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                                          Las Profecías que nos tragamos

Otra cinta de desastres por parte del creador de The Day After Tomorrow sonaría emocionante, excepto si recordamos la andanada de clichés que incluye esta nueva propuesta. Solamente esperamos que Al Gore no se apropie de la  plataforma de 2012 para querer venderla como producto real

2012
John Cusack, Amanda Peet, Woody Harrelson, Oliver Platt
Dirigida por Ronald Emmerich
Columbia/2009


NOVIEMBRE, 2009. Para quienes tuvimos oportunidad de ver en pantalla Independence Day nos quedó claro desde entonces que nos encontrábamos frente a un cineasta original, capaz de acelerar la adrenalina aun a un monje benedictino. Se trataba de Ronald Emmerich, un alemán emigrado a Hollywood hace años y quien desde entonces se encargó en hacer de las cintas de desastre un negocio nuevamente taquillero. Emmerich ha dado un nuevo sesgo al género, y es el mensaje político imbuido en sus filmes, y más aún, sus trabajos ficticios vendrían a valerle el Nóbel a Al Gore quien tomó muy en serio la propuesta de The Day After Tomorrow, tanto que debió haberle dado una parte del premio al director tras haberle birlado la idea.

En esta ocasión Emmerich abordó el asunto de las famosas "profecías mayas" que han circulado profusamente por la red y que marcan el 21 de diciembre del 2012 como el día en que nuestro planeta se despedirá de su futuro. Dejemos por un lado el hecho que se ha comprobado que las "profecías" son mera superchería y que carecen de mayor fundamento y en vez de ello centrémonos en este filme, uno de los más caros filmados este año. Se trata de una inversión bien hecha; si algo distingue a Emmerich es el ser un genio para los efectos especiales, que esta vez resultan más asombrosos aún que en sus trabajos anteriores. El desmoronamiento de la cúpula de El Vaticano y el Cristo del Corcovado nos harán pensar si en verdad están ocurriendo. Ante este cineasta alemán, Spielberg queda como alumno aventajado, pero nada más.

Pero la historia resulta mucho menos convencional que los efectos especiales de 2012. Desde un principio se percibe que la cinta está saturada de clichés, o más bien de virus similares a los que contaminaron a las computadoras de los extraterrestres en Independence Day. Veamos algunos de ellos, y de paso describamos parte de la historia: un científico americano (Chiwetel Ejiofor) viaja a la India a visitar a un amigo cuando descubre que el sol comienza a emitir poderosas radiaciones que incrementan la temperatura en la tierra. El año es el 2009. El científico envía un mensaje de advertencia al presidente Thomas Wilson (Danny Glover, el amigote de Hugo Chávez), pero no se le toma en serio. 

Cuatro años después Jackson Curtis (Cusack) es un padre de familia divorciado que lleva a sus hijos de día de campo a Yellowstone. Ahí se encuentra con un profeta excéntrico de nombre Charlie Frost (palabra que significa "congelado", lo que nos permite dictaminar el agudísimo sentido de Emmerich para nombrar a sus personajes). Frost transmite un programa de radio que lleva años previniendo sobre las "profecías mayas" pero nadie lo ha escuchado. Cuando Curtis regresa a casa y hace escala en una tienda inicia un temblor que parte en dos el establecimiento ¡es el inicio de las profecías! 

A partir de entonces de desata una serie de tsunamis, temblores por todo el planeta --uno de ellos levanta las capas de Nueva York como si fueran rebanadas de pastel--, crecen las inundaciones y tanto Europa como América quedan partidas aunque destinadas a juntarse de nuevo como en una pangea (África, por cierto, es el único continente que sufre daños menores).

El lector seguramente ya detectó una buena cantidad de clichés en el párrafo anterior. ¿El científico incomprendido? Jeff Goldbum ya había llenado ese calzado. ¿Una tragedia que une a un matrimonio que había naufragado? Will Smith y su esposa bailarina, la misma que acompañó a la primera dama. Los millonarios que emigran a México ahora son los mismos que buscan irse al África pagando sumas monstruosas. El gatopardismo de Emmerich actúa aquí a total velocidad; la tragedia quizá es nueva, pero el resto de los hilos ya huelen a deshilachado.

Otro punto más es lo larga que resulta 2012, más de dos horas. En Independence Day, por lo menos Emmerich ofreció una historia bien contada que no precisaba de más datos que los ofrecidos en la pantalla; en cambio, esta vez notamos varios pantanos argumentales (por ejemplo, la relación tirante entre Curtis y su ex esposa o la inclusión de un millonario ruso) y otras situaciones predecibles.

¿Que 2012 entretiene? Sin duda. En ello Emmerich resulta un maestro insuperable. Pero al final de los efectos especiales, la emoción y el suspirar al salir del cine tras comprobar que el Cristo del Corcovado sigue de pie en Río de Janeiro, concluimos que es una cinta cuya principal propuesta es de sobra conocida o, mínimo, se ha desgastado más rápido que las supuestas "profecías mayas". Quede como aviso para que Gore no tome este asunto como estafeta y se ponga a explotar otro tema catastrofista. No se necesita ser maya ni profeta para apuntar que, en menos de seis meses, 2012 quedará sepultada por el polvo de los anaqueles de un videoclub.

                                         © copyright, Derechos Reservados, 2009

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