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INTERNACIONAL

El espía que se burló de Obama

Más que un episodio de la guerra fría, la anexión de Crimea fue una jugada realizada por un Vladimir Putin que, tras analizar a su adversario internacional, le propinó un golpe político impensable en los años de George W. Bush. Un personaje que nunca ha olvidado la frialdad del espía

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ABRIL, 2014. A veces los clichés son inevitables. La anexión de Crimea a Rusia es un episodio directo de la guerra fría suponíamos enterrada desde 1990. Ciertamente, y hasta ahora, no estamos presenciando la reconstrucción histórica de la Unión Soviética, pero si el momento de confrontación entre una potencia mundial y que ahora aspira a recuperar ese status. Lo que sí preocupa es que el autor de esa jugada de ajedrez mundial conozca al mismo tiempo conoce todas las intrínguilis de una estrategia totalitaria y esté conectado con el poder económico y le pueden proporcionar los grandes capitales de sus amigos multimillonarios que lo apoyan.

"Un espía siempre será un espía", dice James Bond en la novela Casino Royale. Vladimir Putin lo confirma con creces en la vida real. Y como buen espía, Putin ha sabido aprovechar los puntos débiles de su oponente, en este caso alguien que no conoce prácticamente nada de política exterior (¿no fue Barack Obama el que se disculpó ante su público en una reunión en Viena "porque no sabía hablar en austriaco?)

En contraste, Putin ha logrado granjearse aliados entre los países que más preocupan a Washington, ya sean Venezuela, Corea del Norte, Venezuela y especialmente Siria. Todo ello ha servido al jerarca ruso para desafiar abiertamente a Obama: "enfréntame si puedes, y eso si te atreves".

Otro acicate que aceleró el envalentonamiento de Putin fue la debilidad negociadora del secretario John Kerry. "Parece ser más que una casualidad que este cambio de actitud de Putin coincidiera con la salida de Hillary Clinton", escribió el analista Jeff Barnes, "Putin respeta y simpatiza con el matrimonio Clinton pero siente animadversión por Kerry, quien perdió las elecciones presidenciales contra George W. Bush en el 2004. Paradójicamente, Putin siempre contemporizó con Bush; le llamaba my friend y antes de sus múltiples cumbres solían contarse chistes..."

La antipatía de Putin hacia Kerry se hace extensiva, y quizá con más intensidad, contra Barack Obama. El ex mandatario francés Nicholas Sarkozy recordó que durante una reunión con Putin éste le confió: "No me cae bien, es un engreído, solo quiere hablar de lo que a él le interesa". Sarkozy trató luego de enmendar su desliz pero ya era tarde; por su parte y como forma de corroborarlo, Putin no se ha molestado en desmentir esa información.

Pero independientemente que la anexión de Crimea tenga el respaldo del 96 por ciento de quienes votaron en un referéndum, Putin está repitiendo el esquema similar al de la invasión soviética a Afganistán en 1978 como consecuencia del derrocamiento del presidente de ese país. Y es una ocurrencia que se da con otro mandatario norteamericano con afanes conciliadores y que no quiere meterse en mayores enredos internacionales. "Pero da la casualidad que Estados Unidos, aunque no lo quiera, está forzado a defender su rol como potencia mundial, es parte del juego político. Cuando ese rol no se ejerce, inevitablemente será retado o provocado. Ello ocurrió con James Carter y Afganistán y está sucediendo con Barack Obama. Si no se ejerce un liderazgo, se presentan este tipo de acciones", refiere el analista Barnes.

Obama ha pensado, quizá erróneamente, que buena parte de la presión internacional se debe a la injerencia de Estados Unidos fuera de sus fronteras, algo que coincide, como ocurrió con Carter, a crear un ambiente de armonía. El problema es que el mundo exige esa presencia, a veces como distractor --véase el caso de Venezuela y Corea del Norte-- a veces como árbitro, como negociador, como aliado o como ejemplo a seguir o criticar. Si Estados Unidos marca su retirada, ese sitio será disputado por alguien más. Putin lo sabe perfectamente. Lo paradójico es que, según un informe publicado recientemente en Breitbart.com, Obama es el presidente norteamericano que más ha viajado al exterior. Según el informe, Obama ha viajado 31 veces para un total de 119 días fuera del país, en contraste con su antecesor, quien realizó 28 viajes para un total de 166 días, aunque a Obama le quedan todavía dos años.

¿Está Vladimir Putin aprovechándose de la política exterior blandengue de Barack Obama? Sin duda, y lo está desafiando, algo que será más frecuente en relación directa con la pasividad de Washington. Putin piensa jugar con estas fichas por lo menos hasta el 2017, cuando termine el gobierno de Obama, una insólita casualidad que marcará, por cierto, el primer aniversario de la revolución rusa.

Extra

Las dictaduras árabes y el cristianismo

ABRIL, 2014. Quizá por el temor a la indignación de Occidente o para evitarse problemas, la mayoría de las dictaduras árabes otorgaron una protección tácita a la comunidad cristiana radicada en sus países. Una vez que estas dictaduras han desaparecido, los ataques y las agresiones a los cristianos se han multiplicado. Y contrario a lo que se esperaba, la respuesta internacional en torno al asunto ha sido apenas tibia; la prensa ha preferido desentenderse del asunto.

La autocracia de Mohammar Jadafi, una de las más radicales del mundo árabe, en todo momento respetó las tumbas de los soldados británicos que perecieron en Libia durante la segunda guerra mundial cuando luchaban contra los alemanes. Jadafi había ordenado que una escolta especial resguardara los seis cementerios donde reposaban esos restos. Pero a los pocos días de la muerte del dictador las tumbas fueron profanadas y destruidas al grito de Ala Akbar por un grupo que había participado en las protestas antijadafi. La comunidad internacional apenas y bostezó frente a esta agresión.

Los cristianos radicados en Egipto tampoco la han pasado bien desde el derrocamiento de Hosni Mubarak quien, al igual que su antecesor Anwar El Sadat, se habían comprometido a garantizar los derechos de los cristianos de ese país. Pero algo que no se ha reportado es la quema de templos católicos por parte de turbas de fanáticos musulmanes, y donde incluso hubo varios muertos.

En Túnez, otro país donde la "primavera árabe" tumbó a un dictador, los ataques contra la comunidad cristiana se han incrementado. "Esto no es lo que se esperaba cuando se nos dijo que el mundo árabe se abría hacia la democracia", escribió el prestigiado columnista Charles Krautzhammer, "y más preocupante aún es que el gobierno de Barack Obama no ha reaccionado en lo absoluto".

Incluso en Nigeria se registró un ataque a una iglesia católica con saldo de 22 muertos y es momento en que la ONU muestre su indignación. También en Siria, donde la dictadura de Assad se está tambaleando, se teme por la suerte de los cristianos en caso que se consume el derrocamiento.

La caída de las dictaduras suele dejar un vacío de poder que es llenado por grupos más radicales y violentos. El que no se haya previsto este hecho en la "primavera árabe" augura malas noticias para los cristianos en Medio Oriente. (OFM)

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