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NACIONAL

Los Presidentes: Felipe Calderón

Los restos de su sexenio aún humean en el México actual, dentro de un contraste con estabilidad económica, violencia inusitada y una personalidad que retó todo lo que se sabía de Felipe Calderón, el segundo, y hasta hoy último, político panista que ha llegado a la Los Pinos

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JULIO, 2014. Originario de Morelia, Michoacán, Felipe Calderón Hinojosa se convirtió en lo que hasta el momento ha sido el último presidente de la República postulado por Acción Nacional. Con antecedentes familiares que combatieron dentro en las líneas cristeras y el sinarquismo, el padre del futuro mandatario fue uno de los panistas más connotados de su estado. El joven Felipe emigró años después a la ciudad de México donde, aparte de integrarse a actividades partidistas, logró titularse como abogado en la Escuela Libre de Derecho.

Algunos ex compañeros lo recordaban como un joven un tanto retraído, muy indeciso aunque también de "mecha corta" ante las provocaciones. Años después sus enemigos políticos difundieron la noticia de que era adicto al trago y las borracheras aunque si bien recordaban que se "echaba sus copitas" como los demás alumnos, nunca abusaba del alcohol.

Calderón fue luego diputado federal y presidente del Partido Acción Nacional, considerándosele dentro de la línea tradicional de esa organización y fiel seguidor del fallecido Carlos Castillo Pedraza, uno de los intelectuales más brillantes que han militado en el panismo. Tras la muerte de Castillo Peraza, los "neopanistas" fueron tomando más fuerza en las altas esferas del blanquiazul, una corriente que encabezaban entre otros, Vicente Fox, ex diputado federal y ex gobernador de Guanajuato.

Cuando Fox resultó electo presidente de la República en el 2000, a Calderón se le encomendó la Secretaría de Energía, cargo que ostentó hasta el 2004 cuando ya se le barajeaba entre los probable aspirantes panistas. Dos años después consiguió la nominación presidencial derrotando al chihuahuense Francisco Barrio en la recta final.

Y aunque fue parte del gabinete foxista, Calderón realmente no era parte de su equipo ni entre ellos había realmente una amistad.

La carrera de Calderón por la presidencia corrió análoga al ascenso en popularidad del tabasqueño Andrés López Obrador, quien anunció su deseo por postularse desde que era jefe de gobierno del DF, cargo que dejó poco antes que concluyera. La torpe estrategia de Fox por neutralizar a López Obrador lo convirtió en mártir ante la opinión pública, labor en que buena parte de la prensa capitalina cooperó gustosamente. Y con un Roberto Madrazo como candidato priísta, quedaba claro que la pelea sería entre Calderón y López Obrador.

Durante los meses previos la ventaja del tabasqueño llegó a ser de hasta 12 puntos, lo que hizo que el columnista Jorge Zepeda Patterson, abierto simpatizante del perredista, escribiera "la elección ya está decidida". La hábil estrategia de López Obrador incluso había penetrado en zonas antes infranqueables para el perredismo, como el norte de México, mientras en el sur se preveía una enorme "ola amarilla", sobre todo en el D.F., que se había convertido en bastión lópezobradorista.

Mal asesorado, López Obrador rechazó participar en el primer debate presidencial, lo que permitió a Calderón echarse a la bolsa a una parte importante de los espectadores y de paso acercarse en las encuestas a López Obrador. Un mes después y decidido a enmendar la pifia, el tabasqueño asistió al debate donde soltó una "bomba" que involucraba a Calderón en un acto de favoritismo en un contrato de la empresa Hildebrando, propiedad de un cuñado suyo. Los medios, que habían guardado sospechoso silencio ante las corruptelas del ex tesorero de López Obrador en el GDF y de un funcionario metiéndose billetes hasta en la bolsas traseras de su pantalón, difundieron hasta el hartazgo el "escándalo" calderonista. En ese momento las encuestas marcaban un "empate técnico", con diferencia de uno o dos puntos máximos entre ambos.

