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Maquío Clouthier, un genuino indignado

Un postulado de este empresario sinaloense sostenía que si el poder no se utilizaba para realizar cambios positivos, servía de poco. En vez de agacharse ante el gran poder, Manuel Clouthier desencandenó un movimiento que luego fue sepultado por sus mismos correligionarios. Ahora el PAN está expiando las consecuencias

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OCTUBRE, 2013. La figura de Manuel "Maquío" Clouthier marca un tremendo contraste si se le proyecta con el PAN a 12 años de haber conseguido lo que anhelaba el sinaloense, la presidencia de México. Con gente como el ex alcalde de Monterrey, Fernando Larrázabal y Ernesto Cordero en sus filas (gente oportunista que no esconde su amor por la nómina gubernamental) , es fácil concluir que la memoria de "Maquío" fue traicionada por quienes le siguieron. No sabemos que habría pasado si Clouthier no hubiera fallecido cuando aún se esperaba tanto de él o si al final habría conseguido su propósito. Lo cierto es que hoy en el PAN no existe una figura de la talla de este ex agricultor que un día gritó "basta" ante los abusos de los gobiernos priístas y logró un despertar ciudadano que no se había en México en décadas..

En vez de levantar desquiciantes bloqueos o ponerse una capucha para atraer la atención de los medios internacionales. "Maquío" externó su indignación ante el actuar de un Estado ominipotente que consideraba a sus gobernados menores de edad. Al final "Maquío" quedó en tercer lugar en las elecciones del 88 detrás de Carlos Salinas. El segundo candidato, Cuauhtémoc Cárdenas, había logrado conformar exitosamente un grupo de ex priístas descontentos y con ese colmillo casi gana la elección de ese año, aunque algunos dicen que fue el verdadero triunfador. Fue una derrota, pero no el final. el camino ya estaba listo para lograr la primera gubernatura panista en Baja California, algo que se consideraba imposible en el México de los años ochenta.

Una figura como la de Manuel Clouthier es de lo que más carece hoy el blanquiazul, y prueba del desprecio de éste a su pasado se refleja en que dos de sus hijos, Tatiana y Manuel, se hubieran ido del PAN en no muy buenos términos. El segundo ha tratado de revivir la rebeldía de su padre al registrarse como candidato independiente a la presidente ante el IFE, pero se encuentra (aún) muy lejos de la fuerza que llegó a conjuntar el jefe del clan, una fuerza que no se vio, ni de lejos, en el PAN que lanzó a Josefina Vázquez Mota cuando contendió en el 2012..

Clouthier fue un genuino indignado, cuando esta palabra aún no asumía la clara manipulación política de la que hoy es objeto. Sus amigos, sus agremiados, y aun su familia le habían sugerido que se quedara callado, como habían hecho generaciones previas de empresarios y agricultores. De haberles hecho caso, es casi un hecho que ni Fox ni Calderón habrían alcanzado la presidencia de México décadas más tarde.

Manuel de Jesús Clouthier nació en Sinaloa, un estado que ostenta la extraña distinción de contar con vestigios de culturas prehispánicas que tan comunes son en el sur de México, una rareza dado que en las entidades del norte imperaban más los indígenas nómadas. Fue ahí también cuando en tiempos de Porfirio Díaz una red ferroviaria comunicó a Sinaloa con el resto del país y se inició el boom regional; se impulsó la producción de tomate y de ganado dado que la tierra ahí era excepcionalmente generosa; su cercanía con las aguas provenientes del Pacífico, por un lado, y la Sierra Madre Occidental, por el otro, hicieron que el agua se concentrara en ríos que daban un curioso contraste con Sonora, un estado árido con frecuente escasez de ese líquido. Estas fueron sin duda razones suficientes para que el abuelo paterno de Clouthier se estableciera ahí procedente de Canadá, con lo que dio inicio a una familia de ricos agricultores.

Al terminar la preparatoria Cloutier estudió en la capital neoleonesa en el Tec de Monterrey, donde se graduó como ingeniero agrónomo. Casi de inmediato el hijo puso en práctica técnicas que duplicaron la producción y al mismo tiempo incrementó el salario a sus empleados y les abrió créditos para que financiaran sus viviendas mucho antes que el gobierno federal creara el Infonavit. El auge que tal que muchos de sus trabajadores se hicieron de camionetas y automóviles nuevos producto de su sueldo.

