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Rius, despedida a un autor de izquierdas

Se tomó el reto de formar lectores analíticos en un país que lee poco, y encabezó una corriente de opinión formada a través del formato del cómic.  Y aunque muchos de sus planteamientos se derrumbaron junto con el Muro de Berlín, Eduardo del Río, Rius, merece un sitio importante por su aportación a la historieta mexicana

AGOSTO, 2017. La muerte hace unos días de Eduardo del Río, para todo efecto conocido como Rius, trajo a muchos de nosotros el recuerdo de un autor al que leíamos profusamente en los años de la preparatoria ochentera, algunos como entretenimiento, pero otros más realmente lo tomaron como autor de cabecera, imprescindible. En momentos que los adolescentes nos decidíamos si tomar el camino ideológico de la derecha, el centro o la izquierda radical, no es exagerado apuntar que Rius atrajo a muchos prospectos a la causa de este último espectro, En una de sus entrevistas, Rafael Sebastián Vicente, alguna vez conocido como sub Marcos, reconoció que los libros de Rius moldearon su pensamiento y su ánimo de un día lanzarse a la aventura revolucionaria por la selva lacandona.

Empecemos primero por repasar los aspectos destacados de la obra de Rius. Nació en Zamora, Michoacán, y como él mismo refería en su pequeña biografía que acompañaba cada uno de sus libros, trabajó de todo incluido seminarista y repartidor. De que Rius era un tesonero, sin duda. Más tarde se traslada al entonces D.F. y crea dos historietas hoy consideradas legendarias de nombre Los Agachados y Los Supermachos. En momentos que la industria editorial mexicana estaba prácticamente copada por los cómics de Editorial Novaro, el haber entrado al mercado con personajes de hechura totalmente nacional no es un mérito menor, sobre todo porque ambas publicaciones tuvieron un altísimo nivel de ventas.

La llegada de Luis Echeverría, paradójicamente un presidente de ideas "progresistas", significó el fin de los Supermachos cuando el gobierno presionó a su editor, arrebatándole los derechos de los personajes de la historieta. De ahí en adelante Los Agachados, revista que le siguió a Los Supermachos, mantuvo el trazo sencillo pero efectivo de los dibujos de Rius, con temas en apariencia complicados pero desglosados con facilidad, siempre aderezados con protagonistas como el profe Gumaro, Nopalzin y varios más (sin olvidar, claro, a Calzoncin Inspector).

Desde la publicación de Cuba para Principiantes, Rius publicó en Editorial Posada --especializada en temas sobre lo sobrenatural y que publicaba la revista ilustrada DUDA-- libros que hacían apología del comunismo. Le seguirían ABChe, La trukulenta historia del kapitalismo, La iglesia y otros cuentos, Hitler para masoquistas, Marx para Principiantes, Mao para Principiantes, Manual del Perfecto Ateo, Cuba Libre y decenas más. Lector voraz, Rius publicó libros sobre todos los temas imaginables. Y a diferencia de los izquierdistas actuales que adoran a San Obama, a Rius todos los mandatarios emanados de Washington le parecían detestables, desde Roosevelt hasta Carter.

Lo reiteramos: el logro de Rius en un país con tan pocos lectores --y más aún, tan poco analíticos-- es enorme. A muchos de nosotros, si bien nunca nos convencieron sus ideas, nos hicimos amigos de la lectura gracias a Rius pues la mayoría de sus libros eran entretenidos, amenos e informativos.

Veamos ahora el otro lado de la portada: Como buen progre, Rius nunca sintió la necesidad de pedir perdón al equivocarse. Recuerdo cómo en los ochenta solté tremenda carcajada cuando en un libro suyo que elogiaba a la República "Democrática" Alemana, el autor decía que quienes trataban de huir del paraíso socialista rtsn en realidad extras de Hollywood ("casualmente siempre hay cámaras que los filman") o cuando le echaba porras desmedidas a la revolución cubana, que ya a mediados de los 80 se estaba anegando, o al aventarse la puntada de decir que en la China maoísta "no había un solo chino con hambre".

Rius también secundó la idea, descabellada por demás, de que los monitos de Walt Disney eran agentes del imperialismo, lo que igualmente sostenían Dorfman y Mattelart en Para Leer al Pato Donald, que todavía muchos lectores se toman en serio. Curiosamente, a mediados de lo 90 Rius rompió con la dictadura cubana con lo que súbitamente muchos de sus loas hacia el castrismo, aparte de implícitamente quedar como meras mentiras, se iban al resumidero de la historia; de hecho sus últimos libros se enfocaron más al naturalismo y la medicina natural --era vegetariano y denunciaba a los antibióticos por ser, escribió, "anti-bio, o anti-vida".

Junto con los ya referidos Mattelart y Dorfman --éste último un antiimperialista tan consumado que hoy vive en Estados Unidos-- Rius compartió palestra con Mario Benedetti, Eduardo Galeano y otros autores que se decían partidarios de la revolución mundial y con la URSS como faro universal a quienes sorprendió en despoblado la caída del Muro de Berlín, todos ellos sin duda gente talentosa pero quienes al final sucumbieron a las telarañas ideológicas de la izquierda.

Como sea, Eduardo del Río, Rius, se cuenta entre los mejores autores que dio México en la segunda mitad del siglo XX. Abrió el camino a la lectura para miles de personas y sus libros, pese a su parcial carga ideológica, condensaban una lectura irresistible.
 

 

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