La historia y los historiadores

El diccionario Salvat define la historia como: “La narración de los acontecimientos pasados referentes al hombre y la sociedad humana.” O “Conjunto de sucesos narrados por los historiadores.” En un principio, es decir, en el mundo griego, historia quería decir búsqueda o pesquisa. En latín no cambio demasiado su sentido. Para los historiadores, tanto de la antigüedad como de la edad media, el termino conservo su sentido original. Hasta el siglo XIV fue considerada como una ciencia auxiliar de la moral, del derecho y de la teología. La noción de reconstrucción del pasado aparece recién en el siglo XVI. Lo que escuchamos, miramos, percibimos y vivimos nunca es una historia completa sino simplemente una versión de los hechos. Esta versión surge de lo acontecido. Es por ello que un mismo acontecimiento tiene siempre mas de una versión, que depende no solo de quienes lo observan sino desde que punto de vista lo hacen, de quien es el auditorio que lo escucha, del tiempo transcurrido hasta ser contado, de su edad, de su experiencia personal, de su ubicación espacial.

Hay que distinguir entre lo que es propio de la conciencia histórica de los actores de una sociedad y lo que corresponde al saber histórico como disciplina científica.

Braudel en su libro “La historia y las ciencias sociales” escribe lo siguiente: Para mí la historia es la suma de todas las historias posibles; una colección de oficios y de puntos de vista, de ayer, de hoy y de mañana. El único error, a mi modo de ver, radicaría en escoger una de estas historias a expensas de las demás.” Braudel descarta la idea de que los procesos históricos transcurren en un tiempo único y plantea que es necesario considerar distintas temporalidades, diferentes duraciones de los procesos; es decir, desde lo fugaz hasta lo casi permanente.

Todo hoy supone la presencia del ayer, es decir de la historia y del mañana como futuro. Por lo tanto podemos sostener que la memoria se entrelaza y teje con el presente y el futuro. El pasado es una dimensión de cada vida humana, de cada vida social. Sin pasado, sin memoria, no se puede vivir.

Félix Luna, historiador argentino contemporáneo comenta: “Hay muchas formas de escribir la historia. Todas son legitimas sino tuercen la verdad histórica.”

Juan Bautista Alberdi, político y sociólogo argentino escribió: “Entre el pasado y el presente hay una filiación tan estrecha, que juzgar el pasado, no es otra cosa que ocuparse del presente. Si así no fuera, la historia no tendría interés y objeto.”

El objeto de la historia consiste en desarrollar explicaciones de los hombres con su entorno a través del tiempo, de hechos pasados que pueden ser validados con los criterios de una ciencia social.

Los hechos históricos son resultados de numerosas determinaciones entrecruzadas y la simple observación no faculta para ir mas allá de su enumeración. El pasado debe ser reconstruido como un continuo, no como un objeto acabado, por ello el tiempo no debe ser tomado solamente como mera referencia cronológica.

Para José Luis Romero toda historia debe integrar tres elementos: los sujetos, las estructuras y los sucesos.

Sujetos: El hombre es un termino abstracto, el historiador debe definir e identificar a los sujetos concretos, reconocer sus características, explicar si estas cambian o no a través del tiempo.

Estructuras: Las mismas están compuestas por diferentes relaciones sociales, políticas, económicas, formas de vida, objetos materiales, representaciones, valores, ideas, sentimientos.

Procesos: La historia no estudia hechos aislados. La sucesión de acciones de los sujetos sobre las estructuras es denominado progreso.

En las primeras décadas del siglo XX, un conjunto de historiadores, encabezados por Marc Bloch y Lucien Febvre (quien formo parte de la “Escuela de Annales”), comenzaron a postular que la historia debería explicitar procesos mas complejos y no solamente los considerados grandes acontecimientos.

Marc Bloch declaro en 1941: “La diversidad de los testimonios históricos es casi infinita. Todo lo que el hombre dice o escribe, todo lo que construye y toca, puede y debe proporcionar información sobre él.”

