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La disculpitis de López Obrador: échales la culpa, al cabo ya están muertos

 

Con tantos problemas más ingentes, el exigir disculpas a España por cosas que ocurrieron hace medio milenio se antoja como una pérdida de tiempo y una controversia totalmente innecesaria. Pero así escomo se manejan los gobernantes populistas. Y dado que los verdaderos responsables de aquellos hechos ya no pueden responder...

 

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ABRIL, 2019. Así como lo primero que hizo una despechada Cristina Kirchner al regresar de la cumbre en Cartagena fue expropiar la refinería más importante de Argentina, el presidente López no llegó a tanto (por fortuna) pero sí soltó un disparate de alcances internacionales: Cristina porque nadie la peló, ni siquiera Obama, en su exigencia de que Gran Bretaña le regrese las Malvinas, y el señor López luego del abucheo durante la inauguración del nuevo estadio de los Diablos Rojos donde acusó a los autores de la silbatina de ser "fifís".

 

Como seguramente sabe el lector, el presidente López exigió disculpas a España y luego a El Vaticano por la "invasión" que supuso la conquista de América y las "matanzas" y muchas arbitrariedades que se cometieron hace cinco siglos, dijo, "con la espada y con la cruz". El mandatario reconoció que disculpa como una manera de darle reset a la relación bilateral para dejar atrás los agravios ocurridos.

 

Hasta el momento El Vaticano, con un Papa Francisco más preocupado porque no le transmitan gérmenes quienes besan su anillo, no ha habido una sola respuesta. Por su parte, el gobierno español aceptó que esta declaración "ha puesto la relación entre ambos países en un punto álgido como no se veía desde 1975" en tiempos (¿casualidad?) del ex presidente Luis Echeverría. "Las circunstancias de entonces y las contemporáneas así como los principios éticos son completamente distintos", agregó Madrid, por lo cual se negó a ofrecer disculpa alguna.

 

(De hecho en 1991 y previo a la conmemoración por los 500 años del descubrimiento de América, el entonces Papa Juan Pablo II, se disculpó ante los países iberoamericanos por todos los excesos que los conquistadores bautizados y los sacerdotes pudieron haber cometido. ¿Por qué nadie ha recordado eso al presidente López?)

 

La disculpitis no es una invención lopezobradoresca, por cierto. La misma España exige a Gran Bretaña "disculpas" por haber tomado el Peñón de Gibraltar al tiempo que el imam de la principal mezquita de Sevilla pide a España que se "disculpe" por el "maltrato" que sufrieron los moros cuando fueron expulsados; los kurdos exigen a Donald Trump que se disculpe" por sus lazos con Israel mientras que varios activistas argelinos han exigido "disculpas" a Francia por la violación a los derechos humanos que se dio durante la ocupación de esa ex colonia gala.

 

En el caso mexicano, López Obrador trae innecesariamente a la tarima el desgastado cuento de que los españoles "nos" invadieron, "nos" saquearon, se llevaron "nuestras" riquezas" y "nos" impusieron sus creencias religiosas. Pero como  bien ha dicho el periodista español Arturo Pérez Reverte, López Obrador y sus corifeos "protestan contra los invasores hablando en español, llevan apellidos españoles y tienen la piel y los ojos claros" (el también escritor no dudó en tachar de "imbécil" al presidente López).

 

Nosotros podríamos agregar que varios de los principales elementos que distinguen a la "mexicanidad" actual provienen de España, ya sean las haciendas con arcos, con su patio y su fuentecita al centro, los techos de tejas, los caballos, las mexicanísimas sillas de montar, los toros, el vino, los cerdos, las gallinas, la uva, el bigote largo como el de Emiliano Zapata, las botas, las cantinas con barra y para colmo (como lo dejaron en claro, entre otros, Luis González de Alba) nuestra virgencita de Guadalupe, la que lleva el nombre de un río español, eso sin olvidar que la comida mexicana, apreciada en todo el mundo, no habría sido posible sin la aportación gastronómica española.

