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Un té por la libertad económica norteamericana

Ridiculizado por los grandes medios, este movimiento es la respuesta a la clara intención obamiana de robarle más espacios a la actividad privada. Es, además, una muestra de los principios que dieron origen a Estados Unidos, un país conformado por quienes huían del autoritarismo europeo

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MAYO, 2010. El ensayista peruano Álvaro Vargas Llosa --hijo de ya-saben-- refiere en su libro Rumbo a la Libertad que los Estados Unidos deben su existencia a la intervención estatal... en Europa. Hartos de ser perseguidos y de estar pagando tributos exagerados que eran consumidos por una burocracia corrupta y una nobleza parasitaria, miles de peregrinos emigraron al Nuevo Mundo donde se dedicaron a cultivar la tierra. Era un viaje arriesgado pero no les quedaba otra: la mayoría de ellos eran perseguidos por sus ideas religiosas que no podían profesar libremente en Europa.

En los primeros años la Gran Bretaña dejó que esas colonias se manejaran libremente, pero todo cambió en cuanto comenzaron a ser prósperas pues les cargó desmedidas tasas impositivas para exportar sus productos. Cuando la Corona prohibió que los colonos comercializaran el té con quien quisieran, cientos de ellos arrojaron sus sacos al río lo cual provocó pérdidas enormes a los gobiernos locales, y para agravar el asunto Londres no permitía que los colonos pudieran elegir a sus propios gobernantes. El año era 1764: menos de 15 años después las colonias declararían su independencia.

No taxation without representation! pasó a ser el lema de quienes luego serían conocidos como The Tea Parties, grupos en los que años después desembocaría el movimiento independentista. "El Estado debe imponer leyes justas, y procurar que se respeten. Cuando la ley que se impone es injusta o beneficia directamente al Estado, es el primer paso para perder las libertades individuales", escribió George Washington, un brillante militar y estratega quien evitó que los ingleses tomaran Philadelphia --por entonces capital de las 13 colonias-- lo cual habría terminado con ese intento independentista y sus principales líderes sometidos a juicio y fusilados.

"El mérito más grande de la revolución americana es que reinstauró la libertad económica", apunta Vargas Llosa en su libro, "mientras las otras revoluciones, la rusa, la francesa, la mexicana o la cubana, entre otras, actuaron en sentido contrario. Ello explica el éxito de los Estados Unidos, muy superior al que en su tiempo tuvo el Imperio Romano y donde las libertades eran bastante relativas".

Por ello, los argumentos de la prensa y prominentes miembros del Partido Demócrata de que los miembros del movimiento Tea Party (algo así como "El Partido del Té") son "reaccionarios" y "racistas" resuman ignorancia histórica: mientras en Francia, Gran Bretaña, España e Italia abundan las manifestaciones en contra de la "privatización" de la educación y la "amenaza contra las conquistas sindicales", éstas son extremadamente raras en Estados Unidos. ¿Y por qué se les acusa de "reaccionarios"? Porque se oponen a varias propuestas del Ejecutivo que tienen como claro propósito aumentar la presencia del Estado en la economía. ¿Y por qué "racistas"? Porque el promotor de tales iniciativas es Barack Obama. Lo paradójico es que los manifestantes han recibido esos apelativos pese a que la Constitución les garantiza su derecho a disentir, aunque no debe olvidarse que en los años de George W. Bush no estar de acuerdo era un "acto patriótico", como llegó a decir el actor Sean Penn. Pero disentir en el presente equivale a ser casi casi pertenecer al Ku Klux Klan.

Un argumento frecuente --sobre todo por parte de Chris Matthews, de CNN-- es que el Movimiento del Té tiene como objeto posicionar a Sarah Palin, quien pese a haber sido derrotada hace más de un año y de no tener una posición en política sigue siendo ridiculizada diariamente en programas de comedia y de análisis. Si es tan "insignificnate" y "no representa a este país", como afirmó el Nóbel Paul Krugman, tanta saña contra ella suena más que sospechosa.

En realidad el Movimiento del Té surgió no en una tenebrosa reunión en la Casa de Gobierno de Alaska sino gracias a un comentario de Rick Santelli, quien trabaja para la MSNBC. Santelli afirmó que la inconformidad contra la entonces propuesta de Obama para reformar el sistema de salud "refería directamente a quienes arrojaron el té al río antes de la Independencia". El tono del comentario era irónico pero prendió el ánimo y dio rostro a una serie de opiniones dispersas que hasta entonces habían sido anónimas. Eso fue en noviembre: dos meses después se conjuntaba la primera megamarcha en Washington por parte de los Tea Party y a la que asistieron más de medio millón de personas. Pero a diferencia de otras protestas en esa ciudad, la gran prensa le dio escasa cobertura, y cuando lo hizo fue de desdén; "este movimiento ni siquiera tiene su propia página web", dijo el reportero Rob Gonzales, de NBC, lo cual, en vez de demeritar a los asistentes deja ver que no tuvo que recurrirse al modo más utilizado hoy para llamar a congregarse, y que no siempre tiene los resultados esperados. (de cualquier modo, el movimiento ya cuenta hoy con su página en Internet).

La prensa también hizo notar el "tono racista" de los discursos y los letreros donde, uno de ellos no dudó en llamar "Hitler" a Obama y a la aparición de carteles, ya muy conocidos, donde se ve al presidente norteamericano como el Guasón. Con el mandatario interior se podía llegar al insulto personal pero por lo visto, en estos tiempos al hacer lo mismo se cae injurias. Pero como sostiene el columnista Brent Bozell III. "hubo frases apasionadas pero en ninguno de los discursos hubo adjetivos racistas ni ofensas hacia el presidente Obama, simplemente se habló del desacuerdo que hay entre miles de norteamericanos hacia una política contraria al espíritu del país". Bozell retó a los medios a que lo desmintieran lo cual, obviamente, hasta hoy no han hecho.

Sin embargo, agrega Bozell, "en 1995 alrededor de 600 mil personas se reunieron en Washington en una manifestación convocada por el reverendo Louis Farrakah. Los carteles que exigían enviar al paredón a los blancos o "colgarlos por las calles" abundaban, e incluso el reverendo empleo varias veces el adjetivo 'whitey' (blanquito), forma despectiva de referirse a la población blanca. Pero Farrakah y otros participantes fueron invitados por Larry King sin que en ningún momento la cobertura periodística refirera semejante discurso incendiario". (Con King también estuvo Jeremiah Wright, el "reverendo" de Barack Obama, el equivalente a que se hubiera invitado a David Duke o cualquier otro miembro del KKK).

El Partido del Té aún es incipiente, por lo tanto es difícil predecir el rumbo que tomará. Pero sí sería bueno que el gobierno de Barack Obama los tomara en cuenta. En ningún otro país del mundo se suscitan manifestaciones masivas en contra del crecimiento del Estado, lo que en cierta manera resalta la singularidad norteamericana.

                                              

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