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INTERNACIONAL

Más hipocresía demócrata: viva la inmigración ilegal, pero no en mi vecindario

Un sitio idílico de Estados Unidos acaba de recibir una oleada de inmigrantes ilegales enviados allí por un  gobernador republicano y el asunto no ha causado gracia a esas élites demócratas para quienes la tolerancia, la equidad y el multiculturalismo representan "una bendición", según dijo Joe Biden, siempre y cuando sea "de lejitos". Una jugada magistral por parte de Ron DeSantis que, casi con seguridad, le amarra su reelección el próximo  noviembre y fortalece sus aspiraciones para el 2024

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SEPTIEMBRE, 2022. En una entrevista concedida a la cadena MSNBC previa a las elecciones presidenciales, Joe Biden no solo alabó la inmigración ilegal sino que la llamó "una bendición": "Este es un país de inmigrantes, la grandeza de este país se debe a quienes vienen aquí en busca de hacer realidad sus sueños", dijo. Cierto, pero lo que Biden "olvidó" mencionar es que, como cualquier país que se considere normal, existen leyes migratorias para regular la entrada de inmigrantes, forzándolos a que lo hagan en forma legal. Pero parece que para el actual presidente, todo aquel que llega a Estados Unidos quebrantando las leyes es "una bendición", y no una carga para los contribuyentes norteamericanos.

Pues bien, los gobernadores de Texas, Greg Abott, Florida, Ron DeSantis y Arizona, Doug Ducey, han decidido tomarle la palabra al presidente enviándole una oleada de bendiciones en forma de inmigrantes ilegales, en especial a Chicago, Washington y Nueva York. Hace un par de días, la bendición se extendió a la isla de Martha's Vineyard, en Massachussets, y a los demócrata el asunto no les ha gustado ni tantito, esto pese a que se supone que éstos se consideran a sí mismos amantes de los inmigrantes ilegales, de toda persona que no tenga la piel blanca y pertenezca a las "oprimidas minorías raciales".

Desde que Joe Biden ordenó detener la construcción del muro con México e invitó a los inmigrantes ilegales a que llegaran a Estados Unidos --con la irresistible promesa de que recibirían servicio médico gratuito-- la estampida se dejó venir, con una ayudita de las bandas del crimen organizado que operan en la frontera con Estados Unidos y que han desplazado a los tradicionales "coyotes"  y "polleros".

Esos miles de inmigrantes igualmente le tomaron la palabra a Biden: se estima que desde que tomó posesión, casi 2 millones de personas han cruzado ilegalmente la frontera, muy por encima de la cuota de 900 mil personas que lo hacen legalmente cada año y a quienes se les exige una serie de engorrosa tramitería y ridículos requisitos . ¿Pero para qué complicarse la vida de ese modo si los que entran sin documentación solo necesitan esperar unos años para recibir la ansiada amnistía?

Y aunque ciudades texanas como Eagle Pass y Brownsville han visto alteradas sus vidas con la llegada de unos 20 mil inmigrantes ilegales, solo bastó que el gobernador De Santis enviara 50 venezolanos a Martha's Vineyard para que los demócratas estallaran en indignación y denunciaran que los republicanos están "politizando" la inmigración ilegal.¿Pero no es precisamente abrir la frontera a quien se le pegue la gana ir a Estados Unidos un asunto claramente político?

(En la ciudad de El Paso, Texas, los albergues quedaron saturados y las calles del centro de la ciudad se encuentran llenas de casas de campaña y gente durmiendo en las calles, un hecho inusitado al que el periódico New York Post cabeceó "Cómo el tercer mundo está llegando al territorio norteamericano).

