ramas del judaísmo, haciendo
totalmente insostenible la idea de que hubiera sido escrito sólo
alrededor de unos 50 años antes de la preparación de esta copia.
Otros
escritos bíblicos de Qumrán lo son varios fragmentos gr. de la versión
LXX, entre los que se hallan 4QLXX Lva, que es un fragmento de pergamino
con parte de Lv. 26; 4QLXX Lvb, cuatro fragmentos de papiro con partes de
Lv. 2-5; 4QLXX Nm, una membrana con partes de Nm. 3-4.
(2)
Literatura extrabíblica:
Florilegio
(4QFlor). Se trata de una combinación de pasajes de las Escrituras con
comentario para identificar a la comunidad de Qumrán con el Templo. El
texto en inglés se da en Vermes, PP. 245-247.
Comentario
al Salmo 37 (4QpPs 37), de carácter escatológico (Vermes, Pp. 243-245).
Testimonio
(4QTest). Se trata de un texto de carácter mesiánico, con textos de
Deuteronomio., Números., y un breve comentario sobre Jos. 6:26 (Vermes,
PP. 247-249).
Comentario
de Isaías. Hay cuatro fragmentos, 4QpIs a, b, c, d. Los fragmentos a y d
son de particular interés. El primero trata del famoso pasaje mesiánico
de Is. 11:1-3 (Vermes, PP. 226-229 para el texto de los cuatro
fragmentos).
Otros
interesantes comentarios son el de Oseas (4QpHos, Vermes, p. 231); de
Nahum (4QpNah, Vermes, pp. 231-234). Hay también otros fragmentos, como
las Bendiciones Patriarcales (4QPB, Vermes, p. 224); Leyes bíblicas
(4QOrdenanzas, Vermes, p. 249); cuatro textos aram. y uno en heb. de Tobías,
cuya redacción se asignaba antes a los siglos II o I a.C., y que ahora
tiene que proyectarse hacia atrás, a los siglos V o IV a.C.; finalmente,
se puede mencionar la Oración de Nabónido, fragmento en arameo (Vermes,
p. 229), de gran interés, porque demuestra que este personaje, padre de
Belsasar, era conocido de los judíos en la época intertestamentaria.
Cuevas
5 y 6 (5Q y 6Q)
En
ellas no se ha descubierto gran abundancia de material. Sí se deben
mencionar un ms. de Isaías (5QIs) y un ejemplar del Documento de Damasco
(6QDD), cuyo texto da Vermes, PP. 97-117.
Cueva
7 (7Q)
Fue
descubierta y excavada del 16 al 19 de febrero de 1955, dentro de un plan
sistemático de excavaciones, bajo la dirección de Hassan Awad. Se
hallaron los restos de dos jarras grandes y fragmentos de otras, además
de varios fragmentos de literatura en gr., que fueron provisionalmente
atribuidos a la LXX. Se trataba de fragmentos de papiro escritos por una
sola cara, lo que indicaba que habían pertenecido no a códices, sino a
rollos. Esto constituyó ya una indicación inicial de antigüedad. No se
halló ningún otro tipo de mss. que éstos.
En
la edición «princeps» publicada para poner estos fragmentos al alcance
de los especialistas (editores: M. Baillet, J. T. Milik y P. R. de Vaux:
«Discovertes in the Judaean Desert III», Oxford University Press, 1962)
ya se había logrado la identificación de los fragmentos 7Q1 y 7Q2, con
Éx. 28:4-7 y Jer. 5:43-44 respectivamente. Se insinuaba que 7Q3 a 7Q5
pudieran corresponderse asimismo con pasajes bíblicos, y los 13 restantes
quedaban totalmente indeterminados.
Después
de penosos estudios, sin embargo, José O'Callaghan, S. I., conseguía
identificar varios de los fragmentos con pasajes del Nuevo Testamento. La
relación es la siguiente:
7Q4,
1 Ti. 3:16; 4:1, 3;
7Q5,
Mr. 6:52-53;
7Q6-1,
Mr. 4:28;
7Q6-2,
Hch. 27:38;
7Q7,
Mr. 12:7;
7Q8,
Stg. 1:23, 24;
7Q9,
Ro. 5:11, 12;
7Q10,
2 P. 1:15;
7Q15,
Mr. 6:48.
Datación
de los fragmentos.
Como
podrá comprenderse, ésta es una cuestión de inmensa importancia, porque
los resultados inciden directamente sobre toda la discusión de la
transmisión de los textos del NT y de su formación. Los resultados
quedan fuertemente condicionados por las siguientes observaciones: antes
de la identificación de los fragmentos se había fechado arqueológicamente
el cierre de la Cueva 7 en el año 70 d.C. Por otra parte, M. Baillet
afirma en un artículo («Les manuscrits de la grotte 7 de Qumrân et le
Nouveau Testament», en Biblica 53 [1972], p. 515): «7Q4-18: entre el 50
antes y el 50 después de Cristo», confirmando la anterior datación al
mismo efecto dada por el prestigioso experto C. H. Roberts.
