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Fueron la economía, señor Obama... y el espíritu norteamericano

Con la estruendosa derrota sufrida por los demócratas, la ciudadanía norteamericana la manifestó a su presidente no sólo que está en desacuerdo con aumentar el tamaño del Estado sino su ineptitud ante la incapacidad de entender lo que necesitan sus gobernados. Vaya final para esta otrora luna de miel

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NOVIEMBRE, 2010. Barack Obama sigue siendo un presidente con enorme respaldo, y eso nadie lo puede negar... bueno, fuera de su país "Estados Unidos se derechiza" (El Universal, México), "los ultraconservadores bombardean el proyecto de Obama" (Le Monde, París), "La reforma al sistema de salud, en peligro tras la avalancha conservadora" (El Tiempo, Bogotá), "Pierden los demócratas Cámara baja pero retienen Senado (...) republicanos sufren fuerte golpe al perder California" (El Mercurio, Santiago de Chile), "La contraofensiva conservadora se sale con la suya: Obama pierde terreno" (The Independent, Reino Unido). La línea entre todos ellos es idéntica, esto es, que Barack Obama perdió víctima de alguna tenebrosa conspiración armada por los Tea Parties, Sarah Palin, Rush Limbaugh y los sospechosos comunes, llámense la derecha religiosa, los rednecks y esos racistas que aún resienten tener un presidente afroamericano en Washington. 

Son simpatías más que evidentes que "olvidaron" mencionar dos hechos trascendentales para la comunidad hispana de Estados Unidos. Uno, la victoria en el Senado de Marco Rubio, un hijo de exiliados cubanos, así como de Susana Martínez, quien se convirtió en la primera gobernadora hispana en la historia de Estados Unidos al ganar en Nuevo México, omisión doblemente increíble en los periódicos latinoamericanos. ¿Y por que se abstuvieron de comentar semejante avance para las aspiraciones de los latinoestadounideneses? No será porque ambos fueron postulados por el Partido Republicano ¿verdad?

Para darnos una idea de esta catástrofe, algo similar no sucedía desde 1930 cuando el presidente Edgar Hoover, devastado por los efectos de la Gran Depresión, se quedó con 83 escaños en el Senado de un total de 400 y con la ínfima cantidad de 102 senadores en las elecciones intermedias de ese año. En comparación, a los demócratas no les fue tan mal pero sí llegaron a ocupar la vergonzosa segunda posición histórica pues su tropiezo más reciente había sido en 1994 cuando Bill Clinton también perdió la mayoría en la Cámara de Representantes (Diputados) y en el Senado, aunque por una diferencia mucho más apretada. Dentro de cualquier perspectiva --e independientemente de lo que digan sus amigos de la prensa mundial-- Barack Obama acaba de sufrir una derrota sin precedentes.

Una derrota aun más increíble si asumimos que durante estos dos años Obama ha disfrutado de un apoyo casi total por parte de los grandes medios, Hollywood, la industria discográfica y aun de los dueños de Google así como su amigo Bill Gates; incluso, y en un esfuerzo desesperado por salvar a la nave demócrata, el comediante John Stewart organizó tres días antes de las elecciones intermedias un concierto "por la mesura" y donde se presentaron los cantantes Sheryl Crow y Ozzy Osbourne (quizá habrá sido por eso, como escribe el columnista Joey Hampton, de The American Conservative: "el invitar a alguien que ya sólo dice incoherencias terminará por ayudar más a la causa republicana").

La derrota demócrata más bien debiera ser un anuncio, a mitad del camino, de que el pueblo norteamericano reprueba a un presidente que no ha cumplido sus promesas. Es cierto, muchos de sus problemas le fueron heredados, pero las medidas asumidas los últimos dos años no han aliviado la situación, más bien la han empeorado. El resentimiento de los electores también se manifestó el pasado martes 2 de noviembre: ¿por que se privilegió con un rescate financiero a dos empresas automovilísticas en cuestión de días y porque el rescate de la economía ha tomado tanto tiempo? (Porque los sindicatos de automóviles le cobraron la factura, contestaríamos nosotros). A ello hay que contar una reacción que ni Obama ni sus asesores esperaban y que tanto éxito tiene en otras latitudes: "al culpar a tus contrincantes de lo mal que andan las cosas revelas que no puedes con el paquete y quitas simpatías a tu propio partido". Ello es parte, por cierto, de la "excepcionalidad norteamericana".