Declaro Lucien Febvre: “La historia se hace, no cabe duda, con documentos escritos. Cuando los hay. Pero, si no existen, se puede, se debe hacer sin documentos escritos. Por medio de todo cuanto el ingenio del historiador le permita usar para fabricar su miel, a falta de las flores habitualmente usadas. Con palabras. Con signos. Con paisajes y con ladrillos. Con formas de campo y malas hierbas. Con eclipses lunares. Con investigaciones sobre piedras, realizadas por geólogos, y con análisis de espadas metálicas realizadas por químicos. En una palabra, con todo lo que siendo propio del hombre depende de él, le sirve, lo expresa, significa su presencia, su actividad, sus gustos y sus modos de ser hombre.”

Esto implica ampliar el objeto de estudio de la historia en varios aspectos; considerar no solamente los políticos sino también los sociales, económicos y culturales y además tener en cuenta otros hechos y otros protagonistas. Actualmente la mayor parte de los historiadores coinciden en considerar que prácticamente ninguna actividad humana queda fuera de su campo potencial de estudio. Por lo tanto hay historiadores dedicados al análisis, entre otros temas, de la vida privada, del rol de la mujer, de las costumbres matrimoniales.

Los historiadores aspiran a la verdad, y aunque no creen que esta existe en términos absolutos, la consideran un objetivo hacia el cual deben tender. No pueden tomar como valida cualquier hipótesis o interpretación.

Señala el historiador Pierre Norá que: “La historia es la siempre incompleta y problemática reconstrucción de lo que ya no esta.”

Significa esto que toda reconstrucción histórica es contemporánea y en este punto reside precisamente la dificultad del historiador. Toda historia contiene elementos de contemporaneidad y parcialidad puestos en ella por quien la investiga y quien la relata. Ningún historiador puede evadir el condicionamiento que le crea su cultura, la problemática de su tiempo y por lo tanto la perspectiva de su futuro. La reconstrucción de una época no implica modificar los hechos que en ella sucedieron sino resignificarlos a la luz de nuevos testimonios, documentos, circunstancias u objetos arqueológicos. La calidad y recolección de la documentación para el oficio del historiador es menos conflictivo que el análisis que realiza el historiador a partir de los mismos. Ningún documento debe ser leído inocentemente dado que el mismo esta expresando una versión de los acontecimientos. Debe ser juzgado. El historiador no solo tiene que saber discernir la falsedad y evaluar su credibilidad sino tiene que desmitificarlo.

Durante mucho tiempo los historiadores creyeron que los verdaderos documentos (los registrados como orales y luego escritos) eran los que esclarecían la historia. De allí que también se pueda hablar de una metodología cualitativa documental o del empleo de documentos como método de aproximación a una realidad. La idea de que el nacimiento de la historia estuviera ligado con el de la escritura llevo a privilegiar dichos documentos. En la Edad Media se acumularon papeles en los monasterios, en las iglesias, en la administración real y en las bibliotecas.

Fustel de Coulanges escribio en el año 1888 al respecto en el primer capitulo de la Monarchie Franche: “Leyes, papeles, formulas, crónicas e historias hay que haber leído todas estas categorías de documentos sin omitir ni una... El historiador no tiene otra ambición que la de ver bien los hechos y comprenderlos con exactitud. No es en su imaginación ni en la lógica que los busca. Los busca y los capta con la observación minuciosa de los textos, como el químico encuentra los suyos en experimentos cuidadosamente realizados. Su única aptitud consiste en extraer de los documentos todo lo que contienen y no añadir a ellos nada que no contengan. El mejor de los historiadores es el que se atiene mas a los hechos, el que los interpreta con la mayor corrección, el que no escribe ni piensa según esos hechos.”

Esto implica que otra tarea fundamental del historiador es revisar la historia ya que esta es como la vida, se hace y rehace permanentemente.

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