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Leo Sayer sigue inmune al temor del olvido

Su carrera se aproxima al medio siglo pero este inglés nacionalizado australiano quiso celebrar el hecho con la aparición de un nuevo disco llamado Selfie. Con su característica melena intacta desde sus años de gloria setentera, Leo Sayer sigue activo y con miles de seguidores

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AGOSTO, 2019. Aunque la sola mención de su nombre remonta de inmediato al pop de buena calidad que se grababa en los años 70, Leo Sayer ha seguido grabando discos desde entonces y mantiene la misma energía de aquellos años aunque ya cuenta con 71 años de edad. Este cantante británico tiene actualmente dos razones para ser optimista, una la extirpación de un tumor que afortunadamente resultó benigno luego de una colonoscopía. Sus padres murieron víctimas de cáncer y Leo sabía de la posibilidad que él también llegara a padecerlo.

"Esta es una nueva oportunidad que me ha dado la vida y no pienso desaprovecharla", dijo Sayer recientemente en una entrevista a un medio australiano. "Pronto me di cuenta que todos tus proyectos, tus planes, el estar con tu familia pueden ser interrumpidos sin aviso de un momento a otro. Y si estoy en posibilidad de seguir grabando canciones ¿por qué no hacerlo?"

La otra razón es, precisamente, la aparición de su nuevo disco, llamado Selfie. El álbum se distribuye en Australia y Gran Bretaña pero gracias a las redes sociales tenemos oportunidad de escuchar algunos temas los cuales inequívocamente reflejan la influencia del Endless Flight, la obra más conocida de Sayer y que fue lanzada en 1976. "El hecho de grabar en un disquera pequeña pero importante es que no recibes la presión para 'adaptarte', por decirlo de algún modo, a lo que está de moda en la música pop. Ciertamente no espero volver a las listas de Billboard, ya estuve ahí y ya me angustié lo suficiente para conseguir hits en las listas como para querer repetir la experiencia. Lo que hoy más me importa es que la gente compre el disco en las tiendas o en línea, lo disfrute y quede satisfecho", dijo Sayer en la misma entrevista.

El álbum lo grabó Sayer en su propio estudio en Sydney, ciudad en la que ha vivido los últimos 15 años. "La verdad, cuando visité Australia por primera vez me sentí muy bien, con un buen clima todo el año. En aquellos años pensaba en broma 'cuando me jubile me iré a vivir a Australia', y aunque aún sigo activo ya soy un ciudadano australiano con todos los derechos", dijo Sayer, quien en el 2009 obtuvo su carta de naturalización.

Y a diferencia de otros artistas contemporáneos suyos quienes a su edad se ven totalmente acabados y sin ningún asomo de cómo eran en sus años de fama, Leo Sayer aún luce su distintiva cabellera y pese a las inevitables arrugas y algo de sobrepeso, luce prácticamente idéntico a los años en que temas como "When I Need You" y "You Make Me Feel Like Dancing" sonaban insistentemente en la radio. "Dicen que tu apariencia física es un reflejo de tu pasado. No niego que cuando era joven llegué a consumir drogas, aunque no de las más fuertes, por fortuna. En aquellos años sufría profundas depresiones y finalmente pude dejar atrás todo eso", dijo.

"Todo eso", quizá, le habría impedido mantener su tono de voz, prácticamente idéntico al que tenía hace cuatro décadas. "Ciertamente ya no estoy en calidad de repetir los falsettos de entonces pero mi rango es el mismo", dijo con orgullo.

La carrera de Leo Sayer, quien nació en Sussex, por entonces un suburbio clasemediero cercano a Londres, arrancó desde muy temprano: "Mi padre tenía un proyector y nos presentaba películas cortas...en una de ellas aparecía Fred Astaire bailando solo y luego acompañado de Ginger Rogers. Desde entonces sentía que al crecer debería hacer algo parecido", añadió en la entrevista.

Mientras estudiaba arte teatral, el entonces llamado Leonard Hugh Sayer conoció a David Courtney, un joven compositor que luego se convertiría en su mánager. "Vivíamos juntos en un frío departamento. Recuerdo que para mantener el fuego encendido por 30 minutos había que echar una moneda por un ranura, y es difícil hacer eso si apenas completas para una lata con frijoles, cereal y leche. Pero finalmente y no sé cómo pero la inspiración comenzó a surgir".

Lo que no surgía era el contrato discográfico. "Tras la disolución de los Beatles, en Gran Bretaña surgió una obsesión por grabar álbumes conceptistas tipo Pink Floyd, Genesis y King Crimson. Cuando presentamos nuestras canciones en una disquera, un ejecutivo nos dijo 'son perfectas, solo cambien las letras por algo que refleje la disociación del individuo y les produciremos el disco'. Obviamente no íbamos a hacer eso, las letras y la melodía de nuestras canciones nacieron casi al mismo tiempo, eran como dos hermanos gemelos... disociación del individuo... nunca sabré cuántos años ese término estuvo rondando en mi cabeza...", dijo Sayer con una sonrisa.

Finalmente cayó el ansiado contrato discográfico gracias a las gestiones de su mánager Faith, pero apareció el primer sencillo y no ocurrió absolutamente nada. En un momento de frustración Sayer escribió "Throwin' It All away" (Deshaciéndose de todo). La canción llegó a oídos de Roger Daltrey, el vocalista de The Who, quien pidió grabarla para su primer disco solista. A los pocos meses ya era un hit enorme en Gran Bretaña.

