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La descomposición social y económica de Nueva York, un acto deliberado

Parece mentira que hace apenas un decenio atrás, la gran urbe no sufrió un solo asesinato ni un acto delictivo en 24 horas, pero luego del horripilante gobierno del ex alcalde De Blasio y su sucesor quien parece ir en el mismo tenor, la suerte de Nueva York quedará sellada por una destrucción sistemática que, algo que cada vez queda más claro, se está llevando a propósito

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FEBRERO, 2022.  La reciente visita a Nueva York del presidente Joe Biden dejó en claro que la suerte de esa ciudad no es en lo absoluto prioridad para la Casa Blanca. El mandatario señaló que los altos índices de criminalidad en la ciudad se deben, enfatizó, "a la circulación ilegal de armas de fuego" y anunció , "medidas más drásticas" para regular su venta y su fabricación, lo que equivaldría a echar abajo la Segunda Enmienda que avala su uso entre la población civil.

Cualquiera podría pensar que Biden, o se pasa de pendejo o es un ignorante superlativo de la realidad neoyorquina. Después de todo, la página nyc.gov arroja un incremento en actividades criminales prácticamente en todos sus casilleros: en enero del 2021 hubo 198 robos contra 254 en enero del 2022, así como 603 robos cometidos en enero del año pasado contra los 842 en enero del 2022, con ninguna de estas cifras delictivas a la baja. Pero Biden sigue suponiendo que las armas se disparan solas aunque por conocimiento elemental debería saber que en Nueva York supuestamente existe un estricto control de armas.

Biden no pronunció una sola palabra de apoyo a las familias de Jason Rivera y Wilbert Mora, dos agentes que fueron ultimados por un sujeto que los emboscó cuando fueron a atender una llamada de auxilio Igualmente ningún activista se solidarizó ni exigió justicia por la muerte de estos dos policís de origen hispano.

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Y aunque se tenían enormes esperanzas en el alcalde Eric Adams , quien apenas el pasado diciembre reemplazó al nefasto Bill de Blasio, una de las primeras acciones que Adams aprobó fue designar como fiscal de distrito a Alvin Bragg, un abogado cuya primera, flamante intención fue "reducir"" la penalización de lo que llamó "delitos menores", situación que ha ya agudizado una marejada de "robos hormiga" en ciudades como San Francisco, o bien el saqueo descarado de objetos de poco valor pero que están descapitalizando al pequeño comercio.

Se sabe que Bragg es un activista woke quien en varias ocasiones ha apuntado que la ley en la gran urbe ha sido diseñada "para castigar a las minorías raciales", concepto que coincide con la idea woke de que el robo a pequeña escala es un manera que tienen las minorías raciales para resarcirse del supuesto despojo que por décadas han sufrido por parte del sector comercial, manejado por blancos, naturalmente.

Sin embargo un reciente reportaje de The New York Post da cuenta que Harlem, un sector mayoritariamente negro, ha visto dispararse el índice de delitos desde que esta idea, disparatada por decir lo menos, comenzó a implementarse en el 2019 y la cual el fiscal Bragg quiere radicalizar aún más.

Quizá Bragg no ha leído las siguientes estadísticas, y si ya lo hizo, definitivamente no le interesan. Según ese periódico y citando un reporte del Departamento de Policía de Nueva York, los cinco distritos policíacos que conforman Harlem han registrado un índice de delitos del 29.5 superior al del mismo periodo del año pasado. Las balaceras aumentaron un 83 por ciento y los asaltos a mano armada subieron de 146 a 216, un aumento del 48 por ciento, al tiempo que en este año ha habido cinco homicidios contra 2 que se registraron el primer mes del 2021. A otros sectores no les ha ido mejor, según The New York Post; en el Bronx, donde el fiscal es Darcel Clark, los actos delictivos han subido un 39 por ciento.

"Si llegara a ver al fiscal Bragg en la calle, le daría una buena cachetada", manifestó al diario una mujer que se identificó como Mildred Serrano, mientras otro residente del área señaló: "Pareciera que entre más empeora la seguridad en Nueva York, más se empeñan las autoridades en que siga empeorando... pareciera que es a propósito".

De hecho, ese parece ser el objetivo de los demócratas desde los años de De Blasio y que por lo visto no cambiará con Adams al frente... recordemos, después de todo, que también es un político demócrata. El analista Victor Davis Hanson señala que el objetivo es "hacer que los habitantes de las grandes ciudades norteamericanas se vayan haciendo cada vez más insensibles a los índices de criminalidad hasta verlos tan cotidianos como escuchar el sonido de un claxon o del tren subterráneo, algo similar a lo que pasa en las urbes latinoamericanas donde se ha perdido toda esperanza de que los cuerpos policíacos terminen por combatir a la delincuencia", y agrega: "Para ello se utilizan argumentos como la 'justicia social' y la 'reivindicación', pero al final lo que se busca es mantener el poder público: una ciudad insegura siempre tendrá miedo de cambiar el rumbo de las cosas, ya sea en lo político o en lo social".

Davis Hanson igualmente refiere cómo "las grandes ciudades en los países subdesarrollados el mismo partido político es el que siempre gana las elecciones locales; sus habitantes quedan así condenados a vivir bajo el paternalismo de los políticos que ofrecen soluciones pero siguen empeorando las cosas" (como se ve ,y si lo comparamos con lo que pasa en México, la tesis de Davis Hanson suena más que acertada).

Hay una relación directa entre la mano dura y la disminución de delitos, y la mano suave y el incremento de éstos", señala Davis Hanson. "Únicamente la mala fe explica que se hayan suspendido las tácticas anticrimen de los ex alcaldes Giuliani y Bloomberg, tácticas que estaban funcionando bastante bien, para reemplazarlas por otras que previsiblemente iban a traer un aumento en la delincuencia. Por simple lógica, quienes denunciaron como "racistas" las políticas anticrimen de los dos alcaldes previos saben perfectamente que sí funcionan, pero eso nunca lo van a admitir públicamente. En otras palabras, en una ciudad donde las cosas funcionan adecuadamente, los demócratas pierden bonos políticos.

No se busca reducir ni controlar la delincuencia en las grandes ciudades norteamericanas, sino agravarla, hacerla parte cotidiana de sus habitantes, le conviene a los demócratas.

 

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