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El odio a Trump lleva a Andrés Oppenheimer a solapar la censura

¿Cómo fue posible que uno de los periodistas latinoamericanos más reconocidos esté echando su prestigio al caño sencillamente porque no traga al presidente de Estados Unidos? Eso no es lo peor: en una reciente columna, Andrés Oppenheimer se pone del lado de los enemigos de la libre expresión, esos a los que había denunciado en sus casi 50 años de carrera. Qué vergüenza

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ABRIL, 2020. Desconocemos cuál fue el ambiente de la entrevista que tuvieron el actual presidente Donald Trump y el periodista argentino nacionalizado estadounidense Andrés Oppenheimer, pero damos por sentado que no fue el mejor. En su libro Crear o Morir (el de la portada con un dibujo de Albert Einstein enseñando la lengua), Oppenheimer refiere que cuando entrevistó a Trump, le encontró criticable que, a diferencia de otros innovadores, Trump le respondiera ufano que "no soportaba en lo mínimo la posibilidad de fracasar", en contraste con otros personajes con los que el periodista había platicado y quienes consideraban el fracaso como parte de la innovación... en pocas palabras, Oppenheimer estaba definiendo a Trump como un empresario anacrónico, desfasado y muy lejano a otros innovadores que aparecen en ese libro, como Bill Bezos, Elon Musk  y Richard Branson, a quien Oppenheimer no considera tan "anacrónico" pese a que es apenas 4 años más joven que Trump.

Solo podemos especular sobre lo tersa que debió haber sido esa entrevista; quizá Trump no le ofreció siquiera una limonada al periodista argentino, no lo invitó a sentarse, lo tuvo todo el tiempo de pie o lo vio con cara de fuchi. Su asumimos que Trump jamás en su vida ganará un concurso de Míster Simpatía y que suele portarse áspero con quienes le rodean, es posible que Oppenheimer haya salido echando humo de la oficina del multimillonario quien, cuando apareció ese libro, aún tenía su programa televisivo The Apprentice y nadie imaginaba que tuviera aspiraciones presidenciales. Lo indudable es que hubo apatía entre ambos la cual, también sin asomo de duda, adquirió velocidad de warp en el hiperespacio una vez que Trump se convirtió en presidente de Estados Unidos en el 2017. Desde entonces este columnista del Miami Herald le ha tomado un odio visceral, y no se molesta en ocultarlo.

Durante mucho tiempo admiramos a Andrés Oppenheimer aquí en fasenlinea. De hecho hemos comentado todos sus libros, incluidos Héroes y Bandidos, Cuentos Chinos, Basta de Historias y México en la Frontera del Caos, quizá uno de sus mejores trabajos de investigación. Asimismo lo hemos tomado muchas veces como referencia y degustamos muchas de sus columnas, incluida una recopilación. También escuchábamos religiosamente sus columnas radiofónicas durante el programa de Pedro Ferriz de Con. Como se ve --y al hecho de su postura, aparentemente de centro y un tanto libertaria-- convirtió a Andrés Oppenheimer en uno de los favoritos de esta página web.

La postura de este periodista comenzó a cambiar durante el gobierno de Barack Obama. De repente todo lo que salía de la Casa Blanca dejó de serle criticable, sazonado con la evidente admiración que Oppenheimer mostraba hacia Obama y hacia su esposa Michelle. De hecho en el ya referido libro Crear o Morir, Oppenheimer miente a sus lectores al ubicar a Obama como un promotor de la libre empresa, algo que el ex presidente nunca demostró ni en sus discursos ni en sus acciones ni en sus acciones ni mucho menos en su plataforma política.

Meses más tarde Oppenheimer se retractó con orwelliano cinismo cuando los demócratas perdieron las elecciones intermedias del 2014 luego que los republicanos recuperaran la Cámara de Representantes. Antes de esa votación el periodista del Miami Herald había asegurado que era un proceso "vital" (y según se lo dijo a Ferriz de Con) cuando Obama perdió la mayoría en esa Cámara resultó que esas elecciones "no eran tan importantes".