En aquellos años diazordacistas Clouthier era, como la mayoría de los empresarios, simpatizante priísta, e incluso recibió con beneplácito la llegada al poder de Luis Echeverría del que consideraba "pondría orden" tras lo ocurrido en Tlatelolco. En su primer informe de gobierno Echeverría prometió "acelerar" la reforma agraria que a su juicio "se estaba estancando". El agricultor-empresario sonrió, complacido: eso significaba que miles de hectáreas ociosas finalmente serían puestas a trabajar, e incluso se ilusionó en pensar que sus podría venderle al gobierno tecnología para incrementar las tasas de producción.

Tampoco lo inquietó gran cosa que con mayor frecuencia los burócratas de Hacienda y de la SARH (la actual Sagarpa) le hicieran visitas más frecuentes por los motivos más inverosímiles. Comenzó a preocuparse cuando le informaron que un grupo de funcionarios de la Secretaría de la Reforma Agraria procedentes del D.F. habían ido al lugar y consideraron que parte de sus tierras eran "afectables", eufemismo para decir que el Estado puede apropiarse de algo si considera que existe una "razón social". Aun así Clouthier pensaba en el sentido común de los burócratas echeverristas de que las suyas eran tierras altamente productivas y sus empleados no habían expresado una sola queja laboral; tuvo varias reuniones, incluso con el mismo presidente, y se le aseguró que no temiera, que en todo caso se "afectarían" tierras que efectivamente estaban ociosas.

El acoso de los burócratas continuó todos esos años hasta que a mediados de 1976 un alto funcionario amigo suyo advirtió a Clouthier que "pusiera a salvo sus ahorros" --es decir, que los sacara del país-- pues el peso estaba sobrevaluado y se acercaba una macrodevaluación. Pero el discurso oficial logró tranquilizar a "Maquío" quien optó por jugarse sus capitales y consiguió nuevos empréstitos en dólares para financiar sus negocios. Semanas después el peso "entró en flotación" --otro repugnante eufemismo para decir que se había devaluado-- y el empresario se quedó ante deudas imapagables en pesos.

El golpe final llegó en noviembre de ese año: una mañana Clouthier se topó con que varios de sus ranchos estaban ocupados por decenas de familias y que sobre los sembradíos se habían levantado casuchas de "paracaidistas". Desde el D.F. se le informó que las suyas eran tierras "afectables" y que un decreto firmado por el presidente Echeverría "entregaba" (es decir, lo despojaba) esa propiedad a esas familias campesinas para convertirlas en ejidos; entre los "nuevos" ejidatarios había incluso quienes hasta hace unos días fueron empleados suyos. Y dado que el robo de esas tierras se dio horas antes de la toma se posesión de José López Portillo, los burócratas de la nueva administración se desentendieron del asunto; la medida prácticamente había dejado sin tiempo de contraatacar a quienes el mandatario saliente llamaba con desprecio "riquillos" y "latifundistas".

Previsiblemente, en menos de un año las tierras despojadas terminaron convertidas en botín político de líderzuelos ejidatarios y se desplomó la producción. Años después esas hectáreas pasaron a ser colonias marginadas de Culiacán y Guasave pero eso sí, la reforma agraria había hecho justicia.

Para evitar otro golpe similar, Clouthier diversificó sus negocios y se afilió a la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex), órgano creado para protegerse contra posibles nuevas andanadas del gobierno federal hacia el sector privado. El nuevo presidente, López Portillo, parecía más mesurado aunque el gobierno federal informó a "Maquío" que el decreto de su antecesor para quitarle sus tierras había sido "irreversible" y que nada quedaba por hacer. En 1979 llegó a ser dirigente nacional de Coparmex, algo que le un acceso más directo a miembros del gabinete. La relación comenzó a agriarse a principios del 82 cuando nuevamente se veían problemas económicos en el horizonte. Clouthier recordó años después una plática con López Portillo donde lo vio, según un texto publicado en Contenido, "más hosco, más rencoroso, alguien que pensaba era víctima de 'una mala jugada'". A las pocas semanas el mandatario dio a conocer la noticia en su último informe al anunciar la "nacionalización" de la Banca, algo que traicionaba la confianza que los empresarios habían depositado en su administración. El decreto fue aprobado sin alterarse ni una coma en el Congreso y el Senado. Con esa medida, la economía mexicana pasaba a depender del Estado en un 70 por ciento, lo que virtualmente significaba ser un país socialista.

