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La
entrada en la Escuela Infantil supone un importante cambio:
implica la salida del mundo familiar donde el niño ocupa un rol
definido, donde se
relaciona basándose en unos códigos determinados y donde se
mueve en un espacio seguro, conocido y protegido. Todo ello va a
modificarse sustancialmente, porque no se refiere solamente a
cambios externos de distinto ambiente, sino a cambios de relación:
deja de ser el pequeño o el mayor, de ser el tranquilo o el
travieso… etc., porque va a ser mirado desde otro punto de
vista y desde otra valoración. Además se amplía su mundo de
relaciones al salir del estrecho círculo familiar. Aunque no
voy a entrar en este momento en el análisis de cada una de
estas relaciones, al menos mencionaré las más importantes:
Niño: espacio – objeto
Niño:
adulto
Niño: grupo de adultos
Niño: niño
Niño: grupo de niños
La
dificultad de subyacer a este gran cambio, y que constituye el
conflicto básico del período
de adaptación, es la separación
mutua, esta primera separación niño – familia y la manera en
como se resuelva va a tener una gran trascendencia en el proceso
de socialización, en la actitud hacia la escolaridad y, en
general, hacia el aprendizaje. Es por ello por lo que
consideramos todos los docentes de infantil de vital importancia
la atención cuidadosa de este período y, para ello, voy a
profundizar y clasificar conceptos, de modo que podamos disponer
de los medios o actitudes, tanto institucionales como
personales, más aptos para su resolución adecuada.
Por
otro lado, en la práctica cotidiana, encontramos otra razón
que nos hace dar especial importancia a este período.
Generalmente son poco conocidos los cambios que experimenta el
niño y sus múltiples reacciones. Por ello suelen ser mal
interpretados, comenzando así una cadena de búsqueda de
explicaciones que puede ir desde las múltiples visitas al
pediatra (problemas de alimentación, diarreas…) con la
ingestión de fármacos subsiguientes, hasta el comienzo, no
siempre expresión de una desconfianza en la educadora o la
institución que, a veces, es causa de la vuelta a casa, o del
cambio de guardería. Se inicia así un grave proceso de
incomunicación (familia – niño) que, sin duda, perjudicará
y dificultará las futuras relaciones.
El
período de adaptación
es el camino o proceso mediante el cual
el niño va elaborando, desde el punto de vista de los
sentimientos, la pérdida o ganancia que le supone la separación,
hasta llegar voluntariamente a una aceptación interna de la
misma.
De
esta definición voy a extraer los siguientes elementos que
comentaré para una mayor clarificación:
“Camino”,
“proceso” implican tiempo.
Es importante respetar los ritmos personales e igualmente la
dificultad que añade la aceleración, la prisa, la presión,
que ejerce, en ocasiones, el entorno (padres, educadores).
Va
implícito en esta alusión, un elemento muy importante y es que
el Proceso de Adaptación es algo que el niño hace, es algo
suyo, algo propio que él tiene que elaborar, es una conquista,
es un proceso personal y voluntario.
Otro
elemento que merece la pena resaltar, es la referencia explícita
a que el núcleo del proceso de adaptación, así como de su
resolución tiene que
ver con los sentimientos, es decir, con el mundo interno. A mi juicio, esta distinción es muy importante para
distinguir y detectar algunos niños que podríamos decir que
han hecho un proceso de “Resignación”, en lugar del de
Adaptación: son niños cuya conducta externa parece expresar
conformidad, cuando podemos observar, en otros aspectos, que actúan
de forma disociada. Son niños que suelen haber abandonado su
explícita protesta, por distintos motivos (por ser inoperante,
por vivirla con culpabilidad, por recibir un fuerte rechazo
familiar...), sin que este abandono "exterior” vaya
acompañado de un abandono de sus sentimientos internos
(persisten dificultades con la comida, enuresis, ausencia de
contacto y relación, etc.).
Por
otro lado este punto nos ayuda a comprender algo muy importante.
Si estamos hablando de conflicto interno (en el sentido de los
que llamaríamos conflictos normales del desarrollo) y de la
elaboración del mismo, estamos hablando de la necesidad de
expresión, de esos sentimientos, de ese conflicto, base, como
sabemos, de su resolución.
Matizar
como forma de resaltarlo, un último elemento implícito: el
conflicto interno que supone el período de adaptación al que
subyace esencialmente la ansiedad de la separación, primera
separación niño – familia que no es sólo una separación física,
espacial, sino que fundamentalmente es una separación intrapsíquica,
es decir, es encontrarse, sentirse, menos resguardado, menos
protegido, menos seguro, es encontrarse a solas con sus
posibilidades.
