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NACIONAL

 

Si no quieren abucheos, &%$#?! gobernadores, hagan bien su trabajo

 

Los gobernadores priístas piensan pedir al presidente que apruebe una ley que prohíba las silbatinas en sus actos públicos, un atentado a la libertad de expresión similar al mandar callar al director de un periódico. Si los delicados Conagos son alérgicos a a las silbatinas, entonces que trabajen con honradez o, simplemente, que eviten entrar al mundillo político

 

Por Roberto Rojas P.

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MARZO, 2019. Esta parece una de esas notas sacadas de la página satírica Eldeforma.com, pero después de consultar en varios sitios tenemos la certeza de que es verídica: la Conferencia Nacional de Gobernadores, en adelante Conago -- prepara un pronunciamiento que entregarán al presidente López que intervenga para que ya no haya abucheos contra ellos durante sus actos de gobierno. Según la nota más difundida, la secretaria nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu, recientemente se reunió con los gobernadores de ese partido donde acordaron hacerle esa solicitud al mandatario la próxima vez que tengan una reunión con él.

Durante una conferencia de prensa, Ruiz Massieu enfatizó que "este es un problema prácticamente de todos los partidos políticos".

Pero el "problema", como le llama la esta señora, no radica tanto en los abucheos sino en lo que dan origen a esta forma popular de manifestar desaprobación o repudio a los poderosos. Semejante queja es tan idiota ---y perdóneseme la gráfica analogía-- como culpar a la cruda por la peda del día anterior, o querer prohibir a los padres que castiguen a sus hijos cuando se portan mal.

Qué delicadita se le ha puesto la piel a los priístas últimamente. A Gustavo Díaz Ordaz le soltaron una ensordecedora silbatina durante la inauguración del Mundial México 70, e igual o peor le fue a Miguel de la Madrid 16 años después cuando en el Mundial de ese año le tundieron con música de viento y mentadas de madre hasta la novena generación. Pero aun y cuando tenían el Congreso y el Senado prestos para besarles la mano y los pies (estas partes del cuerpo por lo menos en público), ninguno decretó una iniciativa para prohibir las rechiflas... bueno, a inicios de su sexenio De la Madrid quiso instaurar una "Ley mordaza" que fue echada atrás cuando los periodistas de todas las tendencias políticas se unieron para detener en seco esa intención estalinista.

La gente que vota por un político y éste lo defrauda mintiéndole o robándose parte de su patrimonio tiene todo el derecho a darle una rechifla y recordarle a su mamacita; en países como México donde los defraudadores dentro del sector público parecen estar protegidos por las leyes, el abucheo es el único recurso que queda a millones de ciudadanos para demostrar su repudio y su descontento.

Pero el abucheo es tan importante a la libertad de expresión como lo es el periodismo y el derecho a disentir; en tal sentido no existe diferencia alguna, salvo los niveles sociales y de educación, cuando un gobernador exige que se le deje de abuchear durante sus actos públicos o cuando amenaza al director de un periódico o a un reportero por andar exponiendo sus corruptelas.

Por supuesto que los gobernadores de la Conago no lo ven como un acto totalitario. Para ellos, el abucheo representa una falta de respeto a su investidura, a sus enormes logros, a sus contribuciones, al gigantesco bien que están aportando a sus estados pese a que éstos cada día los tengan más jodidos y endeudados. Lo que ellos desearían es que cada vez que aparecen en público la gente les aplauda, los harte de cursis elogios, y les componga loas.

Los Conagos creen que les hicimos un favor al llevarlos al poder. Pero son empleados nuestros y por ellos nos deben rendir números dado que pagamos sus sueldos con los impuestos que el Estado nos quita por realizar una actividad productiva. Es el equivalente a abuchear a un atleta o a un equipo deportivo cuando nos deja decepcionados. ¿O acaso también debe prohibirse abuchear a los deportistas o al árbitro para que no se ofendan cuando cometen burradas?

Los gobernadores suponen que por estar regalando tinacos, útiles escolares y baratijas estampadas con el logo de su administración --y que apenas palían la jodidez de sus gobernados-- por ello ya nadie tiene derecho a criticarlos, a abuchearlos, a llamarles corruptos. Porque nadie va a abuchear a quien es honrado y hace bien las cosas a menos que se trate de hordas políticas organizadas por algún político rival.

¿Pero que no se supone que a los actos públicos de estos gobernadores solo asisten acarreados? La mayoría de estos actos se realizan a media mañana o en las primeras horas de la tarde cuando la mayoría de la gente que realmente aporta a este país se encuentra estudiando o trabajando. Es a estos acarreados a los que deben de exigirles que se callen, que desquiten su refresco y su torta. Los abucheos provienen, en buena parte, de sus mismos acarreados.

Se podría pensar que esta petición al presidente López viene a ser una trampa que tendida por los Conagos: cuando el actual gobierno federal comience a anegarse  y la economía entre en una profunda recesión, los gobernadores priístas nos dirán "¿Ya ven, el presidente no solo los tiene más amolados sino que ya no permitió que el pueblo lance abucheos a los gobernados?" Sin embargo el nefasto diputado morenista Gerardo Fernández Noroña está encabezando una iniciativa dentro de la Cámara que prohibiría criticar o denunciar a los legisladores y que aplicaría una pena corporal a los irrespetuosos. El querer asilenciarnos se perfila, entonces, como una jugada de varios bandos.

Quien entre al mundillo político debe tener la madurez (o al menos eso se supone) de aceptar y reconocer que conforme más vaya escalando más le van a pegar y que recibirá críticas feroces, será objeto de intrigas y conspiraciones aun dentro de su mismo partido. Pero no, estos gobernadores con mentalidad infantil hacen berrinches porque alguien les da una silbatina pública y exigen mandar callar al agresor.

¿Por qué mejor no le piden al mandatario una ley de transparencia que lo obligue a revelar en qué consiste su estrategia antihuichicolera o que revele qué presione la investigación ocurrido en torno al ducto de Pemex en Tlatehuilpan, Hidalgo, pues ya nada aparece en los periódicos al respecto pese a que, de haber ocurrido esta tragedia con Anaya o con Meade, estaríamos atestiguando en los medios una satanización similar a la que pasó con Ayotzinapa y Peña Nieto. Pero ya se echó tierra al asunto pese a que en el estallido del ducto murieron casi el doble de los estudiantes en ese municipio de Guerrero.

Ahí es donde los Conagos debieran estar presionando al presidente López en lugar de lloriquear y hacerse los ofendidos porque la gente los abuchea en sus apariciones públicas. Se les paga bastante bien para que aguanten vara. Ellos quisieron ser gobernadores, pues bien, que toleren las rechiflas y las mentadas.

 

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