Hubo otros puntos que afectaron la popularidad del tabasqueño, entre ellos callar a Fox llamándole "chachalaca", de mandar "al diablo" a las instituciones" y de negarse a explicar qué andaban haciendo varios legisladores perredistas marchando en Venezuela en una manifestación de apoyo a Hugo Chávez.

Las elecciones se efectuaron el 2 de julio del 2006. Cuando esa noche el IFE anunció que aún no había "claro ganador", López obrador insinuó un "fraude", respaldado posteriormente con un hábil truco perredista: como se preveía, las casillas en los estados del sur daban una ventaja abrumadora a López Obrador, entre ellos Michoacán, la entidad donde nació Calderón, y dado que por la corta distancia terrestre éstas habían llegado primero al D.F., cuando a los pocos días se revisaron las casillas procedentes del norte, éstas daban un apoyo igualmente abrumador a favor de Felipe Calderón. Tal marejada fue interpretada por el perredismo como otra "caída del sistema" en la que López Obrador acusaba de "vendidos" a los funcionarios de casilla, incluidos aquellos perredistas que contaron decenas de veces los votos y habían firmado su conformidad.

El PRD impugnó todas las casillas procedentes del norte, incluidas aquéllas donde no había obtenido un solo voto --que de pasó exigía la cabeza de Luis Carlos Ugalde, el titular del IFE-- y exigió un conteó "voto por voto casilla por casilla", al tiempo que López Obrador ordenó un bloqueo en Paseo de la Reforma y el Zócalo en protesta pór el "fraude", El conteo parcial de las casillas dio el triunfo, por un pelito a Calderón aunque los bloqueos, que orillaron a la quiebra a decenas de negocios aledaños a Reforma y el Zócalo, fue retirado hasta septiembre.

Inicia un sexenio de pesadilla

Los mercados descansaron al conocer el veredicto del IFE. Según el analista económico Arturo Lamm, un triunfo lopezobradorista habría traído consigo la salida del país de unos 20 mil millones de dólares en los días inmediatos a su triunfo. El país estaba lejos de apaciguarse: los legisladores perredistas no habían permitido a Fox dar su último informe de gobierno y prometieron que no dejarían al "espurio" Calderón tomar protesta en el Congreso.

Finalmente éste lo consiguió entrando por una puertita posterior, aunque permaneció en el recinto menos de cinco minutos.

Lamm señaló que la tranquilidad de los inversionistas y la esperanza de que Calderón mantuviera el esquema económico de Fox (que pese al sabotaje de la oposición hacia todas sus iniciativas logró un crecimiento del 2.5 por ciento anual) dieron como resultado un cambio de sexenio sin brincos ni errores de diciembre ni devaluaciones. Sin embargo Calderón mostró a las dos semanas de la toma de posesión una carta inesperada. Si bien dijo en uno de los debates que uno de sus compromiso sería "combatir a las bandas del crimen organizado cuya actividad va a la alza", nadie esperaba el anuncio el 18 de diciembre del 2006 de iniciar una "guerra" --en su discurso la equiparó con "cruzada"-- contra estas bandas pese a que, según apuntaron Jorge Castañeda y Rubén Aguilar, los índices delictivos ya iban a la baja en el 2006 y áreas conflictivas como Tamaulipas y Sinaloa comenzaban a recuperar la paz.

La estrategia sorprendió a los analistas y a los inversionistas, y aunque se aludía que era parte del Plan Mérida, promovido por el gobierno norteamericano, también había un trasfondo político: dado que había llegado muy cuestionado a la presidencia --varias veces le llamaron "espurio" e incluso llegaron a agredirlo en una calle del D.F.-- el nuevo gobierno necesitaba desesperadamente un "golpe" que lo legitimara, parecido al de Carlos Salinas cuando mandó detener a La Quina y se esfumaran todas las habladurías del supuesto fraude electoral.