Sin embargo, dentro de todas las causas, don tres las que destacan sobremanera. Véamoslas:

Obamasaturación - Un tipo llamado Burt Wallson realizó un curioso experimento: desde el 20 de enero del 2009 puso una rayita en una libreta y las cruzaba al juntar cuatro rayitas, así como hacen los presidiarios en las caricaturas. Cada rayita equivalía a una ocasión en Wallson que veía el rostro de Barack Obama en televisión. Un año después Wallson tenía ya una colección de 9,763 rayitas y según el último conteo el pasado septiembre la cuenta había sumado 16,534 rayitas. Alguien podría llamarle el colmo de la ociosidad pero para otros resulta bastante ilustrativo: la sobresaturación de Barack Obama en los medios ha terminado por hartar a buena parte de los votantes norteamericanos.

Y no sólo en la televisión. Como dos muestras: desde el 2008 la imagen de Barack Obama ha aparecido 19 veces en el semanario TIME y 16 en Newsweek, así como 9 en Rolling Stone. Durante los últimos dos años el norteamericano promedio que se despierta ve en televisión a Obama en los noticieros pero también se ha topado con él los programas de David Letterman, Jay Leno, Katie Couric y con Larry King. Asimismo ha estado presente en narraciones de futbol americano de la NFL y en programas de comedia, todo ello en un claro intento de posicionar a Obama como si fuera un producto. Pero el resultado ha sido contraproducente.

En primer lugar, y si se le ve en los medios a toda hora ¿a qué horas se dedica a gobernar? La gente ya se ha cansado de ello, máxime porque toda esa exposición de Obama es casi en su totalidad ausente de crítica. "Si al televidente le dicen que todo marcha bien pero él no lo ve reflejado en su bolsillo siente que le mienten y lo quieren engañar, no es tan tonto como muchos creen en Washington y en las grandes agencias publicitarias", escribió el columnista Jonah Golberg. Y tiene razón.

Los legisladores no escucharon a sus votantes - El golpe más duro contra los demócratas se dio en la Cámara de Representantes, algo que no debiera extrañar. Pese a que las encuestas arrojaban que un 62 por ciento de los norteamericanos estaban en contra de la Reforma al Sistema de Salud, sus legisladores de todos modos votaron a favor de ésta: Los electores sintieron que no escucharon sus inquietudes pero hubo algo más: esta ley nunca dejó de ser impopular dado el enorme gasto que le representará a los contribuyentes aunado a un servicio de recaudación impositiva cada vez más feroz. Los legisladores votaron como se acostumbra hacer en México, es decir, viendo por sus propios intereses políticos, pero esta vez sí pagaron las consecuencias; la mayoría republicana será abrumadora a partir de enero en ese recinto.

Programa económico ajeno al espíritu norteamericano. Si en Estados Unidos no existía una ley de salud general ni tampoco existe el Impuesto al Valor Agregado se debe a una razón: nunca han sido medidas populares entre el pueblo norteamericano, de otro modo se habrían aprobado hace décadas.

Es irónico cómo en los países donde se ha aprobado una ley de salud similar, como Gran Bretaña, Canadá y Francia, sus gobiernos buscan desesperadamente cómo reducir el monstruoso déficit que representa el tener a los servicios médicos mayoritariamente administrados por el Estado. Y lo mismo pasa con el IVA, que siempre resulta insuficiente para financiar el gasto público pues es el gobierno central y no los estados el que lo reparte, por lo general inequitativamente.

El esquema económico que Barack Obama quiere aplicar en Estados Unidos es ajeno a la mayoría de sus ciudadanos, quienes no buscan un Estado apapachador sino uno que les permita trabajar y los deje construir su patrimonio sin temor a que un día les sea confiscado por insensatas medidas políticas.

La derrota demócrata de este indudable martes negro muestra hasta qué punto los asesores financieros de Barack Obama, y él mismo, se encuentran desconectados de lo que desea el pueblo al que están gobernando. Los norteamericanos votaron por un cambio en noviembre del 2009, cierto. Pero a Obama ya debiera quedarle claro que éste no era el cambio deseado.

 

 

 

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