Igualmente sorprende la airada respuesta de los demócratas pese a que se trata de apenas 50 inmigrantes los que llegaron a Martha's Vineyard. ¿No deberían estar felices y eufóricos de que sus calles se estén llenando de esas personas a las que la prensa, Hollywood y los liberales apoyaron sin chistar cuando votaron por Joe Biden? Por el contrario, ahora los demócratas piensan acusar a DeSantis de "secuestrar" a esos inmigrantes y de causarles "un daño emocional enorme", según escribió una vloguera residente en Martha's Vineyard, aunque resulta difícil pensar cuál "daño emocional" pudiera provocar a alguien que entra a Estados Unidos sin pasaporte y termina, con boleto pagado, en uno de los lugares más bellos de Estados Unidos.

La senadora por Massachussets Elizabeth Warren, cuya honestidad intelectual quedó de manifiesto cuando se hizo pasar por descendiente de cherokees para obtener un espacio en Harvard designado a alumnos pertenecientes a minorías raciales, reclamó que enviar esos inmigrantes a Martha's Vineyard había sido "un acto cruel y repulsivo": quizá Warren esperaba que se les enviara a esos barrios pobres de Filadelfia, Chicago o Los Ángeles donde estarían más cómodos con gente que habla su mismo idioma y tienen costumbres similares.

La vocera presidencial Karine-Jean-Pierre dijo que esos inmigrantes "merecen mejor suerte que ser dejados en Martha's Vineyard", una declaración claramente segregacionista proveniente de una mujer de color para quien los inmigrantes de origen latino merecen "mejor suerte" si conviven al lado de latinos como ellos. ¿Imaginamos cuál habría sido la reacción de los demócratas si Trump hubiera dicho algo parecido?

Martha's Vineyard es una isla cercana a Boston habitada desde que los primeros peregrinos llegaron procedentes de Europa al continente americano en el siglo XVII. Durante las últimas décadas el sitio se ha convertido en el preferido por las élites políticas del Partido Demócrata y algunas celebridades, entre ellas el cantante James Taylor y la actriz Meg Ryan. El ex presidente Barack Obama adquirió ahí una propiedad valorada en 12 millones de dólares donde construyó una residencia de descanso con 10 habitaciones a unos metros de la playa, algo que contradice su discurso en torno a que el cambio climático amenaza con dejar bajo el agua las costas norteamericanas. ¿Para que gastar tanto dinero en una lujosa mansión si está terminará bajo el mar?

El Censo del Estado de Massachussets señala que el 89 por ciento de los habitantes de Martha's Vineyard son blancos; 80 por ciento de ellos votaron a favor de Biden en la elección del 2020.

Por cierto, hasta el momento Obama no ha emitido declaración alguna pese a que durante su presidencia se ufanó de ser un "campeón promotor de la inmigración". Si tanto ama a los inmigrantes ¿por qué no les ofrece su enorme residencia de descanso en Martha's Vineyard para que no pasen fríos y tengan un sitio donde vivir?

La " bendición" de inmigrantes de DeSantis también alcanzó a Washington  donde 50 de ellos fueron dejados a las puertas de la residencia de la vicepresidente Kamala Harris quien durante una entrevista el lunes 12 de septiembre aseguró que la frontera con México "está bajo control", esto pese a que desde mayo del 2021 Harris no ha puesto un pie ahí.

En vez de festejar y de brincar de gusto porque DeSantis los está llenando de "dreamers", el estado de Massachussets ya anunció que enviaría a los inmigrantes a una base de la Fuerza Aérea. ¿Pero por qué si se supone que Martha's Vineyard en una "ciudad santuario" que no permite que los inmigrantes ilegales sean deportados"? Pareciera que a la izquierda elitista norteamericana los inmigrantes ilegales solo parecen ser maravillosos y dignos de elogio únicamente "de lejitos", en la Florida, Texas o Arizona, pero no tanto si se les tiene de vecinos o se les ve deambulando o durmiendo en las calles.

