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Y DEMÁS/Hipocresías
La hipocresía cada día más aberrante del capitalismo woke Durante décadas se les consideraba parte esencial en una economía de mercado, pero hoy muchas megaempresas han comenzado a difundir propaganda alejadas de las cualidades de sus productos y con un tono claramente marxista. Al revisar el asunto vemos que la razón está, bueno, en chino...
JULIO, 2021. En apariencia se
trata de una relación contranatura: ¿cómo es posible que estos
gigantes que producen millones de bienes de consumo, florecen y
prosperan dentro de una economía de mercado súbitamente se hayan
vuelto promotores de políticas no solo socialistas sino abiertamente
marxistas?
Esta repentina conversión woke
--promoción de políticas relacionadas con la "justicia social", la
"equidad" y el "combate al racismo"-- no solo va dirigida hacia los
consumidores: todas estas empresas están forzando a sus empleados a
tomar cursos de "tolerancia racial" que denuncian el "privilegio
blanco" o, peor aún, los atosigan con largas secciones de "Teoría
Racial Crítica" donde se les tacha de racistas por el solo hecho
de haber nacido con la piel blanca. Quien se niegue a tomar estos
"cursos" es suspendido o simplemente despedido, aun si ello violenta
las leyes laborales norteamericanas. ¿A qué se debe ese cambio de postura que no duda en insultar a los consumidores blancos llamándoles racistas e intolerantes? En primer lugar, a su condición de monopolios. Empresas como Wal Mart y Target, cuyos ingresos son superiores al PIB de varios países centroamericanos, pueden promover estas políticas woke sin que ello afecte gran cosas al mercado cautivo que poseen; por el contrario, una empresa de regular tamaño consideraría suicida promover este tipo de posturas que alejarían a sus clientes, ello sin olvidar que miles de ellas se encuentran en la cuerda floja tratando de salir adelante con un aumento al salario mínimo de 15 dólares la hora, un costo que Amazon, virtual monopolizador de ventas por Internet, puede costearse sin gran problema. El segundo factor es la coacción: por ley, las empresas norteamericanas están obligadas a poner en venta al público una parte de sus acciones. De acuerdo al columnista Ron Dreher de la revista American Conservative, "cientos de activistas adquirieron esas acciones y con ello infiltraron esas empresas al punto de obligarlas a promover políticas 'progresistas'. No fue difícil para estos activistas contemporizar con los sindicatos de esas empresas, siempre a favor de promover la lucha de clases, ahora despojada de el afán de expropiarlas para ponerlas en manos de los trabajadores, que era su exigencia de otros tiempos". Otro factor es el chantaje. Todas estas empresas transfieren millones de dólares a movimientos como Black Lives Matter bajo amenaza de armarles un escándalo mediático si se niegan a financiarlos. Eso fue precisamente lo que sucedió con Simply Straws, empresa fabricante de popotes (pajillas) establecida en Oregon, la cual en principio se negó a adherirse a estas políticas o a vender sus acciones a cualquiera por el solo hecho de tener los billetes en la mano. Como respuesta, los activistas difundieron una nota de Milo Cress, por entonces un niño de 9 años, donde sin pruebas afirmaba que los popotes arrojados al Pacífico estaban causando la muerte de millones de peces. El escándalo creció en las redes al punto que Simply Straws comenzó a tener pérdidas gigantescas hasta que "dobló las manitas" y terminó por convertirse en otra empresa woke que hoy promueve entre sus empleados la "Teoría Racial Crítica" y otras vainas donde ser blanco es motivo para ser tratado peor que un leproso. Y el tercero es el más ominoso de todos, muestra de la enfermiza hipocresía de estos gigantes: la búsqueda del mercado chino. Dreher reporta que las autoridades chinas han exigido, como requisito para que puedan entrar a ese lucrativo mercado (por lo menos mil millones de personas) que ataquen sistemáticamente a la economía de mercado de Estados Unidos a cambio de una actividad monopólica en territorio chino. La oferta incluye no solo a estos monstruos corporativos sino a la NFL, la MLB y la NBA. Por supuesto que cualquier crítica a la dictadura china les valdría ser expulsados del "club" y con ello perder millones de dólares. Pocos norteamericanos saben que empresas como Procter and Gamble, a la que le compran jabones de tocador, enjuagues bucales y cepillos de dientes, es "socio comercial" de la dictadura china y que un miembro del Partido Comunista de ese país forma parte del Consejo de Administración, un personaje que incluso tiene más poder que el gerente de esa compañía en territorio chino, ni que los burócratas chinos son capaces de obligar a los grandes estudios de Hollywood a que "cambien" sus guiones si los consideran "inapropiados" para el espectador chino. Seducidas por ese mercado, estas empresas no han dudado en traicionar los principios que les dieron origen así como atentar contra la estabilidad económica y cultural de sus propios países. Esta vergonzosa sumisión a un gobierno extranjero ha hecho que esas empresas woke caigan en la más aberrante hipocresía. Un sonado caso es el de Apple, la fabricante de teléfonos celulares y computadoras móviles y una de las más "comprometidas" con la "justicia social" y el "combate al racismo". Esta empresa tiene una emsambladora de sus productos cerca de Shangai que emplea a casi 5 mil personas a las que se les paga en promedio el equivalente a un dólar diario. De tal manera, refiere Dreher, "un IPhone que cuesta ensamblarlo en China 50 dólares, Apple lo vende en Estados Unidos a seis veces su valor, incluso más". Igualmente, a Tim Cook, el mandamás de Apple, no parece preocuparle gran cosa que los empleados en esa planta de Shangai laboren hasta 13 horas diarias y que carezcan de prestaciones sociales. Con esas ventajosas condiciones que dejan como chiste la explotación en los primeros años de la revolución industrial ¿a quien extraña que Apple y otras empresas abracen la causa woke para así ganarse el favor chino?
Vivek Ramaswamy, un emprendedor hijo de inmigrantes
hindués y quien hizo una fortuna como inversionista en
biotecnologías, señala que Nike "tiene 10 plantas en China donde
ahorra costos de hasta un 70 por ciento que si tuviera esas plantas
operando en Estados Unidos". Igualmente, Ramaswamy advierte que "la
promoción woke que realizan estas empresas en Norteamérica y el
resto del mundo no aplican en China, donde en ningún momento Nike ni
la NFL se
promocionan con la bandera LGBT, la cual está prohibida y restringida
en ese país". ¿Se necesita mayor hipocresía?
Sin embargo la hipocresía rebasa toda
racionalidad en el caso de Coca-Cola, la cual forzó a sus empelados
a tomar un curso sobre el cacareado "Proyecto 1617", primero
difundido por The New York Times y el cual se ha comprobado
que carece de fundamento. Pese a ello y dado el desprecio absoluto
de la verdad por parte de la izquierda, la refresquera estuvo
impartiendo el "curso" hasta que un empleado filtró la información y
se suspendió el "curso". Textos relacionados ¿Desde cuándo el beisbol y las gaseosas son garantes democráticos? ¿Por Dios! [Abril 2021] Idiotez tóxica cortesía de un megacorporativo [Enero 2019]
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