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                             Los Presidentes: Ronald Reagan

Más conservador que Richard Nixon e igualmente odiado o admirado, este ex actor cambió en ocho años el rostro de un país que parecía a punto de derrumbarse. Sus sucesores han quedado lejos, a veces mucho, de igualarlo en influencia

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OCTUBRE, 2008. Como buena parte de los actores de Hollywood en los años cuarenta, Ronald Reagan tenía simpatías izquierdistas. No destacó gran cosa como histrión, sin embargo logró importantes posiciones en el gremio de actores; una vez ahí, si visión fue emigrando hacia el conservadurismo el cual no era muy bien visto entre los guionistas y los directores. Pronto comprobó que los conservadores eran minoría en Hollywood: únicamente George C. Scott, John Wayne y Charlton Heston, entre otros, compartían sus ideas. Pasado el vendaval macartista se afilió oficialmente al Partido Republicano y abandonó su carrera de actor.

El futuro presidente nació en Illinois en una familia de origen irlandés. Su adolescencia fue tranquila hasta que sus padres emigraron a California al ocurrir la crisis de 1929. Fue un cambio radical que, escribió, "me permitió ver los enormes contrastes de un país tan complejo y tan fascinante como los Estados Unidos". En la universidad destacó en futbol americano; era alto, de brazos fuertes y rasgos de galán. Cuando se inscribió en la clase de drama sintió haber encontrado su camino. Además era excelente orador y tenía una personalidad que arrollaba. Se graduó en Leyes para luego enlistarse en el ejército y más tarde probarse en Hollywood donde obtuvo pequeños papeles. Posteriormente se casó con la actriz Jane Wyman pero duró pocos años. Volvió a casarse con Nancy Davis, otra actriz aspirante y quien desde entonces gustaba de lucir vestidos rojos.

A principios de los sesenta Reagan enfrentó una disyuntiva. aceptar un papel relevante en Hollywood o construirse una carrera política. En California ya gozaba de popularidad de modo que declinó la oferta y se lanzó como candidato a la gubernatura de ese estado. Pese a la abrumadora propaganda en los medios a favor de su rival demócrata, Reagan ganó con un margen considerable. Y no sólo eso, consiguió reelegirse.

En 1968 compitió por vez primera como aspirante republicano a la presidencia pero perdió frente a un arrollador Richard Nixon, e igualmente ocurrió cuatro años después. Luego vino Watergate y la salida del vicepresidente Spiro Agnew, amigo suyo que fue sustituido por Gerald Ford, de poca afinidad con los conservadores. "Tenía fe en que ésta era una señal que debía esperar cuatro años para analizar lo que vendría después... casi podía percibirlo", escribió Reagan.

En 1978 formalizó su precandidatura, lo que le valió burlas por la edad y por su "tendencia belicosa". Sin embargo para los electores el "pacifismo" de James Carter había resultado en un fiasco cuando decenas de diplomáticos norteamericanos fueron secuestrados por un comando en la embajada de Teherán; su fallido rescate, en mayo de 1979, terminó por liquidar las aspiraciones del presidente Carter por continuar en la Casa Blanca. Increíblemente y pese a tener un índica de popularidad cercano al 23 por ciento, el Partido Demócrata volvió a postularlo de modo que a nadie sorprendió que Reagan ganara abrumadoramente en los comicios de noviembre de 1980.

                                       Primera gestión, terminada de milagro

Reagan tomó posesión el 20 de enero de 1981 y a las pocas horas el Ayatollan Jomeini ordenó liberar a los rehenes que quedaban en la embajada en Teherán, esto a manera de ridiculizar todavía más a Carter. Días después el presidente Reagan dio a conocer un plan económico para combatir la recesión producto del alza en el precio del petróleo. The New York Times, feroz crítico suyo en los medios, dudó de la eficacia del programa y lo bautizó como reaganomics. En Defensa Reagan designó a Alexander Haig como secretario y cuya misión era "ahogar" económicamente al gobierno sandinista de Nicaragua y combatir ferozmente a la guerrilla salvadoreña.