En
base a los criterios paleográficos (la comparación de la escritura con
escritos de edad fijada previamente), la situación es:
7Q4:
fecha asignada de alrededor de fines del siglo I d.C. (O'Callaghan: «Los
papiros griegos de la Cueva 7 de Qumrán», BAC, Madrid, 1974, en adelante
O'Callaghan, PP. 35-36);
7Q5,
fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., p. 45);
7Q6-1
y 7Q6-2, fecha asignada de mediados del siglo I (ibid., PP. 62, 63);
7Q7,
de primera mitad o mediados del siglo I (ibid. p. 68);
7Q8
igual a 7Q6, cfr. O'Calaghan, p. 72; 7Q9, mediados del siglo I, ibid, p.
73;
7Q10,
mediados del siglo I, ibid., p. 75;
7Q15,
primera mitad del siglo I, ibid, p. 76.
Estos
mss. son evidentemente copias, como lo demuestra el uso del estilo ornado
«zierstil» utilizado, con las líneas dispuestas de una manera
profesional y con las columnas justificadas. Aunque O'Callaghan indica una
fecha algo tardía para 7Q4, no debe tomarse como mínimo, sino más bien
como máximo. La sutil diferencia en el trazo bien puede haberse debido a
otra mano, y él mismo está dispuesto a aceptar una edad más cercana al
tercer cuarto del siglo I. La fiabilidad de este hallazgo y sus
implicaciones en las teorías acerca de la formación del canon del NT se
tratarán en la sección IX de este artículo.
Cuevas
8, 9 y 10 (8Q, 9Q y 10Q).
Estas
cuevas, exploradas durante el año 1955, no rindieron demasiado material.
Merece destacarse una filacteria (8QFiI). Los textos de los pergaminos
fueron publicados por Yigael Yadín en 1969 (cfr. «Biblical Archaeology
Review», sept./oct. 1984, p. 26), dando evidencia de cómo se doblaban
los textos y cómo se ataban.
Cueva
11 (11Q).
Esta
última cueva, la tercera en importancia por la cantidad de material
recuperado, fue descubierta y explorada en enero/febrero de 1956. Se citan
los siguientes hallazgos importantes:
(1)
Literatura extrabíblica:
El
Rollo del Templo (11QTs). Consta de 66 columnas, con una longitud total de
8,20 m. Su datación paleográfica lleva a asignarle una fecha de la época
herodiana tardía, de mediados del siglo I d.C. Y. Yadín, su editor
actual, observa que se trata de la fecha de la copia, no del original; en
opinión de Yadín, la evidencia interna del ms. conduce a asignar una
fecha de redacción de entre el 150 y 125 a.C. Ello queda confirmado por
la existencia de fragmentos de copias adicionales, y más antiguas, de
este documento, en 4Q, con una escritura hasmonea de alrededor del año
125/100 a.C., lo que, como mínimo, lo sitúa entre 150/125 a.C.
Toda
la evidencia apunta a que este texto constituía la ley básica de los
qumranitas, junto con la Ley de Moisés. El rollo contiene largos pasajes
que proceden del Pentateuco, incluso capítulos enteros. Un aspecto muy
característico, sin embargo, de 11QTs, es que en muchos pasajes es Dios
quien habla directamente en lugar de Moisés. Yadín señala que,
evidentemente, el autor quería presentar la ley como dada directamente
por Dios, sin intermediario. El contenido de 11QTs es el siguiente:
(a)
Planos del Templo a construir en el futuro mesiánico,
(b)
sacrificios del Templo
(c)
estatutos del rey:
(A)
acerca del matrimonio del rey
(B)
movilización durante la guerra
(C)
derechos limitados del rey al botín en la guerra (el diez por ciento),
(D)
constitución del consejo (compuesto por doce sacerdotes, doce levitas y
doce israelitas del pueblo),
(E)
puestos de autoridad subalternos;
(d)
leyes de la comunidad para el presente y para el futuro escatológico, en
el que los herederos del sacerdocio de Sadoc reinen en Jerusalén;
(e)
leyes de las fiestas, muchas de las cuales no son ordenadas en la Biblia,
(f) leyes sobre la idolatría, votos y juramentos, animales limpios e inmundos, impurezas rituales, leyes de testimonio, etc.
A
diferencia de la Ley de Moisés, que presenta una ordenación histórica,
esta Ley del Templo esta ordenada temáticamente.
En
esta Ley hay un gran rigor en las demandas. Por ejemplo, se prohíbe tener
relaciones sexuales en la ciudad de Jerusalén, así como hacer en ella
las necesidades. Todas las reglas de la purificación son de un fariseísmo
llevado a extremos de exacerbación.
También
se halló en 11Q un targum arameo del libro de Job, entre otra mucha
cantidad de literatura, cuya publicación se ha ido acelerando durante la
década de 1990 en adelante, debido a las presiones del grupo editorial de
Biblical Archaeology Review.
(2)
Literatura bíblica:
Libro
de los Salmos (11QPs). Fue desenrollado en noviembre de 1961. Se habían
hallado también fragmentos aparentemente pertenecientes al mismo rollo, y
otros materiales fragmentarios. De todo el conjunto de 150 salmos sólo se
han conservado treinta y seis, dispuestos en un orden distinto al canónico.
