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Biden, el pusilánime perfecto para Vladimir Putin, quien no cabe de felicidad

¿Por qué Putin esperó a que terminara el gobierno de Trump para abalanzarse sobre su vecino, decidido a anexárselo? Parece una pregunta retórica, excepto para los medios que buscan desesperadamente seguir ocultando la blandengue presidencia de Joe Biden. La historia demuestra que cuando el habitante de la Casa Blanca es un timorato, el totalitarismo mundial se envalentona. Y lo estamos viendo de nuevo

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MARZO, 2022. El mundo se muestra "sorprendido" e "indignado" de que Vladimir Putin, el autócrata ruso, haya firmado un documento que formaliza la anexión de Ucrania --más bien una "reanexión" luego de poco más de tres décadas de vida independiente-- a lo que siguió en, la madrugada del martes 22 de febrero, la entrada de los tanques rusos con dirección a la capital Kiev y una ocupación que, se teme, durará bastante tiempo.

Pero únicamente esos "analistas" y esos  "líderes mundiales" son quienes se muestran "sorprendidos". La anexión de Ucrania es algo que Putin ya tenía en mente, por lo menos, desde el 2012, punto que el periodista español José García Domínguez refiere al citar el libro La Venganza de la Geografía del ensayista estadounidense Robert Kaplan, quien cita algo que escribió Putin en aquellos momentos:

"Sin Ucrania, Rusia todavía podría ser un imperio, aunque predominantemente asiático. Sin embargo, si recupera el dominio de Ucrania, Rusia añadiría 46 millones de personas a su demografía con las miras puestas en occidente". (De hecho, y como premio de consolación, Putin se dio el gusto de anexarse la Península de Crimea, ante las mismas narices, por cierto, del entonces presidente norteamericano Barack Obama y con quien nunca congenió).

Es curioso cómo Putin sigue siendo el villano de la izquierda después de todos estos años aunque ahora, a diferencia de los años de Trump, a quien se acusaba de ser "blandengue" ante sus bravatas dado que, por supuesto, no solo era un agente encubierto del Kremlin sino que el ex espía de la KGB le había ayudado a derrotar en las elecciones del 2016 a la pobre de Hillary, en esta ocasión tanto Trump como Putin son los culpables, ese par de Hitlers reencarnados, ansiosos de poner en jaque no solo a la democracia norteamericana sino al resto del mundo.

Otra asombrosa paradoja es que durante los cuatro años del "belicoso" y "buscapleitos" Trump, los Estados Unidos no enfrentaron un solo conflicto militar ni tuvieron que enviar tropas a ninguna parte del planeta, algo que no sucedía desde los años de Jimmy Carter, aunque se trata de un logro relativo si recordamos cómo en 1979 hubo una fallida misión en el  desierto iraní para rescatar a los rehenes de la embajada norteamericana en Teherán y la entonces Unión Soviética invadió Afganistán ante lo cual lo único que se le ocurrió a Carter fue "boicotear" los Juegos Olímpicos de Moscú efectuados en 1980

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Pero curiosamente llega a la presidencia Joe Biden, postulado por el partido político que suele contar con el apoyo irrestricto de los pacifistas, de los cantautores que elogiaban la paz y calificaron tanto a Nixon y a Reagan de sanguinarios e intervencionistas, y súbitamente, los Estados Unidos se encuentran nuevamente a las puertas de un conflicto armado. ¿Pero cómo diantres se dio eso? ¿Cómo fue que a Putin no se le ocurrió meter sus patas en Ucrania durante los años del pendenciero Trump? No debió haber sido por miedo al copetudo multimillonario, menos por parte de alguien que es cinta negra en karate y experto en jiu jitsu. Ante ello conviene repasar brevemente la historia.

Hoy parece imposible de creer, pero hubo un momento en el que s consideraba debilucho al gobierno de Franklin D. Roosevelt (1933-1945). Desde el principio, la política exterior de ese gobierno habló de "coexistir en paz" y dejar atrás las guerras para "construir un mundo mejor", según dijo ese mandatario durante uno de sus primeros discursos. Así pues, Estados Unidos asumía una actitud pacifista ante el mundo, además que, dada la Gran Depresión, el país no estaba de humor como para andarse financiando nuevas aventuras bélicas en ultramar.

