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Puros tacos de lengua: el modo idiota en que la "doctora" Jill Biden defiende a su viejo

Como un par de niños incapaces de aceptar culpa alguna, el matrimonio Biden sigue inventando excusas para justificar por qué este presidente está resultando el peor presidente en muchas décadas y, peor aún, se lamentan de que cada día surgen nuevos problemas que, por cierto, su torpe marido sigue agravando aun más. Pobre país

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JULIO, 2022. "El presidente Joe Biden tenía tantas esperanzas y tantos planes pero hacia cualquier lado al que se voltea se le presentan nuevos problemas que tenía que resolver". Nótese cómo pusimos el verbo tenía en cursivas. La prensa lamebotas y servil al Partido  Demócrata, naturalísimamente destacó como "notable" este discurso pronunciado por la esposa del mandatario (USA Today), una estrategia, ridícula por demás, para tratar de calmar las aguas luego de otra insensatez proferida por la "primera dama" de Estados Unidos.

Días antes la "doctora" Jill Biden pronunció un discurso en San Antonio frente a un público hispano en su totalidad donde comparó a los latinos "con los tacos que nos servimos de desayuno", declaración que, de haber sido pronunciada por Melania Trump, habría provocado protestas en todos los medios, se arrojarían bombas molotov a la Casa Blanca y se estaría exigiendo (otro) juicio político al copetudo ex mandatario.

Pero dado que la comunidad latina en Texas se les está volteando gacho a los demócratas --algo evidente con el triunfo rotundo de la bella legisladora méxico-americana Mayra Flores en un distrito que el partido del burro no perdía desde 1875-- urgía apagar el fuego, algo inevitable cuando cada vez más y más norteamericanos se están dando cuenta de algo que muchos de nosotros ya habíamos detectado desde mucho antes: los Biden y su gabinete son una marabunta de absolutos incompetentes.

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Cómo estará de patético el asunto que el presidente del país más poderoso del mundo necesita que su esposa ande justificando su ineficiencia, sus fallas, sus metidas de pata y sus ínfimos niveles de popularidad. ¿Imaginamos, por ejemplo, a Jackie Kennedy haciendo lo mismo tras el fracaso en Bahía de Cochinos, a Cynthia Nixon tras el  Watergate, a Rosalyn Carter luego que su esposo se convirtió el hazmerreír mundial tras el fallido rescate de los rehenes en Irán, o a Barbara Bush lamentándose de que a su viejo le hubieran tocado los ataques a las Torres Gemelas?

En ese discurso, pronunciado ante un grupo de donantes demócratas en Nantucket, la "doctora" Biden apuntó que "no vimos venir la invasión a Ucrania", algo totalmente falso pues desde dos semanas antes, el mismo Biden advirtió tener "información confiable" de que Moscú estaba a punto de realizar el operativo, y agregó "todas las cosas comenzaron a actuar en su contra"... ah vaya, cómo si Joe Biden fuera el primer presidente al que un país extranjero busca ponerlo en aprietos.

A Harry Truman la URSS le aplicó un torniquete a Berlín Oriental, ese mismo país le buscó bronca a John F. Kennedy con la ya referida Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles, a Nixon la prensa lo atacó incesantemente aun antes de iniciar su campaña presidencial (igual que Trump), los ayatollas tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán durante los años de Jimmy Carter, un grupo terrorista hizo volar a decenas de soldados en un centro nocturno en Alemania y Libia hizo volar un avión de Pan Am sobre Escocia durante la presidencia de Reagan, a Clinton le tocó la guerra civil en Bosnia, el 911 a George W. Bush y el surgimiento del ejército islámico y una infinidad de atentados durante los 8 años de Barack Obama.

A todos ellos muchas cosas comenzaron a sucederles en su contra; es el precio que tiene que pagar quien gobierna una superpotencia. En este punto, la "doctora" Jill Biden, o se pasa de ingenua o se pasa de pen... bueno, ya saben cuáles son las dos sílabas restantes.

Lo asombroso es que tales justificaciones insensatas , esto es, echarle la culpa a factores externos tal y como lo ha estado haciendo su viejo contrasta con un hecho contundente: el mismo Joe Biden es el principal responsable del caos que hoy ocurre en los Estados Unidos.