También aparecen ocho composiciones no canónicas en este rollo, de las
que cinco eran ya conocidas. Este texto concuerda, a todos los efectos, con
el TM.
Otras
cuevas.
A
dieciocho kilómetros al sur de Qumrán, en las cercanías del Wadi
Murabba'at, los beduinos hallaron unas cuevas con diversos mss. Este
hallazgo tuvo lugar en el año 1951. Después de una búsqueda sistemática
gracias a las pistas dadas por los beduinos, De Vaux descubrió una buena
cantidad de restos: de estas cuevas salió el más antiguo ms. heb.
conocido, un papiro fechado en el siglo VII a.C., anterior al exilio babilónico
(cfr. González Lamadrid: «Los Descubrimientos del Mar Muerto», BAC,
Madrid, 1973, PP. 50-51). También se encontraron muchos mss. bíblicos
fragmentarios, todos ellos con escritura protomasorética, una copia
fragmentaria de la versión gr. de los Profetas Menores (de alrededor del
año 150 d.C.); otro texto de los profetas menores, entregado por los
beduinos, y que afirmaban proceder de Murabba'at, fechado también por el
siglo II d.C., pero en lengua heb. de tipo premasorético, y conteniendo
desde la mitad de Joel hasta el comienzo de Zacarías; cartas escritas de
puño y letra del caudillo de la segunda insurrección judía contra Roma
(132-135 d.C.), a quien el Rabí Akiva había dado el nombre de «Bar
Coqueba» (hijo de la Estrella), en una blasfema alusión a la profecía
mesiánica de Nm. 24:17. También se descubrieron dos cartas dirigidas a
él. En base a los mss. de Murabba'at, que están bien fechados, ya que
algunos de ellos llevan inscrita su fecha de una manera expresa, y otros
se pueden datar por su marco arqueológico y monedas asociadas, se puede
establecer una base realmente fiable para los estudios paleográficos, y
asignar con toda confianza a los escritos heb. de Qumrán la fecha del
siglo I d.C. y anterior a él.
En
Masada, y entre otros varios materiales pertenecientes a la época de la
última resistencia de esta fortaleza contra los romanos (73 d.C.), se han
hallado, en excavaciones paralelas a las de Qumrán, unos pocos fragmentos
bíblicos del AT, veintiséis fragmentos (algunos grandes) del texto heb.
del libro apócrifo de Eclesiástico, y una copia de «La Liturgia de los
Ángeles», o «Cánticos del sacrificio del sábado», como otros llaman
a esta obra. Además de esta copia en Masada, se habían hallado otras en
Qumrán. Ello sugiere que quizás algunos de los qumranitas se unieran en
la última resistencia a ultranza contra los romanos (Vermes, PP.
211-213).
Otros
hallazgos dignos de mención son los de Nahal Hever, a seis kilómetros al
sur de En-gadi, donde en 1960 arqueólogos israelitas hallaron quince
cartas remitidas por o a Bar-Coqueba; nueve de ellas escritas en aram.,
cuatro en heb. y dos en gr. En 1961 se descubrieron sesenta y cinco
papiros adicionales y algunos documentos en pergamino, entre ellos algunos
contratos legales.
En
Khirbet Mird se hallaron restos de mss. en ár., gr. y aram., de los
siglos V a VII d.C., incluyendo el más antiguo fragmento gr. conocido de
Eurípides, 1.000 años más antiguo que los conocidos hasta la fecha.
Pero
fue en el Wadi Daliyeh, a catorce kilómetros al norte de Jericó y once
al oeste del Jordán, que se hizo un espectacular hallazgo. En la
exploración de 1963 dirigida por P. Lapp se descubrían, en la cueva «Mugharet
Abu Shinjeb», cuarenta papiros arameos procedentes de los años 375-335
a.C. Los mss. estaban sepultados en una cueva junto a los cadáveres de
quizá doscientos fugitivos samaritanos que, evidentemente, habían
intentado escapar a la cruel acción de las tropas de Alejandro Magno en
el año 331 a.C. Estos mss., de edad conocida, sirven a su vez como pauta
paleográfica para datar los mss. más antiguos de Qumrán (cfr. González
Lamadrid, op. cit, p. 86).
Identificación
de los qumranitas
En
el párrafo final de la sección IV, «Arqueología de Khirbet Qumrán»,
se presentaban las distintas posibles identificaciones sugeridas al inicio
de las excavaciones. Es evidente que las identificaciones con fariseos y
saduceos deben descartarse de entrada, por cuanto éstos no se
constituyeron en comunidad aparte ni se separaron del culto del Templo, así
como tampoco rechazaron los sacrificios en él. Tampoco puede tratarse de
ebionitas, ya que éstos surgieron mucho más tardíamente. Los documentos
de Qumrán están fechados entre 150 a.C. y 68 d.C., mientras que en la
tesis ebionita los escritos hubieran sido redactados mucho después del año
70 d.C., y guardados en las cuevas alrededor del año 303 d.C. Esta
postura se enfrenta de una manera patente a los datos arqueológicos y
paleográficos. La tesis de los caraítas es atractiva, por cuanto hay
ciertas importantes semejanzas. Pero los caraítas fueron fundados en el
siglo VIII d.C. por Anán. Es muy posible que recibieran su inspiración
de los escritos de Qumrán. Eran poseedores de copias del llamado «Documento
de Damasco», del que se han descubierto copias qumranitas muy anteriores
en 4Q y 6Q. Su identificación con los zelotas tampoco es satisfactoria.