Como si hubieran sido coordinador, en 1981 se registraron tres atentados contra dos presidentes y un líder religioso. Solamente el de Anwar Sadat se concretó; los otros dos, el de Juan Pablo II y el de Ronald Reagan, salvaron la vida de manera increíble.

El atentado contra Reagan ocurrió el 28 de febrero de ese año. El autor era John Hinckley, un sujeto obsesionado con la actriz Jodie Foster a quien había escrito que por ella "haré algo en contra de un político importante". En el ataque su secretario Jim Brady recibió un disparo en la cabeza pero logró sobrevivir, parapléjico. Hinckley fue enviado a prisión aunque sus abogados alegaron enfermedad mental para dejarlo libre. "Si Hinckley hubiera disparado un segundo antes, el presidente estaría muerto", dijo su cirujano horas después de la primera operación.

Salida del Hotel Hyatt en Washington, instantes antes del atentado (detrás suyo, su secretario Jim Brady)

Hinckley fue enviado a prisión aunque sus abogados alegaron enfermedad mental para dejarlo libre. "Si hubiera disparado un segundo antes, el presidente estaría muerto", dijo su cirujano horas después de la primera operación.

Los enemigos políticos de Reagan aprovecharon su ausencia para "grillar" y remover a Haig por "belicoso" y en su lugar entrar George Schulz. Una vez que Reagan údo reintegrarse se enfrentó a la invasión argentina a las Islas Malvinas, de bandera británica. El dictador Leopoldo Galtieri creyó que Reagan apoyaría su reclamo dado que la Junta Militar había cumplido su labor de "limpieza" de elementos considerados subversivos. Se equivocó: Washington brindó su apoyo a Londres de modo que menos de un año después la dictadura se desplomó. Este hecho sirvió para fortalecer la alianza de Reagan con la primera ministro Margaret Thatcher.

Los medios nunca dejaron de burlase del "conservadurismo" del presidente Reagan. Las películas sobre la devaluación de la virginidad entre los jóvenes se pusieron de moda lo mismo que las cintas sobre prostitución y asesinatos lo mismo que las canciones con letras aberrantes. Sin embargo el contraataque no llegó de la Casa Blanca sino de Tipper Gore, esposa del senador Al Gore (sí, el mismo). De hecho Reagan mostró su poco conocimiento de la música rock cuando elogió el tema "Born in the USA" de Bruce Springsteen, y que en realidad era una descarnada crítica a la guerra de Vietnam.

La mofa de los medios continuó cuando Reagan anunció el Programa de Defensa Estratégica al que se llamó "Guerra de las Galaxias". En Europa se multiplicaron las manifestaciones en favor del desarme unilateral de Occidente al tiempo que al presidente se le representaba como un vejete con problemas mentales, un vaquero desdentado o un Rambo empeñado en aplastar a Nicaragua. Sin embargo las primeras encuestas preelectorales de 1984 siempre le dieron amplia ventaja a Reagan. En noviembre de ese año consiguió reelegirse contra Walter Mondale, un senador con escasa presencia y nulo carisma.

                                Un segundo mandato más complicado

Mientras los medios norteamericanos y no pocos académicos y economistas advertían sobre la "solidez" de la economía soviética, Reagan sabía que eran meras patrañas. Luego de intentar infructuosamente reunirse con Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, al morir éste último en 1984 lo sustituyó Mijail Gorbachov, un "joven" de 55 años dentro del Politburó. Los informes indicaban que Gorbachov tenía ideas reformistas pero que necesitaba garantizarlas con el apoyo de Occidente para que los duros del partido no lo derrocaran.

Entonces estalló el escándalo. The Boston Globe y luego The New York Times publicaron documentos donde se exponía una transacción ilegal de armas al gobierno iraní a través dew la CIA. Los recursos a su vez eran enviados a la Contra, el grupo paramilitar que luchaba contra el gobierno sandinista. La investigación llegaba hasta William Casey, titular de la CIA, sin embargo éste falleció de un derrame cerebral poco antes de iniciar las audiencias. En su lugar fue citado el coronel Oliver North, a quien se acusaba de ser intermediario entre la CIA y el gobierno iraní.

