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El ciclismo
es un deporte que incluye distintas modalidades y disciplinas que tienen
en común la utilización de la bicicleta. Los ciclistas están considerados
como deportistas especialmente esforzados, capaces de soportar un alto
grado de sufrimiento; tenaces, valerosos, están necesitados de las mejores
virtudes derivadas del compañerismo para poder alcanzar sus fines
personales o colectivos. Los accidentes geográficos y las inclemencias
meteorológicas son, en lugar de obstáculos, alicientes de toda carrera
ciclista. |
EQUIPAMIENTO
DEL
CICLISTA
Los
principales componentes del equipo de un ciclista profesional son la
camiseta, el pantalón, el calzado y el casco. La camiseta o maillot, parte
superior de la indumentaria, está adornada con los colores de su equipo o
con los que señalan los diferentes trofeos en las pruebas. Así, por
ejemplo, el ganador del Campeonato del Mundo puede lucir, durante el año
que dura su reinado, el maillot arco iris. El culotte, pantalones
ajustados al muslo que llegan hasta casi la rodilla, están acolchados en
su interior, con el fin de mitigar, en lo posible, la irritación causada
por el roce continuo con el sillín o asiento. Las zapatillas poseen
fijaciones especiales que encajan en el pedal. El casco -obligatorio en
las carreras de aficionados y opcional en las de profesionales-
actualmente ha adquirido, sobre todo para las pruebas contrarreloj,
características aerodinámicas muy espectaculares.
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PRUEBAS
Y
MODALIDADES |
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El desarrollo de las distintas modalidades y pruebas ciclistas es
contemporáneo a la evolución del aparato y predominante en sus fórmulas
actuales desde las primeras décadas del siglo XX. Su principal división es
la que separa las pruebas en pista (cubierta o descubierta) de las pruebas
de carretera, más populares y en las que, por lo general, se han asentado
las leyendas de sus grandes héroes. Unas y otras tienen en común el
sistema de medida, cifrado por el tiempo empleado en cada prueba. La
primera competición de la que se tiene noticia se celebró en el Parque de
Saint-Cloud de París, en 1868, y fue ganada por el inglés James Moore, que
se supone llevaba ruedas metálicas.
La primera prueba en carretera propiamente dicha fue el recorrido de 33
km. que separa a las ciudades italianas de Florencia y Pistoia, ganada por
el estadounidense Rynner van Neste en 1870. Le siguieron la Vuelta al Lago
Léman, en Suiza, en 1879, y la conocida desde siempre como el "infierno
del Norte", la París-Roubaix, organizada por primera vez en 1896, que
circula sobre 22 tramos de pavés.
El primer Campeonato del Mundo en pista cubierta tuvo lugar en Aylestone
Roads (Leicester, Gran Bretaña) en 1883. Resultó vencedor el francés
Frédéric de Civry. Diez años más tarde, en 1893, el también francés Henri
Desgranges, registraba el primer record mundial de la hora, con 35,325
km., recorridos sobre el circuito del velódromo Buffalo, en París. En esta
última etapa del siglo XIX nacieron las primeras publicaciones deportivas
consagradas exclusivamente al deporte del pedal y, también, la gran
mayoría de las que se dedicaron al deporte en general.
Pero fue ya iniciado el siglo XX cuando, gracias a ciertos entusiastas,
apoyados todos curiosamente por publicaciones deportivas, nacieron las
grandes carreras en ruta por etapas: el pionero Tour de Francia (1 de
julio de 1903, de la mano del ya citado Henri Desgranges, apoyado en el
predecesor de L’Équipe, L’Auto), el Giro de Italia (concebido por
Costamagna, Cougnet y Morgagni, miembros del equipo directivo de La
Gazzetta dello Sport, para mayo de 1909) y, más tardíamente, la Vuelta
Ciclista a España (cuya primera edición se celebró en 1935, por iniciativa
de Juan Pujol, del diario Informaciones, pero que había tenido su
antecedente en la Volta a Catalunya, celebrada desde 1911). La principal
prueba en ruta por etapas sudamericana, la Vuelta Ciclista a Colombia, no
comenzaría a celebrarse hasta 1951.
Todas ellas tienen en común el ser carreras por etapas, es decir, se
caracterizan por disputarse cada día una sección, más o menos larga y de
características variables, del recorrido total, que se realiza, en la
mayoría de los casos, a lo largo de tres semanas. Participan en ellas
equipos, no individualidades, por más que cada equipo tenga un líder
(conocido como jefe de filas), al que los demás componentes (denominados
gregarios), ayudan a alcanzar el triunfo.