Para establecer una identificación sobre una base algo sólida, se deben
estudiar los antecedentes de la comunidad.
Bosquejo
histórico del qumranismo
En
base a las alusiones dadas en el «Documento de Damasco», los fundadores
fueron elegidos en la «era de la ira» (cfr. 1 Mac. 1:66; 2:49), 390 años
después de la destrucción del Templo de Salomón por los babilonios. En
el estudio de Vermes (p. 62), se hacen unas correcciones cronológicas en
base a unos errores detectados en la literatura judía paralela acerca de
la dominación del imperio persa. Ello llevaría entonces al año 175 a.C.
Ésta es la época de Antíoco Epifanes, en la que surgieron los hasidim,
o «piadosos», que se opusieron totalmente a la helenización que Jasón
y Menelao querían introducir en Judea; siguiendo este proceso, Antíoco
impuso la prohibición de practicar el judaísmo. Muchos de los hasidim
huyeron al desierto (cfr. 1 Mac. 2:29-30), uniéndose sólo a desgana con
los macabeos (1 Mac. 2:42). Sin embargo, cuando Demetrio, hijo de Seleuco,
se apoderó del trono, nombró a Alcimo, de la casa de Aarón, como sumo
sacerdote de Israel. Los hasidim abandonaron entonces la lucha, dispuestos
a reconocerlo (1 Mac. 7:13-16), Sin embargo, sus esperanzas quedaron
defraudadas ante los turbios manejos de Alcimo, que hizo ejecutar a
sesenta de ellos. Huyeron entonces al desierto, desorientados. Fue
entonces que surgió la figura del «Maestro de Justicia», alrededor del
año 155 a.C. Impregnado de un intenso ideal sadoquita (la restauración
de un orden teocrático en Israel bajo el linaje sumosacerdotal de Sadoc),
asumió la dirección de los que rechazaban la helenización, por una
parte, y la asunción del sumo sacerdocio por personas ajenas a su línea,
por otra. En efecto, muerto Alcimo en el año 159 a.C., el pontificado había
quedado vacante. Jonatán Macabeo estaba entonces acaudillando la nación,
y eliminando la cultura helénica (1 Mac. 9:73). En el año 152 Alejandro
Balas lo designó sumo sacerdote. Sin embargo, Jonatán no era de la
descendencia de Aarón, ni de la casa de Sadoc. El «Maestro de Justicia»
rechazó de plano tal asunción al sumo sacerdocio (cfr. 1QpHab col. VIII,
Vermes, p. 240). Jonatán, junto con Simón, el otro «instrumento de
violencia» (cfr. 4QTest, Vermes, p. 248), se dedicó a reforzar las
defensas de Jerusalén y de las ciudades de Judea (cfr. 1 Mac. 12:35-38).
Perseguido,
el «Maestro de Justicia» tuvo que retirarse al exilio (1QpHab col. XI,
Vermes, p. 241). Como muestra Vermes de una manera rigurosa, el «Documento
de Damasco» (6QDD) así como los comentarios de Habacuc (1QpHab) y de
Nahum (4QpNah) concuerdan con las condiciones históricas del
establecimiento y decadencia de la dinastía hasmonea, aborrecida por los
qumranitas por su asunción del sumo sacerdocio.
Qumrán
y los esenios.
Un
examen de la vida de los qumranitas en base a los escritos descubiertos
muestra su identidad, prácticamente cierta, con los esenios. Son múltiples
los puntos de identidad entre lo que se afirma de los esenios en Josefo,
Filón de Alejandría y Plinio, y la descripción de la comunidad de Qumrán
por parte de los propios libros de ellos. Así, se pueden mencionar, entre
otros, los siguientes puntos comunes:
(1)
Vida y posesiones en común: cfr. Regla de la Comunidad (1QS, cols. i, v,
vi, Vermes, pp. 72, 78, 82) con Guerras 2:8, 3. Había dos niveles de
comunidad, la cerrada o «monástica», como la de Qumrán, y la de
ciudad, o «abierta» en lo que respecta a la comunidad de bienes. Sin
embargo, en esta última se ordenaba una solidaridad ilimitada (cfr.
Vermes, p. 29, y Documento de Damasco, 6QD, col. XIII, Vermes, p. 115).
(2)
Comida en común, que tenía carácter sacrificial, dándose al comedor el
carácter de santuario, RC, 1QS vi, Vermes 81; cfr. Guerras 2:8, 5.
(3)
Oraciones en común, RC, 1QS vi, Vermes 81; Guerras 2:8, 5.
4)
Baños rituales, RC, 1QS III y V, Vermes 75 y 79; cfr. Guerras 2:8, 5.
