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¿Estamos presenciando el fin del populismo latinoamericano?

Las protestas en Venezuela ofrecen una ventana optimista para que, finalmente, millones de ciudadanos corroboren cuáles son las reales consecuencias del populismo desenfrenado. ¿Pero se dará la capacidad de distinguir esta conexión o, simplemente, se trata de una reacción contra una reacción y no hacia combatir la causa medular del problema?

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MARZO, 2014. Que el populismo ha sido devastador para América latina es algo evidente, pero que logre sobrevivir hasta hoy es algo que no cesa de producir alucinaciones. ¿Cómo es posible que, sabedores de sus nefastas consecuencias y cómo las cosas quedan peor que al principio, haya quienes crean en él o, más grave aún, se le siga considerando una alternativa de desarrollo?

"El asunto yo lo veo como un choque de civilizaciones, entre una región que quiere unirse al mundo avanzado pero teme perder su alma en el proceso. O lo digo de otro modo: queremos asirnos al barco que podría rescatarnos pero al mismo tiempo nos aferramos a la tablita de los naufragios anteriores por temor a hundirnos", dice vía Skype desde Lima Perú, el analista Leobardo Alazán. "Suena a una situación muy compleja digna de un Freud, pero así ha sido nuestra historia, buscamos las respuestas en el pasado, en el pajarito, en tablitas de naufragios previos".

Contactamos a Alazán, ingeniero de profesión, gracias a la cooperación de un amigo suyo que tiene en México. Antes de abrir la entrevista y en una charla informal Alazán advierte que "han ustedes corrido con mucha suerte en México pues en dos ocasiones han logrado esquivar exitosamente al populismo de López Obrador. Aquí tuvimos a un general Velasco y luego a un Alan García en los 80... procuren no caer en esa trampa... tácticas como las de ese señor son un desastre asegurado".

--Quiero iniciar con una visión optimista de que el populismo se está resquebrajando en América latina y que lo ocurrido en Venezuela y lo que inevitablemente contagiará a Argentina son síntomas de un cambio que, esperamos, arroje al populismo al basurero de la historia.
--Hay que ver y analizar si todo esto es realmente una reacción contra el populismo, visto éste como la idea de que el gobierno debe repartir dinero como un derecho divino a los ciudadanos a cambio de sus votos. Lo que está sucediendo en Venezuela lo veo más como una reacción contra la impunidad, la carestía, la delincuencia y la falta de oportunidades. Desafortunadamente, para muchos latinoamericanos no es fácil distinguir al populismo como la primera parte de lo que hoy estamos viendo, de que el populismo tiene un alto costo que todos tendremos que pagar.

--¿Por qué sostienes que es muy difícil separar al populismo de las crisis económicas que suele acarrear?
--Tenemos la noción de que un gobierno populista es un gobierno que atiende las necesidades de la gente, que es su deber proporcionarnos alimento, vestido, la educación de nuestros hijos, que nos diseña la vida como si fuera un sastre. Quizá detectemos una conexión entre populismo y crisis, pero nos negamos a aceptarla. Su fracaso lo achacamos a otros factores, a que los políticos son corruptos, que los empresarios están coludidos con ellos, que las trasnacionales, que el nacionalismo...

Uno podría responder a Maduro: "Si usted se queja de que el imperialismo nos explota, nos saquea, ensucia nuestras mentes y nos tiene en la pobreza y su gobierno permite que nos hagan todo eso, entonces usted no sirve para nada".

--Pero es obvio que el populismo siempre termina mal. Me sorpende que no le haya bastado a Argentina con los Perón y el corralito como para creerle a Néstor Kirchner y luego a su esposa Cristina Fernández.
--La resaca, o cruda como le llaman ustedes es horrible, pero la borrachera, el sentirse contento, es algo que, la historia lo dice, estamos dispuestos experimentar.

--En México hay un dicho: "Lo bailado quién nos lo quita".
--Así es, los políticos porque serán sus sucesores quienes paguen el pato y la ciudadanía porque los regalos, los subsidios, el Estado con complejo de Papá Noel, supera por sobre todas las otras consecuencias. Este es un fenómeno generacional; a cada naufragio nos aferramos a los pedacitos mientras el resto del mundo nos deja atrás.

--Entonces sostienes que lo de Venezuela no es realmente una reacción antipopulista?
--Yo lo veo como una reacción contra una reacción, no contra los efectos mismos.

--Sin embargo yo veo algo saludable en las protestas, esto es, el repudio hacia el castrismo, a la presencia de agentes cubanos en Venezuela, son protestas encabezadas por muchos estudiantes, ¿Será que por fin se acabó el encanto der todos ellos hacia el castrismo?
--Ni los venezolanos (ni los argentinos y si me preguntas, tampoco los peruanos) hemos sido jamás procastristas ni procomunistas, Querer aplicar el socialismo en un país tan consumista como Venezuela fue un tontería desde el principio; la gente quiere dinero pero ya llegó al punto del hartazgo con la situación económica y de inseguridad.

--¿Sería que Chávez los arrullaba con sus discursos y Nicolás Maduro ni idea tiene de cómo llegarle a la gente?
--El populismo requiere de oradores rimbombantes. Sin la retórica de Evita Perón ni los discursos de Alan García en los ochenta donde incluso se quedaba ronco, o las acusaciones estruendosas de la señora Kirchner, el populismo se desinfla pronto. Nicolás Maduro ni es orador, ni es político y su léxico es pobrísimo, y es un ignorante que ni idea tiene de quién fue Simón Bolívar...

--De hecho tampoco la tenía Hugo Chávez.
--Es cierto, pero la ignorancia de Maduro es abismal, cree que con acusar al imperialismo todo el día la gente se va a olvidar de sus problemas, de la carestía, de la alta criminalidad. Uno podría responder a Maduro: "Si usted se queja de que el imperialismo nos explota, nos saquea, ensucia nuestras mentes y nos tiene en la pobreza y su gobierno permite que nos hagan todo eso, entonces usted no sirve para nada".

--Lo que evidencia que se trata del presidente más mediocre de América latina...
--Y alucinado, además. Si mi presidente dijera que le habla un pajarito me preocuparía en serio, que le haga más caso a una ave que a la lógica económica. ¡Y quiere resolver la situación de su país con carnavales, Dios mío! A ese señor le urge atención psiquiátrica.

--¿Nos encontramos entonces condenados a ser esclavos del populismo?
--El populismo no puede prosperar sin las bases que lo propician, éstas existen igual en Argentina, en Nicaragua, en el Perú y en México. ¿Cómo irlo superando? Primera, respetando y haciendo respetar las leyes, empezando por nuestros políticos. Un país es como una oficina: si el jefe es irresponsable, llega tarde y no acata las leyes que él mismo impone, los subalternos tampoco sentirán obligación alguna por seguir las reglas. El populismo de nuestros gobiernos pretende comprarnos esa patente de impunidad.

Segundo, urge que aprendamos algo; el populismo nunca termina bien. No valen unos años de bacanal y derroche si con ellos estamos hipotecando a las futuras generaciones cuyos padres hoy apenas son unos niños.

 

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