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La actitud científica:

En la ciencia un hecho es, en general, un buen acuerdo entre observadores competentes acerca de una serie de observaciones de los mismos fenómenos. Una hipótesis científica, por otro lado, es una conjetura bien fundamentada, que sólo se considera un hecho hasta que los demuestre el experimento. Cuando una hipótesis ha sido probada una y otra vez sin contradicciones, puede llamarse ley o principio.

Si un científico cree que cierta hipótesis, ley o principio es verdadero, pero encuentra evidencia de lo contrario, entonces de acuerdo con el espíritu científico, dicha hipótesis, ley o principio debe ser cambiada o abandonada. De acuerdo con el espiritu científico, dicha idea debe ser cambiada o abandonada sin importar la reputación de la persona que lo sostiene. A manera de ejemplo, el muy respetado filosofo griego Aristóteles (384 - 322 A.C.) afirmaba que los objetos en caída libre caían a una velocidad proporcional a su peso. Esta idea falsa se consideró verdadera durante más de 2000 años debido a la gran autoridad de Aristóteles. Sin embargo, de acuerdo con el espíritu científico, un solo experimento verificable que demuestre lo contrario tiene mayor peso que cualquier autoridad, sin importar su reputación o el número de seguidores o defensores. En la ciencia moderna los argumentos por apelación a la autoridad tienen escaso valor.

Los científicos deben aceptar sus resultados y otras evidencias experimentales aun cuando a ellos les agradara que fueran diferentes. Deben esforzarse por distinguir entre lo que ven y lo que desean ver, pues los científicos, como la mayor parte de las personas, tienen una gran capacidad para engañarse a sí mismos. Las personas siempre han tenido la tendencia a adoptar reglas, convicciones, creencias, ideas e hipótesis generales sin cuestionar cabalmente su validez, y a conservarlas aún mucho después de que se ha demostrado que son absurdas, falsas, o al menso cuestionables. Las suposiciones más comunes son a menudo las que menos han sido puestas en duda. Y lo más frecuente, cuando se adopta una idea, es que se preste particular atención a los casos que parecen confirmarla, en tanto que los casos que parecen refutarla se distorsionan, se les resta importancia o se ignoran.

Los científicos dan a la palabra teoría un significado distinto del que tiene en el lenguaje cotidiano. En éste, la teoría no difiere de la hipótesis: es decir, una suposición que no ha sido verificada. Una teoría científica, por otro lado, es una sístesis de un gran acervo de información que abarca diversas hipótesis bien probadas y verificables acerca de ciertos aspectos del mundo natural. Por ejemplo, los físicos hablan de la teoría del átomo; los biólogos de la teoría celular.

Las teorías de la ciencia no son fijas, sino que están sujetas a cambios. Las teorías científicas evolucionan atravesando etapas de redefinición y refinamiento. En el transcurso de los últimos años la teoría del átomo se ha refinado gracias a la obtención de nuevos datos experimentales. De manera análoga, los biólogos han refinado la teoría celular.

La posibilidad de refinar sus teorías en un punto fuerte de la ciencia, no un punto débil. Muchas personas piensan que "cambiar de opinión" es signo de debilidad, pero los científicos competentes tienen que ser expertos en cambiar de opinión. Con todo, sólo lo hacen cuando encuentran una sólida prueba experimental de lo contrario o cuando una hipótesis conceptualmente más simple los obliga a cambiar de punto de vista. Es más importante mejorar nuestras creencias que defenderlas. Quienes son honestos ante los hechos realizan mejores hipótesis.

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Versión: 2.0 (Marzo, 2009)

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