Por supuesto que esa actitud por parte del país más poderoso del continente americano marcaba un enorme contraste con las (entonces) recientes incursiones militares de Washington en México, Nicaragua, Filipinas, Cuba, Puerto Rico, Panamá, República Dominicana y, por supuesto, la participación en Europa durante la guerra 1914-1918. Cuando Roosevelt ordena el repliegue y enfatiza su negativa a meterse en más aventuras que involucraran a las fuerzas armadas, la señal para los países expansionistas era obvia: el que estaba  a cargo de proteger la dulcería mundial había decidido tomarse un buen asueto.

Dentro de esta perspectiva, no parece ser casualidad que la llegada al poder de Roosevelt se reflejara en ascenso fugaz del nazismo en Alemania y en el reforzamiento del fascismo en Italia y, no olvidemos, el repliegue norteamericano en Asia también estaba resultando en un irresistible manjar para la junta militar japonesa, que no dudó en aprovechar la coyuntura para expandirse por buena parte de Asia.

Llegar a la conclusión de que Roosevelt era un debilucho era mayoritaria antes de 1940: se trataba de un mandatario con su salud mermada, en silla de ruedas --situación que desconocía el pueblo norteamericano pero de la cual cualquier espía extranjero estaba al tanto--y que se veía decidido a dejar a su suerte a Europa. También contaba otro elemento: todavía a mediados de los años 30, había poblados en el medio oeste norteamericano donde había más gente que hablaba alemán que el inglés. (El Ministerio de Propaganda de Joseph Goebbels financiaba emisiones radiofónicas en onda corta dirigidas a ese sector poblacional, esencialmente una plasta de discursos fascistoides aderezados con música tradicional alemana).

Sin esa percibida debilidad norteamericana --país que, además, estaba muy lejos tanto de Japón como de Alemania-- el único enemigo al que Hitler realmente temía era a la Rusia soviética. De ahí que le urgiera firmar el Tratado de No Agresión con Moscú... y de ahí que más tarde hiciera pedacitos ese Tratado invadiendo Polonia... y de ahí que Japón decidiera atacar la base naval de Pearl Harbour.

Pero Roosevelt dio la sorpresa: lejos de ser un blandengue, la misma noche de ese ataque logró unánimemente que el Congreso declarara la guerra a las potencias del Eje y echó a andar su gigantesca maquinaria militar que terminaría por derrotar a esos tres países en menos de cinco años.

Moraleja: cuando Estados Unidos se muestra pusilánime ante el mundo, le van a sobrar provocadores. ¿Es igualmente una casualidad que durante el gobierno del Carter, el ayatollah Jomeini carcajeara en su cara del mismo modo en que Putin hoy lo está haciendo con Joe Biden?

Es obvio que Putin no iba a intervenir en Ucrania con un Trump presidente, no porque ambos hubieran acordado una "conspiración" para manipular las elecciones del 2016, como estúpidamente ya argumentó la NBC, sino porque, pese a que se llevaron bien e incluso bromeaban, el dictador ruso sabía perfectamente que la respuesta de Washington a cualquier intento de invasión recibiría una repuesta inmediata. ¡Putin fue un espía, alguien entrenado par adelantarse a la reacción y a las señales enviadas por el enemigo, por Dios!

Durante los cuatro años de Trump, el ejército islámico y el ISIS, que amenazaban con formar un gigantesco califato, disminuyeron notablemente su poderío al igual que los atentados alrededor del mundo, el tiranuelo norcoreano Kim Jung-Un dejó de arrojar sus cohetes para intimidar a Japón y, más aún, invitó a Trump a cruzar el paralelo 38 que divide a las dos Coreas, algo que ni siquiera Hillary Clinton pudo lograr cuando fue secretaria de Estado (¿y ya olvidamos que Trump fue el primer presidente norteamericano que puso un pie en ese país?)

Asimismo el tirano chino XI Jinping le bajó el volumen a sus bravatas para invadir Taiwán mientras Trump estuvo en la Casa Blanca al tiempo que los atentados terroristas en Europa consecuencia del fundamentalismo islámico bajaron ostensiblemente en esos cuatro años. ¿Cómo es, entonces, que ahora con Biden, tanto China como Rusia vuelvan a hablar de reivindicaciones y la invasión de territorios? No será porque consideraban a Trump un mandatario blandengue, como Biden.

