Cine
Harry, tenemos un problema...
Conforme nos acercamos a la saga más exitosa del cine actual., igualmente vemos como el ingenio de la historia se hunde ante otros convencionalismos. La nueva cinta de Harry Potter es innecesariamente larga, un entremés exagerado para lo que vendrá el próximo 2011, tiempo suficiente para que director y productores logren armar una conjura convincente
Harry Potter and the Deathly Hollows
Daniel Radcliffe, Emma Watson, Eupert Grint, Ralph Fiennes, Bill Nighy
Dirigida por David Yates
Warner/2010
NOVIEMBRE, 2010. Si nos tuviéramos que referir a una serie de películas que han resultado altamente redituables, James Bond ostenta un sitio que difícilmente será alcanzado. Pero si fuera necesario referir a la segunda,
Harry Potter también resulta indispensable (por supuesto que nos abstendremos de mencionar aquí a las deplorables Viernes 13, que ya van por la
enésimanovena edición). La diferencia es que hoy nos acercamos al final de la saga del peculiar mago y sus amigos, a quienes hemos visto
crecer estos últimos años y, claro, a considerarlos amigos nuestros y a visitarlos en Hagwarts. ese mundo análogo que inevitablemente se fue pareciendo cada vez más al nuestro. Pero esa es historia para otra ocasión: el hecho es que ahora se siente más la despedida, eso si a JK Rowling no se le ocurre continuar con la historia, algo que ella ha negado pese a todo el dinero que Hollywood esté dispuesto a ofrecerle.
Como ya sabe el lector, HP and the Deathly Hollows vendrá empaquetada en dos partes dado que está basada en un libro cuya edición consta de casi 700 páginas. Esa es la principal razón, nos dicen, aunque bien sabemos que hay otra más $ignificativa pues los estudios se abstuvieron de dar igual tratamiento a
Harry Potter and the Goblet of Fire, una novela también bastante abultada. Lo que aquí importa es sacar el mayor dinero posible a la saga, pese al argumento, sin duda razonable, de que el segundo trozo será presentado en el formato 3D.
Ante todo es preciso señalar que quienes estén poco relacionados con la historia de Harry Potter (si los hay, creánme, vaya que los hay) se perderán sin remedio si van a ver esta cinta, que no pierde tiempo en minucias para neoharrypotterianos pues lo que aquí importa es aprovechar el máximo de
tiempo. Por ejemplo, se da una explicación bastante rápida en torno a lo que son los horcruxes en el entendido de que sería tan redundante como preguntarle a un aficionado al futbol soccer si sabe quién es David Beckham. En tal sentido el director David Yates, que ya estuvo en la anterior película, logra dar coherencia a esta
historia... bueno para los iniciados, pues quienes no lo son sentirán que han entrado en un galimatías al momento de sentarse en la sala.
Y la película es, en efecto y como apuntaba Radio Vaticano, más oscura. Atrás quedó esa descripción de un sitio donde parecía que los conjuros traerían derroches de asombro; esta vez nuestro protagonista entra de lleno a un mundo tenebroso, lúgubre y lleno de pesimismo. De aquellos ayeres sólo nos queda la efímera presencia de Hagrid --el inigualable Robbie Coltrane--, el Profesor Snapes (Alan
Rickman, ídem) y a Rufus Scrimgeour (Bill Nighy). El venerable Dumblemore ya no está y con ello el caos se ha adueñado de Hogwarts; Lord
Voldemort (Ralph Fiennes) ha dejado de esconderse en las penumbras y hoy es una especie de cacique, poseedor de una fórmula que la proporciona la inmortalidad.
Ante ello Harry y sus amigos deberán huir aunque no muy seguros del liderazgo del mago de la
cicatriz; de hecho la innegable tensión sexual que ya existe entre Hermoine (Watson) y Grint (Weasley), quien no se atreve a
revelar abiertamente lo que siente, levanta escenas de celos que incluso podrían propiciar una traición; como si fuera una especie de Emperador galáctico, Voldemort es capaz de influir para que mentes más débiles que la suya caigan fácilmente; incluso la más fiel Hemoine siente ser menospreciada lo cual pudiera poner en peligro una amistad que, por lo menos desde
The Prisoner of Azkaban, había mostrado cierta fragilidad.
Los fans de Harry Potter ya conocen el final y ahora quieren verlo representado en la pantalla. Más de uno sentirá, como su servidor (quien no es fan consumado pero que tampoco es neófito) que una de las máximas paradojas de The Deathly Hollows es que, pese a su extensión, contiene una
trama bastante simple, y ello se refleja en esta película donde hay escenas donde nada ocurre; los chicos corren por el bosque, Voldemort y sus compinches merodean si rumbo, abundan los diálogos que terminan por perderse en los pasillos de Hogwarts y aun los fantasmas terminan por ser repetitivos; incluso cuando Harry visita el cementerio donde yacen sus padres la escena es alargada innecesariamente. La historia bien pudo haberse contado en un
minidocumental y habríamos perdido muy poco. En tal sentido todos los elementos están ahí, pero no la esencia; tenemos el asador, el carbón y las cebollitas, pero falta lo más importante, la carne para asar.
Como entretenimiento, aunque algunos insistan en resaltar que en realidad las historias de Harry Potter revelan secretos de magia negra, estos libros y películas han revolucionado a la industria editorial del mismo modo que dieron a los espectadores un motivo irresistible para ir al cine. Sin embargo hoy se siente más que se va por obligación, porque hay que ver la nueva película de Harry Potter, y eso es triste. La misma JK Rowling ha reconocido que cuando escribía la novela, sufrió un bloqueo mental. Ello puede percibirse pues si se compara esta historia con
The Sorcerer's Stone (2001) queda claro que la fórmula se ha desgastado y hoy luce más opaca.
Como sea y si tomamos a HP an the Deathly Hollows como mera introducción para el final-final que será estrenado el próximo julio, el enfrentamiento final que tendrá con Voldemort quizá reivindique lo que aquí vimos. Estos fueron, ya lo dijo otro crítico, los trailers más largos del mundo.
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