Los principales trofeos concedidos por la mayoría de las grandes carreras
premian a los respectivos vencedores de la Clasificación General
Individual, del Premio de la Regularidad o Clasificación General por
Puntos, del Gran Premio de la Montaña, de la Clasificación General de
Metas Volantes, así como al equipo que ocupa la primera posición en la
Clasificación General por Equipos y al corredor vencedor de cada etapa. En
la actualidad, en cada meta espera a los ciclistas una caravana que
incluye reclamos publicitarios de los patrocinadores, emisoras de radio y
de televisión, así como una multitud creciente de aficionados. Tras el
pelotón o grupo de corredores marchan los coches de los directores de
equipo y los entrenadores, masajistas, mecánicos, médicos y demás personal
auxiliar.
Además de las grandes rondas por etapas, se celebran otras, muchas de las
cuales tienen una duración menor a las tres semanas. Así, por ejemplo, la
Vuelta a Suiza o la París-Niza, con sólo siete etapas. En España se
disputan la ya mencionada Volta a Catalunya, la Vuelta a Andalucía, la
Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Asturias y la Vuelta a Aragón, entre
otras. Se denominan clásicas a las carreras en ruta de un solo día de
duración. Entre las más conocidas destaca la prueba italiana que abre el
calendario de la competición ciclista, la Milán-San Remo, cuya primera
convocatoria se remonta a 1907. También se disputan en la actualidad la
Vuelta a Flandes (1913), el Giro de Lombardía (1905) y la
Lieja-Bastogne-Lieja (1890). Una prueba clásica es el Campeonato del Mundo
de fondo en carretera; tiene características especiales, ya que su trazado
cambia cada año según el país en el que se celebre. Iniciada en 1921 para
aficionados, desde 1927 admite profesionales. Desde 1994 se ha añadido,
además, una prueba contrarreloj individual.
En el transcurso de una carrera por etapas se reconocen distintos momentos
y pruebas. En las etapas contrarreloj los corredores salen de uno en uno,
con intervalos de tiempo variables, en función de cada tipo de
competición, y en las que se mide el tiempo que se tarda en recorrer un
trazado predeterminado. Las pruebas contrarreloj pueden ser individuales o
por equipos. En el primer caso computa el tiempo de cada corredor en su
cuenta particular; en el segundo, el tiempo del equipo lo marca el del
quinto corredor del mismo que atraviesa la meta. Si en vez de un terreno
preferentemente llano, la contrarreloj se efectúa en la subida a un puerto
de montaña, la prueba se denomina crono-escalada. Las etapas más esperadas
por los aficionados son las de montaña, muchas veces calificadas como de
media montaña (si no incluye grandes cimas, pero sí frecuentes desniveles
y repechos) o de alta montaña (si suponen el paso por altas cotas). En las
distintas pruebas, los puertos de montaña suelen ser clasificados en una
gradación que va desde los de cuarta categoría (pequeñas tachuelas) hasta
los de categoría especial (los grandes colosos orográficos: Alpe d’Huez en
el Tour, Mortirolo en el Giro y Lagos de Covadonga en la Vuelta a España
serían tres válidos ejemplos). El descenso de esos mismos puertos, durante
el que se alcanzan velocidades superiores los 100 km/h., requiere un
arrojo singular y ha sido testigo de multitud de accidentes, algunos de
ellos mortales. Uno de los grandes espectáculos que pueden contemplarse en
el transcurso de una carrera son las escapadas, en las que uno o varios
corredores aumentan su velocidad en un rápido cambio de ritmo con el fin
de alejarse lo más posible del pelotón. El sprint es otra de las
circunstancias supremas del ciclismo en carretera. Esa aceleración final,
tras muchos kilómetros de etapa, se produce cuando los corredores llegan
agrupados en pelotón a la meta. Las pistas de los velódromos son ovaladas,
de dimensiones variables -pero de un mínimo de 333,33 m para las
competiciones internacionales-, con una superficie de asfalto, hormigón o
cemento al aire libre y madera o macadán en pista cubierta, peraltadas en
todo su recorrido, sobre todo en las curvas, para permitir las
aceleraciones y altas velocidades con menor peligro para los ciclistas y
una sucesión de líneas de dentro a fuera: una negra, de 20 cm. de ancho
que señala el límite de la zona de rodaje, otra roja, a 90 cm. del borde,
que marca la zona en la que pueden correr los velocistas y otra, azul,
situada a un tercio del ancho total, para los especialistas de persecución
tras moto y medio fondo. La meta y contrameta están marcadas por dos
líneas de color blanco y una negra en su centro.