Se esperaba así que, en menos de dos años, esas mafias estarían neutralizadas y los ciudadanos, agradecidos, votarían por Acción Nacional en las elecciones intermedias que le permitirían al blanquiazul obtener la ansiada mayoría en la Cámara de Diputados para aprobar toda aquella iniciativa que la oposición PRI-PRD había saboteado desde el sexenio foxista.

Otra sorpresa aguardaba al sector empresarial que había suspirado, aliviado, una vez que López Obrador fue confirmado como el perdedor --éste formó un "gabinete análogo" donde tenía como "secretarios" a la escritora Elena Poniatoswka y al ya fallecido ex director de Proceso, Julio Scherer pero que solo "sesionó" un par de veces-- fue la aprobación del Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles (ISAI) que echó por tierra cientos de proyectos de expansión de medianas y pequeñas empresas. A éstas se les brindaron otro tipo de apoyos, como las famosas Pymes, pero no eran suficientes.

Uno de los principales problemas del gobierno calderonista, y de su antecesor Fox, era la enorme herencia burocrática que no se podía tocar sin provocar la furia de los sindicatos, los compromisos contraídos con liderzuelos y vividores del Estado y una pléyade de aviadores que a la vez servían de "soplones" priístas. El mismo Calderón era corresponsable: hasta unos días antes de las elecciones: logró que la "maestra" Elba Esther Gordillo le otorgara, a través del Panal, una cantidad de votos que resultaron cruciales a la hora del conteo final. Esa factura resultó en impunidad total para la "maestra" a lo largo del sexenio y una serie de canonjías para el SNTE incluso mayores que en los años del priísmo.

La estrategia anticrimen del presidente mostró deficiencias casi de inmediato. Cuando media docena de muchachos fueron acribillados en un campo de futbol llanero en Ciudad Juárez, Calderón primero insinuó que se debía a que estaban en "malos pasos" y en otra ocasión llamó "ridícula minoría" a los grupos delincuenciales que comenzaban a extenderse por varias partes del país, sobre todo en el norte, que hasta entonces y a diferencia del sur, había disfrutado por décadas de paz social en sus principales ciudades. Castañeda y Aguilar estiman que, en los primeros dos años de la "cruzada" calderonista, el crimen en Ciudad Juárez subió un 245 por ciento (como contraste que evidenciaba la torpeza de la medida presidencial mexicana, en la vecina El Paso, Texas, en el 2009 apenas se registraron 6 asesinatos violentos).

La "guerra" contra las bandas del crimen organizado --Calderón luego dijo que "nunca había empleado esa palabra", aunque había muchos videos que indicaban lo contrario-- estaba fracasando por varios factores. Primero, por la premura en que se puso en marcha y segundo, porque en un increíble acto de ingenuidad, el gobierno federal confió en las policías municipales corrompidas e infiltradas y tercero, había subestimado el poder de estas bandas y, cuarto, al detener a varios capos que servían como factor de equilibrio para respetar sus territorios, lo único que se logró fue una fragmentación entre los subalternos mucho más violentos.

La detención o muerte de algunos de ellos, "Nacho" Coronel en Guadalajara y la "Barbie" en el estado de México, fueron difundidos como hechos que traerían de vuelta la ansiada paz social. Por el contrario, la violencia se agudizó de manera inusitada en esas regiones. Al resto del país no le fue mejor: en Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y Durango aumentaron los secuestros, el "cobro de piso" al comercio establecido y las masacres. En la Comarca Lagunera, por ejemplo, cuya última matanza había sido la de 300 chinos en tiempos de la revolución, sufrió por lo menos 20 masacres en el 2010; una de ellas arrojó 28 muertos en una fiesta de cumpleaños.