Clouthier se sorprendió al ver que casi ningún empresario protestaba ante los abusos del Estado mexicano. Solamente Emilio Azcárraga Milmo, el ya fallecido dueño de Televisa, había levantado la voz pero solo hasta que vio afectados sus propios intereses aunque en todo momento descartó dejar de respaldar al PRI. Clouthier concluyó que la sociedad vivía un infantilismo político con un partido omnipotente donde la oposición era una caricatura que le permitía al sistema justificarse ante sí mismo y ante el resto del mundo como una democracia.

Antes se entrar de lleno a la política pidió permiso a su familia. Tras su aprobación se afilió oficialmente al PAN una vez que leyó y quedó convencido que el partido fundado por Manuel Gómez Morín constituía la mejor opción de cambio para México. Debido a que rehusó rasurarse su barba se le comparó con Santa Claus e incluso un columnista servil al oficialismo lo comparó con Maximiliano de Austria "con varios kilos de más"; el extinto líder sindical Fidel Velázquez lo llamó "luchador de sumo" y en su propio estado el gobierno local lanzó una campaña de desprestigio en su contra; "me van a decir de todo, llamar de todo, decir que soy lo peor de lo peor", advirtió a su familia. Y efectivamente lo acusaron de no ser mexicano, de que sus padres no lo eran sin faltar el desgastadísimo lugar común de ser "agente de la CIA" simplemente por afirmar en un discurso que Estados Unidos tenía mejor nivel de vida que México, una verdad obvia entonces y ahora.

El temblor de 1985 dejó en evidencia cómo el gobierno mexicano, lejos de ser una ayuda, constituía un estorbo para el desarrollo del país. Fue también un año en que la clase media, por décadas ajena a meterse en política, despertaba ante las imposiciones del todopoderoso ejecutivo. Surgieron otras figuras panistas como Francisco Barrio y Ernesto Ruffo. En todo momento Clouthier descartó los métodos violentos para cambiar el gobierno y reprobó que en algunas ciudades, como en Piedras Negras, se hubiera quemado la alcaldía aunque refirió la posibilidad que todo hubiera sido obra de los mismos priístas "para desprestigiar nuestro movimiento".

La Secretaría de Gobernación, por entonces al mando de Manuel Bartlett, lanzó una feroz ofensiva contra el agricultor desobediente: Hacienda auditó hasta el último peso de sus empresas sin encontrar irregularidad alguna, su familia recibía diariamente amenazas telefónicas y en los periódicos de Sinaloa se le atacaba a diario al tiempo que se le cerró todo acceso a los medios electrónicos. En cierta ocasión iba a ser entrevistado por Jacobo Zabludovsky cuando llegó una llamada de Gobernación. La entrevista fue cancelada y el conductor de 24 Horas justificó aquello al decir que Manuel Clouthier "había enfermado poco después de llegar a la capital", mentira flagrante pues no se le había dejado entrar al estudio.

Al mismo tiempo que se daba el despertar panista, un grupo de priístas inconformes con el reparto de puestos burocráticos manifestó su inconformidad para luego separarse y crear la Corriente Democrática, encabezada por Cuauthémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y la economista Ifigenia Martínez. Ese movimiento era en realidad resultado del rompimiento entre el priísmo tradicional y la tecnocracia que Miguel de la Madrid había impuesto en su gabinete. La CD se convirtió en una fuerza política impresionante.

Los mítines de "Maquío" eran cubiertos por la prensa con increíble tergiversación y únicamente recogían las frases que consideraban incendiarias y violentas, sacándolas totalmente de contexto. En un mitin dijo "basta ya, no cejaremos hasta enterrar las malas mañas priístas", pero la frase fue editada en TV y quedó como "no cejaremos hasta enterrar priístas", que lo ubicaba como un personaje violento. Finalmente fue entrevistado por TV en el canal 13, que irónicamente en ese entonces era propiedad del Estado.

