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Abimael Guzmán: la decadencia empezó entonces

La hora de reconsideraciones ante el fin del terrorismo ideologizado

Alguna vez considerados estandartes de liberación, los movimientos guerrilleros a favor de una causa parecen vivir sus últimos momentos luego del reciente golpe letal sufrido por las FARC. Pero antes que se cierre este capítulo ya hay otra abierto, y quizá peor, el terrorismo del crimen organizado. La década inicia y ya se ven las cosas muy difíciles

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OCTUBRE, 2010. La muerte del "Mono Jojoy" a manos del ejército colombiano viene a ser otro golpe letal, y quizá definitivo, a las FARC, el grupo terrorista más viejo del continente. Aunque no ha recibido tanta atención como el fallecimiento de Manuel Marulanda o la liberación de Ingrid Betancourt, la eliminación del "Mono Jojoy" y la enorme cantidad de material que fue encontrado en su escondite hacen suponer que las FARC están a punto de desmoronarse y echan por tierra la idea, que circulaba apenas hace unas semanas, de que el presidente José Manuel Santos mostraría una mano más suave que su antecesor.

De desaparecer las FARC., los movimientos terroristas con carga ideológica estarían a punto de cerrar su ominoso paréntesis en la historia latinoamericana. Por supuesto que ello no significa el fin de la pesadilla: México logró neutralizar con gran éxito la aparición de estos movimientos en el pasado, al grado de lograr que el EZLN y el sub Marcos pasaran de convertirse en amenaza a la estabilidad nacional, en un colguije que hoy sólo cuelga en las paredes de los campus universitarios de Europa y Sudamérica. Pero la guerra contra el narcotráfico decretada por el presidente Calderón ha desatado una ofensiva por parte de estos grupos sobre todo en el norte de México, sitio hasta hace poco insospechado para ver el estallido de carros bomba o de granadas de mano.

Las FARC vendrían, así, a ser la última parte de la cadena de grupos que deseaban implantar la "dictadura del proletariado" mediante el terror. Irónicamente, en vez de levantar simpatías entre los oprimidos, lo único que conseguían era el odio por parte de los supuestos emancipados. "Mientras a Marulanda se le mostraba cierta reverencia entre los colombianos debido a su avanzada edad, 'Raúl Reyes' y el 'mono jojoy' eran detestados y repudiados por la población como en su momento lo fue Abimael Guzmán en Perú", escribe José Pereda en el semanario colombiano Semana. Lo extraño es que cuando todos estos movimientos aparecieron fueron aplaudidos por buena parte de la comunidad intelectual que los consideraba una respuesta "natural" a la injusticia social en el continente... y, claro, a la revolución cubana.

Todavía en los ochenta se consideraba a las FARC y a otros grupos --como el M19, que terminó por integrarse a la vida civil-- luchadores por una causa que merecía ser respaldada. El periodista Alonso Salazar J., autor de La Parabola de Pablo, señala que el extinto traficante Pablo Escobar pensaba que las FARC "luchaban contra la oligarquía" y por tanto estaban del lado del pueblo. Pero al final y con el secuestro de militares, las pláticas entre sus líderes y el gobierno que no llegaron a nada y sobre todo al tener como rehén a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt su prestigio terminó por derrumbarse. Excepto, de nuevo, en los campus universitarios de Europa. Norteamérica y México, donde hasta hoy la estudiante de la UNAM Lucía Morett no ha explicado satisfactoriamente qué hacía en un campamento de las FARC al ser bombardeado por el ejército colombiano y donde murió "Raúl Reyes".

                                                           Entre las leyendas y las falacias

Con la aparente decadencia de estos movimientos convendría establecer algunos puntos en torno a ellos. Uno, que no se trata de levantamientos espontáneos del pueblo en contra de sus gobernantes. Al respecto señala la venezolano Carlos Ball: "Ni siquiera la Revolución Francesa, la madre de todas las revoluciones, surgió por la indignación súbita de la gleba. Detrás de ella estaba un grupo encabezado por Robespierre, perteneciente al ala intelectual. En las revueltas posteriores ha habido un origen académico, universitario y esencialmente clasemediero".

La tesis de Ball queda refrendada si damos un rápido repaso y vemos que las primeras agitaciones en pos de la emancipación popular se dieron en los campos universitarios en los años que siguieron al fin de ls segunda guerra. Debido a una malentendida autonomía esos campus se convirtieron en territorios en donde no aplicaba el estado de derecho del país donde se encontraban. Tras el triunfo del castrismo estos grupos saltaron de la teoría a la acción dentro del concepto de "guerra de guerrillas" y el "foquismo" propuestos por Ernesto Che Guevara por lo cual se fueron a la sierra, a las montañas y a las zonas despobladas para desde allí propalar la revolución. Pero como refiere Ball, esos movimientos tenían un origen y planeación clasemedieros, algo que contrasta con la idea propalada por décadas en el sentido de que se trata de levantamientos que nacen en el campo y en los cinturones de miseria de las grandes ciudades. El ejemplo más reciente de ello fue el subcomandante Marcos, nacido en una familia de clase media alta de Tampico, Tamaulipas.

Si estos movimientos terroristas o revolucionarios nacieran por la pobreza, Haití sería el país que habría tenido más guerrilleros en todo el continente.

Otra falacia es que estos movimientos surgen como respuesta a un Estado esencialmente represor. Más bien nacen y crecen frente a un Estado corrupto donde las leyes son negociables y donde una parte de los recursos se utilizan subrepticiamente para financiarlos. En el México de los años sesenta se logró neutralizarlos gracias a una acción de inteligencia mientras que en Colombia se ha logrado luego de una nueva redacción de las leyes que eliminaba muchas ambigüedades en torno al actuar del Ejército. Una vez que se un gobierno se decide a encararlos se gana el apoyo de la población en vez de propiciarles simpatías, como erróneamente llegaron a creer, entre otros, Abimael Guzmán. (Muchas veces, naturalmente, se dio por elementos dentro de estos mismos gobiernos que simpatizaban con esas "causas", con la esperanza de recoger dividendos políticos).

¿Cómo se habrá de enfrentar el terrorismo que esta vez no es ideológico sino que lleva el signo del crimen organizado? Con muchos sacrificios, Colombia logró reducirlo considerablemente tras la muerte de Pablo Escobar. En México enfrenta como principales escollos la infiltración y la corrupción en buena parte de la estructura gubernamental. Es una batalla que veremos agudizarse conforme se desarrolle la presente década.

                                              

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1 comentarios

fedeortega escribe 10.10.10

me parece precipitado decir que en america latina han muerto los movimientos guerrilleros y es que para ello ocurra primero tendrá que terminar la injusticia, pretexto ideal para la guerrilla y los populistas como hugo chavez y lopez obrador

 

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