Ni las portadas lambisconas de revistas como Vogue han logrado que la "doctora" Biden levante simpatías y admiración entre los norteamericanos, a diferencia de Jackie Kennedy, Nancy Reagan o Michelle Obama

No fue Putin quien le aconsejó imprimir billetes a lo estúpido ni quien le sugirió coquetear con los inmigrantes ilegales para que éstos llegaran por miles a Estados Unidos exigiendo asilo. Tampoco fue el dictador que hoy habita el Kremlin quien le exigió una salida rápida de Afganistán (aun contra la advertencia de la mayoría de los generales de alto rango) lo que trajo una humillante derrota del ejército yanqui que no se veía desde 1975, ni tampoco fue Putin el que le digo que escuchara a esos asesores para que declarara una guerra a los combustibles fósiles y que ha llevado el precio del galón del combustible hasta los 7 dólares en estados como California.

Da pena que Joe Biden, a sus 79 años, y su esposa Jill Biden, a sus 71, se sigan comportando como menores de edad que culpan a todos , menos a ellos mismos, del desmadre que hoy se ha desatado en un país tan admirable como los Estados Unidos. Su actitud, inmadura y vergonzosa, semeja a esos niños que son descubiertos por la mamá con sus rostros cubiertos de jalea jurando que ellos ni siquiera la han tocado.

Pobrecito Joe, la verdad. Jamás se imaginó todos los problemas que tendría cuando juró como presidente. Aquí surge una pregunta, bueno, varias: ¿dónde están ahora esos 75 millones de norteamericanos que supuestamente votaron por él, por qué no salen a defenderlo y hacerle segunda  a la "doctora" Biden? ¿Acaso pensaba la "primera dama" que rescataría para los demócratas el estado de Texas comparando a su numerosa población latina --y que no toda es de origen mexicano-- con unos tacos mañaneros?

Tuvo que llegar una insólita oleada inflacionaria --es decir, un golpe directo al bolsillo, muy cerca de la entrepierna-- para que millones de norteamericanos cayeran en cuenta que Joe Biden, la "doctora" Biden, Bernie Sanders, Alejandra Ocasio Cortés y los demócratas en general les han estado mintiendo impunemente. Les mintieron al decirles que la inflación "sería pasajera", que el costo de la gasolina ya es prohibitivo " a causa de la invasión a Ucrania", que la laptop del "hijo incómodo" Hunter Biden eran "noticias falsas propagadas por Moscú". Saberse engañado cala, y cala mucho más cuando el dinero ya no alcanza para comprar lo básico para llenar de comida un refrigerador.

Ahora que a millones de nortemericanos la economía ya les está pegando directamente en la cara, la metidas de pata de Joe Biden y su innegable deterioro mental ya no provocan compasión sino enojo. Y con las justificaciones idiotas de la "doctora" Biden, el asunto difícilmente cambiará de aquí noviembre cuando se ve como inevitable una catastrófica derrota para los demócratas.

Lo extraño del discurso en Nantucket fue cómo a la "doctora" Biden la traicionó el subconsciente al afirmar que Biden "tenía" muchos planes. Pero si al señor, desafortunadamente, todavía le queda año y medio de gobierno ¿por qué hacer referencias entonces en tiempo pasado?

En un reciente artículo, The Washignton Post ya está manejando a los "probables" candidatos demócratas para las elecciones presidenciales del 2024, señal clara de que ni siquiera los medios abyectos hasta la humillación a ese partido ven como posibilidad que Joe Biden busque la reelección dentro de dos años. Esta es una humillación brutal asestada al matrimonio Biden.

Hoy ya nadie respeta a los Biden, ni siquiera dentro de su propio gobierno: ningún miembro de su gabinete ha aparecido individualmente a su lado. Al matrimonio solo le queda la abyecta fidelidad de la prensa, de Hollywood, de los círculos académicos de ultraizquierda, pero ese apoyo también comienza a despedazarse dado que cuando abren la boca, el presidente y la "doctora" cometen brutales metidas de pata o solo dicen sandeces que el 90 por ciento de la opinión pública no cree y en cambio la irrita más. La factura que se les cobrará en noviembre se antoja descomunal hoy, y eso que faltan poco más de cuatro meses.

 

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