Si
a esto se le añade que la organización y estructuración
temporal no existe, o esta establecida muy rudimentariamente y
que, por tanto, la noción de intervalo no está adquirida y no
sabe que volverán a buscarle, si entendemos todo esto,
entenderemos que el niño se vea invadido de sentimientos de
inseguridad, de abandono, de angustia, de miedo, de aislamiento:
entenderemos su vivencia, en ocasiones, de castigo, de ser
agredido; entenderemos el resurgir de los celos y la envidia,
entenderemos sus sentimientos y expresiones de cólera y de odio
y también entenderemos la satisfacción, a nivel intrapsíquico,
el alimento del yo, el crecimiento y la seguridad que suponen el
encontrarse consigo mismo, con sus posibilidades, él
descubrirlas como valiosas, el sentirse con recursos válidos,
el poder expresar su mundo emocional y el saberse entendido y
aceptado... para todo ello va a necesitar que el entorno de
adultos le ofrezca una gran compresión y ayuda.
Con
todo ello, lo que quiero decir, es que el conflicto nuclear de
este período, si el entorno es favorable, va a ser la
ambivalencia, teñida de los sentimientos y vivencias antes
expuestos, precedida normalmente de un rechazo manifiesto de la
separación. Con ello quiero matizar que caracteriza a todo el
período de adaptación, las idas y venidas, progresiones y
regresiones, los deseos contradictorios, la aceptación y el
rechazo. En definitiva, la duda y el manejo de sentimientos
internos contradictorios.
Si
estamos hablando de separación mutua niño – familia,
entenderemos enseguida, que no sólo, ni siquiera
fundamentalmente, se adapta el niño. Los padres y, en especial,
la madre (generalmente la que hasta ahora ha estado al cuidado
del niño), van a tener también que adaptarse. Para ellos también
hay un cambio.
Los
padres tendrán una gran influencia en este momento que viene
determinado por cómo ella misma, ellos, vivan la separación:
sus temores, sus expectativas, su ansiedad, su angustia, su
seguridad o inseguridad en el paso que han dado, su grado de
confianza en las posibilidades del niño y en la institución.
Todo ello es transmitido y captado por el niño. Hasta tal punto
percibe estas actitudes internas parentales que, en muchos
casos, movido por su deseo de agradarles y por la necesidad que
tiene el niño de ellos, responde inconscientemente a estas
actitudes. Así, si la madre vive con dificultad este momento,
el niño va a reclamarla con ansiedad, y va a vivir la adaptación
como algo inseguro y peligroso, dificultando enormemente la
evolución del proceso. El niño no es una simple respuesta mecánica
a las actitudes y sentimientos parentales, él tiene sus propios
sentimientos, pero si éstos coinciden con los de los padres
(familia – madre) suponen, en su vivencia, una confirmación,
una constatación que va a estancar su evolución. Si un niño
acepta con desconfianza, con inseguridad un centro, y percibe en
los adultos en quien se apoya, en quienes confía, que ellos lo
ven igual, lo sienten igual, ¿cómo puede confiar?, ¿cómo
podrá estar seguro? ¿No es fácil de entender que les inunda
una profunda angustia, al quedarse solo en un lugar tan dudoso?
Lógicamente es impensable que pueda poner en duda lo que
percibe en sus padres, que son lo único seguro que tiene, que
son, en su mente, dioses omnipotentes.
Si,
como decía anteriormente, el niño puede tener vivencias de
abandono y sus padres sienten, al llevárselo a la guardería,
que lo están abandonando, ¿a dónde se puede agarrar el niño
para salir de una situación tan angustiosa? ¿No es fácil
entender su miedo?
Pongamos
un ejemplo de otra situación que, en el aspecto de la
inseguridad y la duda, puede parecerse al momento que
estudiamos. Es el momento en que el niño que está iniciándose
en la marcha, se prepara a dar los primeros pasos: el niño se
lanza, se tambalea, se para, duda, con el gesto, nos mira
angustiado… va a empezar a llorar… Si en esta situación el
adulto mantiene una espera confiada, si entiende lo que está
ocurriendo y con tranquilidad, con su actitud y su gesto se
mantiene a distancia observando con interés sus intentos, va a
ayudar al niño a “ir a”, a ganar seguridad, porque frente a
su miedo, su inseguridad, su angustia, encuentra compañía
basada en la comunicación afectiva, seguridad, confianza,
espera serena… Si el adulto en lugar de mantener esta actitud
va ansiosamente a ayudarle, le coge de la mano, le limpia las
rodillas, etc. ¿no está confirmando su sensación de peligro?