Sin embargo la elección de Donald Trump, como ya dijimos, le puso un cohete el salva sea la parte a Andrés Oppenheimer. Esto en sí no es criticable en un periodista, pero sí lo es cuando como desquite se apoye o se dé la venia a quienes se han mostrado abiertos enemigos de la libertad de expresión, específicamente a partir de las llamadas fake news, o lo que es lo mismo, toda información que resulta incómoda a la izquierda y al Partido Demócrata.

En su columna publicada el 15 de mayo. Oppenheimer pone en duda que los "nuevos pasos de twitter y Facebook para combatir las noticias falsas "realmente sean efectivos": "(Facebook), que también es dueña de Instagram, puso en marcha una nueva comisión (...) tendrá un presupuesto de 300 millones y podrá tomar decisiones vinculantes para eliminar noticias falsas específicas de facebook e Instagram".

Imaginemos que, en tiempos de la dictadura militar argentina que le tocó vivir a Oppenheimer, éste se alegrara porque Jorge Videla promoviera la creación de una "comisión" para determinar cuáles noticias son reales y cuáles son falsas y en consecuencia censurar éstas últimas. ¿Sería igualmente factible que, por ejemplo, este periodista sonriera si los dueños de Google pusieran a escrutinio sus columnas para ver cuáles sí se publican en esa plataforma y cuáles no, dependiendo de lo que diga una comisión formada por "expertos" que determinen la veracidad de lo que escribe? No creemos que eso le haría mucha gracia a Oppenheimer.

Las dudas de este periodista no van tanto contra la efectividad de la comisión creada por Facebook sino por callar específicamente a cierto personaje: "Botero --uno de los miembros de esa comisión-- dijo que no puede hablar de casos específicos como cuando el presidente Trump sugirió que inyectar desinfectante puede curar el COVID-19". De nuevo, Oppenheimer miente a sus lectores, sabedor, sin duda, que muchos de ellos no se molestan en acudir a otras fuentes informativas que publican en inglés, y de que el 99 por ciento de los medios en español de Estados Unidos son liberales. Trump jamás recomendó tomar desinfectante; simplemente se burló de "esos medios liberales que proponen soluciones absurdas como inyectarse desinfectante para combatir el virus".

Pero la muestra evidente de que Oppenheimer padece un grave caso de alteración emocional inducida por su odio al mandatario norteamericano lo tenemos en otra parte de esa columna: "Por ejemplo, Trump ha afirmado sin pruebas de que la pandemia se originó en un laboratorio de China, una aseveración que algunos podrían interpretar como dañina a la salud pública".

Sería bueno que Oppenheimer realizara su propia investigación para desmentir que el virus surgió en un laboratorio, específicamente en Wuhan. ¿Por qué Oppenheimer no ha investigado qué ocurrió con los doctores chinos que dieron la voz de alarma y fueron asilenciados por la dictadura comunista? Es más, lo invitamos a que visite este este link donde la investigadora y periodista china Liwei Fu da cuenta que, efectivamente, el virus surgió en un laboratorio... a ver si con la información que ella proporciona, Oppenheimer también se atreve a rebatirla y a acusarla de estar difundiendo notas falsas.

Más aún, la Organización Mundial de la Salud ha difundido muchísimas más notas falsas que Trump, entre ellas que el COVID-19 no se transmitía de persona a persona. Pero esa aseveración dicha por Tedros Anhamon Ghebreyesus, el titular de la OMS y que ha costado cientos de miles de vidas, no molesta tanto a Oppenheimer como la aseveración del mandatario de que el COVID-19 se fugó de un laboratorio chino ni tampoco la considera una "nota falsa".

Más que buscar combatir las "notas falsas". Oppenheimer suelta el peine de lo que realmente le apura: "Me cuesta entender porqué facebook, que anunció esta comisión en 2018, se tardó tanto en ponerla en marcha. Estamos a solo 6 meses de las elecciones estadounidenses."