(5)
Norma de silencio en el sentido de no decir nada por hablar, RC, 1QS v,
Vermes 81; cfr. Guerras 2:8, 5.
(6)
Orden estricto para hablar, debiéndose pedir permiso, RC, 1QS vi, Vermes
81; cfr. Guerras 2:8, 5.
(7)
Obras de caridad, RC, 1QS iv, v, Vermes 76, 82; DD, 6QD vi, xiv, Vermes
103, 116; cfr. Guerras 2:8, 3-4.
(8)
Reglas de admisión, con diversas pruebas escalonadas, al cabo de las
cuales se era admitido tras terribles juramentos con bendiciones y
maldiciones, RC, 1QS i, v, vi, Vermes 72, 73, 79, 82; cfr. Guerras 2:8, 7.
(9)
El sábado: normas sumamente estrictas: ¡No se podía siquiera sacar un
animal de un hoyo en el que hubiera caído! Si se trataba de hombres en
peligro, sí se podía actuar, DD, 6QD xi, Vermes 133, cfr. párrafos 3 y
5; cfr. Guerras 2:8, 9.
(10)
Estaba prohibido tener relaciones sexuales en la ciudad del santuario (DD
xii, Vermes 113, cfr. 11QTs, el «Rollo del Templo», del que informa
Yigael Yadin que también tiene esta prohibición.
(11)
Secreto total acerca de las doctrinas propias y de los libros exclusivos
de la secta, RC 1QS ix, Vermes 88; DD, 6QD xi, Vermes 108; cfr. Guerras
2:8, 7.
(12)
Medidas de disciplina: Eran draconianas, RC, 1QS vi, vii, viii y ix; cfr.
Guerras 2:8, 8.
Efectivamente,
los libros de la secta no imponían un celibato absoluto, pero sí que
imponían normas de pureza ritual que hacía mucho más conveniente este
estado. El mismo Josefo reconoce que había esenios casados (Guerras 2:8,
13).
Con
respecto al tema de la identificación de los qumranitas con los esenios,
es de sumo interés un pasaje de Plinio el Viejo en su obra Historia
Natural. En un pasaje afirma él que los esenios tenían un centro en la
costa occidental del mar Muerto, al norte de En-gadi (Hist. Nat. 5:17), lo
que coincide con la situación de Qumrán.
En
relación con la identificación de los qumranitas con los esenios, llama
la atención el estudio de Morton Smith (Biblical Archaeology Review, sept./
oct. 1984, vol. X,
nº. 5: «The case of the gilded staircase»). En
base a su estudio de la columna 30 del «Rollo del Templo» (11QTs xxx)
afirma, con un vigoroso aporte de datos, que posiblemente una de las prácticas
secretas de la secta de Qumrán fuera la adoración del sol, como
representante visible de Dios. Para ello se apoya en el hecho de que en
este pasaje se halla el proyecto de una escalera toda recubierta de oro,
con un diseño muy especial, planeada para el futuro templo a construir
después de la victoria final. Morton argumenta que la fantasiosa exégesis
del AT de que dan evidencia los qumranitas hubiera posibilitado esta práctica.
Los judíos eran, en efecto, maestros de la casuística. En el «Talmud de
Babilonia» («Tratado Sanedrín», 17a, final), se preserva un dicho del
Rabí Judá: «Nadie puede sentarse en el sanedrín a no ser que sepa cómo
demostrar, en base a las Escrituras, que un reptil es un animal limpio» (¡!).
Esta práctica tendría mucho que ver con el nombre que tenían de «hijos
de la luz». Posiblemente explicaran su adoración al sol «como
representación de la divinidad», en forma parecida a como el catolicismo
romano y otras confesiones ritualistas intentan justificar el culto a las
imágenes, aduciendo que «se da culto a lo que la imagen representa, no a
la misma imagen». Pero lo realmente interesante en relación con estas
afirmaciones es que A. Edersheim, ya en 1883, apuntaba a esta misma
posibilidad respecto a los esenios (cfr. A. Edersheim: «The Life and
Times of Jesus the Messiah», vol. I, p. 327). Del estudio de Edersheim,
que dedica varias páginas a los esenios, se desprende además que el judaísmo
oficial consideraba perniciosos los escritos secretos externos («Sepharim
haChitsonim»), hasta el punto de negar la vida eterna a los que los
estudiaran (Edersheim, op. cit., vol. I, p. 333).
Recapitulación:
Los
qumranitas eran, por todo lo que antecede, un grupo muy riguroso que se
convirtió en secta inicialmente debido a su rechazo al servicio del
Templo, al creerlo contaminado por la accesión al sumo sacerdocio de
aquellos que no tenían derecho para ello, manteniéndose fieles a la casa
de Sadoc (cfr. Ez. 44:15). La forma final de su doctrina vino gradualmente
de su fe en sus propias y extremas interpretaciones, del liderazgo carismático
del Maestro de Justicia, de influencias persas de la época de la
cautividad, que también se dejaron sentir en el rabinismo, y de la
manipulación y ampliación de la Ley para hacerla concordar con sus
propios prejuicios. Eran hiperlegalistas, especialmente en lo que se
refiere a la práctica del sábado y a las leyes de la purificación. Hay
evidencias de que muchos de los qumranitas procedían de familias
sacerdotales. Eran los campeones de la imposición del dominio sacerdotal
sobre el Templo y todo Israel. Como se aprecia en los diversos mss., no
constituían un bloque monolítico, de la misma manera que de las
descripciones de los autores antiguos se ve que los esenios no constituían
un bloque, sino que, dispersos por toda Judea, incluyendo Jerusalén, había
comunidades cerradas a las que se unían otras formadas de miembros con
una vida más arraigada en lo cotidiano. Sin embargo, Josefo sitúa su número
en cuatro mil miembros.
