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INTERNACIONAL

Papa Francisco, ¿qué no hay otros prioridades para el Vaticano?

Carismático, inteligente y un orgullo para Latinoamérica, las preocupaciones de Su Santidad en torno a la voracidad capitalista y el cambio climático contrastan con su escasa atención hacia las penurias, persecuciones y decadencia que sufre hoy el cristianismo. Una encíclica al respecto no estaría mal

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AGOSTO, 2015. El catolicismo latinoamericano recibió una gran noticia al anunciarse la elección de Jorge Mario Berboglio como el primer pontífice nacido en el continente americano, alguien que al tener sangre italiana tranquilizaba a quienes dentro del Vaticano ya no deseaban más Papas nacidos llegados del norte europeo. 

Desde el comienzo de su pontificado Francisco marcó varios contrastes: a diferencia de Benedicto XVI, un intelectual de alto octanaje que se transportaba en una lujosa limusina y se hacía acompañar de un costoso séquito, Francisco utiliza medios de transportación más modestos, con frecuencia se baja para saludar directamente a los feligreses y se dirige a ellos con un lenguaje más llano y entendible.

Sin embargo, en otros aspectos, Francisco sigue desconcertando a la grey católica. Una de sus primeras declaraciones en el sentido de que, para él, "no había nada de malo en una relación homosexual", indicaba, como ha dicho el analista Brent Bozell, "que a Su Santidad le faltan algunas páginas a su Biblia" y a una postura, inalterada hasta hoy dentro de la Iglesia, que se opone al matrimonio entre dos personas del mismo sexo y a que tengan relaciones. Una postura similar a que, por ejemplo, un día la presidenta Vilma Rouseff diga que no hay nada objetable en la legalización de las drogas al tiempo que las leyes del país que gobierna penalizan su uso.

El ejemplo anterior no tiene intención de criticar los matrimonios gay --como libertarios, defendemos el derecho de cada quien para disfrutar su sexualidad como lo desee-- sino para apuntar hasta dónde llegan las diferencias entre Francisco y sus dos antecesores inmediatos. Y es que, meses más tarde, Su Santidad regresó en el tiempo y defendió las ideas del Concilio Vaticano II celebrado en los sesenta en Medellín, ideas que darían lugar luego al surgimiento y auge de la Teología de la Liberación, entre ellas el ataque al capitalismo por ser "inhumano" e "incapaz de crear riqueza" (¿alguien le ha indicado a Francisco en un mapa a Singapur, Corea del Sur, Taiwán y Hong Kong?), ideas recicladas en sus dos encíclicas Lumen Fidei y Laudato Si'.

Ésta última es la que ha provocado más rascamientos de cabeza entre buena parte de la grey católica. Enfocada en la defensa del medio ambiente y el cambio climático, prácticamente le declara la guerra a las grandes compañías a las que Su Santidad culpa del "desastre ecológico". Ni una sola palabra contra la contaminación ambiental que se da en China o lo que ocurrió en Rusia con el mar de Baikal hace unas décadas. Más curioso que para la redacción de la encíclica se haya consultado --y luego invitado a visitar El Vaticano-- a la canadiense Naomi Klein, para quien el combate al cambio ecológico es idóneo para resucitar la lucha de clases y quien, para empezar, ni siquiera es católica.

Algunos puntos de la Encíclica producirían risa si no supiéramos que provienen del pequeño pero poderoso Estado Vaticano, como lo son la crítica al uso de aire acondicionado por parte de Su Santidad en el entendido de que "contribuyen" al cambio climático. ¿De qué manera? El Papa no entra en detalles. ¿Y qué se propone en vez de seguir utilizando ventiladores y minisplits en regiones donde el calor es insoportable? ¿Volver a los días en que los esclavos daban aire agitando plumajes de avestruz? ¿Obligar a la grey a darse aire con abanicos de papel? De nuevo, cero alternativas.

Durante la reciente visita papal a Ecuador y Bolivia, Francisco pidió perdón a los indígenas por los abusos cometidos por los españoles en los años de la conquista. Muy bien ¿pero acaso no fueron esos mismos españoles los que ganaron para la causa de Cristo más de la mitad del continente americano? ¿Ni una palabra de reconocimiento para ellos? Situación más surrealista si asumimos que uno de esos "indígenas humillados" --en realidad mestizo-- es hoy presidente de Bolivia.

Por cierto, Evo Morales regaló al Papa una cruz en forma de hoz y martillo. Según la prensa, el pontífice dijo en voz baja "eso no está bien" a Morales. Pero hubiera sido mejor que Francisco le diera un bofetón con guante suave a Morales con algo como: "Señor presidente, gracias por su regalo, pero le recuerdo que esta cruz con la hoz y el martillo, aunque fue hecha por un sacerdote, incluye dos símbolos que en su momento atacaron a la Iglesia católica acusándola de promover la superchería, además de que bajo estos símbolos se perseguió a cientos de miles de cristianos y se les prohibió ejercer su fe libremente".

"Eso no está bien". Pero el vocero vaticano declaró que Francisco aceptó el regalo de Morales.

¿Pero son el cambio climático, la supuesta voracidad de los grandes corporativos y los aires acondicionados las amenazas más fuertes que hoy enfrenta el cristianismo?

Desde que asumió el poder papal, los cristianos han sufrido no solo la quema de sus hogares por parte del ISIS sino incluso la muerte al negarse a renegar de su fe. Cientos de cristianos han sido masacrados en Nigeria, perseguidos en Libia y Egipto, obligados a abandonar Siria e Irak ante el avance de los fundamentalistas musulmanes sin que el Papa Francisco los mencione en sus encíclicas.

Desde el 2014, de acuerdo al sitio breitbart.com, más de 500 templos católicos han sido destruidos o quemados en Nigeria; en Irak, donde el ex dictador Saddam Hussein dio expresas órdenes de que se dejara en paz a la comunidad católica (su secretario de relaciones exteriores, el recientemente fallecido Tarek Aziz, era cristiano), el ISIS les ha impuesto la sharia so pena de muerte. ¿Y Su Santidad encuentra más preocupante el uso de minisplits y exige a la grey que deje de utilizarlos?

En Estados Unidos, el país de donde llegan más contribuciones económicas al Vaticano, existe una abierta campaña contra el cristianismo. Los activistas han conseguido que las oficinas públicas ya no presenten nacimientos en Navidad y en Santa Barbara, California, consiguieron que dejara de exhibirse un nacimiento a lo largo de sus camellones, una tradición que se remontaba a finales del siglo XIX. No es una persecución física donde se pone en peligro la vida, pero es igualmente un hostigamiento psicológico anticristiano. Hasta ahora no hemos atestiguado una condena vaticana al respecto.

El cristianismo va en picada en España, en Holanda, en Francia, en Alemania y en Gran Bretaña. Un reciente artículo del Daily Telegraph teme que para el 2036 los católicos y los anglicanos serán minorías religiosas. ¿No debería esto ser una preocupación ingente del carismático Papa Francisco?

Hay otros problemas para la Iglesia católica que, en apariencia, no le han resultado tan ingentes a Su Santidad como la atención que presta a la voracidad de los empresarios.

Francisco ha acumulado méritos en su corto papado. Pero hay otros puntos que ha descuidado y merecen su inmediata atención, sobre todo una condena severa al Estado Islámico, la mayor amenaza contra el cristianismo en Medio Oriente desde tiempos de las Cruzadas.

 

 

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