¿no confirma que es algo malo para él? Existe también en
nosotros un lenguaje no verbal que transmitimos con lo que
hacemos. A veces este lenguaje difiere totalmente de aquello que
decimos o no decimos con palabras.
Es
importantísimo el papel
de los padres en
el período de adaptación del niño, su propia adaptación y la
invalidez e inoperancia de encubrir con palabras o conductas
externas estas actitudes. Ello no hace sino crear un doble
mensaje para el niño, que dificulta todavía mucho más las
cosas. No es cuestión de esforzarse, ni de “engañarnos” o
de “engañar” al niño, sino de afrontar y resolver esta
situación.
Para
que no induzca a error quiero aclarar que frente a una situación
de separación es lógico y humano que existan sentimientos de
pena, que existan dudas, que existan temores… todo ello surge
si estamos conectando con las dificultades del niño y las
propias. El problema estaría no en que existan, sino en que
tenga, este tipo de sentimientos, tanta fuerza, que sobresalga
claramente sobre la confianza, la serenidad, la seguridad de su
bienestar posterior, etc.
Quiero
resaltar aquí la importancia de los contactos positivos previos
de la familia con el educador y la Institución. Me parece
fundamental porque he constatado que existen dos tipos de
confianza: aquella que se fundamenta en que no hay razón para
desconfiar, y otra que parte de la seguridad de lo que se
conoce. Esta confianza es la que observamos en los padres que
tienen hijos mayores en la guardería y que pueden transmitir
que el medio donde va a quedarse el niño es un medio seguro.
Esta segunda modalidad de confianza es la que hay que conseguir,
pues es un elemento indispensable durante este período.
También
los educadores y la propia institución se adaptan. Este será
también un factor muy importante. La capacidad que una
institución o un educador tengan de amoldarse a lo que el niño
trae, a sus ritmos, a sus costumbres, a sus particularidades, de
adaptarse y acercarse a cada niño, de recibirle con su
individualidad, con un profundo respeto, va a posibilitar que el
cambio sea gradual, que sea progresivo y fluido. Una institución
con una estructura que sea lo suficientemente abierta y flexible
para conocer y “amoldarse” a cada niño, es obvio que es una
gran ayuda, por no decir una condición, para facilitar la
adaptación.
Objetivos
Específicos para el Período de Adaptación:
Objetivos
para los Padres
Desdramatizar
la incorporación del niño/a al centro de Educación Infantil.
Conocer
el/la maestro/a de su hijo/a.
Conocer
el aula de su hijo/a y algunas dependencias del centro.
Conocer
los objetivos de la Educación Infantil y la dinámica a seguir
durante el curso.
Colaborar
en el período de adaptación.
ACTITUDES
POSITIVAS DE LOS PADRES |
ACTITUDES
NEGATIVAS DE LOS PADRES |
Cuando
pasen cerca del colegio con su hijo/a señalarlo,
decirle que se llama… y que van a asistir a él.
Contarle
cosas buenas del mismo: que tiene un patio grande para
jugar, una clase bonita con juegos, cuentos, pinturas,
plastilina…
Que
van a tener amiguitos/as y uno/a maestro/a que se llama…
Darle
seguridad y confianza sobre todo en los primeros días.
Acompañarlo
los primeros días, preguntarle que ha hecho.
Estar
en la puerta del colegio a la hora de salida, dejarle
claro que vamos a ir a recogerlo/a.
|
Hablarle
mal del colegio.
Poner
a el/la maestro/a como un ogro.
No
dar importancia al período de adaptación.
Sobreprotegerlo
en exceso.
Recompensarle
a la salida del colegio con regalos y golosinas como si
hubiera estado en una cárcel.
Transmitirle
ansiedad, temor, angustia…
|
Objetivos
para los Alumnos
Conocer
el entorno escolar.
Conocer
el aula y algunas dependencias del centro.
Conocer
a su maestro/a y compañeros.
Identificar
su clase, color y mascota.
Identificar
su símbolo.
Identificar
los rincones de juegos.
Conocer,
manipular y disfrutar con los diferentes materiales.
Iniciarlos
en la práctica de algunos hábitos: saludar, hacer filas,
recoger el material.
Objetivos
para los Maestros
Crear
un ambiente motivador para que los niños/as vengan contentos al
colegio.
Fomentar
la relación entre padres y maestras.
Conocer
a los alumnos/as.
Ofrecer
al niño/a un clima de afectividad y seguridad.
Incorporar
a los alumnos/as de forma gradual al centro de Educación
Infantil.