La
concepción escatológica de los qumranitas era que los últimos
sacerdotes infieles de Jerusalén verían su dominio roto por el
invencible kittim (Roma; cfr. 1QpHAb, i). Una vez caído todo el mundo
bajo el poder de los kittim (1QpHab, ii), se lanzaría la proclamación de
guerra contra ellos por parte de los «hijos de la luz». Los detalles de
esta guerra para el establecimiento final del Reino de Dios y de la
supremacía del resto de Israel (con el que ellos se identificaban) se dan
en el libro «Reglas de la Guerra» (1QM). En esta guerra tendrían el
apoyo de los ejércitos celestiales contra los hijos de las tinieblas, que
a su vez serían apoyados por Belial con su ejército de demonios.
Destruidos éstos, sería establecido el Reino de Dios. Estaban también
previstas en otros escritos las normas para gobernar la vida del mundo en
los tiempos mesiánicos. En el tiempo de Su visitación Dios establecerá
la verdad para siempre, poniendo fin a la falsedad, enseñando a cada
hombre el conocimiento del Altísimo para que camine en su conocimiento
perfecto.
Como
se puede ver, una gran parte de la imaginería escatológica de Qumrán
está tomada del AT.
Es
evidente que todo lo anterior lleva a la identificación de Khirbet Qumrán
con las ruinas de un núcleo esenio, y que varios de los libros hallados
en las cuevas, como el Rollo del Templo (11QTs), la Regla de la Comunidad
(1QS) con sus apéndices (la Regla de la Congregación, 1QSa, y El Libro
de las Bendiciones, 1QSb), El Documento de Damasco (6QD), Las reglas de la
Guerra (1QM), y varios más de los mss. extrabíblicos, constituyen los «libros
secretos» que sólo los iniciados en el esenismo podían conocer.
VII.
Jesucristo, el cristianismo, y los esenios.
Varios
autores se sorprenden de que en el NT no se haga mención de los esenios.
Se debe recordar, sin embargo, que los esenios eran una comunidad
totalmente encerrada en sí misma, viviendo al margen del judaísmo en su
aspecto religioso y social. También se debe recordar que Josefo cuenta
cuatro mil esenios en Judea. Por ello, no es de sorprender que no jueguen
ningún papel patente en los Evangelios.
Hecha
esta salvedad, se deben hacer unas observaciones. Hay unas alusiones en
los Evangelios que se entienden bien como alusión expresa a las prácticas
de los esenios. Un ejemplo lo constituye el mandato del Señor Jesús en
el Sermón del Monte. Ordena El amar a los enemigos, en contra de la orden
dada de aborrecerlos (cfr. Mt. 5:43-44). Sin embargo, en los textos
hebreos del AT no existe tal enseñanza, ni en los rabínicos, como señala
Yigael Yadín. Esta enseñanza sí se daba entre los esenios, sin embargo.
En la «Regla de la Comunidad» (1QS) se da la orden de aborrecer para
toda la eternidad a los Hijos de las Tinieblas (1QS, I, IX). La mención
de este mismo hecho acerca de los esenios por parte de Josefo (Guerras
2:8, 7) da evidencia de que este rasgo era de dominio público.
Yadín
observa asimismo que el pasaje de Mr. 8:14-21 es una expresión a la vez
antifarisaica y antiesenia de Jesús. Hace mención de las doce cestas
recogidas con posterioridad a la multiplicación de cinco panes entre
cinco mil, y a las siete que sobraron después de repartir siete panes
entre cuatro mil. Los fariseos estaban asociados con los sacrificios del
Templo, donde estaban los doce panes de la proposición. En cambio, en el
«Rollo del Templo» de los qumranitas se disponen siete panes para la
ceremonia anual de ordenación de sus sacerdotes. Así, Yadín razona que
esta alusión sería doble, a fariseos y esenios. Evidentemente, Jesús
menciona realmente a los herodianos, no a los esenios. Pero Yadín señala
la afirmación de Josefo del gran favor en que los tenía Herodes, que los
protegía (Ant. 15:10, 5). No es la primera vez que se propone la
identificación de los herodianos con los esenios. A los herodianos, en
realidad, no se les conoce en absoluto, más que por ésta y otras
alusiones en el NT, y su perfil no está nada definido. Incluso un
historiador de la vida del Señor de la talla de Alfred Edersheim tiene
que decir, del partido de los herodianos, «pudiera haber sido...»,
refiriéndose a la teoría que haría de ellos un partido gentilizante.
