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Hacia dónde va la política mexicana, m'ijitos...

Ante la desilusión, el hartazgo y el enojo hacia los políticos tradicionales, se acude a las candidatos actores, futbolistas y hasta payasos. Más que un folclorismo que, por cierto, existe en todos lados, el fenómeno arrojará escasos resultados mientras el sistema mismo lo siga provocando

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ABRIL, 2015. Quizá fue por su legendario rol de "La Corcholata" en las películas de ficheras en los años setenta, por cierto financiadas en parte por el gobierno federal. O tal vez su repetido personaje con la infaltable muletilla de "m'ijito" en decenas de telenovelas fueran la causa. O un hecho determinante, que apareciera en una serie de infomerciales, dio como resultado su postulación.

El caso es que Carmen Salinas ya tiene un pie dentro de la Cámara pues se encuentra entre la lista de candidatas a diputadas plurinominales del PRI por lo que no se molestará siquiera en realizar campaña. 

Igualmente, tal vez por los méritos de su "cuautheminha" o su célebre "pose águila", provocaron que Cuauhtémoc Blanco, nacido en el D.F., sea candidato a alcalde de Cuernavaca, Morelos. Por lo menos este futbolista, que solo la política logró que se retirara a sus 42 años de edad, sí será sometido a votación. 

Ante el desgaste, la desilusión y el desengaño de los políticos tradicionales --hasta un payaso de profesión es candidato--, otro tipo de figuras públicas entran en la palestra donde anhelan representar a las mayorías, si bien en el caso de Salinas debe tratarse de un "regalito" para sacarla de deudas. Si un alcalde que "robó poquito" pero de todos modos resultó reelecto para luego humillar a una muchacha haciendo que mostrara los calzones en público, ¿debería extrañarnos que la señora Salinas pronto aspire a ser parte de la Familia Feliz de la política mexicana que vive a costa de todos nosotros?

Ante el frecuente tuiteo de que "esto solo pasa en México", conviene señalar que se trata de un fenómeno mundial. Carlos Reutemann, corredor de autos y Palito Ortega, un cantante setentero, posteriormente brincaron a la política argentina. El empresario de los medios Silvio Berlusconi y el ex actor Ronald Reagan son otros ejemplos. No olvidemos otros mexicanos como el de Eduardo Andrade, ex comentarista deportivo que luego pasó décadas turnándose como senador y diputado, o de "El Ratón" Macias, quien también fue legislador. El de las celebridades que saltan a la política se da en muchas partes y está lejos de tener patente mexicana de exclusividad.

Lo que sí llama la atención es que las celebridades que súbitamente descubren su vocación política suele darse luego que ocurren gobiernos ineptos, grises y corruptos hasta la médula. No es casualidad que Reagan alcanzara la presidencia tras la mediocridad de un Jimmy Carter, que Berlusconi fuera visto como alternativa ante un gobierno podrido o que Carmen Salinas aparezca enmedio de las cuentas oscuras del gobierno de Peña Nieto, acorralado por las acusaciones de Ayotzinapa y con un enorme descrédito internacional a cuestas.

La arista de este fenómeno, escribió el analista Juan Antonio Méndez, "radica en los flancos desde los cuales se lanza un candidato-celebridad. Cuando lo hacen por la oposición es para aprovechar el desgaste en la credibilidad del partido en el poder. Cuando lo hacen por el partido oficial es claramente un elemento distractor". En ambos casos está de por medio la devaluación en el medio de la política donde quienes se han dedicado buena parte de su vida a ella súbitamente son desplazados por cantantes, actores, deportistas y hasta payasos de circo (dice Carlos Alberto Montaner que en este punto ya no hay ninguna diferencia ente unos y otros).

Pero como suele ocurrir en este caso, tampoco las celebridades logran remediar la situación sino más bien, como en el caso de Berlusconi, las empeoran ya que, como escribió recientemente el columnista Jorge Zepeda Patterson, mientras el sistema no cambie, ningún remedio ni ing´pun candidato, por más bientencionado que sea, funcionará.

Sin embargo, las celebridades mantienen cierta capa de credibilidad, de creer, o querer creer, que como figuras públicas están obligadas a portarse bien y a ser personas decentes so pena de terminar repudiadas por sus admiradores. Algo irónico, agrega Méndez: "Los políticos igualmente celebridades, a veces más que les celebridades mismas; aparecen en los noticieros, los periódicos y las portadas de revistas. Ninguna celebridad de Hollywood puede hoy igualar el estatus de celebridad de Barack Obama".

La fama está lejos de ser patente de buen comportamiento. Ahí está por ejemplo la trampa Gloria Trevi-Sergio Andrade en la que cayeron decenas de chiquillas y padres de familia dispuestos a todo con tal de alcanzar la fama y las ganancias materiales que suponen ésta trae consigo.

En otras ocasiones se trata de celebridades que ya de antemano tenían cierta aura de "disidentes". Es el caso de Héctor Suárez, postulado por Encuentro Social y vetado varias veces en Televisa, la más famosa por su chascarrillo sobre Carlos Salinas y cierto brandy con nombre de mandatario. Suárez aspira hoy a un puesto público desde un partido donde enfatiza que "somos gente como tu y como yo", algo que marca un distanciamento con los políticos tradicionales cuya reputación está tan baja que pronto comenzará a sacar petróleo. Otra paradoja: la búsqueda de un puesto político aludiendo que no se es político.

Desde cualquier ángulo, sea sea figura pública o no, el ciudadano común queda fuera de la jugada política que decidirá no solo su futuro económico, su bienestar y sus aspiraciones personales. Dentro de sus "promesas de campaña" --algo totalmente hueco dado que nada la obliga a conquistar votos-- Carmen Salinas asegura que pugnará "por mejores condiciones de vida para los actores". ¿Por qué nomás aquellos que pertenecen a su gremio? ¿O por qué no mejor, una ley que obligue a las aspirantes a "Primeras Damas" a revelar su patrimonio público, especialmente si se trata de celebridades del espectáculo, es decir, colegas suyas?

Sean una combinación de la desesperanza de los votantes y el mero oportunismo, las también llamadas cele-candidaturas están lejos de beneficiar el nivel de calidad ya no digamos de las campañas sino de la actividad política. Con excepción de las incursiones sindicales que ha tenido Héctor Suárez, los demás aspirantes carecen de experiencia política. ¿Es ello bueno o malo? Con el sistema que tenemos en México, es más bien lo segundo, m'ijo.

 

 

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2 Comentarios

andres_malestra escribe 14.04.15

Cuando las celebridades de la farándula se meten de políticos es porque el prestigio de los verdaderos políticos esta de la chingada, pero el asunto no es nuevo, recuerden que Silvia Pínal estuvo casada con un gobernador que tenía el espantoso nombre de Tulio y luego fue senadora, lo mismo que Irma Serrano y creo que hasta el Puas Oli-Bares, pero ahora sí que con Carmen Salinas de la bañaron

felipillovox escribe 08.03.15

Las campañas políticas, los candidatos, los partidos, todo es un mugrero producto de una ley electoral hecha con las patas, totalitaria y que con el pretexto idiota de la "difamación" no permite exponer a los corruptos. No nos extraña que con todo y Carmen Salinas y el Cuau los niveles de abstencionismo el próximo julio serán altísimos, ya lo veremos

 

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