Como
has podido comprobar el Período de Adaptación es muy
importante para el niño y debe hacerse de una forma adecuada y
por eso, por último, me gustaría mostrarte unas simples
actividades de adaptación, sencillas pero que pueden facilitar
mucho esta transición.
Pero
para que estas actividades tengan mejores resultados es
importante resaltar que la adaptación tiene que hacerse en un
momento preciso, en una situación óptima, nunca debemos
iniciar el Período de Adaptación con un niño después del:
Nacimiento
de un hermano.
Una
mudanza.
La
muerte de un ser querido.
Actividades para los Maestros
Para
empezar tienen que ser estables
y rutinarias:
donde el niño haga la misma secuencia; 1º.
Guarda y cuelga sus cosas en el perchero. 2º.
La asamblea. 3º.
Actividades en Grupo, como jugar con títeres, jugar por
rincones...
La
presencia de un objeto
transicional:
en muchos casos es importante que el niño traiga un objeto de
su casa, pero que todos traigan lo mismo y que se puede usar en
clase, como un cojín, por ejemplo.
También
hay que destacar la
importancia de la recepción:
la llegada de los niños al centro tiene que ser una fiesta, los
maestros pueden, el primer día, hacer una fiesta para los
niños y los padres con actividades muy divertidas, decoración
festiva y regalos de bienvenida. Así tendrán hagas de volver
al día siguiente.
Los
primeros días se puede permitir la
presencia de los padres o de un familiar
para facilitar la transición.
La
adaptación tiene que ser una alegría y los maestros tenemos
que conocer a cada niño para que se adapte mejor y se siente
como en casa.
Actividades
para los Padres
Es
importante que los padres colaboren en la adaptación de sus
hijos y para conseguir esto es relevante que el niño
esté acostumbrado a realizar una serie de tareas en casa que
impliquen una autonomía en toda en las áreas para evitar una
gran diferencia entre la casa y la escuela, y también para
apoyar la labor del docente. Por esta razón es importante que
los padres realicen en casa las siguientes actividades y así
potenciar las diferentes áreas de desarrollo de su hijo:
Área
del Lenguaje
Hablar
con el niño/a cuando llega del colegio y preguntarle qué hizo,
qué le gusto más, que le gustó menos...
Cuando
está jugando que nos exprese a qué juega, con qué
juega.
Cuando
van por la calle de compras, al parque..., que digan al menos
cinco cosas que ven.
Decir
las palabras con una pronunciación correcta.
Área
de Hábitos y Autonomía
VESTIRSE
Y DESVESTIRSE: Puede
comenzar a vestirse, ponerse los zapatos, desvestirse aunque
tarde un poco en hacerlo y tengamos prisa.
BAÑO:
Desde los tres años puede ir al baño por si solo/a, cuando
tenga ganas, sin necesidad de que siempre le acompañe un
adulto. Cuando orine que aprenda a secarse con papel y a
limpiarse al hacer caca.
JUEGO:
Dedicar un rato cada día para jugar con tu hijo/a, que no lo
haga siempre solo/a. Cuando termine que recoja.
BIBERÓN:
El biberón no es necesario, pero sí un inconveniente para el
buen desarrollo dental, afectivo, social... Para dejarlo podemos
darle la leche con una pajita, ¡les encanta!
CHUPA:
Muchas malformaciones dentales se evitan al quitarle la chupa a
su debido tiempo. Invítale a que la esconda o que la traiga al
colegio, ya en casa no se usa.
DIENTES:
Enséñale a limpiárselos correctamente al menos dos veces al
día (especialmente por la noche)
DESCANSO:
Los/as niños/as necesitan descansar alrededor de 11 horas
diarias. Un niño/a que no descansa lo suficiente estará
malhumorado, cansado y tendrá pocas ganas de aprender y
disfrutar. Debemos acostarlos temprano por la noche.
PAÑAL:
El pañal de la noche es el más difícil de eliminar pues
supone un esfuerzo para la familia: cama mojada, malos olores,
malas noches... Podemos tratar de que al menos dos horas antes
de dormir no beban nada mucho líquido. Díganle que no le van a
poner el pañal; pero que si se orina que no pasa nada. Que
pueden llamar por la noche para que se le acompañe al baño y
de esta manera evitamos que duerman confiados en que pueden
orinar porque tienen el pañal. Aunque es un proceso que puede
ser lento, hay que tener paciencia porque los resultados
compensan.
TELEVISIÓN:
Vigila que los programas que ve sean apropiados para su edad y
evita los violentos. Aunque a los niños/as les gusta ver la
tele, procura no abusar y dedicar el tiempo libre a leerles
cuentos y verlos, sacarlos de paseo.
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Fuente
utilizada "Comic Sans MS"
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