Las principales pruebas de pista son las siguientes:
velocidad:
corren de dos a cuatro ciclistas, que dan tres o más vueltas al circuito,
según sus dimensiones. Los pilotos pasan gran parte de la carrera
maniobrando para lograr una mejor posición en una pista inclinada. Se
contabiliza la velocidad alcanzada en los últimos 200 metros.
kilómetro contrarreloj:
no es otra cosa que lo que su propio nombre indica. Prueba de la hora: se
contabiliza el recorrido efectuado en ese tiempo.
persecución:
individual, cuando dos corredores parten desde extremos opuestos de la
pista y tratan de alcanzarse, o por equipos, en cuyo caso se siguen dos de
cuatro miembros cada uno. Los hombres recorren 4.000 m.; las mujeres,
3.000.
carreras
por
puntos:
veinte corredores compiten anotando un número de puntos variable según su
puesto al pasar por la meta en vueltas predeterminadas.
eliminación:
semejante a la anterior, pero en la que se elimina en vueltas determinadas
al último corredor en atravesar la línea de meta.
pruebas
tras
moto:
en modalidad keirin, dos o más corredores cada uno tras una moto y su
resolución en un sprint final, o modalidad stayer, se sigue la rueda de la
motocicleta sin llegar nunca a tocar una barra ajustada a su tren
posterior.
Otro tipo de pruebas que tienen lugar al aire libre son las de
ciclocross, nacido en Francia a finales del siglo XIX y que deriva de los
ejercicios militares, en las que los participantes siguen un recorrido a
través de pistas embarradas y obstáculos. Las carreras de mountain bike se
han difundido rápidamente; debutaron en los Juegos Olímpicos de 1996. Las
bicicletas de montaña llevan cubiertas más robustas y sistemas de
suspensión y neumáticos más gruesos, a fin de superar los obstáculos
existentes en las pistas. Este deporte se practica por lugares donde
resultaría imposible acceder con bicicletas tradicionales.
El ciclismo fue deporte del programa oficial de los Juegos Olímpicos
desde que se celebrara su primera edición de la era moderna en 1896. Pero
no fue hasta los celebrados en Atlanta 1996, cuando se permitió en ellos
la presencia de corredores profesionales. En aquella cita brillaron con
luz propia los españoles Miguel Induráin y Abraham Olano, medallas de oro
y plata respectivamente en la prueba contrarreloj individual, y la
corredora francesa Jeannie Longo, medalla de oro en ruta y de plata en la
contrarreloj individual. El ciclismo femenino debutó en 1984.
La bicicleta es también protagonista de una de las tres pruebas de que
consta el triatlón.
el
invencible
El
estadounidense Lance Armstrong se convirtió en el primer ciclista en
ganar por séptima vez consecutiva el Tour de Francia (1999-2005). |
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Los
testimonios más antiguos sobre la popular bicicleta se remontan
hasta las antiguas civilizaciones de Egipto, China e India. Pero el
auténtico antecesor de la bicicleta fue el celerífero, aparato
consistente en dos ruedas de madera unidas por una barra de un metro
de longitud, del mismo material, y que se desplazaba gracias al
impulso de los pies sobre el suelo. Fue presentado por el francés De
Sivrac a la corte de Versalles en 1790. Casi treinta años más tarde,
en 1818, el alemán Karl von Drais unió la rueda delantera a un
manillar de dirección móvil. Entre 1830 y 1840, el escocés McMillan
añadió el juego de pedales y un tosco sistema por el que transmitir
la pedalada a la rueda trasera. Pierre Sallemont agregó un juego de
pedales en la rueda delantera en 1855. Ernest Michaux perfeccionó el
sillín en 1861, el mismo año que aparecieron los rodamientos a
bolillas; su hermano Pierre fijó los pedales a la rueda delantera.
Había nacido el velocípedo o michaudina, que fue completado por
Sargent en 1865, con el añadido de la cadena. En 1867 las ruedas
eran metálicas; en 1875 se introdujeron las de goma maciza y en 1889
John Boyd Dunlop inventaba la cámara -aro tubular de caucho relleno
de aire, que aísla la rueda propiamente dicha del suelo-. La
estructura fundamental de la bicicleta estaba ya diseñada, aunque su
peso no bajara entonces de 40 kg. y sus posibilidades motrices
fueran sólo rudimentarias. En la actualidad, la bicicleta, el
instrumento principal del ciclista, se compone de una serie de
elementos: el cuadro, esqueleto o soporte de los restantes
elementos, compuesto por tubos de materiales tan diversos como el
aluminio o la fibra de carbono; el sistema de dirección, cuyo
elemento fundamental es la horquilla, con diseños diferentes para
las distintas modalidades ciclistas; El sillín o asiento; las
ruedas, radiales, de bastones o lenticulares, accionadas por los
pedales, que transmiten el impulso de las piernas del ciclista a los
platos que forman el pedalier, por lo general varios y de distintos
desarrollos; los platos, unidos a los piñones fijados en la rueda
trasera por medio de la cadena. Se denomina desarrollo a la relación
numérica entre los dientes de uno y otro; marca la distancia que
recorre la bicicleta en cada pedaleada. Y el sistema de frenado,
compuesto por una vía de transmisión desde una palanca situada en el
manillar hasta las zapatas que, por presión, detienen el movimiento
de las ruedas. |
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