Esa doble moral también se está reflejando en Chicago y Nueva York a donde los gobernadores de Texas y Arizona han enviado "bendiciones" de inmigrantes ilegales. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, advirtió que los recién llegados "han desestabilizado la infraestructura de la ciudad", como si ello no estuviera sucediendo en las comunidades fronterizas con México.

El gobernador de Illinois, Jay Priztker, denunció que sus colegas republicanos "buscan desestabilizar la economía local y sobresaturar los servicios  de salud y atención de quienes ya radican aquí". ¿Pero que no habíamos quedado que la inmigración ilegal era "bendición" y que decir cosas negativas acerca de los inmigrantes ilegales era un acto racista? ¿No fue acaso la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot --en las redes sociales abundan las comparaciones de ésta con Beetlejuice, el personaje que encarnó Michael Keaton hace años-- escribió en twitter el 2019 que, como "ciudad santuario, Chicago da la bienvenida a todas aquellas personas llegadas de otras partes del mundo, sean ilegales o no?"¿Por qué entonces la alcaldesa no brinca de gusto y  le tiende carpeta roja a estos inmigrantes pero en vez de ello los está mandando a los suburbios donde la mayoría de sus habitantes son de tendencia republicana?

El gobernador Pritzker es un multimillonario quien sin problema alguno podría proporcionar vivienda a esos inmigrantes ilegales que han  inundado Chicago, otra "ciudad santuario"; con ello demostraría solidaridad y congruencia con el discurso demócrata que glorifica la inmigración ilegal. Pero no lo ha hecho y es altamente dudoso que alguna vez lo haga. Como reza el muy mexicano refrán: "hágase tu voluntad en los bueyes de mi compadre".

Es curioso cómo ninguna celebridad de Hollywood que lloraba porque los inmigrantes ilegales "vivían en jaulas" durante la presidencia de Donald Trump haya ofrecido a este mar de gente un espacio de sus enormes residencias para que vivan ahí mientras encuentran empleo; quizá les horroriza que la presencia de estos inmigrantes en Bel Air o Beverly Hills les "afee" el panorama.

Como se ve, la hipocresía de los demócratas provoca más náuseas al recordar que nadie levantó la voz indignada de lo que Hillary Clinton dijo que la acción de De Santis significaba un "tráfico de personas" en una entrevista con CNN, cuando el pasado abril varios aviones fletados por el gobierno de Biden comenzaron a arrojar inmigrantes ilegales en la Florida, Georgia, Kentucky e Illinois a escondidas, en  horas de la madrugada. Ahí nadie alzó la voz, quizá porque esos inmigrantes seguirán viviendo" de lejitos", no en esos sectores ultraliberales en el noreste de Estados Unidos donde hasta el 70 por ciento de sus habitantes son blancos y votan fervientemente por los demócratas. Por lo visto los traslados a hurtadillas ordenados por Biden no son, bajo circunstancia alguna, "tráfico de personas".

La jugada de Abbott y DeSantis fue, sin duda, magistral. Ha expuesto a los demócratas no solo como unos hipócritas y racistas para quienes la inclusividad y el multiculturalismo solo deben aplicarse a distancia, nunca en los perímetros donde se desenvuelven y, sobre todo, ambos gobernadores los acorralaron dentro de sus huecos argumentos donde la tolerancia, la convivencia entre personas de diferentes  creencias y convicciones así como el respeto a los usos y costumbres solo cuentan si se aplican a mi conveniencia.

Y, de paso, con este movimiento de piezas políticas, DeSantis y Abbott parecen haber amarrado sus reelecciones el próximo noviembre, el primero contra un incompetente llamado Charlie Crist a quien la última encuesta indicó que De Santis le lleva 8 puntos de ventaja, y el segundo contra "Beto" O'Rourke, cuya campaña por la gubernatura ha sido tan patética que los diarios texanos fieles a la causa demócrata prefieren publicar sus encuestas electorales una vez por semana en interiores cuando en otros procesos electorales lo hacían a diario y en primera plana.

 

 

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