 

Suena a necedad, indudablemente. Pero ese discurso de que los españoles "invadieron" a los mexicanos (gentilicio que no adoptaría ese territorio sino hasta la consumación de su independencia en 1824, no en 1810, como se nos ha hecho creer) surge cuando los populistas andan cortos en distractores. López Obrador se está dando cuenta que no es tan fácil gobernar a un país como México, que sus fórmulas con la actual CDMX no necesariamente funcionarán igual en otros lados; ya se está dando cuenta que la "guerrita" de Calderón que él tantas veces criticó tiene muchos más raíces que la simple llegada de un gobierno "neoliberal" al poder; ya se está dando cuenta que bajar el precio de la gasolina con un varita mágica no es tan fácil dada la gigantesca dependencia que el Estado mexicano tiene del combustible para poder financiarse. (Los diputados morenistas ya están proponiendo reimplantar la tenencia. impuesto que la izquierda atacó ferozmente mientras fue oposición).

 

Ya como presidente, López Obrador se está dando cuenta porqué tanto los gobiernos priístas como panistas tomaron decisiones que él denunció como obra de la "mafia en el poder"; que para combatir la corrupción no basta un jalón de orejas y "ahora sí, todos a portarse bien". Y qué bueno que se está  dando cuenta: pese a la presión para confrontarlo con Donald Trump, el señor se ha abstenido de caer en la guerra de acusaciones con él. Buen consejo (quizá por parte del secretario Marcelo Ebrard): cualquier respuesta o comentario como el que hizo a España o al Vaticano contra Trump se traduciría en una brutal fuga de divisas y desplome en planes de inversión entre ambos países. Y aparte, España está más lejitos que Washington.

 

Por supuesto, la disculpitis es totalmente absurda y ni siquiera debería contemplarse si este mundo tuviera un poco más de lógica y conguencia. No fueron el actual Rey Felipe VI ni sus súbditos los que cometieron todas esas innegables atrocidades (aunque trajeron muchas cosas valiosas entre ellas uno de los idiomas más bellos del mundo) ni tampoco fue la familia real actual la que ordenó traer la viruela al nuevo continente. Fueron sus antepasados,

muertos hace casi medio milenio y quienes jamás escucharon términos como derechos humanos, inclusión, igualdad etc., simplemente porque ninguno de esos conceptos existía cuando a ellos les tocó vivir.

 

Este "culpismo hereditario" como le ha llegado a llamar Mario Vargas Llosa, equivale a exigir disculpas a los descendientes de Al Capone por sus actos delictivos, algo con lo que ellos nada tuvieron qué ver.

 

Como se ve, entonces, a quienes el señor López debería pedir disculpas directamente es a aquellos conquistadores. Pero como ya todos murieron y difícilmente le van a contestar, el tabasqueño prefiere darse ínfulas populistas a modo de distraer a la opinión pública.

 

Sin embargo y si de dar y ofrecer disculpas se trata, ¿no debería el gobierno mexicano disculparse con el de España? Después de todo Pancho Villa, un bandolero bautizado (costumbre traída por los ibéricos) con el españolísimo nombre de Doroteo Arango expulsó a decenas de ellos no sin antes confiscarles sus bienes y pertenencias.

 

El 15 de mayo de 1911 más de 300 chinos fueron masacrados en la ciudad de Torreón. Desde que asumió el poder, el presidente López no ha ofrecido disculpas al gobierno chino.

 

¿Debe disculparse Uruguay ante Brasil por haberle echado a perder la final con el Maracanazo de 1950? ¿Deben disculparse los Beatles sobrevivientes con Pete Best por haberlo echado del grupo, sustituyéndolo por Ringo Starr? Los descendientes de Howard Carter, el arqueólogo que descubrió la tumba de Tutankamón en 1922 ¿deben disculparse ante Egipto por haber interrumpido el descanso de ese faraón? ¿Debe disculparse el Tribunal de la Haya por haber concedido a Francia y no a México la soberanía de las islas Clipperton? ¿Es obligación de Gran Bretaña disculparse ante Argentina por el hundimiento del acorazado General Belgrano durante el conflicto de las Malvinas? ¿La familia ligada a Jack el Destripador debe disculparse por las siete mujeres asesinadas en Londres a fines del siglo XIX? ¿Debe pedirse a los descendientes de Nerón que se disculpen porque su antepasado ordenó quemar Roma?

 

Como se ve, la disculpitis es un síntoma de lo que ocurre cuando a la historia se le distorsiona y se le idiotiza.

 

Ojalá que éste no sea el principio de los desplantes populistas --y peligrosos-- que muchos tememos por parte de López Obrador. Por fortuna, el "exigir" disculpas a España no ha pasado de ser un ridículo mundial sin mayores consecuencias. Es de esperarse que ahí termine la cosa.

 

 

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