Monterrey, ciudad que había sido ubicada entre las 10 más seguras para realizar negocios en América latina por la OCDE --y que votó abrumadoramente por Calderón, temerosa de un triunfo del "Peje"-- se convirtió en rehén de la delincuencia en buena parte por la "cruzada" calderonista. Las bandas rivales se estaban disputando las zonas urbanas y ello resultó en una ola de asesinatos, atentados a bares, centros nocturnos y, la más grave, la muerte de 65 inocentes víctimas del incendio al Casino Royale en pleno centro de la ciudad aparentemente por no haber pagado extorsión. Otra masacre se dio en Tamaulipas donde 72 inmigrantes que buscaban entrar a Estados Unidos fueron ultimados (también en esa entidad fue asesinado en una emboscada el candidato priísta a la gubernatura).

La violencia en Nuevo León y otros estados dio como resultado una estampida de empresarios y comerciantes hacia la vecina Texas aunque hubo otros que se fueron hasta la Florida. La mayoría de ellos mantuvieron sus negocios en México pero buena parte las cerraron definitivamente. Entre estos exiliados se encontraba Alejandro Junco, director de El Norte, amenazado por publicar una serie de reportajes contra esas bandas. En consecuencia, el periódico fue objeto de varios atentados por lo que se convirtió en un búnker.

Otros matutinos sufrieron atentados o la desaparición de sus reporteros, como ocurrió en Tamaulipas; en La Laguna el diario El Siglo sufrió varios atentados, entre ellos un incendio a su puerta principal y una ráfaga que mató a dos vigilantes. En Ciudad Juárez un diario cabeceó en su página principal "Digan ustedes qué publicamos" luego de sufrir una serie de atentados a sus instalaciones.

Incluso el ex senador y ex candidato presidencial panista Diego Fernández de Cevallos fue secuestrado al llegar a una de sus residencias campestres. Poco después sus plagiarios difundieron una foto donde se le veía, con los ojos tapados y sin camiseta, mostrando un periódico. Meses después el "Jefe" Diego fue liberado luciendo una barba santoclosesca donde pidió "olvidar" el asunto. Ya no se supo nada de Fernández de Cevallos aunque se cree que vive en el extranjero.

Otra consecuencia del "coraje" lopezobradorista fue el secuestro de los partidos al IFE. Luego de "derrocar" a su titular Luis Carlos Ugalde, la nueva ley electoral incluía lindezas que habrían dado envidia a Mussolini o a Pinochet pues no solo cerraban la posibilidad de tener candidaturas independientes sino que en nombre de la "equidad" prohibían la difusión de mensajes "ofensivos", "degradantes" o "calumniosos" hacia los candidatos o probables candidatos, una clara venganza contra la campaña de "un peligro para México" del PAN hacia López Obrador.

Asimismo y en represalia contra las televisoras privadas, el IFE impuso tiempos obligatorios en sus barras comerciales para transmitir los mensajes de esa dependencia y los tiempos de los partidos, todo en forma forzosa y gratuita, algo que les quitaba una buena parte de sus ingresos durante tiempos electorales.

En otros países los partidos políticos compran tiempo a las televisoras y las radiodifusoras, pero en México esto ya no era posible. Escenas como las de Bejarano embolsándose fajos de dólares en red nacional ya no podían ser transmitidas por televisión so pena de estar "degradando" al inculpado y ser utilizadas para realizar proselitismo.

Ego, rencores e incertidumbre

El PRD nunca perdonó al "espurio" Calderón. Luego de las elecciones solo daba por bueno el veredicto del IFE cuando ganaban sus candidatos y denunciaba el "fraude" cuando perdían y mantuvo esa postura a lo largo del sexenio. Marcelo Ebrard, por muchos años diligente priísta convertido luego en perredista jefe de gobierno del D.F., se negó a aceptar toda invitación presidencial pese a que el mismo IFE los había declarado candidatos electos a ambos. Tampoco se le permitió ingresar al Congreso a rendir sus informes de gobierno por lo que tuvo que dar su mensaje en el Palacio de Gobierno. Asimismo, a dondequiera que Calderón viajara en el exterior era recibido con los mismos insultos, algo que ocurrió durante sus visitas a Londres, a Washington, a Madrid, a Roma e incluso a Sydney, Australia.

