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Cine

Entretenimiento liliputense 

El título de la célebre novela de Jonathan Swift es apenas el pretexto para atraer espectadores. Lo cierto es que el resultado de las expectativas en esta versión adaptada a nuestro tiempo resulta bastante pequeño. Si esto es lo mejor que Hollywood presenta en estas fechas, convendría que volviera a desempolvar el traje de Santa Claus

Gulliver's Travels
Jack Black, Jason Segel, Emily Blunt, Amanda Peet
Dirigida por Rob Letterman
Twentieh Century Fox/2010

DICIEMBRE, 2010. Así como hay una frase conocida que reza "Don't Mess with Texas", algo así como "No te metas con Texas". Sería bueno recomendar a los estudios que no se metan con los clásicos de la literatura. Durante algún tiempo se trataba de reflejar en la pantalla lo que leíamos en el libro, pero de un tiempo para acá todo ha servido como excusa para promover temáticas ajenas al título, utilizado nada más porque es parte de la memoria colectiva. Con ello no queremos noquear anticipadamente a Gulliver's Travels, esta versión fílmica con interpretación libre, bastante libre. De hecho fue adaptada para el público contemporáneo, y por ello viene aderezada con burlas y referencias a la cultura pop actual. Y si hay alguien que se especializa en tal menjurje, es Jack Black.

Pocos saben que Black empezó como músico de Tenacious D., grupo que posteriormente llevó a la pantalla. Es por ello que la mayoría de sus películas llevan alguna referencia musical, como Kung Fun Panda (la inmortal "Kung Fu Fighting" de Carl Douglas, School of Rock (por lo menos una docena de clásicos, desde The Doors hasta Aerosmith) y esta película que incluye en su soundtrack la "Rock and Roll All Nite" de Kiss. De hecho la película donde Jack interpreta a un maestro de música que inspira a sus alumnos a fundar su propio grupo de rock se convirtió en hit inesperado. Adicionalmente, Jack es capaz de agradar al público infantil, adolescente y adulto sin que caiga mal. Además tiene una vena cómica que, si se lo propusiera más a fondo, podría desplazar a Jim Carrey. En cambio, este actor prefiere tomarse las cosas más ligeramente.

Queda claro que esta versión de Gulliver's Travels no busca pasar a la posteridad. Es una historia sencilla, basada el el libro escrito por Jonathan Swift hace exactamente 224 años, al menos en lo lineal pues en lo demás hay una cantidad de alteraciones que notarán únicamente quienes hayan leído la novela algo que, suponen los estudios, es una aparte infinitesimal de la demografía que va al cine.

Por lo menos permanece el nombre del protagonista, Lemuel Guilliver, quien aquí es un tipo algo despistado, algo idealista y alguien menospreciado en su trabajo. Tiene en la oficina un puestecito directivo a donde llega un recién egresado quien de subalterno en cuestión de días se convierte en su jefe. Gulliver es un conformista, alguien que no se atreve a decir lo que siente hacia una de las muchachas de la oficina, por lo que decide sorprenderla sobre su supuesto viaje a Oaxaca con toda la información bajada de Internet. La chica decide recomendarlo, dada su experiencia en visitar sitios exóticos, para que investigue sobre varias curiosas desapariciones en el Triángulo de las Bermudas. Gulliver, quien nunca en su vida ha salido de Manhattan y quien en sus ratos libres se la pasa jugando con los muñequitos de Star Wars, acepta a regañadientes, pero el pago es bueno y le permitirá romper la rutina.

Ahora bien, antes de proseguir recordemos que quien vaya a ver esta película debe hacerlo con el ánimo simple, y esto lo advertimos una vez que Gulliver llega a altamar y se desata una tormenta que termina por hundir su miniyate. Al despertar notará que se encuentra atado de cabeza a pies por unos hombrecillos vestidos a la usanza militar del siglo XIX. es un "prisionero" de aquellos individuos que apenas alcanzan el tamaño de su dedo índice y cuya tierra se llama Lilliput. Para sorprenderlos, nuestro protagonista les dice que es el presidente de un país donde le apodan "awesome" (genial). No será fácil: el General Edward (O'Dowd) lo ve con recelo pues ve amenazada su supremacía mientras que la reina Mary (Blunt) se siente intrigada por ese personaje que habla de cultura popular y lleva consigo un raro objeto que por acá conocemos como Blackberry, ¡y recibe llamadas! 

Luego de ayudarlos a derrotar a un poderoso ejército invasor, Gulliver se convierte en un amigo, un aliado y un héroe local. Con él también llegan otras costumbres, entre ellas organizar al ejército para jugar futbolito de mesa y un grupo musical que interpreta canciones de Kiss. Ciertamente aquí ya se ha alcanzado el límite del absurdo al que debemos agregar al General que se enfrenta a Gulliver con un robot tipo Transformers. No sabemos hacia qué lado debe estar revolcándose Swift dentro de su ataúd.

Y aunque al principio los menospreció por su tamaño, Gulliver ha encontrado en Lilliput a verdaderos amigos que lo juzgan por lo que es, no por cómo luce. Sin embargo también ansia regresar sin revelar la ubicación de Lilliput. Quienes hayan leído el libro de Switft encontrarán aquí cierta similitud, y quienes no, se toparán con otra gracejada de Black. El problema es que, por más que lo intenta, Black no consigue acelerar la historia, que en momentos de torna aburrida y donde nada pasa. Detrás de la propuesta inicial lo que tenemos es una serie de clichés, de burlas a la cultura popular, de chistoretes y de mofa al militarismo (en efecto: una lección que los espectadores debemos aprender es que el grande, suponemos que Estados Unidos, puede y debe aprender del chico, es decir, la mayoría de los países, y sólo así podremos todos llevarnos bien, hinchados de felicidad).

Esta fue la oferta mas fuerte que Hollywood ofreció esta temporada luego que se abstuvo de presentar estrenos navideños. El reporte más reciente indica que la taquilla de Gulliver's Travels fue bastante floja y que este filme va que vuela para convertirse en el tropezón más grande para Jack Black. Si ello pasa, ojalá y sirva para que Hollywood comience a desempolvar sus trajes de Santa Claus y pensar seriamente en tirar a la basura su doctrinario políticamente correcto.

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