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Norcorea, la realidad que superó a Orwell 

El reciente ataque a su vecino hace concluir que se trata de un desesperado intento de negociar sin claudicar, esto en momentos que se prepara la sucesión con otro déspota en el poder. Aquí presentamos un breve recorrido a un país donde el culto a la personalidad va más allá del paroxismo

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(Nota: este texto fue basado en artículos como Visiting North Korea: a surreal experience, de Michael Doenitz, My Memories as Kim Jon-ll's Chef, de Tseo Humamoto, La división en las dos Coreas, Contenido, marzo 1982, North Korea, a Megalomaniac's Paradise, National Review Online, 2007, What's it like to be a tourist in North Korea? de Patrick Chovanec, Foreign Policy y decenas de textos periodísticos más)

DICIEMBRE, 2010. Una conclusión rápida en torno a Corea del Norte es que retrata prístinamente el mundo que George Orwell detalla en su novela 1984. Sin embargo este país lo supera: quien quiera visitarlo deberá solicitar una visa donde explique "en detalle y convincentemente" las razones mientras que el visado de cualquier nación considerada "hostil", como Estados Unidos y Japón, pueden resultar en la primera y única negativa para el aspirante. Y pese a que la capital Pyongyang se encuentra a menos de 300 kilómetros de Seúl, no existe un solo medio que conecte a ambas capitales de modo que para entrar a Corea del Norte luego de recibir la visa --un proceso que puede tardar hasta tres meses, dependiendo del "análisis"-- hay que hacerlo desde un vuelo procedente de Beijing: Para la dictadura norcoreana, el que China acepte a un visitante es una prueba "relativa" de que las intenciones del visitante no son oscuras ni se es un agente del imperialismo.

Desde que se aborda la nave se entra al "paraíso de los trabajadores". Las sonrientes azafatas piden al público una alabanza a Kim Il-sun, el "Bienamado Líder", para que se tenga un "vuelo placentero" que durará alrededor de dos horas y media. A lo largo del trayecto el pasajero no tendrá oportunidad de descansar; se le entregarán revistas --en inglés, por si no sabe hablar coreano-- donde se abundará en la vida y obra de Kim Il sun, sus logros y cómo logró "hundir" a los imperialismos tanto yanqui como japonés. Más tarde se le invitará a que entone el "Himno al Bien Amado Líder" y más tarde un sobrecargo declamará algunos poemas del Gran Líder que deberán dejar boquiabiertos a los viajeros. Por fin se habrá aterrizado, algo que también se deberá alabar por el privilegio de ser recibidos en la tierra del Bienamado Líder.

Al visitante le será confiscado el pasaporte "por razones de seguridad" a cambio de un salvoconducto que le permitirá entrar a sitios exclusivos para visitantes ("hacer turismo" es una práctica burguesa, recordemos) entre ellos hoteles, restaurantes y algo lejanamente parecido a un centro nocturno. Los dólares que lleve le serán forzosamente cambiados a la paridad oficial, de uno por un won, la moneda oficial. y cuando abandone el país se le repondrán su dinero a la paridad de 5 dólares por un won. El país del Bienamado Líder, como los casinos de Las Vegas, nunca pierde. Ah: y querer llevarse algún won como "souvenir" es delito así que, numismáticos, mejor absténganse.

Y aunque el viajero esté cansado del viaje y quiera ir a su hotel, primero deberá llevarle flores a una estatua de cuatro metros del Kim Il-sun. Siempre habrá de hacerlo con la cabeza baja y con total humildad, de modo que no se le ocurra levantarla para ver el rostro que en lo alto domina todo Pyongyang; los guardias le llamaran la atención por semejante "falta de respeto". 