Esos abucheos debieron haberle pesado a Calderón pues trató de reparar el enfriamiento de relaciones con Cuba que se había dado durante el gobierno de Fox, quien había secundado una condena a ese gobierno por la violación a los derechos humanos, hecho que enfureció a Fidel (condena que, por cierto, era respaldada en los mismos estatutos del PAN, que igualmente condena el embargo norteamericano a la isla). Calderón fortaleció sus migas con los presidentes Daniel Ortega de Nicaragua, con Rafael Correa de Ecuador y logró cierto acercamiento con Álvaro Uribe de Colombia, cuyo gobierno era más afín al de Acción Nacional. Con Hugo Chávez la relación fue más tibia, sobre todo por el apoyo, discreto pero innegable, que el chavismo había manifestado por López Obrador.

Sin embargo Calderón, quien en privado se enorgullecía de ser "austero" y con "los pies bien puestos en la tierra", decidió derrochar millones de pesos con motivo del Bicentenario de México. Se había pedido a Cuauhtémoc Cárdenas que se encargara de organizar los festejos pero éste, en previsión de los ataques que se vendrían en su contra, rechazó el ofrecimiento. Entonces el gobierno federal se encargó directamente de financiar y organizar los festejos, lo que dio lugar a que se alimentara el lucimiento personal del presidente. En primer lugar se erogaron más de 100 millones de pesos para erigir la llamada Estela de Luz, un monumento imitado de la Torre Láser que existe en la Macroplaza de Monterrey. Sin embargo los capitalinos han sido indiferentes a la Estela de Luz y nadie la identifica, a diferencia de la Diana Cazadora o el Ángel de la Independencia, como parte de otros monumentos emblemáticos.

También se derrochó un estimado de 10 millones de pesos en una figura de 18 metros de altura colocada en el Zócalo y a la que todos conocían como "el monigote", el cual sus pedazos luego terminaron arrumbados en el patio de una dependencia federal.

Mimetizados con el resto de los partidos

Y aunque muchas iniciativas del Ejecutivo detenidas por el bloque PRI-PRD en el Congreso habrían aliviado enormemente a la economía mexicana, hubo otras por parte del panismo tradicional que mostraban el innegable rumbo totalitario al interior del blanquiazul. Algunas de ellas proponían prohibir el uso de minifaldas en todo el territorio nacional, restringir la venta de preservativos y gravarlos con altos altos impuestos, penalizar la venta de revistas pornográficas y hasta penalizar el uso del pelo largo en los jóvenes.

A partir de su segundo sexenio en el poder, los panistas fueron mimetizándose con el comportamiento y la actitud de los demás partidos donde una cosa es criticable cuando se es oposición pero es válida cuando se está en el poder. Por décadas los panistas criticaban los "injustificables altos salarios" de los miembros del gabinete pero sus funcionarios, empezando por el mandatario, se aumentaban sus sueldos prácticamente cada mes (Calderón se embolsaba hasta 246 mil pesos y sus secretarios un poco menos). El secretario de Hacienda --- provocó enorme irritación al decir que "una familia puede satisfacer todas sus necesidades básicas, desde vivienda, alimentación y vestido, con seis mil pesos al mes".

En Pasta de Conchos, una mina ubicada en el estado de Coahuila, 36 mineros murieron al derrumbarse la débil estructura. Se supo que los mineros laboraban en condiciones infrahumanas, a veces hasta 14 horas diarias, y con pagos muy por debajo de la ley. Hasta hoy los empresarios no han sido llamados a cuentas, todo dentro de la especulación de que tenían fuertes ligas con el entonces gobernador de Coahuila Humberto Moreira.