Este apelativo pudiera haber sido popular, denotando a los objetos del
favor especial de Herodes, como lo eran los esenios.
Por
otra parte, hay autores que pretenden que el cristianismo surgió del
esenismo, y que Juan el Bautista era esenio. Sin embargo, la familia de
Juan estaba conectada con el Templo, y él nunca predicó en contra de
esta institución. Es evidente que hay una gran cantidad de elementos
comunes en la imaginería cristiana y la esenia. Después de todo, es
patente que ambas corrientes tienen un gran fondo común de contenido
veterotestamentario. Pero el contenido y desarrollo doctrinal del
cristianismo son tan diferentes del esenismo, y el cristianismo estaba tan
lejos de ser una sociedad hermética y legalista, que es inconcebible
mantener que éste se derive del esenismo.
Yadín,
por su parte, cree que Pablo fue el elemento clave en la liberación de
los cristianos con respecto a la Ley ¡inspirado en el esenismo! Aunque es
cierto que Pablo tuvo un importante papel en la proclamación del
evangelio de la gracia a los gentiles, y en la exposición de la relación
de la gracia con la Ley y de la abolición de ésta para aquel que ha
muerto en Cristo, fue Pedro quien recibió la visión que lo llevó a
predicar el Evangelio a casa de un gentil, y fue Jacobo, el presidente de
la iglesia en Jerusalén, quien dio la palabra decisoria sobre la libertad
de los cristianos procedentes de la gentilidad acerca de la Ley. Además,
todo el planteamiento de la cuestión era diferente en ambos casos. El
esenismo no liberaba a nadie del yugo de la Ley, sino que insistía aún más
que el rabinismo en sus preceptos. Sólo se mantenían apartados del
Templo de Jerusalén debido a la existencia de una línea de sacerdocio no
sadoquita. El cristianismo, bien al contrario, basa la abolición del
sistema sacrificial judaico en que las sombras, una vez cumplidas, dan
paso a la realidad.
Vermes
(op. cit.) sostiene en su libro (p. 46), una semejanza entre el concepto
esenio de sacrificio de uno mismo y el que da Pablo en Ro. 12:1: «Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional.» Pero Vermes pasa por alto que el concepto esenio
no puede ser análogo al paulino porque, en sus propias palabras, «la
comunidad atribuía un valor sacrificial al ejercicio de la virtud y al
sufrimiento... enseñaba (la comunidad) que una vida santa tenía un valor
expiatorio y santificante... era el verdadero remedio contra la enfermedad
del pecado y de la culpa... el vehículo de la sanidad y de la vida» (Vermes,
p. 46). El sacrificio paulino (Ro. 12:1) es el de una vida agradecida, un
sacrificio de acción de gracias, NO EXPIATORIO (cfr. asimismo 1 P. 2:5).
Para Pablo, el sacrificio expiatorio ya fue ofrecido: Cristo. El remedio
contra el pecado y la culpa es la muerte de Cristo aplicada al que cree,
purificándolo (He. 1:3). El vehículo de la salvación, en el NT, es la
fe (Ro. 5:1, etc.). En lugar de analogía o derivación, tenemos aquí el
más total de los contrastes entre un legalismo encadenante y la gracia
liberadora.
VIII.
Literatura bíblica: AT
La
tradición afirma que el Texto Masorético (TM) se originó como síntesis
de los rabinos judíos en Tiberias; los rabinos eligieron un texto entre
los varios de que disponían, y lo copiaron con sumo cuidado, añadiendo
los signos de vocalización y entonación, para preservar y fijar el
texto. Esta tradición se ve apoyada por los hallazgos de Qumrán. En
efecto, el TM se ve allí reflejado por textos más antiguos, de texto prácticamente
correspondiente, y que reciben el nombre de protomasoréticos. La mayor
parte de los textos de Qumrán son de este tipo. Pero también aparecen
textos heb. paralelos a la LXX; este hallazgo, de gran importancia, indica
que la LXX no fue traducida, como se pensaba, de un texto común al TM y
LXX, dándose los rabinos ciertas libertades en la traducción de algunos
de los libros. En lugar de ello, la evidencia indica que la LXX fue
traducción fiel de escritos hebreos con una tradición de transmisión
anterior a sus espaldas, que divergían en algunos respectos de los
protomasoréticos.
Este
hecho es de suma importancia por sus consecuencias respecto a teorías
acerca de la formación de estos libros. El caso del libro de Isaías es
un ejemplo. Las dieciocho copias existentes apoyan, en mayor o menor
grado, el TM. Sin embargo, el rollo completo (1QIsa) presenta ciertas
divergencias con respecto al TM que sólo pueden explicarse como debido a
su proveniencia de otras copias anteriores de una tradición textual
distinta. Las diferencias no son grandes, pero evidentemente se precisó
de tiempo para su establecimiento. Aparecen «matres lectionis»
(consonantes que sirven de vocales), algunas interpolaciones (poco
numerosas), y una decena de variantes en los pasajes mesiánicos, que
dejan entender que el escriba pertenecía a una escuela de pensamiento que
daba poco énfasis a este aspecto. El segundo rollo, de considerable
extensión, aunque incompleto (véase sección V), es prácticamente idéntico
al masorético. Ello nos lleva a las siguientes consideraciones con
respecto al libro de Isaías:
(a)
La gran fidelidad de la transmisión del TM, elegido con unos criterios
ciertamente rigurosos, y que ha confirmado la fiabilidad de todo el texto
del AT.