En el segundo mandato se Reagan se incrementaron las incursiones militares. Ya en 1983 se había destituido al gobierno de Maurice Bishop en Grenada que había secuestrado, Teheran style, a un grupo de médicos y enfermeras norteamericanos. Tres años después la Fuerza Aérea bombardeó Trípoli, la capital libia luego que ésta se negara a entregar a cuatro terrorristas que presuntamente habían hecho detonar en el aire un avión 747 sobre Escocia.

Al final y luego de la audiencias del llamado Irangate que transmitieron las principales cadenas de TV, Oliver North se convirtió en héroe tras haber aceptado toda la responsabilidad del operativo. El Jurado determinó que el presidente Reagan no estuvo enterado de la transacción ilegal y por tanto no lo llamó a declarar.

En junio de 1987 Reagan viajó al sector occidental de Berlín y en un discurso inspirado en John F. Kennedy exigió a Mijail Gorbachov que derribara el Muro. La prensa internacional le reclamó su "imprudencia" al tiempo que Tip O'Neill, el líder del Senado, señaló "nunca como ahora, desde el fin de la segunda guerra mundial, nuestros aliados europeos habían estado tan expuestos a la respuesta de nuestros enemigos", mientras el diario Le Monde advertía que "en cualquier momento los tanques del Pacto de Varsovia apostados en la fromntera ahuyentarán la tranquilidad de Europa por la osada advertencia del presidente Reagan". Sin embargo nada pasó y, por el contrario, semanas después Gorbachov ordenó el retiro total de las tropas que aún quedaban en Afganistán.

                                              Memorias evaporadas

Al aproximarse el fin de su segundo mandato el gobierno de Reagan gozaba de gran popularidad; el último presidente con tales índices había sido John F. Kennedy.- "Al mirar hacia la salida veo a un país que ha recuperado su respeto", dijo en un discurso. Pero en octubre de 1987 ocurrió la debacle especulativa en Wall Street, producto, decían los críticos, de los reaganomics que habían beneficiado a los grandes capitales. "Si el presidente no estaba al tanto de ello, como supuestamente tampoco lo estaba del Irangate ¿sería válido preguntarnos si Ronald Reagan es el hombre más enterado del mundo?", ironizó el columnista Jack Anderson del Washington Post.

Según escribe el ex vocero Larry Speakes en su autobiografía "en los últimos años el presidente parecía meditar mucho. En cierta ocasión nos inquirió sobre un hecho ocurrido en sus juventudes. Sus capacidades comenzaban a disminuir".

Menos de un año después de su salida de La Casa Blanca cayó el Muro de Berlín seguido de la IRSS. También se dio otro hecho que Ronald Reagan había mencionado en su discurso de 1987, la unificación de las dos Alemanias. En términos de política internacional su gobierno registró sonados éxitos, no así en lo económico donde el déficit de la cuenta pública no cesó de crecer en sus ocho años de gobierno. Como sea, una encuesta realizada a principios de los noventa entre varios economistas concluyó que la situación de Estados Unidos había mejorado de cómo estaba cuando Jimmy Carter terminó su gestión.

La salud del ex presidente había resentido el atentado de 1981. También le fue detectado alzheimer en 1993 con lo cual tuvo que acelerar la redacción de sus memorias, que publicó tres años después. Durante el siguiente lustro de perdió del público mientras la enfermedad avanzaba. Finalmente el 5 de junio del 2004 falleció el presidente 39 de Estados Unidos; su féretro fue despedido en una caravana con miles de personas al lado de la calle. 

"Ronald Reagan enseñó a los norteamericanos a creer otra vez en nosotros mismos", escribió William F. Buckley, el también desaparecido fundador de la revista National Review. Margaret Thatcher expresó "su compromiso para combatir el totalitarismo era enorme" y Bill Clinton reconoció su labor: "Sus convicciones no eran sólo republicanas sino la de los norteamericanos".

 

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1 comentarios

john_pirulero escribe 03.11.08

Me pregunto qué habría pasado si en un presente alterno se hubieran enfrentado Roanld Reagan y Baraack Obama, no creo que Obama hubiera tenido tantas oportunidades de ganas como las que ha tenido. En mi opinión este fue uno de los últimos presidentes realmente comprometidos con su país, y ahí incluiría a Clinton, los demás han resultado francamente pésimos.

 

 

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