En Hermosillo, Sonora, 43 niños fallecieron en una guardería del IMSS que carecía de salidas de emergencia. Pero en vez de irse sobre la ineptitud e irresponsabilidad de los empleados de la guardería y a los burócratas que habían "supervisado" la seguridad de las instalaciones apenas unas semanas antes (lo que habría implicado también al corrupto sindicato del IMSS) la culpa se desvió hacia Juan Molinar Horcasitas, ex analista político en los medios de comunicación y quien en ese momento era titular de la dependencia. Por supuesto Horcasitas no era responsable de la tragedia pero se le culpó como mero golpeteo político.

Y si la bancada panista había criticado las "alzas a la gasolina que pulverizan el poder adquisitivo de la clase media", ya en el poder no se tuvo empacho en aplicar aumentos mensuales de 10 centavos así como el endurecimiento contra la evasión fiscal. Asimismo, el aumento en las plazas burocráticas, otra causa criticada por el blanquiazul cuando era oposición, se aceleró durante el sexenio calderonista, quizá como no se veía desde los años de Luis Echeverría (El presidente buscaba así tener acercamientos con la izquierda, algo que por supuesto, difícilmente iba a conseguir. "La única manera en que la izquierda hable con él será si deja el poder y convoca a nuevas elecciones en las que ya no se postule", dijo Ebrard, dando a entender que no habría problema si López Obrador volviera a ser candidato).

Con todo, Calderón no perdió la confianza entre los inversores extranjeros; si bien la entrada de nuevos capitales no era tan alta como pudiera esperarse, tampoco bajó significativamente pese a la violencia. En el mundo se dio una fuerte depresión económica producto de la caída en la especulación bursátil en Estados Unidos, el director del Banco de México, Agustín Carstens, logró "blindar" al peso ante una contingencia y ello evitó que el país cayera en una catástrofe financiera.

Se criticó mucho a Carstens cuando habló del "catarrito" de la crisis mundial pero lo cierto es que México la resistió mucho mejor que otros países que no estaban preparados. (Lamm apunta que en caso ser presidente López Obrador y con la apuesta al incremento en el gasto público de su gobierno, la crisis del 2008 habría puesto en la lona a su sexenio, sumiendo a México en una situación económica sumamente difícil).

También se estaba consiguiendo la estabilidad financiera pese a que los críticos exigían "liberar" el gasto público para estimular la demanda, algo que pondría al país en los linderos de la inflación, la cual había sido en los dos sexenios panistas de apenas un 6.6 por ciento. También el PRI y el PRD le echaban en cara a Calderón que el país "no creciera más" al tiempo boicoteaban yo tiraban a la basura toda iniciativa suya que habría hecho a México un país más competitivo.

En Estados Unidos se reveló la existencia de una fallida estrategia llamada Fast and Furious donde ese gobierno había vendido armas a los traficantes mexicanos supuestamente marcadas, lo que permitiría rastrearlas y dar con quienes las recibían. El escándalo brotó cuando un agente de la DEA fue emboscado y asesinado en una carretera de SLP, víctima de una de esas armas. El asunto sirvió para que Calderón desviara la atención de su fallida "cruzada" contra el crimen y culpara a "los traficantes de armas" --nunca lo hizo directamente contra Washington-- y durante una visita a Ciudad Juárez se plantara en el puente que conecta con El Paso y desplegara una enorme manta con la frase NO MORE WEAPONS. Con ese acto innegablemente populista, Calderón estaba dando por perdida una "guerra" pésimamente planeada que ene se momento (2011) y según cálculos de especialistas, ya había cobrado 45 mil vidas.

Y si bien su gobierno consintió sobremanera al SNTE al mando de Elba Esther Gordillo, el gobierno federal decidió dar por concluido su contrato colectivo con Luz y Fuerza del Centro, una paraestatal que por décadas había ofrecido un servicio deficiente y donde sus empleados gozaban de prestaciones de ensueño --ellos les llaman "conquistas sindicales"--, posadas donde se derrochaban millones de pesos, amplias licencias vacacionales y mínimo de horas laboradas. El 45 por ciento de sus empelados aceptaron la jugosa liquidación tras el cierre pero los demás, junto con su sindicato, se radicalizaron. Las funciones de LyF fueron asumidas por la CFE.