(b)
La necesaria considerable antigüedad anterior del texto entero de Isaías
supuesta por:
(1)
el hecho de que se trata de copias procedentes evidentemente de originales
distintos, y por ello anteriores en el tiempo, y
(2)
por el tiempo necesario para que se desarrollaran las diferencias entre
las anteriores líneas de documentos divergentes. Se debe tener en cuenta
que estos rollos están fechados a fines del siglo II a.C. o principios
del I. Y es preciso tener presente que todas las teorías acerca de tres
autores para Isaías (véase ISAÍAS) se basan en un prejuicio
antisobrenaturalista, sin ninguna base factual real.
El
libro de Daniel está representado por ocho mss., que dan evidencia de la
existencia, ya entonces, del paso del hebreo al arameo, y viceversa, en Dn.
2:4 y 7:28, respectivamente. La antigüedad de estos mss. (4QDna está
fechado en el año 120 a.C.) evidencia asimismo la insostenibilidad de los
argumentos modernistas que mantienen una fecha de redacción para Daniel
de alrededor del año 168 a.C. Esta obra, aparte de las evidencias
internas que apoyan su genuinidad, no hubiera podido ser aceptada por
comunidades tan diversas y enfrentadas entre sí como los qumranitas y la
escuela rabínica oficial, ni haber sido traducida y aceptada como
genuina, en fecha tan temprana como antes del 120 a.C., si no hubiera
habido una difundida consciencia de su autenticidad. La postura «liberal»
se halla aquí ante una dificultad insuperable.
Los
cinco fragmentos de Levítico (procedentes de 1Q), de pergamino, escritos
en caracteres muy arcaicos, y fechados en el siglo V a.C. (A. Parrot), dan
también un golpe a los presupuestos «liberales» de la teoría de «las
fuentes»; pertenecen al llamado Código de Santidad (Lv. 17-26); según
la «Alta Crítica», el 300 a.C. sería la fecha límite. Es evidente que
estas copias apuntan a una antigüedad mucho mayor del original del
Pentateuco.
IX.
Literatura bíblica: NT
Aunque
los hallazgos ya mencionados de la Cueva 7 de Qumrán no son precisamente
espectaculares en cuanto a cantidad, sí son de una inmensa importancia.
Si las identificaciones de O'Callaghan son ciertas, se puede afirmar que
hay prueba de la existencia no sólo del Evangelio de Marcos, Hechos,
Romanos, 1 Timoteo y 2 Pedro a mediados del siglo I de nuestra era, sino
de colecciones de estos escritos (cfr. 2 P. 3:16). En realidad, la única
razón para rechazar las identificaciones de O'Callaghan parece ser el
deseo de sustentar algunas teorías previamente admitidas acerca del
origen y transmisión de estos textos. Este hallazgo destruye las modernas
teorías de la transmisión oral y acreción de los relatos evangélicos
en el seno de una comunidad cristiana, que hubiera «evolucionado» los
conceptos acerca de Cristo en su «reflexión teológica»
(particularmente las especulaciones de Bultmann y otros). Quizás ésta
sea la razón de que los hallazgos de O'Callaghan hayan sido tan
combatidos. Es curioso que las identificaciones de 7Q1 y 7Q2 con pasajes
de la LXX (Éx. 28:4-7; Ep. Jer. 43-44), y que tienen el mismo grado de práctica
certeza, no han merecido otra cosa que la general aceptación... ¿debido
a que no afectaban a cómodas teorías que arrojan dudas sobre la Palabra
de Dios?
¿A
qué se debe la presencia de estos escritos del NT en una cueva de Qumrán?
Evidentemente, se debe descartar toda relación con las otras cuevas. La
Cueva 7 se halla más accesible que las otras desde la región de Jericó.
Es más que plausible que un grupo de cristianos de la región pusieran
allí sus mss. a buen recaudo ante la inminente acción romana contra
Jericó, por el año 68 d.C.
Ante
estos hallazgos, se puede hacer una reflexión. Las teorías de Wellhausen
sobre el AT y de Bultmann sobre el Nuevo surgieron como especulaciones de
biblioteca, sin datos de campo que las apoyaran. Basadas en conceptos
sumamente subjetivos y endebles, lograron sin embargo arrastrar la
imaginación de muchos por su aparente «academicidad». Detrás de todo
ello, sin embargo, se hallaba un fundamento totalmente humanista y
esencialmente ateo.
Se
rechazó así el testimonio de la historia y de la tradición, aparte ya
de la misma evidencia interna de los documentos. Los datos de campo,
penosamente exhumados y estudiados, sin embargo arrojan su peso
confirmatorio acerca de la antigüedad y transmisión de las Escrituras
tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.