Cine
Las ecotortugas llegaron ya...
Combinación de Finding Nemo, Avatar y los discursos de Al Gore, esta cinta nos marca otra obra de arte visual con un discurso ecologista que proviene no de Hollywood sino de los estudios europeos. Es tierna y en muchos sentidos encantadora aunque lleve fuerte carga de propaganda para Greenpeace
Sammy's avonturen: De Geheime Doorgang
(La Vuelta al Mundo en 50 Años)
Voces de Melanie Griffith, Isabelle Fuhrman, Yuri Lowenthal, Ed Begleu Jr.
Dirigida por Ben Stassen
Studio Canal/nWave, 2010
NOVIEMBRE, 2010. James Cameron buscaba difundir el mensaje entre
los jóvenes y los adultos, y Ben Stassen, un director belga joven pero que ya empieza a despuntar en su continente, trata de difundir la encomienda entre los niños con esta película que, sorpresivamente, no proviene del Hollywood tradicional --si bien varias voces colaboran-- sino de los estudios europeos que lanzan esta producción animada y en tercera dimensión. Y si bien todos los letreros, ideas e intenciones son claramente norteamericanos se percibe cierto sabor y pensamiento europeos, sobre todo en lo correspondiente a su mensaje ecológico.
Visualmente, Sammy's Adventure es una maravilla; el hecho de que la mayoría de la historia se desarrolle bajo el agua da oportunidad a bosquejar lo que es el mundo
submarino y la tremenda variedad de especies que lo habitan. Y el hecho de que el
protagonista sea una tortuga marina deja mucho de ser casual: por mucho tiempo el cine las ha tratado como seres que se mueven con exasperante lentitud pero que al final
consiguen lo que se proponen; la liebre, bien lo dice la fábula, se confía y se sobreestima.
Es la historia de Sammy (voz original de Yuri Lowenthal), quien también es la voz que escuchamos en
back-off y al que conocemos desde el primer momento que rompe el cascarón junto con decenas de tortugas que deberán dirigirse hacia al mar antes que sean devoradas por las aves depredadoras. Sammy no consigue salir del agujero y está a punto de ser el desayuno de una de esas aves hasta que logra salvarse gracias a la intervención de Snow (voz de Melanie Griffith) aunque el caer sobre pierde el conocimiento y despierta, ya en altamar, trepada en un viejo madero. Más tarde conoce a Loggerhead, una tortuga con la que convivirá varios años y se convertirá en su mejor amigo. Ambos tienen su primer encuentro con los seres humanos --la más temible de las especies pues se vale de enormes máquinas para lograr sus propósitos-- cuando un líquido negro viscoso comienza a caer sobre su hábitat. "Es del mundo de los hombres", les previene el pulpo, un patriarca sabio y viejo que gusta de darle "volantín" a tortugas, caballitos del mar,
sardinas y demás. La "porquería" proviene de un buque petrolero encallado y el cual es presentado a los espectadores como si fuera Darth Vader, junto con todo y su música ominosa.
El siguiente encuentro de Sammy y el dicharachero Loggerhead con los humanos resulta en su separación ya que ambos
caen en las redes de dos barcos pesqueros. El primero es echado al agua y del segundo perdemos la pista. Sammy es encontrado en la playa por una
familia de hippies y es aquí donde comienza a armarse la cronología del filme: Sammy nació en 1959 y
siete años después, al ritmo de la inmortal "California Dreamin'" de
Mamas and Papas, vive con ellos y con un gato que habla con acento galo y que dice haber sido recogido "a orillas del Sena en el 68", es decir, de las revueltas habidas ese año en la capital francesa. La familia
hippie busca que Sammy tenga descendencia con Hatchling Shelly (Isabelle Furhman), una tortuga veterana, pero no consiguen nada. A Sammy le pintan el signo de amor y paz en el caparazón poco antes que todos ellos sean retirados del lugar por el ejército y llevados a Vietnam. La playa, claro, se encuentra en California. Y aunque las mujeres no estaban obligadas a enlistarse en ese entonces, también se las llevan. Sammy vuelve a quedarse solo
en medio de una playa contaminada... en buena parte por los hippies.
Pasan los años y Sammy se reencuentra con Snow, la que ahora es una tortuga extrovertida y, suponemos, atractiva por lo que ambos inician un romance, seguros de que hay cosas más interesantes que ser meramente unas tortugas. Él le cuenta haber escuchado del "pasaje secreto" aunque no tiene idea de dónde se encuentre ni cómo llegar allá. Así pues y guiados por consejas, lo buscan en el Amazonas donde también hay
depredadores y terminan por meterse a un canal -claramente el de Panamá-- donde Snow se pierde entre las helices de los barcos. Deprimido, Sammy decide llegar a ese sitio y alcanza el Polo Sur a bordo de un viejo refrigerador que un barco echó al mar. Ahí se
hallan los cazadores de ballenas a los que trata de detener un pequeño bote ecologista. Sus tripulantes encuentran a Sammy y lo llevan abordo a una clínica de animales. Lo irónico es que ese sitio, donde se supone los
pingüinos y tortugas estarían a salvo, igualmente es una prisión. Y es ahí donde Sammy logra divisar a Snow.
Para ser un océano gigantesco las coincidencias abundan en esta película pues
nuestro protagonista se reencuentra con el gato parisino, ya mucho más gordo y parecido a Pussy Boots, el amigo de
Shrek. Y ahí también se topa con su dueña, quien ya no es la
hippie californiana sino una ecologista renombrada. ¿Quién más sino aquella generación sesentera ("la mejor de la historia", según Jann S. Wenner, el editor de
Rolling Stone) será la encargada de salvar a la humanidad, acosada por el corporativismo y las petroleras?
El argumento es predecible pero las imágenes presentadas nos durarán mucho tiempo en la mente, por lo maravillosas y realistas, al igual que las simpáticas tortugas que apenas rompen el huevo y se van corriendo al mar. Su mensaje es más soportable --y mucho más optimista-- que un ecodocumental de Al Gore.
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