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Marian y Robin

De nueva cuenta un actor oscareado y un director legendario se suman para presentar una nueva versión del héroe-bandolero de Nottingham y que suprime todos los conceptos que teníamos hasta hoy sobre Robin Hood, quien aquí es en realidad un personaje del siglo  XXI metido en un avatar de ropas medievales

Robin Hood
Robert DRusell Crowe, Cate Blanchett, Mx Von Sydow, William Hurt
Dirigida por Ridley Scott
Universal/2010

JUNIO, 2010. Corrían los años treinta y la Gran Depresión se agudizaba en los Estados Unidos. Fue entonces cuando Hollywood presentó una fórmula que consistía en resucitar una vieja leyenda inglesa sobre un justiciero que robaba al rico para dárselo al pobre. Fue un éxito inmediato que sólo fue opacado por Lo que el viento se llevó, estrenada al año siguiente. Robin Hood ayudó a fortalecer el cine de matinée y de aventuras, con héroes de conducta impecable, heroínas tan valientes como enamoradas del protagonista y un malvado que al final recibía su merecido. Por muchas décadas este fue uno de los filones más importantes del cine norteamericano.

El Robin Hood de aquellos años era Errol Flynn, un australiano que creía firmemente en la justicia social y el mensaje político que transmitía aquella cinta (y que a los espectadores importaba poco pues preferían la sensación de aventura). Más de setenta años después, otro australiano encarna al arquero de Nottingham, y dice a la prensa que si Robin Hood viviera hoy "su principal enemigo sería Wall Street". Quizá el otrora gladiador no sepa que esta historia es una leyenda y no existe información que reafirme su veracidad. Pero podemos pasarlo por alto si asumimos que el Hollywood actual atraviesa por una etapa de "revisionismo" donde la única manera de promover la idea es mediante fórmulas probadas; de ahí que desde hace aproximadamente una década estemos viendo nombres de héroes sobradamente conocidos pero con ideas y convicciones distintas a las que nos tenían acostumbrados. 

En ocasiones la fórmula consigue balancearse con el entretenimiento (Spider Man, Batman) y en ocasiones se olvida a las pocas semanas (Cuatro Fantásticos Linterna Verde). Y es que ya lo dijo el mismo Scott en una entrevista con TIME poco antes de estrenar Gladiator en el 2002: "El objetivo películas históricas es presentarlas con el enfoque de un hecho contemporáneo", lo cual explicaría que la película s en realidad una apología de Al Gore a quien un "usurpador" le robó algo que había ganado por méritos, la presidencia de Estados Unidos. (Y respecto al Robin Hood de Kevin Costner que hablaba con acento gringo, ¿aún quedarán copias por ahí que alguien quiera ver')

Como suele ocurrir en las películas dirigidas por Scott, lo que tenemos en Robin Hood es a un personaje solitario que decide enfrentarse a un ambiente adverso para después conquistarlo. La historia se centra en la Inglaterra medieval sumida en la ignorancia donde los abusivos y los avariciosos no son los trajeados de Wall Street como Crowe cree, sino una monarquía inútil y parasitaria desesperada de recursos por lo que acude a técnicas de terrorismo para sacar tributos de sus gobernados si se puede hasta de sus establos. La situación ya no puede sostenerse por más tiempo, máxime porque aquella situación ha llevado a un grado de desesperación entre los habitantes. Peor aún, el rey está decidido a emprender nuevas aventuras expansionistas en tierras lejanas (imagínense a George W. Bush metido en Irak) que se sabe dejarán quebrado al erario de la monarquía.

Y es aquí cuando nos topamos a Robin Longstride, un arquero experto al servicio del Rey Ricardo Corazón de León quien se enfrasca en una guerra con Francia. Hasta entonces creía que la defensa del soberano y de su patria lo era todo. Pero al morir el Rey regresa a Nottinghman, un pueblo azotado por la corrupción y altas tasas impositivas de manera que el villano ahí es el comisario del condado. Robin Hood conoce ahí a Marian, una bella viuda de la que se enamora y le sirve de inspiración para pasar a convertirse en y bandolero que roba a las familias ricas del poblado para repartir el dinero entre los pobres. Marian muestra cierta reticencia al principio y lo rechaza, pero al final queda convencida de lo justo de su causa. Ello también le gana enorme popularidad en el condado, donde la gente da en llamarlo Robin Hood (capucha), que utiliza cuando comete sus ataques, que al contrario de lo que hemos visto en otras versiones, aquí están muy lejos ser diplomáticos y pacíficos.

De nueva cuenta vemos aquí a la banda conjuntada por Robin Hood, encabezada por el Pequeño Juan y otros bandoleros. El Hollywood políticamente correcto nos presenta a un justiciero muy preocupado por los derechos humanos de sus prisioneros, algo francamente ridículo en la Edad Media, y a la vez arrepentido por haber sido un soldado que defendía a un Estado que había caído en la corrupción y la codicia al punto que sólo faltó que Ridley Scott lo hubiera metido en un avatar. Por cierto e igual que ha sucedido en otras cintas dirigidas por este cineasta, abundan las escenas rayanas en lo gore; quien espere ver aquí al Robin Hood de Walt Disney o ya de perdido el de Costner, mejor que esté preparado. Este es un Robin Hood más despiadado pero eso sí, respetuoso de los derechos humanos.

Con todo, el oficio de Scott no falla aquí y logra ofrecernos una cinta no tan intensa como Gladiator ni con el suspenso de Alien pero igualmente atractiva. Lo que más ladea este proyecto es su protagonista, muy, muy lejos de llenar las zapatillas de Robin Hood. Aquí lo que tenemos es a es a Maximus, no al encapuchado de Nottigham, sólo que aquí es uin Maximus que ya hemos conocido sobradamente; quizá sea imaginación del que esto escribe, pero Rusell Crowe actúa no muy convencido de lo que está haciendo, tanto así que ratos suena fingido, algo insólito para alguien que ya se ganó un Óscar y ha estado nominado un par de veces a Mejor Actor.

Con todo lo anterior queda claro que este Robin Hood no es el mismo de las matinées de antaño: es un personaje del siglo XXI enfundado en ropas medievales. Únicamente los fans más radicales de Scott y de Crowe encontrarán aquí una cinta memorable, el mejor Robin Hood que jamás se haya llevado al cine. Para muchos de nosotros sentiremos que la encomienda de quienes produjeron esta película fue quitarle el dinero a los espectadores para dárselo a los ricos, más bien muy ricos, que viven allá en Hollywood. Faltaba más.

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