Más tarde Courtney y Sayer compusieron "The Show Must Go On", la cual Sayer interpretaba vestido como Pierrot, el payaso triste. Meses después el tema fue grabado por el grupo norteamericano Three Dog Night donde tuvo enorme aceptación. "Eso nos abrió el campo allá", dijo Sayer, "nos fuimos a vivir una temporada en ese país y promover mi propia versión, incluida en el disco Another Boy, cuya portada estaba inspirada en El Principito. De ahí también se desprendieron "One Man Band", canción escrita por Daltrey y con la cual devolvía el favor; "Long Tall Glasses (I Can't Dance)" era un homenaje a las películas de Fred Astaire que su padre proyectaba en casa.

Con su siguiente disco, titulado Another Year, Sayer consiguió otro hit en Norteamérica titulado "Moonlighting"; ya para entonces se había desprendido del disfraz de payaso. "No lo necesitaba... había dejado atrás todos mis temores frente a un escenario; solo tenías que ser tu mismo al actuar frente al público..."

A mediados de 1975 Sayer y Courtney obtuvieron una visa de trabajo y se fueron a California a trabajar en la grabación de su siguiente disco. "Aunque conocíamos buena parte de la ciudad gracias a las películas y a los programas de TV, Los Ángeles nunca dejaron de sorprenderme", dijo. Lo que más le sorprendió fue conocer en persona a mucha de la gente que admiraba en su natal Gran Bretaña. "El estudio donde grabábamos estaba junto a la torre de Capitol de modo que veíamos pasar por ahí a Ringo Starr, a Quincy Jones, a Frank Sinatra... De eso ya solo son recuerdos pues el estudio donde trabajamos fue derruido hace años y en su lugar se construyó un estacionamiento...", dijo Sayer años después.

Acompañado de varios músicos de sesión, entre ellos Ray Parker Jr., Sayer puso a la venta Endless Flight al año siguiente y se convirtió en uno de los discos más vendidos de 1976 gracias a temas como "You Make Me Feel like Dancing", "Magdalena" y el tema que da nombre al disco. Pero fue la balada "When I Need You" la que lo lanzó a las alturas de la música pop: "En aquellos años todavía se usaba el teléfono para las largas distancias y el sonido no era el mejor. El tono melancólico de la canción era real; extrañaba a mi familia, a mi entonces esposa Donatella, a mis amigos. Cuando logras transmitir ese sentimiento la gente gente atesora lo que escucha pues lo identifica con sus vidas", dijo Sayer.

Buena parte del éxito del Endless Flight se debe al haberse podido colocar entre dos públicos, el de la música pop y el de la música disco. "You Make Me Feel Like Dancing" tiene un sonido funky que incluso compartía el sintetizador Moog de Stevie Wonder mientras que el tema que da nombre al disco está claramente inspirado en Elton John. "Creo que en el estudio supimos interpretar hacia dónde iba la música en ese momento", dijo Sayer. Sin embarg los siguientes discos no pudieron repetir es éxito, el cual volvió seis años más tarde con Living in a Fantasy, un álbum más introspectivo pero que igualmente incluía "More Than I Can Say", un viejo tema al cual Sayer logró darle su propio estilo. Fue la última vez que su material tocó las listas de Billboard norteamericano aunque en Europa Sayer siguió gozando de bastante popularidad.

Luego vendría un periodo de depresión, un divorcio, la demanda que le impuso a su ex mánager Faith --de eso más adelante-- y lo que se antojaba sería un retiro permanente hasta que el periódico británico The Sun preguntó a manera de broma en un artículo "¿Alguien recuerda a Leo Sayer?" El asunto fue tomando forma cuando se supo que innumerables DJs y hip hoperos habían "tomado" extractos de sus canciones y lo admiraban profundamente. Luego vendría un regreso a las listas británicas con una versión "dance" del "Raining in my heart again". Pasada la euforia, el cantante se fue a vivir a temporada.

Había otra razón que llevó a Sayer al exilio: cuando su fama comenzó a amainar en los 80, el cantante descubrió que en lugar de una abundante cuenta bancaria producto de las regalías y los conciertos, lo que tenía era una cantidad muy inferior a sus ganancias. Luego se supo que su mánager Faith había invertido el dinero en malos negocios, en "autopréstamos", compra de automóviles nuevos, etc. Sayer demandó a Faith y cuando finalmente recuperó casi todo, el fisco tocó a sus puertas.

"El fisco británico y yo nunca nos hemos llevado bien", explicó Sayer. "En los 70 te resultaba más barato grabar un disco en Estados Unidos que en Gran Bretaña dadas las altísimas tasas impositivas que los artistas teníamos que pagar. Y es un fisco tan insaciable que te requieren para corroborar pagos que hiciste hace 20 años cuando eso debería ser parte de su trabajo. En cambio, en Australia pago impuestos más justos.." dijo Sayer en la entrevista, quien rara vez aborda temas políticos o ajenos a su carrera.

"Allá por 1997 nos reunimos en Nueva Jersey varias figuras de los 70 para ofrecer una serie de presentaciones que tuvieron enorme éxito. Me da gusto ver que pese a las modas que han venido y a las oleadas de no siempre traen música de gran calidad, nuestro trabajo haya perdurado todos estos años", dijo Sayer. "Siento que todo lo hicimos con pasión y con dedicación. Nosotros y nuestros fans somos parte de la misma familia, y como tal nos hemos ayudado y admirado mutuamente. Por ello jamás me arrepentiré por haberme convertido en cantante profesional". Seguramente la aparición de Selfie refrendará eso, por lo menos inicialmente, en el país de los canguros.

 

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