                                                    Cénit y brusco desenlace

Todavía a principios de 1988 se pensaba que la elección sería disputada entre Clouthier y el candidato oficial Carlos Salinas. Sin embargo y en un giro desconcertante, los principales medios comenzaron a dar mayor cobertura positiva a Cárdenas, quien se postuló por el Frente Democrático Nacional mediante el registro que le cedió el PARM que por décadas había sido incondicional palera priísta al punto que el candidato oficial también era el de su partido. Ningún periodista cuestionaba las incongruencias de que el discurso del ex gobernador de Michoacán huibiera cambiado drásticamente en unos meses, que en su equipo hubiera solo gente que olía a priísmo y de que se hubieran dado cuenta de la antidemocracia tricolor una vez que el presupuesto público dejó de beneficiarlos. Tampoco hubo periodista que exigiera investigar el origen de la fortuna de Cárdenas como ocurrió innumerables veces con Clouthier.

Lo que ocurrió aquella noche del 6 de julio de 1988 es de sobra conocido. Baste con referir que Clouthier se inconformó con el resultado y llamó a los demás partidos a unirse en su demanda que incluiría, de ser posible, realizar nuevas elecciones. Cárdenas accedió aunque no a repetir los comicios si bien aseguró que él había sido el ganador. Al final la coalición para evitar la imposición de Salinas no se concretó y Clouthier anunció la formación de un "gabinete análogo" que sesionaría en el Ángel de la Independencia. Con todo, el mismo PAN terminó por reconocer a Salinas.

El "gabinete análogo", conformado entre otros por Francisco Barrio y Carlos Castillo Peraza, solo sesionó un par de veces. Cuando meses después Clouthier y Salinas se encontraron intempestivamente en un restaurante capitalino el sinaloanse lo saludó con un "señor presidente". (Poco antes Salinas había ordenado el "quinazo" que le sirvió para legitimarse ante quienes lo veían con desdén).

En una cena realizada con amigos y familiares tiempo más tarde, Clouthier parecía presentir que se acercaba el final y confió: "No sé si estaré mucho aquí pero sé que hice lo que tenía que hacer en esta vida. Ya los que siguen de mí se encargarán del resto". En septiembre de 1989 "Maquío" falleció cuando el auto en que viajaba de Culiacán a Mazatlán se estrelló de frente con un camión del que nunca se supo la identidad del conductor. La dirigencia panista recibió con bullas a Salinas cuando asistió a los funerales, al que también asistieron Cárdenas y Rosario Ibarra de Piedra, y aun hubo insinuaciones de que el gobierno federal había planeado el "accidente". Pero hasta no hay pruebas que impliquen directamente a Salinas; después de todo "Maquío" ya se había retirado a la vida particular y tenía en mente un plan de expansión de sus negocios.

"Maquío" era gran cocinero y también gustaba de visitar las taquerías de Culiacán. Conocía a casi todos los dueños y solía llamar por su nombre a los empleados. Esa afición no cambió ni cuando estaba en campaña y hasta solía "pichar" una orden a los guardias que le proporcionaba el Estado Mayor mientras fue candidato a la presidencia. En cierta ocasión le preguntó un reportero si no cambiaría esa actitud campechana en caso de llegar a Los Pinos. 

"El poder debe servir para provocar un cambio positivo para todos. La bronca viene cuando ese poder es el que te cambia solo a ti", respondió.

Si alguno de los actuales candidatos a cualquier puesto público en México ostentara esa filosofía hoy. Incluidos los panistas quienes claramente desoyeron al "Maquío" Clouthier, un genuino indignado.

 

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2 Comentarios

juan_carvajal_moreno escribe 06.11.13

Luego de leer este artículo me transporté a los años 80 cuando ,ichos pensábamos que el despertar político de México era posible con líderes natos como Maquío Clouthier y jóvenes idealistas como Francisco Barrio y, me da pena decirlo, Felipe Calderón. Desafortunadamente las aspiraciones del Maquío fueron traicionadas por la avaricia e insensibilidad de seudopanistas como Ernesto Cordero quienes entraron al PAN solo para enriquecerse.

magda_esparza escribe 06.11.13

Como están señores de faselinea, es la primera vez que les escribo aunque los he leído por varios números, el motivo de mi mail es para comentar sobre el texto de Maquío Clouthier, una persona honrada que abrió el camino para que la democracia pudiera circular en México aunque desafortunadamente ese camino fue luego copado por políticos ávidos de sangre como Felipe Calderón, frívolos como Vicente Fox y corruptazos como el ex gobernador de Aguascalientes. Necesitamos más maquíos o este país definitivamente se hundirá en la pobreza y el autoritarismo

 

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