Pero pese a la pifia del secretario de Hacienda y a la inseguridad, la inversión extranjera siguió fluyendo pues se sabía que un gobierno emanado de Acción Nacional no lea cambiaría la jugada como suelen hacerlo los gobiernos priístas. Y si no fue mayor se debió a que el gobierno calderonista no pudo cambiar la legislación que le permitiera facilitar la entrada a más capitales. Con todo, y lo que fue una de las mejores acciones de su gobierno, Calderón decretó la eliminación de 25 trámites burocráticos para abrir una empresa --en varios que no se modificaron se debió a que requerían aprobación del Congreso-- los cuales, por cierto, se han estado restableciendo durante el gobierno de Peña Nieto.

Bye bye

Conforme se aproximaba el fin de su gobierno, corrió el rumor de que el presidente ya estaba empacando para irse a vivir a Estados Unidos junto con su familia. Ante los reclamos --¿luego de colocar al país al borde de una guerra civil se retiraba tranquilamente a otro país?-- al final el mandatario dijo que, efectivamente ofrecería una cátedra en la Universidad de Harvard pero que "mi hogar es y será México... cuando termine me quedaré a vivir aquí definitivamente". En Harvard, por cierto, hubo protestas contra el "espurio". Lo cierto es que Calderón se aseguró que al terminar su mandato, sería protegido las 24 horas por una escolta vestida de civil.

Una muestra de que sus acusadores repudiaban su gobierno pero no su dinero se dio cuando un joven recibió una beca de 135 mil pesos para continuar estudiando en Europa y éste le gritó "espurio" en su cara al presidente aunque, eso sí, más tarde cobró el cheque.

Conforme se acercaban las elecciones del 2012, Calderón comenzó a perder progresivamente el poder. Su relación con la candidata panista Josefina Vázquez no era la mejor pese a que habían trabajado en el gabinete (ella había sido contralora) al tiempo que las posibilidades de que el PAN mantuviera la presidencia se veían más distantes. Para colmo, en una entrevista Vázquez Mota dijo que, de resultar electa, "no solo mantendré la estrategia anticrimen del presidente Calderón sino que le profundizaré", algo que le espantó miles de posibles votantes, sobre todo en el norte del país.

La elección presidencial efectivamente confirmó el declive blanquiazul: Enrique Peña Nieto resultó ganador con una diferencia de 6 millones de votos sobre López Obrador (de nuevo éste cuestionó el IFE pero el efecto, ante la diferencia abrumadora, fue menor) al tiempo que Vázquez Mota quedó con con un distante tercer sitio y con el 17% ciento de los votos.

El saldo del gobierno de Felipe Calderón es ambiguo. Por un lado se mantuvo estable el tipo de cambio, se reactivó la economía en algunos rubros y se consiguió un importante crecimiento de la clase media. Por el otro el país perdió la paz social que había gozado por casi siete décadas, se cayó en el populismo más burdo y se dejó crecer a cotos de corrupción. El panismo había mostrado, en sus 12 años de gobierno, en mejor administrador, pero muy deficiente para manejarse en las aguas políticas.

 

 

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1 Comentarios

belton.situs escribe .09.07.15

Se puede decir cualquier cosa de Felipe Calderón pero si lo comparamos con el burro de Peña Nieto, era mucho mejor presidente, en su sexenio el dólar subió apenas un peso y ahora con el tarado que tenemos en Los Pinos ya subió cuatro pesos y eso que no vamos ni a la mitad de su sexenio. Su fallida estrategia de combate al crimen organizado podrá ser discutida, pero jamás supimos que la esposa de Calderón anduviera comprandose casas que valen millones de pesos s o que sus hijos se burlaran de los pobres en las redes sociales. ¡Regresa Calderón, todo está perdonado!

 

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