¿Qué quiere esto decir, que Trump necesita de las "noticias falsas" para lograr su reelección? De hecho han sido los enemigos del presidente gringo quienes han difundido toneladas de noticias falsas , algo que no parece incomodar mucho a Oppenheimer, quien ha optado por no comentar que la colusión Trump-Rusia se desmoronó ante la ausencia de pruebas, e igual ha guardado silencio cuando el "juicio político" de los demócratas contra Trump resultó en otra engañifa por parte de Nancy Pelosi y Adam Schiff.

 Aparentemente también a Oppenheimer "le cuesta entender" que Joe Biden padece un severo deterioro mental, situación peligrosísima tratándose de un político que busca la presidencia de Estados Unidos. Igualmente Oppenheimer no ha entrevistado a Tara Reide para que dé su versión sobre el acoso sexual del que fue objeto por parte de Biden; seguramente este periodista argentino piensa, como muchos de sus colegas, que los videos y las fotografías donde se ve a Biden acariciando, besando y atrayendo hacia sí incluso a niñas de 13 años, no son más que meras "noticias falsas" que no tiene caso documentar.

Igualmente, es claro que a Oppenheimer no le interesa comentar sobre las recientes elecciones especiales realizadas en California donde Mike García, un hispano, ganó una curul en la Cámara de Representantes a la candidata demócrata Christy Smith con una diferencia de más de 17 mil votos, un distrito que Hillary Clinton había ganado en el 2016 con un 79 por ciento de los sufragios. Para alguien como Oppenheimer, quien asegura apoyar con todo el avance político de los hispanos en Estados Unidos (excepto, por lo visto, cuando son republicanos) tal omisión es imperdonable.

De hecho, en su columna del 18 de mayo, Oppenheimer vuelve a criticar a Trump por sus "facultades de emergencia" sin cuestionar en ningún momento las medidas dictatoriales de los gobernadores Newsom en California, Northam en Virginia, la gobernadora Whitmer en Michigan y el alcalde de Nueva York Bill di Blasio, mucho más graves y anticonstitucionales.

Es vergonzoso que Oppenheimer esté a favor de la censura, traicionando así sus propios principios periodísticos cuando exige callar a Trump por difundir "noticias falsas" pero no critique ni con una coma cuando esas "noticias falsas" son difundidas por los demócratas. El suyo es un odio enfermizo, máxime porque cuando aborda los temas de la realidad latinoamericana, ya sean su denuncia de que Cuba pronto será miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, este periodista mantiene la línea que lo ha distinguido por casi cinco décadas.

Desafortunadamente, al condicionar ese compromiso con la verdad y manipularlo ante lo que no le gusta o no le conviene, ha desmerecido irremediablemente la reputación de Andrés Oppenheimer, quien ahora, con una doble moral impresionante, justifica en Estados Unidos la aplicación de actos de censura fascistoide que ha criticado sin tapujos cuando habla de Cuba o de Venezuela.

No se le pide a Oppenheimer que se vaya al extremo de lanzarle loas y justificaciones igualmente insensatas a Trump; es válido criticar a ese mandatario cuando diga o cometa burradas, que han sido muchas. Pero de ahí a atacarlo por mera mala leche al punto de aplaudir que se censure toda opinión discordante, hay un riesgoso tramo saturado de hipocresía. Solo pedimos a Andrés Oppenheimer que también hable con la verdad cuando aborde temas de la política norteamericana en vez de manipular a sus lectores. Qué vergüenza y qué pena, la verdad: tener que echar a la basura cinco de sus libros.

 

Textos relacionados

¡Crear o Morir! de Andrés Oppenheimer [Agosto, 2014]

Basta de Historias por Andrés Oppenheimer [Enero, 2011]

Cuentos, en suma, latinoamericanos [Enero, 2006]

 

 

 

 

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