Como acabamos de ver, la historia lo demuestra; ante un presidente pusilánime en la Casa Blanca, la reacción de sus rivales difícilmente será de pasividad. Y si bien es cierto que Roosevelt respondió a la afrenta de un modo que difícilmente contemplaban los nazis y el Mikado japonés, algo que eventualmente los llevaría a la derrota, lo que seguramente ocurrirá con Biden se resume a un adverbio: nada.

Hay otra razón, por supuesto: ¿por qué Putin se abalanza sobre Ucrania, el país donde Biden vicepresidente realizó sospechosos negocios y donde Burisma, una petrolera estatal, ofreció al hijo de Biden un sueldo como "asesor" de 70 mil dólares mensuales? ¿Qué otras cosas más sabe Putin respecto a esa relación de Biden con el corrupto gobierno ucraniano y que podrían resultarle devastadoras si llegan a ser reveladas? Tenemos que insistir en ello: Putin fue un espía, entrenado para la maestría en el arte del chantaje. Las constantes visitas que Biden realizó a Ucrania como vicepresidente no fueron precisamente de carácter social, y de ellas los medios occidentales han guardado un silencio, paradójicamente, escandaloso.

Biden no hará absolutamente nada. Tampoco sus aliados en la OTAN, preocupados todos ellos en promover la "igualdad", combatir la "masculinidad tóxica", es decir, el valor que necesita un soldado para sobrevivir en combate, los "valores no binarios" y toda la basura woke posible, ello sin darse cuenta que al resto del mundo esa ideología le importa un carajo cuando se juega en el ajedrez político mundial. Por esa razón la respuesta tanto de Francia., Gran Bretaña y Alemania, todos ellos plagados de estas ideas que han provocado un profundo daño a la moral de sus fuerzas armadas, ha sido tibia, como si evitara mover más las olas: no están preparados para esta ofensiva del Kremlin.

Por supuesto que ello no evitará que Biden utilice la invasión a Ucrania como distractor perfecto de su pésimo desempeño como presidente. En su mensaje a la Nación, programado para inicios de marzo, Biden se enfocará obsesivamente en Ucrania, asunto que al 90 por ciento de los norteamericanos interesa poco o nada y en cambio, evitará o relativizará temas como la inflación, la inseguridad en las calles y la pauperización del poder adquisitivo.

Esos tópicos no son importantes: lo que urge es echar fuera a Putin de un país democrático --algo totalmente falso, por cierto-- ese demonio al que Biden ya está culpando anticipadamente de una alza en el precio de los combustibles y de más inflación; por lo visto las pretendidas sanciones contra el dictador ruso afectarán igual o peor al país que las va a aplicar que al que las va a sufrir.

Las carcajadas de Putin deben ser hoy estentóreas al interior del Kremlin. La llegada de Joe Biden a la presidencia la está resultando un regalito precioso, irrechazable, acompañado de su gabinete conformado por ineptos y con un secretario de la Defensa que denuncia el "privilegio blanco", una vicepresidente que saluda a los aliados de la OTAN con un "escuchen, chicos" (listen, guys) y advierte que "nos encontramos ante una crisis política grave", como si nadie que la escuchara se hubiera dado cuenta de ello.

Desafortunadamente, Putin se saldrá con la suya, en lo que puede ser parte de un pacto-experimento con China: si Rusia reanexa Ucrania ante la pasividad de Washington, nada impedirá que China haga lo mismo con Taiwán, más aun con tantos periodistas, académicos, empresarios y políticos norteamericanos que no dejan de rendirle caravanas al tirano Xi Jinping y guardarán silencio cómplice si la invasión llega a consumarse.

"Un país que se dé a respetar no puede darse el lujo de llevar timoratos a sus altos puestos de gobierno", advirtió el general Charles de Gaulle en relación al ex primer ministro británico Neville Chamberlain, una frase que, sin duda, Vladimir Putin tiene hoy muy bien anotada en su plan/bitácora para invadir a Ucrania.

 

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