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Bill Maher quiere redimirse, pero sigue siendo un hipócrita (y un tonto)

Por un lado, el conocido conductor de la televisión por cable no duda en denunciar el suicidio político que están cometiendo los demócratas y ha aceptado entrevistarse con sus otrora enemigos conservadores. Pero por el otro, Bill Maher sigue dominado por su odio anti Trump, por quien alguna vez rogó que una catástrofe económica detuviera su reelección. Al final es un miembro las élites del poder que busca salvarse de un barco que se está hundiendo

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ABRIL, 2022. El mundo del entretenimiento norteamericano sigue hundiéndose irremediablemente entre el estiércol woke pero parecen quedar todavía algunos que se resisten a caer en este estanque de mediocridad y agachismo creativo. Y mientras uno de los más recientes en dar ese salto demagogo e hipócrita es el otrora comediante John Stewart, Bill Maher se mantiene como una de las pocas voces críticas de la izquierda que ha  alzado su enojo hacia esa corriente prototalitaria, "más propia de los países comunistas que de un país con larga tradición democrática como los Estados Unidos", según dijo recientemente Maher en una conversación con el vloguero conservador Ben Shapiro.

Si usted es lector reciente de fasenlinea, quizá no está al tanto de que hace un par de años le dimos en deshonroso título de Tonto de la Semana a Bill Maher (el link de ese artículo se encuentra al final de este texto), un vergonzoso blasón más que merecido. En aquella, ocasión Maher se preguntaba por qué si el socialismo creaba tanta pobreza, los 10 países más felices del mundo se consideraban a sí mismos socialistas y citó el caso de Suecia y Dinamarca. (Naturalmente, Maher "olvidó" mencionar que el listado de los países menos felices del planeta se encuentran Venezuela, Corea del Norte y Cuba, países cuyo socialismo sea aplicó más fondo que en las naciones escandinavas).

Con todo, es loable que Bill Maher esté tratando de redimirse. Además de la entrevista con Shapiro, el conductor recientemente platicó al aire con Joe Rogan, quien dirige el programa más escuchado en la plataforma Spotify. Evidentemente Maher pertenece más a esa camada de demócratas tradicionales,  relativamente moderados, como esos legisladores que podían agarrarse de la greña con sus contrincantes republicanos --bueno, quienes la tuvieran--pero al salir de las cámaras se iban, abrazados y sonrientes, a tomarse unas copas y a departir como cuates. Hoy la polarización en Washington ha hecho imposible esa costumbre, por cierto.

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Tampoco es casualidad que durante mucho tiempo el programa transmitido por Maher en la cadena HBO llevara por título Politically Incorrect. Sin embargo, de repente Bill Maher pasó a ser, de demócrata ejemplar, a un conductor "simpatizante de la derecha conservadora" y casi un traidor; por eso cuando Maher advierte que " yo no he cambiado mi posición, ellos son los que cambiaron", no está errado del todo.

En momento parece que Bill Maher, como se dice, finalmente ha visto la luz: la izquierda norteamericana ha perdido la brújula, se ha sumido en la pesadilla woke y se ha alejado de las inquietudes de sus votantes, quienes a su vez se sienten traicionados. Sin embargo Maher padece el mismo mal que esos a quienes denuncia dentro del Partido Demócrata, esto es, su profundo odio a Donald Trump, un odio irracional, casi clínico. Gente como Alejandra Ocasio Cortez, Nancy Pelosi y Joe Biden están destruyendo la esencia de los demócratas, nos advierte Maher, pero no deja de compartir con ellos su desprecio a quien desde Bill Clinton ha sido el mejor presidente en términos económicos.

Aunque Bill Maher se quiere presentar hoy como un amigo de los demócratas de clase media que están profundamente arrepentidos de haber votado por un inepto como Joe Biden, al final sigue perteneciendo a  esa élite política y económica norteamericana que detesta al norteamericano promedio, sea demócrata o republicano, que diariamente lucha para ganarse la vida.

Es fácil olvidar que hasta antes de la aparición del Covid, a principios del 2020, los Estados Unidos atravesaban a por uno de sus mejores momentos económicos. Apenas en el 2018, el Producto Interno creció un 4.1 por ciento en comparación con el 2016, cuando Obama todavía era presidente, que fue del 2.3 por ciento, casi el doble. Al estallar la pandemia, el PIB de Estados Unidos se encontraba ya en el 5.1 por ciento. Un panorama excelente y alentador excepto para gente como Maher para quienes el autor de ese milagro era el peor racista jamás nacido en  ese país, un multimillonario insensible ante los desfavorecidos.

En uno de sus programas transmitidos por la cadena HBO en el 2020, Maher suplicó que "ocurriera una crisis, una depresión, algo", para descarrilar las inyecciones reeleccionistas de Donald Trump", es decir, le importaba más sacar a ese sujeto de la Casa Blanca que el bienestar de la población norteamericana; al carajo con todos ellos si el autor de ese milagro es un republicano.

Por esta clara muestra de hipocresía, Bill Maher no merece ser tomado en serio. Su odio por el norteamericano promedio al que considera iletrado, vulgar, un tipo que se la pasa bebiendo cerveza y ansía con ansias el fin de semana para atiborrarse de barbecue, es gentuza que terminó eligiendo a Donald Trump, no le merece consideración alguna, aun si ese ex presidente estaba haciendo las cosas bien.

Paradójicamente, el deseo se le hizo realidad a Bill Maher: la locomotora norteamericana fue detenida no por una recesión pero sí por la llegada del Covid, esto en momentos que el copetudo ex mandatario ya tenía garantizada su reelección desde medio año antes. Hoy el país se encuentra al borde del precipicio económico y el presidente es demócrata, dos situaciones que Maher imploraba ocurrieran para echar fuera a Trump, lo cual sucedió en enero del año pasado. ¿Entonces de qué se queja Maher si al final la economía se fue en picada y Donald Trump no logró la reelección?

Es imposible tomar en serio este supuesto mea culpa de Bill Maher del mismo modo que le sucedió a Lex Luthor en Superman II cuando, al ser derrotado el general Zod y sus comparsas, le jura y asegura al hombre de acero que "yo siempre estuve de tu lado". Al igual que Mark Zuckerberg, los dueños del The New York Times y la familia Biden, Bill Maher vive en una burbuja elitista encerrada en su propia realidad. Su actitud quizá se deba a que, a diferencia de los demás demócratas, el conductor es el único en la industria del entretenimiento que se atreve a advertir de la estupidez de los demócratas que terminarán por hundirlos ante el electorado, pero nada más. Bill Maher sigue siendo un hipócrita, y un tonto.

Nos mantenemos en lo dicho, aunque ahora Bill Maher se diga muy amigo de aquellos a quienes hasta hace poco insultó porque votaron por Donald Trump y en consecuencia no tenían derecho a disfrutar de los beneficios de su política económica.

 

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