Los hoteles son exclusivos para turistas extranjeros. Hay dos célebres, el Yanggakdoy el Ruygong, este último, en forma de pirámide semivertical, puede verse en buena parte de la ciudad, lo mismo que la inmensa estatua del Bienamado Líder. Los precios ahí están tasados en dólares, pero no se paga en efectivo ya que todo se le descuenta al terminar su estadía, Y aunque las propinas son consideradas algo indigno, en su recibo final quizá se tope con una inesperada "aportación" por esos servicios, naturalmente a cuenta del Gran Líder.

Ya instalado en su habitación, el viajero tendrá a su disposición un librero repleto con las obras del Bienamado Líder, con temas que van desde agricultura, cuentos infantiles, geografía y poesía, que era su favorita, bueno, es, pues se considera a Kim Il-sung, quien falleció en 1994, el "Líder Eterno" de Corea del Norte de modo que siempre debe referírsele a él en tiempo presente. Si enciende la TV en vez de los canales de películas, noticieros y aun de adultos que se ven en los hoteles de otros países, el visitante podrá sintonizar dos canales con información continúa sobre el Bienamado Líder y su hijo Kim Jon-ll. Los comentaristas darán cuenta de todas y cada una de las actividades del Gran Bienhechor, y rematarán con interminables programas sobre la obra y vida de Kim Il-sung. 

Las camareras, en la recepción, en el restaurant del hotel, le preguntarán si ya ha leído los libros del Bienamado Líder que hay en los estantes de su habitación. Un diplomático "sí" traerá un interrogatorio y un "no" puede soanr tan descortés que quizá ya nadie va a asear su cuarto y el personal lo verá con desdén y se le considerará un indigno desagradecido. En ocasiones y cuando la noche es muy clara, a la distancia desde los pisos más altos de ambos hoteles puede divisarse un leve resplandor: es Seúl, la capital de Surcorea. Y es que antes de las 9 se corta el servicio eléctrico, Pyongang se queda a oscuras, ese brillo marca un horizonte donde hay algo más que imágenes del Bienamado Líder

Si lleva usted un radio podrá sintonizar las dos estaciones que incluyen noticieros con interminables alabanzas a Kim Il-sun así como canciones, pero no de Beyoncé o de Lady Gaga sino las que fueron compuestas por el Gran Líder, inevitablemente con temas antiimperialistas. Será inútil por las noches tratar de escuchar la radio surcoreana. desde el atardecer un molesto rechinido interfiere en todo el cuadrante y que no concluye sino hasta el amanecer; los días que el viajante pase en Corea del Norte equivaldrán a aislarse del resto del mundo y se vivirá en otra dimensión.

Una megalomanocracia

Cuando se han realizado pláticas con Corea del Sur, éstas se efectúan en la frontera, ubicada en el paralelo 38, también conocido como "tierra de nadie", dentro de un edificio que comparte a ambos países. Sin darse la mano, los diplomáticos se sientan a ambos lados de largas mesas. El pasado junio la secretaria de Estado Hilllary Clinton se pasó al lado norcoreano dentro de un ferrocarril pero no bajó de éste. Tras los recientes incidentes entre las dos Coreas, ese acontecimiento hoy se ve sumamente improbable.

Y al igual que el Hermano Mayor de Orwell, Kim Jon-ll aparece por todos lados en fotografías y conversaciones pero casi nunca se le ve en público. Actualmente de 69 años de edad, de joven fue enviado por su padre a estudiar en la extinta URSS y a Alemania Democrática hasta que regresó y se hizo cargo de algunos ministerios. En esos tiempos era un júnior que coleccionaba autos de lujo y motocicletas deportivas aunque luego heredó la megalomanía de su padre. Se sabe que posee una colección con más de 20 mil títulos de Hollywood aunque sus películas favoritas son las de James Bond. Se rumora que Jon-ll está gravemente enfermo y que prepara la sucesión para su hijo, un veinteañero, y que ello ha provocado fricciones en la cúpula del poder. Por ello es razonable pensar que el reciente ataque contra territorio surcoreano tiene como objetivo unir a los militares de alto rango hacia un objetivo común.

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